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Enzo Francescoli: el ídolo uruguayo que hizo historia en River Plate

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Ídolos eternos: Enzo, el Príncipe que encantó al Monumental (0:59)

Uno de los grandes fenómenos de la historia millonaria, máximo goleador extranjero (137 goles), brillante futbolista y el cerebro que como Manager, eligió a Gallardo para abrazar la gloria actual. (0:59)

El Diego. El Bocha. La Pulga. Román. El Burrito. Muchas veces el apodo o el nombre de pila alcanzan para saber de quién se está hablando. No hacen falta los apellidos.

Esta afirmación sirve para hablar de un uruguayo que hizo historia en River Plate: Enzo Francescoli. Sí, el Enzo. Un jugador distinguido, de una enorme categoría, que llegó al Millonario de muy joven y marcó, en sus dos etapas en el club, épocas llenas de gloria y de títulos.

El fútbol, como bien decía el periodista Dante Panzeri, es la dinámica de lo impensado. Por eso nadie podría imaginarse que ese futbolista flaco, alto, talentoso pero con altibajos, que llegó a River en 1983, iba a convertirse en ídolo.

Nació el 12 de noviembre de 1961 y Montevideo Wanderers fue el club donde dio los primeros pasos. Sus inicios en la institución de Núñez, donde debutó el 24 de abril de 1983 frente a Huracán, fueron difíciles. A pesar de haber realizado una muy buena Copa América con la Celeste, donde Uruguay se consagró campeón, el Príncipe tuvo que adaptarse al mundo River.

No le resultó fácil en los comienzos a pesar de su categoría y hasta llegó a ser cuestionado y mirado de reojo por una parte de la hinchada y de la prensa. Tuvo la chance de irse de River a América de Cali, pero él decidió apostar al club de Núñez. Y no se equivocó.

Las cosas iban a empezar a salir mejor dentro de un equipo que comenzaba a afianzarse cada vez más de la mano del Bambino Veira. Y en el campeonato de la temporada 1985/86 se consagró campeón, siendo además el máximo anotador del certamen con 25 goles.

Es recordada en esa primera etapa en River el golazo que en febrero de 1986 le hizo a la selección de Polonia en un amistoso disputado en Mar del Plata. Una chilena que le dio la victoria a River y que se festejó casi como un titulo.

En 1986, luego del Mundial de México, donde Uruguay fue eliminado por la Argentina de Maradona en octavos de final, llegó el momento de probar suerte en el fútbol europeo. Racing de París lo esperaba para una nueva aventura.

Con la partida, no pudo saborear el éxito de lo que fue la obtención de la primera CONMEBOL Libertadores para la historia del club y luego también la conquista de la Intercontinental frente a Steaua Bucarest.

En Europa, luego de su andar por el Racing de París, jugó en el Olympique de Marsella y luego tuvo un paso por Italia, donde vistió los colores de Cagliari y Torino.

Pero en River tenía todavía mucho para dar. La espina de no haber podido levantar la Libertadores y la Intercontinental estaba presente a pesar del paso de los años. Y así, en 1994 pegó la vuelta.

Tenía 33 años pero el espíritu de un pibe de 20. Pronto iba a repetir y a superar lo que había hecho años atrás. Formando parte de un gran equipo, esta vez con Ramón Díaz en el banco, pronto comenzaron a llegar los títulos.

Se coronó campeón de la Libertadores 1996 y de la Supercopa Sudamericana 1997. Pero también brilló en el ámbito local, donde conquistó los torneos Apertura 1994, 1996 y 1997 y el Clausura 1997.

Tras ganar la Libertadores, la misma que le fue esquiva tras su pase a Francia en 1986, declaró: "Estoy feliz, saldé una deuda que tenía pendiente conmigo mismo".

En esos tiempos se decía que el verdadero DT del equipo era Enzo. Porque Ramón Díaz estaba dando los primeros pasos como entrenador y daba la sensación que en ese plantel de figuras la presencia de Francescoli, quien además era el capitán, opacaba al Pelado.

Siempre se habló de que la relación con Ramón, otro ídolo del club, no era buena. Verdad o mito, la cuestión es que pese a las diferencias River funcionaba muy bien dentro de la cancha y los resultados lo dejaron más que claro.

Su talento cautivó nada menos que a una gloria como Zinedine Zidane, quien señaló sobre el él: "Enzo era mi ídolo, siempre analizaba todo lo que hacía. Quería hacer en el campo de juego las cosas que veía de él. Creo que llegué a parecerme. Mi sueño era dormir con una camiseta de Enzo", relató el francés.

La Selección uruguaya merece un párrafo aparte, ya que con la Celeste ganó tres Copa América y jugó dos Mundiales. Es considerado uno de los mejores futbolistas de su país.

Enzo se retiró a finales de 1997 dejando una marca extraordinaria en River, donde jugó 236 partidos y anotó 137 goles, siendo el tercer goleador extranjero de la historia del club de Núñez.

A River volvería en 2013 de la mano del presidente Rodolfo D'Onofrio, como director deportivo. Y la ola de éxitos seguiría con Marcelo Gallardo en el banco de suplentes y una etapa llena de logros locales e internacionales, que para muchos es la más importante de la historia del club.

Sin dudas fue un jugador exquisito, distinto, ídolo absoluto, que no necesita ninguna presentación. Alcanza con decirle el Enzo.