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Mohamed elige suicidio con sabor a traición

LOS ÁNGELES -- El suicidio de Antonio Mohamed es casi sospechoso de traición.

No quiere morir solo, sino encabezar el hundimiento de un barco que dirige, pero que ya no le pertenece. Lo han despedido, pero sin echarlo aún. Y el Turco lo sabe, mientras mastica rencor.

Y Tigres le ha ayudado a Mohamed en su propio Hara-Kiri. Un remate excepcional de cabeza por parte de Guerrón cinceló el veredicto: 1-0, con un saldo abierto aún de 90 minutos de vida ¿vegetativa? para el América.

Si ya Mohamed había debilitado El Nido por sus rencores personales (Maza Rodríguez, Negrito Medina y Paul Aguilar), este jueves termina exhibiendo y humillando a Miguel Layún.

Curiosamente al jugador que quiso defenderlo y canonizarlo en Twitter, el Turco termina por sacrificarlo en una posición donde Layún quedó condenado a jugar en perfil, forma, territorio y funciones, totalmente inversas, antagónicas a las que le hicieron despuntar.

En forma coloquial, o en otras palabras, Mohamed le puso a Layún las rodillas al revés. ¡Síguelo defendiendo, Miguel!

Por eso, apesta a suicidio y a traición de Mohamed.

Porque encima elige colocar a Guerrero por Oswaldito como para proteger la mínima diferencia en la derrota. Y en una condición ventajosa, alevosa, manda a la cancha a Sambueza a sabiendas de que, bajo de forma y de ritmo, terminaría siendo un menesteroso ambulante en la cancha.

Y más allá de que evidentemente envió más de carnicería que de cacería a sus jugadores, Mohamed fue incapaz de superar los cerrojos de Tuca Ferretti, y debe salir agradecido porque Pablo Aguilar fue indultado de una roja por la rabiosa zapatería que le tundió a Guerrón cuando estaba caído.

¿Tigres? Tacaño, pero impecable. Roñoso, pero inteligente. Mezquino, pero práctico. Jugó para ganar sin fuegos artificiales. Lamentable, pero irrefutable.

El mismo Ricardo Ferretti lo había puntualizado: "Lo importante es que no nos aten goles".

Y sabe que con el 1-0 si el América no mejora en el Azteca de ese desastre moral, futbolístico, táctico y estratégico, que fue en El Volcán, le basta con la mezquindad de ese gol para levantar la copa.

Ferretti no permitió libertades y logró preocupar primero por Torres, luego con Damián, y una persistente labor de Lugo, aunque al final sus jugadores relevantes fueron Guerrón con su gol, y esa respetable y magnífica sabiduría en la cancha de Egidio Arévalo.

¿Podrá mejorar el América? Primero deberá hacerlo en el vestuario, después en la banca y finalmente en el compromiso de los jugadores.

El futbol, aun bajo la avara percepción de Mohamed, necesita mucho más que pujanza, sudor y patadas porque requiere de talento y profundidad.

En el Estadio Azteca, ante su gente, bajo la presión, algunos jugadores seguramente se rebelarán a su suerte.

El gran problema es si Antonio Mohamed mantendrá ese método de suicidio lento con sabor a traición, para hundir ese barco zozobrante que aún dirige, pero ya no le pertenece.