Aficionados y Fanáticos al "Rey de los Deportes": mucho se ha comentado en torno a los diferentes héroes de los flamantes campeones Filis de Filadelfia. Cole Hamels es el primero que asoma siempre en esa lista, pero Shane Victorino, Ryan Howard, Chase Utley y Brad Lidge no se quedan atrás.
Pero quien ha pasado casi desapercibido y merece tanto o más crédito que todos esos héroes, es el dirigente Charlie Manuel. Hace poco más de dos años, cuando la organización envió a Bobby Abreu a los Yankees, muchos pensaron que el equipo se desmantelaría y fueron varios los que vaticinaron la salida de Manuel del timón de la nave. Pero el mánager sostuvo una reunión a puerta cerrada con sus peloteros en la que trabajó en un cambio de mentalidad, haciéndoles comprender que ese era un equipo de "hombres" más que de "nombres" y que con el material que tenían era suficiente para llegar muy lejos.
Manuel no solo cumplió, sino que superó todas las expectativas. Manejó de forma perfecta durante la postemporada, se opuso abiertamente a los periodistas de Filadelfia que presionaban para que Dobbs desplazara a Feliz de la tercera base, se mantuvo estoico con una rotación de cuatro abridores a pesar de los fuertes cuestionamientos en torno a Jamie Moyer y Joe Blanton, y le dio toda su confianza a Carlos Ruíz para encargarse de sus lanzadores.
El resultado no podía ser mejor: un título de Serie Mundial después de 28 años de ayuno. El trofeo de campeones calma la necesidad de reconocimiento a una ciudad tan deportiva como Filadelfia, pero demuestra, sobre todo, que Charlie Manuel es uno de los mejores managers de nuestros tiempos.