LOS ÁNGELES -- Nadie es profeta en su tierra. Y Carlos Vela es el candil de la MLS y la oscuridad en el Tri.

Él mismo lo acepta. "Nunca pasó nada conmigo (en la selección mexicana). Me hago a un lado para que alguno (joven prospecto) que venga, consiga lo que yo no conseguí".

Hoy, la MLS es feudo de Carlos. Los Ángeles vive una #VelaManía comparable, guardando proporciones, con aquella #FernandoManía con Valenzuela.

(Precisión sin disculpa: yo aseguré que tras un primer año exitoso, Carlos apagaría la Vela de su compromiso y se tiraría a la hamaca en el segundo año, a vivir de sus réditos. En términos de redes sociales: #PeriodicazoEnElHocico. Gracias, Carlos)

En la temporada, pero especialmente ante el Galaxy, muy especialmente esta noche de jueves, el recargado Bombardero, merece un diagnóstico especial que seguramente sentará a muchos sobre un hormiguero, por pura rabia.

Este Vela, específicamente éste de la semifinal de la Conferencia Oeste, jamás mostró esa devoción, ese compromiso, esa concentración, esa rabia, ese despliegue, ese disfrute, ese placer, esa plenitud, que mostró la noche del jueves en ninguno de los juegos de la selección mexicana y me precio de haber estado en la tribuna de prensa de casi todos sus partidos oficiales.

Evidentemente no insinúo que Carlos Vela esté más enamorado del naciente LAFC que del Tri. Por el contrario, la diferencia es que cruzó esa frontera peligrosa del amor a la tierra prohibida de la obsesión que ciega.

Hoy Carlos Vela no juega bajo presión. Con el Tri, en términos de Juan Luis Guerra, era, cada jornada, "cruzar el Niágara en bicicleta". Ser un trapecista sin red... y sin trapecio.

Hoy, el delantero mexicano juega --en la extensa bendición del verbo--, al futbol. No se yerguen ante él, intimidantes arpías del fracaso. Ganar y perder con el LAFC es una disyuntiva del juego.

Con México, con la selección de futbol, con la que quedó en deuda, según él mismo se encanija en puntualizarlo, Carlos Vela era el Pípila moderno y lúdico -y tal vez ni tan lúdico-, que además, nuevamente, debía cruzar el Niágara en bicicleta y cargando con esa losa, casi lápida, a cuestas.

Kelvin Kuo-USA TODAY Sports

Y tal vez, nunca estuvo a la altura de semejante y herculina asignación. Tal vez, ante la tarea de hacer posible lo imposible, de hacer probable lo improbable, tal vez ahí, en ese desafío, surgió la perplejidad.

No sería el primero. Los más notables futbolistas de México fallaron en momentos cumbres. Porque pasaron, insisto, del amor a esa obsesión que ciega, obceca, nubla, entorpece.

Hugo Sánchez y Rafa Márquez están conscientes de que en la bandeja de pendientes se quedó ese, el del momento sublime con el Tri. En México '86, Hugo se descuidó y aparecieron los calambres en Monterrey. Rafa Márquez en 2002 enterró al Tri al hacerse expulsar al embestir criminalmente a Cobi Jones. Amor que ciega.

El otro, ese que parecía de la misma pasta ruda, bruñida, rebelde, le robaron su gran oportunidad, en plenitud. Ricardo LaVolpe, presa de sus hormonas y sus vísceras, más que de sus neuronas, marginó en Alemania 2006 a un Cuauhtémoc Blanco, en su mejor momento.

Por eso, es entendible, pero no justificable lo de Carlos Vela. La dimensión del reto se lo engulló entero. Apenas se arrimó al Niágara, pero sin bicicleta.

El humorista inglés Lawrence Esterne, aseguraba que "la temeridad cambia de nombre cuando obtiene éxito. Entonces se llama heroísmo". Y sin temeridad, no se cruza el Niágara en bicicleta... y menos con un uniforme tricolor.

¿Será acaso que es imposible extirpar al ADN del futbolista mexicano ese cromosoma que advirtió Octavio Paz, ese de que "el mexicano le teme más a la victoria que a la derrota"? Hugo, Márquez, Vela, y contando...

