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Fernando Albelo, el amante del boxeo

Fernando Albelo dejó el barrio de Almaro para mudarse a La Boca y crear su propio gimnasio. ESPN.com

“Defensores de la Boca Boxing Club”. En el cartel de la pared azul, el color dorado le pone el acento al barrio. Hace menos de un año, Fernando Albelo se mudó, dejando atrás su barrio natal de Almagro, en la ciudad de Buenos Aires, para mudarse a La Boca, el club de sus amores futboleros.

Debe haber dejado sin duda, retazos de su vida, como que allí también se hizo al boxeo, en el legendario Almagro Boxing Club. Una institución que nació antes de la hazaña de Luis Angel Firpo en el Polo Grounds, sigla señera símbolo de pasión por el buen boxeo: A.B.C.

“Alli empecé y para ese club hice unas peleas, pero fueron muy pocas, las suficientes como para haber salido subcampeón de un torneo de la Federación Argentina que se llamó Oscar Casanovas, ni más ni menos”, recuerda.

Oscar Casanovas fue oro Olímpico en Berlín, 1936, hincha del Club Atlético Huracán y una de las grandes figuras del Almagro Boxing Club. “Fue todo un símbolo, porque luego de verme en una exhibición, me habló Raúl Landini (hijo) para que me dedicara a la enseñanza en el Club Universitario Buenos Aires (CUBA) y así empecé, porque sentí que podía darle al boxeo más enseñando que peleando

Raúl Landini fue uno de los más científicos pugilistas de los años 40, incluyendo una medalla plateada en los Juegos de Ámsterdam, 1928, en los 67 kilos. Fue histórico presidente de la Casa del Boxeador.

Volvamos a Albelo. Nacido el 24 de enero de 1976, respira boxeo. Como alguna vez nos dijo Ángelo Dundee, él afirma lo mismo, tomando las palabras del gran Ángelo: “Mis películas favoritas son de boxeo, los libros que más me gustan son los de boxeo, respiro y vivo boxeo todo el día”.

Apasionado, voraz lector de cuanto libro o revista pase al alcance de su mano, devorador de videos del ayer y el hoy, especialmente, por dar un ejemplo, los de Eduardo “K.O” Lausse, para muchos un mediano campeón mundial sin corona del boxeo argentino, símbolo de los años 50.

Marcos Arienti, presidente de la Casa del Boxeador, secretario del WBC y desde ahora también director del WBC amateur, estuvo muy ligado al Almagro B.C. y nos deja su testimonio: “Para tener una idea de su apasionamiento, basta un ejemplo. Albelo editó un video recopilando los mejores golpes de los grandes boxeadores de la historia. Entonces -por poner un ejemplo nada más-, en una pasada uno podía ver y comparar el jab de Ray Leonard, Carlos Monzón y Floyd Mayweather, entre otros. Y así fue haciendo con todos los golpes y estilos. En el Almagro nos reuníamos todos en el gimnasio, veíamos el video en pantalla grande y aprendíamos con lo mejor de cada uno. Fernando es así: un apasionado”.

Albelo hoy está al frente de su propio gimnasio. Y, ahora sí, en La Boca, el club de sus amores futboleros. Y es el presidente, con la vicepresidencia de La Burbuja Carabajal. “Una forma de ir abriendo caminos para darles a los chicos las oportunidades que el boxeo y la vida les puedan ofrecer”, cuenta.

Claro que el sello del Almagro Boxing Club se mantiene intacto.

Allí brillaron, entre otros, los olímpicos Carmelo Robledo, Los Angeles 1932, el ya mencionado Oscar Casanovas o Eladio Herrera, bronce en 1952, luego técnico del club. Por allí también pasaron Pascual Pérez, oro en Londres 1948 y luego el primer campeón mundial de la Argentina. O Alfredo Prada, el gran rival de José María Gatica; o Abel Ricardo Laudonio, bronce olímpico en Roma 1960 y vencedor de Nicolino Locche, o Pedro Rubén Décima, ex campeón supergallo WBC.

Y no solo en el boxeo clásico y elegante de la postura bien armada, de los desplazamientos justos, de los golpes lanzados con armónico recorrido. Sino también en el respeto, la conducta y el rigor en los entrenamientos.

“Estoy en la línea de aquellos viejos técnicos como Prudencio Melero y Manuel Valcarce, que cuando uno de sus pupilos sacaba insuficiente en el colegio no podía entrenar por un tiempo. Porque se privilegiaba el estudio, la disciplina, y no solamente el saber tirar golpes”, afirma Albelo.

