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Países Bajos 2005, el Mundial Sub 20 que consagró a Lionel Messi

El Mundial Sub 20 del 2005 no fue uno más. Con Países Bajos como sede, la Copa del Mundo de ese año marcó la explosión de Lionel Messi como futbolista y fue clave para la consagración de Argentina, que sumaría su quinto título en la categoría.

Ya no estaban a cargo de la Sub 20 la dupla exitosa que habían formado José Pekerman y Hugo Tocalli. Ahora, había asumido el mando Francisco Ferraro. La Pulga, quien acababa de cumplir 18 años, formaba parte de un plantel de jugadores que en su mayoría triunfaron más tarde en Primera División.

Alcanza con repasar algunos nombres: Oscar Ustari, Ezequiel Garay, Lucas Biglia, Fernando Gago, Pablo Zabaleta, Neri Cardozo, Sergio Aguero.

Messi ya había debutado en Barcelona, con apenas 17 años, de la mano de Frank Rijkaard. Y mostraba que estaba a la altura de los mejores en una Liga muy competitiva como la española.

Sin embargo, Pancho Ferraro decidió no incluirlo entre los titulares en el partido del debut en la Copa del Mundo, contra Estados Unidos. Esa tarde, la albiceleste cayó 1-0 ante el que terminaría siendo el líder del grupo. “Veníamos charlando con él, y notábamos que rendía mejor en los segundos tiempos. Le costaba salir desde el arranque, pero en ese torneo todo cambió”, reconoció el DT.

Tras esa caída, el entrenador metió mano en el equipo. La Pulga ingresó en el encuentro de la segunda jornada, frente a Egipto. La Argentina cambió la cara de la mano de Messi. Ganó 2-0 con un gol de él y otro de Zabaleta. Lio se había ganado la titularidad y ya no saldría nunca del primer equipo.

En la última fecha había que asegurar la clasificación nada menos que ante un rival directo como Alemania: fue triunfo por 1-0, con gol de Neri Cardozo.

La Selección Argentina quedó segunda en su grupo, con seis puntos, detrás de Estados Unidos, que sumó siete.

Llegó el momento más caliente del Mundial: los octavos de final, los partidos de eliminación directa. No había margen para el error. Colombia se presentaba en esa instancia. Y era un rival de cuidado, tras quedar primero en su zona ganando todos los partidos disputados.

Los cafeteros se habían puesto en ventaja tras un error del defensor Julio Barroso. Hasta que Messi apareció en todo su esplendor. Con la velocidad y la habilidad que comenzaba a ser una marca registrada dentro de su carrera, encaró por la izquierda y tras un pase de Cardozo definió al palo del arquero para el 1-1. Luego, sobre la hora, Barroso pondría el 2-1 para meter a la Argentina en cuartos de final.

Messi y un partido especial: España

España esperaba en la próxima ronda. Era el equipo del momento. Con jugadores como Fernando Llorente, Juanfran y Cesc Fábregas como algunas de sus máximas figuras, sumaba cuatro victorias en igual cantidad de partidos, con 16 goles a favor y apenas uno en contra.

Para Messi era sin dudas un partido especial. El argentino había llegado a Barcelona en el 2000, y su talento no pasaba inadvertido ni por la gente del conjunto catalán ni por los responsables de las selecciones menores de la Roja.

Los directivos de la RFE venían contactando al argentino para que se sumara a las juveniles de ese país, pero no consiguieron lo que hubiera sido el pase del siglo. “A mí me consta que la Real Federación Española hizo todos los esfuerzos e intentos para que Messi juegue en España, pero Lionel se negó y no quiso, porque quería a su país”, señaló hace unos años Vicente del Bosque.

Para evitar que alguien se “robe” a la gran estrella que estaba naciendo, la AFA organizó el 29 de junio de 2004 un amistoso ante el Sub 20 de Paraguay con la intención de hacer debutar a la Pulga. El partido, jugado en cancha de Argentinos Juniors, terminó con goleada 8-0 para la Argentina: Messi ingresó en el segundo tiempo y marcó el último gol del partido.