Es cierto, en la MLS, además de esa frescura infantil, de barrio, de futbol callejero, Carlos Vela está menos custodiado por los defensas contrarios que la garita para cruzar de EEUU a México a las 2:00 am.

Vela disfrutó de complicidad, tiempo y espacio, para imaginar, para generar, para crear, para inventar, para intentar, para espabilar, y hasta para patentar el tipo de goles que hacía. Cierto, ciertísimo, hay que estar ahí y poder, querer, y saber hacerlos.

Alguna vez hubo oportunidad de preguntarle a Juan Carlos Osorio porqué consideró en la Copa Confederaciones de Rusia que Carlos Vela no debía iniciar ante Alemania, cuando arguyó que no tenía la fortaleza de los alemanes.

A toro pasado, sacrificado y cocinado, Osorio entró en detalles: "No me refería a su físico sino aquí", y se tocó la sien derecha con el índice derecho.

Pero, hoy, reculando ante el Niágara, con bicicleta y con la monumental losa o lápida, hoy, Carlos Vela puede pensar tranquila, festiva, orgullosa y placenteramente, en cruzar Los Ángeles, en un camión descapotado.

Escribió Norman Mailer: "A fin de cuentas, un héroe es alguien que quisiera discutir con los dioses, y así debilita a los demonios para combatirlos".

Y Carlos Vela, al menos en temas de cancha, es ateo.

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Juan Carlos Osorio no va a cambiar. 'Morirá' con la suya. México jugará el Mundial con ese sistema que tanto estupor y desesperación ha provocado: el de las rotaciones. Y a partir de eso, y de la inspiración y genialidad --poca o mucha-- que tengan sus futbolistas, México aspirará a presentar un perfil competitivo en Rusia. Y a decir del entrenador colombiano, no se trata de fe y de esperanza, porque es el un científico de la cancha y opera con métodos probados.

David Faitelson

Por David Faitelson

LOS ANGELES, CA -- Juan Carlos Osorio se ríe tenuemente, mientras debe responder preguntas y sostenerse entre los fuertes vientos de una tormenta incluso la noche en que su equipo gana por tres goles a cero. Osorio vive en la crítica, de un pueblo, de un 'círculo rojo' futbolístico donde cunde la desesperación por un México que no termina por aparecer en la cancha y que se justifica en sus rotaciones y experimentos continuos de la cancha. El tiempo corre para el Mundial. El tiempo no le alcanza ni le sobra a la selección mexicana.

Pero la realidad es que Osorio no aparece demasiado presionado. Él ha asumido que encontrará ataques. Puede ser de una crítica bien intencionada o de una mal intencionada. Puede proceder de un sentido xenofóbico o quizá de otros intereses. La realidad, o su realidad, es que él hace, deshace y dirige a la selección mexicana con la misma doctrina y formato que ha tenido a lo largo de toda su carrera. Los directivos mexicanos, aquellos que lo contrataron, sabían de ello de antemano.

Osorio asume las críticas, pero no va a cambiar. Para él, la cancha se asemeja a un tablero de ajedrez donde impone sus propias reglas. El alfil puede jugar como "peón", el caballo puede aparecer en una formación diferente y sólo los "reyes" tienen derecho a inventar los que se les ocurra hacia el frente.

"El futbol es táctica, orden, disciplina, estudio, en la zona baja del campo", explica el colombiano. "Hacia adelante, es permisible la inspiración y el talento". Y así, juego a juego, él parece mucho más concentrado en desarticular las virtudes del contrario que en fortalecer las propias. Osorio conoce todo lo que hay que conocer de Alemania, de Suecia o de Corea del Sur. Sabe --o cree saber-- como puede descomponer al cuatro veces campeón del mundo el 17 de junio en Moscú y espera que, algunas de las bondades de la generación futbolística mexicana --Hirving Lozano, Carlos Vela, Tecatito Corona-- termine dándole un toque de inspiración, de 'iluminación divina' para tratar de cambiar la historia y su propia historia al frente de la selección de México.

No hay garantías con esta selección --¿cuándo han existido garantías con una selección mexicana?, preguntó yo-- México llegará al Mundial con más dudas que respuestas y con la expectación de que una vez ahí, los futbolistas den el tope y el sistema de Osorio --que no va a cambiar-- termine ofreciéndoles divídenos. No es fe, no es esperanza, y tampoco es un milagro, porque las rotaciones, para un 'científico de la cancha' como Osorio, tiene que ver un método probado y comprobado. Lo que México necesita es una 'rotación' del destino.