Su lirismo lo llevó, durante muchos años, a no querer lidiar con el boxeo profesional, hasta que el mismo rendimiento de algunos de sus pupilos lo hicieron cambiar de opinión. “Soy un convencido que mis boxeadores y boxeadoras tienen que haber comenzado conmigo desde un primer momento, como por ejemplo Karen La Burbuja Carabajal”.

Carabajal, campeona sudamericana superpluma viene de ganarle claramente por puntos a Soledad “Itaka” Matthysse en Cutral-Có, Neuquén, reteniendo su título.

La Burbuja (22-1-0, 3 KO) combatirá el 13 de abril en Manchester con Rihannon Dixon, campeona europea y de la Commonwealth, por la corona mundial vacante de la división ligero, versión Organización Mundial de Boxeo. “Cuando nos conocimos era una niña, hoy ya es madre, seguimos juntos. La Burbuja es sicóloga y tiene una rica historia de vida; y es un gran ejemplo de la fidelidad a un estilo y a un club. Ahora iremos por la corona mundial nuevamente y estamos trabajando muy duro para ello. Ante Katie Taylor hizo una muy buena pelea y ahora, con más experiencia, pensamos que hay buena chance. Dixon tiene 9 peleas, todas ganadas, con solamente un nocaut a favor. Claro, peleará de local y sabemos que hay que poner todo para que te den un fallo afuera, pero para eso estamos”.

Lo mismo ocurrió con Agustín Ezequiel Quintana, a quien entrena desde los 17 años. Hoy, Quintana (19-2-1, 13 KO) se prepara para pelear en Estados Unidos con Raymond Muratalla (19-0-0, 16 KO, campeón Global WBO ligero). A los 27, Quintana es campeón argentino superligero.

Y también cuenta en sus filas al venezolano Jonathan “Fino” Hernández, invicto con 13-0-0, 8 KO, campeón welter Fedelatin de la WBA. Es su última pelea venció a Elías Haedo en una muy buena pelea y tal vez, su mejor actuación en Argentina. “Con Quintana estamos ligados a Mario Margossian, con Hernández hemos peleado en el Luna Park para O.R. Promotions, con lo que quiero decir es tratamos de ser independientes y escuchar ofertas de todos, que creo es lo mejor para el boxeador o boxeadora”, afirma Albelo.

Y, a propósito del trabajo de formación de boxeadores, dice: “Como Quintana, muchos fueron surgiendo a través de la Liga Metropolitana, que hoy sigue produciendo festivales y boxeadores con tantos y tantos clubes que trabajan en silencio, pero dándole mucho al boxeo”, dice. La Liga fue formada en su momento para organizar campeonatos, ya que la Federación organizaba muy pocos. El proyecto se afianzó con estadios llenos, grandes peleas y una enorme cantidad de boxeadores dispuestos a mostrarse. Un éxito que luego, de alguna manera, la propia FAB tomó para sí.

Albelo también enseña en otro bastión con alcurnia como el CUBA (Club Universitario de Buenos Aires) en donde ingresó en 2005. “Por allí pasaron grandes maestros como Kid Cachetada –un mendocino que fue figura en la división de los medianos en los años 50-, o Víctor Mastronardi, gran amateur, tremendo maestro. Mastronardi fue uno de los pioneros en enseñarles boxeo a las chicas, especialmente en la Facultad de Derecho. Hago estas menciones para que no olvidemos a los que nos marcaron el camino. En el CUBA siempre se le dio prioridad a los estudiantes de la Universidad, claro, o sea que el boxeo era más

recreacional. Pero hoy ya algunos sacaron su licencia amateur y todo”, afirma.

Así como le atrae la historia y los videos de los grandes del pasado, sin contar la tremenda colección de revistas, artículos y libros que posee, también está el presente, ya que debe seguir al boxeo de hoy, se entiende.

“Acá en el gimnasio tenemos muchas comodidades, desde un ring que puede achicarse o no según las necesidades, más de 10 bolsas, elementos cielo-tierra… en fin de todo, porque es un lugar amplio y muy bien equipado”, dice. “Acá vienen muchos chicos y chicas. No todos van a ser boxeadores, no todos van a ser campeones, pero nuestro objetivo –mi objetivo- es, ante todo, formar deportistas, chicos y chicas que tengan por delante un futuro de trabajo y de formación. Los campeones vienen luego, pero es en el boxeo, en donde se pueden forjar voluntades y carácter, espíritus que no se rindan ante la adversidad, que de eso se trata”.

Se puede cambiar de amigos o de pareja, o de trabajo, suele decirse, pero jamás de pasión. Como la que alberga en su corazón Fernando Albelo, un amante del boxeo.