Un año más tarde, el rosarino salía a la cancha con la celeste y blanca en el pecho para llevar a su Selección a las semifinales. Argentina ganó 3-1 ese encuentro. Y Messi selló el resultado con un golazo. Como para hacer más grande el dolor de los españoles, que lo vieron crecer en las Inferiores de Barcelona y triunfar con la Selección Argentina.

La revancha ante Brasil

Brasil siempre es un partido especial. En mayores y en juveniles. Esa semifinal era casi una final, un partido aparte. Estaba todavía el recuerdo fresco del Mundial de 2003, donde el Scratch había eliminado a la Argentina en la misma instancia.

Los brasileños llegaban como campeones defensores del título, ya que en la final habían derrotado por 1-0 a España.

Argentina salió a presionar, como solía hacerlo ese equipo de Ferraro. Sin dudas, una de las principales virtudes de la albiceleste era asfixiar al rival en la salida, encimarlo, anticiparlo en cada balón. Y lo hacía muy bien.

En una de esas jugadas, el Chaco Torres recuperó el balón, se lo cedió a Messi y encaró como suele hacerlo, en diagonal y a pura velocidad, sacó un zurdazo impresionante que se clavó en el ángulo del arquero. Uno de sus tantos más lindos de ese Mundial, seguramente el mejor, y ante el máximo rival. A 15 minutos del final, Renato marcó, de cabeza, el empate.

Pero como había ocurrido ante Colombia, otra vez sobre la hora, Argentina encontró el triunfo. Nuevamente Messi fue protagonista, con un gran desborde por la izquierda. El centro, tras un rebote, le quedó a Zabaleta, cuyo remate, tras desviarse en un defensor, se metió en el arco.

Victoria gloriosa, sobre la hora y ante Brasil para meterse en una nueva final.

El broche de oro

Nigeria era el otro finalista. Un equipo duro, muy físico, como suelen ser los conjuntos africanos, y el de las Aguilas Verdes en especial, que en semifinales habían derrotado por 3-0 a Marruecos.

Pero la Argentina de Messi era favorita. Tras perder en el partido del debut, había cosechado nada menos que cinco victorias de manera consecutiva. Y contaba con el gran momento de la Pulga como un plus fundamental.

Argentina formó en esa final con: Ustari; Barroso, Garay, Paletta y Formica; Zabaleta, Torres, Gago y Archubi; Messi y Oberman.

Estaba claro de entrada que la velocidad de Messi, ante rivales lentos y un poco torpes a la hora de marcar, podría ser desequilibrante. Y lo fue. El rosarino agarró el balón con espacios tras un ataque nigeriano y encaró hacia el área. Ingresó y su marcador, buscando rechazar, cometió un clarísimo penal.

El mismo Messi, con apenas 18 años cumplidos, se paró frente al balón y definió con la madurez de un veterano para el 1-0 inicial, a los 40 del primer tiempo.

A los siete del complemento Nigeria logró el 1-1 parcial. Pero los “chiquitos” argentinos eran los que iban a marcar la diferencia en un partido cerrado. Agüero desbordó en el área a un rival y luego de otra torpeza (una clara falta del defensor africano) el árbitro cobró penal.

Nuevamente, Messi fue el encargado de ejecutar la falta para el 2 -1 final. Con la misma sangre fría que en el primero, pero cambiando el palo, dejó sin chances al arquero de Nigeria. El Kun, su compinche, y la Pulga, fueron en este caso artífices de lo que terminó siendo el gol del triunfo y del pentacampeonato juvenil.

Con esos dos tantos en la final, Messi terminó siendo el máximo artillero el Mundial. Seis goles y una actuación consagratoria para convertirse en la figura de esa Copa del Mundo. Y para comenzar a demostrarle al mundo que estaba naciendo uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos.