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Bielsa, la vuelta del caballero

Los hechos que aquí se cuentan sucedían en Derby, el pueblo inglés que le dio nombre a los grandes enfrentamientos futbolísticos entre dos equipos de una misma ciudad.

Era el Siglo XIV. Dos bandos, con un balón en medio se enfrentaban a golpes, patadas y empujones para disputarse la supremacía del pueblo cada Martes de Carnaval. Lo llamaban foot balle, pero era una mezcla entre el rugby, el futbol y la barbarie. Era, virtualmente un juego sin reglas. El espectáculo era tan grotesco, que un visitante narró en aquella época: “Si los ingleses llaman a esto juego, sería imposible decir a qué le llamarían pelea”.

Thomas Elyot le puso otras palabras tres siglos después: “El Foot balle es un juego de furia bestial y violencia extrema, por lo cual habría que condenarlo a un perpetuo silencio”. Toda Inglaterra se preocupaba entonces con las muertes y las irreparables lesiones que se derivaban del juego. Pero, aunque el espíritu inglés por la disputa prevaleció, poco a poco todo empezó a cambiar e Inglaterra empezó a autorregular sus juegos. Y fue una tendencia social que comenzó en las calles.

En 1685, Misson de Valbourg, un refugiado francés, relató: “Si un cochero discute por la paga con el caballero que lo ha contratado, y el caballero le ofrece dirimir la cuestión con una pelea, el cochero aceptará de corazón. El caballero se desprende de la espada, la deja en alguna tienda con su bastón y sus guantes… y boxea. En Francia castigamos a estos tipos con la hoja plana de la espada, pero esto jamás se hace en Inglaterra. No emplean espada ni bastón contra hombres desarmados”. Este párrafo ya hablaba de cierto respeto de las reglas, aunque todavía no estuvieran escritas. Dice el sociólogo Eric Dunning que “un ingrediente esencial para la evolución del boxeo como deporte moderno fue la introducción del refinado juego limpio”, una especie de pacto de caballeros donde los involucrados se comprometían a respetar las reglas.

Lo mismo sucedió con el futbol. Del juego violento de los siglos anteriores se convirtió, poco a poco, en el espectáculo que hoy congrega al mundo. De nuevo explica Dunning en su libro “El Fenómeno deportivo”:

“El juego solo se institucionalizó cuando se reconoció que el football era una actividad legítima para caballeros adultos, momento en que miembros de las clases altas fundaron clubes cuyo propósito específico o principal era la práctica del football y cuando se crearon asociaciones con la intención de dar cuerpo a una legislación nacional”.

Nació entonces la primera Federación del mundo del balón. Y así el deporte formó parte fundamental en el proceso de civilización. Y al mismo tiempo la actividad física hizo suyo un concepto fundamental de Inglaterra: el del caballero.

En ese escenario se desenvuelve hoy Marcelo Bielsa, el “Loco” que el fin de semana pasado exigió a sus jugadores dejarse anotar un gol por no respetar el fair play ante el Aston Villa. La ensalada de sus acciones tiene otros aderezos: su equipo, el Leeds United, tenía una oportunidad única para lograr el ascenso directo a la Premier League, pero esa no fue una razón fundamental para Bielsa, a pesar de que se desenvuelve en una época de constante presión competitiva y de ganancias multimillonarias que empañan los principios fundamentales.

El partido terminó con un empate 1-1 y con la incredulidad del mundo. ¿Cómo alguien puede tomar decisiones en contra del beneficio de su propio equipo?, ¿Por qué decidir sobre el esfuerzo de un grupo de jugadores, cuya aspiración principal es llegar a la Premier League y aumentar su prestigio y sus ingresos? ¿Cómo no considerar el fin antes que los medios para lograrlo? Bielsa no pensó en eso cuando tomó la decisión.

Más allá de sus conocidas políticas personales, el técnico argentino nació en una cuna humanista. Durante generaciones los Bielsa defendieron la ética en los estrados. Y Marcelo ha llevado esa conciencia al terreno de juego. Su amplia cultura lo ha hecho dimensionar también que el pasto en el que se desenvuelve su equipo ha tenido una evolución histórica.

Después de varios siglos y mucha sangre, Inglaterra pasó de la barbarie en el campo, al respeto del fair play. Es por eso que siempre se da tiempo para aplaudirle a los caballeros. Y Bielsa es uno de ellos.