@Faitelson_ESPN

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Tengo 27

FECHA
21/03
2018
por David Faitelson

Y supongo que las “cuentas” de Osorio andan por ahí. Hay, para mí, cuatro dudas esenciales al momento de hacer, hoy, una lista de 23 futbolistas mexicanos para el Mundial. Yo encuentro espacio para Rafael Márquez, para Omar Govea, para Rodolfo Pizarro y para Jürguen Damm. Lo que no encuentro es “fuerza” para sacrificar a alguno de los 23…

Por David Faitelson

LOS ANGELES, CA.- Tampoco hay que hacerse demasiados líos en la cabeza para escoger a los 23 mejores jugadores mexicanos para un Mundial. Si este fuese el futbol alemán, español, francés o brasileño, sí que sobraría la controversia.

Yo no tengo 23, tengo 27 y puede que Juan Carlos Osorio esté por las mismas cifras. Supongo que estos juegos antes Islandia y Croacia le servirán para despejar dudas y para plantearse un hipotético escenario mundialista de necesidades y respuesta en la cancha de juego.

Imago 7

Estos son mis 27:

Porteros

1.- Ochoa

2.- Corona

3.- Talavera

Defensas

4.- Héctor Moreno

5.- Miguel Layún

6.- Carlos Salcedo

7.- Edson Álvarez

8.- Néstor Araujo

9.- Diego Reyes

10.- Hugo Ayala

11.- Oswaldo Alanís

12.- Jesús Gallardo

Medios

13.- Andrés Guardado

14.- Héctor Herrera

15.- Jonathan Dos Santos

16.- Marco Fabián de la Mora

17.- Giovanni Dos Santos

18.- Omar Govea

19.- Rodolfo Pizarro

Delanteros

20.- Javier Hernández

21.- Jesús Corona

22.- Raúl Jimenez

23.- Hirving Lozano

24.- Javier Aquino

25.- Carlos Vela

26.- Oribe Peralta

27.- Jurguen Damm

CUATRO DUDAS…

Hay dos jugadores jóvenes que me parece también estarían en la disyuntiva del entrenador nacional: Omar Govea, que juega en Bélgica y Rodolfo Pizarro, el futbolista de las Chivas. Dos elementos hacia el futuro mismo de la selección mexicana. ¿Llevarlos al Mundial para que tomen experiencia y para que sigan desarrollando su carrera? Y la cuestión más difícil de responder: ¿A quien se sacrifica? ¿A Giovanni Dos Santos? ¿A Marco Fabián de la Mora?

El tercer elemento es un jugador al que le ha faltado dar un paso de calidad. Jurguen Damm ha mejorado como futbolista en Tigres bajo las ordenes de Ricardo Ferrerti y algunos creen que sigue siendo material de exportación. Pero hay algo que no termina de convencer en su carrera y que no le ha permitido avanzar a los niveles para las que sus habilidades están presupuestadas.

Coloco, por aparte, a Rafael Márquez. Su posible convocatoria va envuelta en un tema de historia y leyenda misma del futbol mexicano. Un futbolista de época, quizá el segundo mejor ++solo detrás de Hugo Sánchez++ que ha tenido el futbol de México. Pero hay varias preguntas a su alrededor: ¿Realmente tiene el nivel deportivo para ir a un Mundial? ¿Los problemas extra cancha le han perjudicado en los últimos tiempos? ¿Lo llevarían al Mundial como un homenaje? ¿Su aportación es más poderosa en el aspecto mental o como un auxiliar del entrenador?

Tengo 27. Osorio debe andar por ahí. Márquez, Pizarro, Govea o Damm. La pregunta más enmarañada no es: ¿Por qué llevarlos? La pregunta más compleja es: ¿A quien sacrificar?

@Faitelson_ESPN

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David Faitelson

Tampoco es algo tan oculto: el futbol por las bandas. La velocidad, el desequilibrio, el ingenio, la profundidad y todo lo que existe en los botines y en la mente de futbolistas que responden al nombre del "Chucky", "Tecatito", Vela, Aquino y Jürgen Damm. Si México explota al máximo esta virtud de su generación futbolística, puede llegar a competir en un nivel importante. No sé si para ganarle a los alemanes, no sé si tener los seis puntos ante Suecia y Corea del Sur, pero sí para competir y preocupar a cualquiera...

Por David Faitelson

LOS ANGELES, CA.- Llamémosle -por hacerlo de una manera- "el gran secreto de Juan Caros Osorio". México tiene, en la cancha, un "arma", hasta cierto punto "poderosa", que puede ayudarle y que debe explotar al máximo para cuando el balón empiece a rodar sobre el césped del Estadio Luzhniki. A partir de ello, puede tener cierta esperanza, alguna ilusión, y uno que otro sueño.

Sin olvidarnos de los defectos, es tiempo de buscar las virtudes que la Selección Mexicana podría ofrecer a partir del 17 de junio en las canchas rusas.

La inconsistencia en las alineaciones, los experimentos en algunas posiciones, el desorden defensivo, el poco ritmo y protagonismo que tienen los futbolistas europeos en sus clubes y hasta la fragilidad para encontrar un estilo definido de juego. Los defectos, las debilidades están a "flor de piel" en un proceso que no ha encontrado todavía su mejor momento y que ha vivido de fragmentos inconclusos, de algunos parajes o minutos de buen de futbol y de esperanza.

Pero algo bueno tiene que tener esta selección. Y quizá una de sus mayores fortalezas ocurra en una zona decisiva del campo, donde la velocidad, la profundidad y la creación (la capacidad de inventar o transformar el juego) te puede alcanzar para acercarte a un nivel competitivo. Lo mejor de México está por las bandas y en la medida que explote las condiciones de futbolistas como Hirving Lozano, "Tecatito" Corona, Carlos Vela, Javier Aquino y hasta Jürgen Damm podría provocar "dolores de cabeza", así el rival se llame Alemania, Suecia, Corea el Sur o Brasil -pensando en que logre sortear con éxito un grupo que luce por demás complicado-.

Getty ImagesLozano es la carta de gol de México

México tiene que explotar lo mejor que tiene. Lozano ha tenido un extraordinario "aterrizaje" en el futbol europeo, en la Liga holandesa. Es muy joven y seguramente tendrá mucha presión encima. El "Tecatito" debe entender que ha llegado el momento de dar el "siguiente paso" y que no puede quedarse atorado para siempre en el nivel -bueno, pero no el mejor- de la liga portuguesa. El Mundial es una gran oportunidad para él. No puede desaprovecharla. Carlos Vela dice que personalmente está muy a gusto con su decisión de dejar la alta presión del futbol español para jugar en los Estados Unidos. Tiene futbol, siempre lo ha tenido. Nunca, sin embargo, ha "explotado" de la manera en que todos saben que él puede hacerlo. ¿Ocurrirá, finalmente, en Rusia? Javier Aquino ha mantenido un nivel muy regular en el futbol mexicano. Ricardo Ferretti lo ha hecho un mejor futbolista, a pesar de que abandonó muy pronto su sueño de jugar en las mejores ligas del mundo. El Mundial debe ser un punto de motivación para su carrera. Y Jürgen Damm tiene la velocidad que nadie tiene en el futbol mexicano. Se ha detenido en su proceso, cuando, en un momento dado, parecía material de exportación. Él sabe que Rusia es la llave para abrir alguna puerta europea.

México va jugar por las bandas. Mostrará que es una de las grandes bondades que le brindó esta generación futbolística y que, a partir de ahí, puede encontrar un escenario competitivo por más duro y complejo que sea el rival.

Hay que trabajar en los defectos, pero no hay dejar de ponderar las virtudes, esta selección tiene la suya, debe aprovecharlo al máximo.

@Faitelson_ESPN

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LOS ÁNGELES -- A los 28 años, Carlos Vela renuncia a los sueños ajenos para consumar y consumir los propios. Eligió el ataúd antes que el clímax para su carrera futbolística.

Este miércoles, La Hiena, como algunos cercanos le llamaban, se despide de la Real Sociedad. En San Sebastián habrá suspiros, pero no lágrimas. Lo que pudo haber sido y no fue.

Y, también, este miércoles, Carlos Vela se despide de la realeza de la sociedad futbolística del mundo. Y hoy, cabe subrayarse, es el día de su liberación: no más jugar bajo presión.

