Entre la falta de imagen en el monitor del VAR y la desesperante indecisión del árbitro Fernando Hernández para sacar una tarjeta roja evidente, el partido del fin de semana pasado entre Cruz Azul y Santos estuvo detenido cerca de cinco minutos. Vaya forma de darle en la torre a la fluidez de un encuentro.
Una vez que la señal al fin apareció en la pantalla, Hernández todavía tardó una eternidad en decretar la roja de Hugo Rodríguez por una plancha sobre el tobillo de Jonathan Rodríguez del equipo Cruz Azul. ¿Para qué darle tantas vueltas a una expulsión tan clara? El árbitro entorpeció el desarrollo del partido de una manera lamentable. El resultado del carácter dubitativo de los árbitros es un alto número de partidos tijereteados y de disparejo ritmo.
Contra lo que dice la Comisión de Arbitraje, que nos quiere convencer de la supuesta alta calidad del arbitraje mexicano, la verdad es que los silbantes de la primera jornada no dieron visos de una mejoría en su calidad ni en su autoridad y, para no variar, se dejaron gritar y manotear por varios jugadores en distintos encuentros.
Basta con ver los partidos de la fecha inicial para afirmar que los árbitros 'vardependientes' seguirán con su incapacidad durante la campaña que acaba de comenzar.
Los otrora hombres de negro se han vuelto conchudos y comodinos. Obsérvenlos. Toman una primera decisión con aparente firmeza y segundos después dudan de lo que acaban de marcar y se dejan influenciar por los encargados de revisar las repeticiones. En muchos casos, ceden al VAR el control de los juegos. Penoso.