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WBC, muy lejos de un mundial

Sé de antemano que la comparación es injusta por una cuestión histórica, pero como aficionado a la pelota no puedo dejar de pensar que el Clásico Mundial de Béisbol ha defraudado mi eterno interés por ver una verdadera competencia internacional con los mejores de este deporte.

Desde que era adolescente y observaba a Omar Vizquel haciendo maravillas con su guante, a Andrés Galarraga retar con éxito a los mejores lanzadores de las Grandes Ligas o, hace un poco menos, a Johan Santana ganarse año a año la reputación del mejor pitcher del béisbol, deseaba poder ver a todas esas figuras representando a mi país y demostrando qué tan buenos eran los venezolanos en el concierto del béisbol mundial. Quizás todo este deseo se veía acentuado por el hecho de que mi otra pasión, el fútbol, no podía brindarme la emoción de ver a mis paisanos triunfar como selección en un escenario internacional. Sí, Venezuela ha crecido futbolísticamente desde entonces, pero está claro que aún está lejos de competir con las potencias.

Pero el béisbol era diferente. Se suponía que ahí si éramos potencia, pero no había manera de demostrarlo con actuaciones colectivas porque no existía un torneo en el que jugaran los profesionales (las estrellas pues) que dirimiera cuál país era el mejor sobre un campo de béisbol.

A principios de este siglo comenzó a tomar forma la idea del Clásico Mundial y pensé que ese torneo había llegado. Finalmente habría una competencia en la que todo ese talento individual que sobresalía en las mayores se uniría para vestir el uniforme de mi país y darle un anhelado logro deportivo de verdadera magnitud. Entonces llegó el Clásico en el 2006 y nada fue como lo imaginaba. Aquí es donde viene la odiosa comparación que dio motivo al título de este blog.

¿Límites de pitcheos para los lanzadores? ¿Días de descanso obligatorios tras una apertura o un relevo muy largo? Imaginen a Iker Casillas sentado en la banca de la selección española en las semifinales del mundial de 2010 en Sudáfrica, resignado porque tres días antes le paró dos penales a Alemania y alcanzó las 50 atajadas permitidas a cada portero por cada dos partidos. Qué tal esta... Portugal se enfrenta a Italia en la otra semifinal y pierde 2-1 mientras su estrella, Cristiano Ronaldo, muestra su rostro de frustración en el banquillo porque en cuartos de final alcanzó el límite de minutos que obligan a un juego de descanso. Ni modo... Queiroz pensó que se podía con Italia y quería a Cristiano en la final... ¿quién puede criticarlo?

Cuando leo los rosters del Clásico Mundial de Béisbol de este 2009 no dejo de preguntarme: ¿son estos los mejores peloteros con los que cuenta Estados Unidos, o Dominicana, o Venezuela?

Busco al mejor pelotero de la Liga Nacional en 2008 en el roster de Dominicana y no lo veo. ¿No es Albert Pujols el mejor pelotero dominicano ofensivamente hablando? (ok, ok... todavía me rehúso a contar a Alex Rodríguez como dominicano... lo siento). ¿Qué tal Manny? Ups... tampoco aparece. A la ofensiva de Estados Unidos habrá que tenerle miedo. Imaginen tener al mejor jonronero y productor de carreras de la temporada pasada en MLB... ah no... cierto... Ryan Howard tampoco va. Igual qué miedo llegar perdiendo contra ellos al noveno con ese intraficable Joe Nathan listo para cerrar el negocio. Mmmm... no, tampoco va. Y así podríamos seguir horas y horas. Venezuela sin Johan Santana y Carlos Zambrano, Panamá sin Mariano Rivera, Puerto Rico sin Jorge Posada.

Ya sé que la Copa Mundial de Fútbol se juega desde 1930 y que FIFA no es Major League Baseball, que lejos de ser una asociación de países representa a uno solo y es gobernado por los dueños de equipos. Me encanta la iniciativa del Clásico Mundial pero mientras el torneo lo organice y maneje MLB nunca será una competencia real entre los mejores de cada nación. Y eso me desmotiva como aficionado.

Ah... una más. ¿Se imaginan a Kaká jugando para Portugal si estos llegan a Sudáfrica? ¿Por qué no? Alex Rodríguez no disfrutó tanto el primer clásico con Estados Unidos pero ahora está feliz de lucir el uniforme de República Dominicana.

¡Un abrazo para todos!