Renuncia, entonces, insisto, a ilusiones ajenas, para plegarse a las propias. ¿Egoísmo? Vela ha decidido que su felicidad no está en avivar el fuego de la felicidad ajena.

Desde su irrupción poderosa en el Mundial Sub 17 de Perú, cuando le ofrendó a México un trofeo inesperado, entregó, sin saberlo, y seguramente sin quererlo, un manojo de esperanzas a la afición mexicana. Él y Giovani dos Santos.

Los más advenedizos y jactanciosos de la época colocaron un galardón, que terminó siendo el epitafio: "La Generación Dorada", al bautizar a la prole victoriosa de Chucho Ramírez. Ninguno de sus legionarios sobrevivió a semejante condecoración. Pareció un lastre más que un combustible.

Con aquella hazaña y la medalla de oro de Londres 2012, Giovani deambula en el Galaxy de Los Ángeles, y como vecino, íntimo, tendrá ahora a Carlos Vela, con Los Ángeles FC, en la intrascendencia de la MLS que no es capaz, al menos, de ganar un torneo de clubes de Concacaf.

Al abandonar a la Real Sociedad y a la realeza de la sociedad mundial del futbol, la Liga de España, Carlos arrió su Vela antes de zarpar.

Sin duda el futbolista más completo de su generación, con esa dosis apareada por la astucia y la inteligencia, Carlos Vela vivió su mejor momento cuando los medios españoles lo colocaron en una escalinata de monstruos: Messi, Cristiano, Costa y él.

Y ahí, justo entonces, cuando el orbe volteaba a ver al tutor de esa alianza con el francés Griezmann, justo cuando era el momento de zarpar a conquistar mundos, justo entonces, Carlos decide arriar su vela.

En ese momento, Atlético de Madrid esperaba que la moneda que había lanzado al aire El Cholo Simeone cayera al piso: Vela o Griezmann. El entrenador eligió al que tenía hambre, hambre genuina, hambre de cancha, de gloria, de futbol. Vela se quedó en San Sebastián... hasta este miércoles.

Alguna vez el mismo Vela dijo que el futbol no era lo más importante de su vida y ni siquiera su deporte favorito. Puntualizó que el balompié era su modus vivendi y que lo disfrutaba como tal. Una pasión domesticada. Su taxímetro no cubría los honorarios de sus latidos.

En declaraciones a los medios, este fin de semana, Carlos Vela aseguraba que se iba contento de la Real Sociedad. Queda claro que en el museo de San Sebastián no ha hecho espacio para su llegada ni para su adiós.

En sus alocuciones, Vela dice que se lleva todo a cuestas, los buenos y los malos momentos. Sus palabras suenan, reitero, a liberación: la exigencia citadina, regional o nacional en la Liga española, se acaba.

En Los Ángeles, lo sabe Vela, será el inquilino folklórico de las primeras semanas. Vendrá camisetas, generará expectación y expectativas, y seguramente colgará balones con utopías en las redes de la MLS.

Y después, puede, como ocurrió con Giovani, desvanecerse, suavemente, imperceptiblemente, en ese indoloro, incoloro e inodoro panorama de la indiferencia y de la decepción. En las penumbras, todos visten de gris para vivir mejor.

Pero, después de escuchar las conclusiones del delantero mexicano queda decepcionantemente claro que nunca se enteró de que en esa vida maravillosa que siempre se le ofreció de manera indiscriminada, el único personaje nocturno fue el mismo.

Habló de "malos momentos". Y Carlos debe entender que en una vida generosa de buenos momentos como futbolista en Europa, él fue el único mal momento que la arruinó.

Nunca quiso ser todo lo que él podía ser. Nunca quiso ser todo lo que él debía ser.

Cierto, todos tienen derecho en algún momento de arriar sus velas, pero nadie puede hacerlo antes de zarpar.

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LOS ÁNGELES -- Pantuflas. Una mecedora. Una chimenea. Y una jubilación millonaria.

Sintetizábamos con este escenario, en un Blog para ESPNFC hace unos días, la forma en que el futbolista mexicano contempla a la MLS. El Plan de Retiro perfecto sin aportación previa alguna.

Carlos Vela es el nuevo jubilado, prematuro, del futbol europeo. No más batallas encarnizadas en España, ni el desasosiego valeroso de cada semana por sobrevivir en la segunda mejor Liga del mundo. El frac del conformismo, a su medida.

