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Astros, no se preocupen: Carlos Correa está lidiando bien con el estrellato

KISSIMMEE, Fla. - El humor del manager de los Astros de Houston A.J. Hinch es seco y gracioso, y mientras se preparaba para una pregunta sobre el torpedero puertorriqueña Carlos Correa, mencionó que el tema de su campocorto de 21 años no ha sido planteado en toda la primavera. Dijo que no ha tenido que hablar sobre Correa en ningún momento.

Para nada - excepto que lo ha tenido que hacer cada día. Porque todos los días aparecen reporteros en los entrenamientos de los Astros preguntando por la próxima gran estrella de las Grandes Ligas. Cada día, parece haber otro equipo de camarógrafos que lo sigue a todas partes. Cada día, parece haber algún tipo de filmación para una portada de una revista o para un comercial. Algunos miembros del cuerpo de empleados de terreno del Osceola County Stadium hablaron el miércoles sobre lo interesando que ha sido el poder echarle una mirada trasbastidores a como se hacen ese tipo de cosas, con las luces y los grandes lentes.

Correa tiene apenas 119 días en las Grandes Ligas, y para cuando termine la temporada 2016, probablemente haya acumulado más atención que la mayoría de sus veteranos compañeros de equipo en todas sus carreras de forma combinada. Más que José Altuve, el tres veces Todos Estrellas al que Correa idolatra, o el ganador del Cy Young Dallas Keuchel, o el jardinero central Carlos Gómez, quien podría ser el jugador de posición más codiciado en la agencia libre en el próximo otoño. Los Astros monitorean todo esto y valorándolo, y sin duda los veteranos están observando como Correa maneja el peso del escrutinio y la presión que viene con este.

Pero diariamente, Correa da muestras de cuan centrado es, particularmente en lo que se refiere a su preparación diaria. Sus compañeros hablan sobre lo meticuloso que es en su preparación, en buscar cada rodado como si fuera un problema matemático que requiere un proceso. Las manos están en el lugar correcto, los pies están en el lugar correcto, sus hábitos reforzados por años de trabajo con su padre en Puerto Rico. Desde el momento que Carlos Jr. tenía 5 años de edad, Carlos Correa Sr. volvía a su casa luego de un largo día de trabajo en la industria de la construcción y se iba a practicar con su hijo - algunas veces en un solar baldío, algunas veces en un estadio poco cuidado, algunas veces junto a un árbol cerca del hogar familiar, con sus raíces por fuera - y hora tras hora, el padre le lanzaba pelotas o bateaba pelotas hacia el hijo. Cuando Carlos era adolescente asistía a una academia de béisbol a más de una hora de distancia de la casa, y su padre y él seguían yendo a un parque local en las noches, luego de hacer las tareas escolares y la práctica de béisbol. Algunas veces las prácticas entre padre e hijo comenzaban a las 10 p.m. y el chico ya estaba en pie de nuevo a las 5 a.m. al día siguiente para el largo camino hacia la escuela.

Durante la temporada baja, el trabajo de béisbol de Correa se lleva a cabo en un parque local en su pueblo de Santa Isabel, en la parte sur de Puerto Rico, destrozando lanzamientos a través de una tenue iluminación. El joven Correa le pidió permiso al alcalde del municipio para utilizar el terreno, añadiendo este pedido: que los niños y sus familias pudieran entrar al estadio a observarlo. Noche tras noche tras noche, cientos de chicos del área llenaban las gradas de cemento - muchos de ellos con camisetas y gorras de los Astros - y enfocados en Correa mientras él llevaba a cabo su extenuante régimen de ejercicios y prácticas de bateo, y la concurrencia emitía sonidos de "ooh" y "ahh" mientras Correa enviaba pelotas más allá del campo de práctica y del alcance de las luces.

Al final del entrenamiento, los chicos entraban al terreno y se colocaban en forma de herradura en territorio foul - cientos de niños, equipos de Pequeñas Ligas, madres y padres - y comenzando con los grupos en el área de primera base, Correa se movía de grupo en grupo, saludando a los niños, firmando autógrafos, posando para fotos. Se acercaba a cada adulto con respeto: un apretón de manos para los hombres y un beso en la mejilla para las mujeres, de la misma forma que uno besaría a su abuela. Luego de más o menos media hora, cada pedido de autógrafo o foto quedaba cumplido, y Correa y su familia - su padre, madre y dos hermanos - volvían a casa.

La tarde siguiente, haría todo de nuevo. Y la siguiente.

Es correcto que los Astros se preocupen por la forma como un chico de 21 años maneja toda esta adulación. Es correcto para sus compañeros el observar y preguntar cómo esto podría afectarle. Pero él está bien. Tiene alrededor de década y media conduciendo sus hábitos, guiándolos a través de cada rodado y cada swing, y con cada ladrillo de fama apilado en su vida. Correa tiene un conocimiento concreto de cómo llegó a este lugar de estatura, y no hay señales de que vaya a cambiar a corto plazo.

Correa dice que "la confianza viene de la preparación" y que no va dejar que la presión llegue a él en su segunda temporada en las Grandes Ligas.