Aún, de lejos, el mejor futbolista mexicano en la actualidad, cierto, venido a menos, pero aún así, el jugador más inteligente y técnicamente completo de México. La buena vida en el edén de San Sebastián le aumentó una talla en su ajuar.

Después de aquella fantástica temporada en que se le arrimó al podio en el que gobernaba -entonces- Messi, a quien le gruñía y reñía -entonces- Cristiano Ronaldo, mientras que Carlos Vela, en la sociedad irreal de la Real Sociedad, disputaba créditos con el depredador Diego Costa.

¡Qué año ese de Carlos Vela al lado de Antoine Griezmann! Compinches de masacres llenas de fascinación. Y el mexicano superaba al francés, pero...

Obvio, el Atlético de Madrid indagó antes de decidir entre Vela y Griezmann. El mexicano no está hecho para la doctrina espartana del Cholo Simeone. Lo suyo es vagabundear en la cancha y concebir artísticamente la fecundidad del gol en la devoción casi cínica de unos segundos.

Simeone entendió que mientras Griezmann tenía el hambre intacta, hambre de gloria, hambre de trascendencia, de museos, de guirnaldas, Vela apenas se desperezaba en la modorra dominical de sus 90 minutos, pero, asombrosamente con eso le bastaba. Las cigarras siempre serán cigarras, en la parábola de su destino.

"Cualquier día de estos decido retirarme. Mi pasión es el basquetbol; el futbol es mi forma de vida", explicó alguna vez en conferencia de prensa Carlos Vela. Ese día las excusas y las esclusas se cerraron, y el mexicano quedó exiliado de los grandes clubes en el confort hedonista de su canal.

Hoy, tal vez sin saberlo, la MLS, se está llenando de notables jugadores mexicanos, que esta liga ve con el prisma que más le conviene a ella. La MLS ve a Gio, a Jonathan y a Vela, y en julio próximo a Javier Hernández, como lo que quiere que sean, y no como lo que en este momento pueden y van a ser.

Fue evidente en Copa Confederaciones: el Gio que protagoniza la MLS naufragó en la competencia y fue relegado en el Tri. En ese torneo, Jonathan fue tal vez el mejor jugador mexicano, pero ahora empezará a vivir en la fascinación de sus instintos y los placeres de la urbe angelina. Su talento está de luto.

Con Vela ocurrirá lo mismo. Y se dará cuenta que tras la trampa semanal del relajo y el relajamiento, le bastará con lo que aún le sobra, de futbol y de vergüenza, para merecer su salario en la licenciosa rutina de 90 minutos en la MLS.

Ojo: tiene todo el derecho de hacer con su vida y con los talentos privilegiados que tiene, lo que le dé su muy regalada gana. La mayor oscuridad está justo debajo de la lámpara, dice un proverbio coreano.

Si ya tiene Vela, como Gio y Jona, el futuro financiero asegurado, y elige la jubilación discretamente millonaria de la MLS, es el bendito derecho de elegir ser maceta de un corredor en penumbras en una Liga que vive en la histeria de tener como mayor ambición, la liliputense ilusión de superar lo más pronto a la Liga Mexicana...

Obviamente sufrirá la selección mexicana, cuando quiera competir en pastizales más honorables -en todos sentidos- que los conkakafkianos, y vea que tres de sus posibles referentes se abotagan de las licenciosas ofertas nocturnas de Los Ángeles.

¿Dónde se meterán ahora aquellos lascivos promotores advenedizos de la hazaña en el Mundial de Perú? ¿Recuerdan a quienes vanagloriaban en exceso a los Niños Héroes de Perú? ¿A aquella, la generación dorada? ¿A los Reyes Midas del 2005 que transformarían la genética del futbol mexicano?

Ahí, ahí están. Unos en las mazmorras del infelizaje, y los dos más notables en las jaulas de oro de su retiro anticipado, en la MLS. Las nueces, salieron vanas...

Reitero, ratifico: Pantuflas. Una mecedora. Una chimenea. Y una jubilación millonaria. La lujosa sala de té de la MLS para el futbolista mexicano.

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Canadá-México
Mexsport Con su triunfo, México llegó a 16 partidos sin conocer la derrota.
CIUDAD DE MÉXICO -- ¿Puede el México que venció el viernes 3-0 a Canadá ser protagonista en la Copa América Centenario? ¿Puede el México que venció este martes 2-0 a Canadá ser protagonista en la Copa América Centenario?

Ninguno de los dos. Y el Tri de estas dos entrevistas mostró niveles contrastantes. El de Vancouver tranquilizó sin emocionar. El del Azteca preocupó.

Grandes diferencias entre uno y otro partido: compromiso, entrega, vehemencia, ritmo, y si en el primero hubo compostura colectiva, en el segundo fue una reacción a empujones, bajo ansiedad.

Cierto, hay diferencias ostensibles entre un encuentro y otro. Tres de los cinco cambios afectaron el rendimiento colectivo.

Y además, la complicidad mezquina del marcador, terminó por aburguesar a jugadores que se olvidaron del partido y pensaron en sus Ligas.

1.- Marco Fabián está muy lejos de ser Hirving Lozano. No tiene ni la penetración, ni la velocidad, ni el atrevimiento, y, especialmente, nunca se asoció con ningún compañero, como sí lo hace el Chucky. La visión del ex de Chivas es miope colectivamente.

2.- Raúl Jiménez salió revolucionado, desesperado, ansioso. Sus desplazamientos terminaban por dejar vacía el área, donde no aparecían Fabián y confundía a Herrera, sin la puntualidad necesaria, y en los choques, además, perdía el mano a mano con los canadienses.

3.- Los desplazamientos fallidos de Raúl Jiménez y el hecho de que Marco Fabián hiciera por su cuenta rounds de sombra, terminaron por arruinar a varios jugadores: Paul Aguilar, Héctor Herrera y Tecatito Corona, quien terminó yendo a otra zona de rendimiento y perjudicando a Marco Fabián.

4.- Los cambios aportaron poco. Rodolfo Pizarro generó aún menos alternativas, mientras que Javier Hernández, más inteligente que Jiménez, ya no encontró tiempo ni socios para generar llegadas consistentes. Y para entonces, Canadá había decidido recorrer poco, y correr menos.

5.- ¿Fue legítimo que con el 2-0 los jugadores mexicanos decidieran administrarse de manera extrema, especialmente cuando los canadienses empezaron a meter la pierna fuerte con frustración y desesperación? Con el boleto al Hexagonal Final, con el dominio absoluto, con la rendición absoluta de los canadienses, la decisión fue no correr riesgos.

Y queda claro que poco les importó a los seleccionados la inconformidad manifiesta de una afición que silbó y abucheó. La misión estaba cumplida: clasificación al Hexagonal con números perfectos en la gestión de Osorio, que debe cargar sin duda con reclamos legítimos de una selección que insinuó que funcionaba en Vancouver, pero que se acalambró y alarmó en el Azteca.

Lo curioso es que Osorio pide lo único que no tiene: tiempo. Y eso origina el cuestionamiento: ¿fue mejor hacer ensayos ante Canadá en el Azteca, en lugar de darle rodaje de entendimiento al equipo que parece titular, que es el que mostró en el BC Place?

Lo más importante debe ser que las estadísticas no confundan ni entrampen el proceso. El autoengaño es peligroso.

Porque las cifras enmascaradas del exitismo pueden ocultar, peligrosamente, la ausencia de solidez por momentos, en el rendimiento como colectivo del seleccionado m

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Oribe Peralta, Carlos Vela, Giovani dos Santos
MexsportOribe Peralta, Carlos Vela, Giovani dos Santos no están marginados de la Selección Mexicana.
CIUDAD DE MÉXICO -- En la cabalgata febril de los resultados, como vencer en su trinchera al supuesto asesino embozado del Grupo A, Canadá, parecía que los asuntos escabrosos de tres jugadores auto-exiliados, era más tema de desecho tóxico. De imprescindibles a innombrables.

Con la reafirmación de 'Tecatito' Corona (en plena armonía con el resto del equipo), y del folklóricamente lúgubre 'Chucky mexicano', Hirving Lozano, en un maridaje perfecto, con Paul Aguilar, y 'Chicharito' en su rendimiento habitual de "desperdicio dos claras, pero anoto la complicada", parecía que recurrir a los tres vacacionistas sería innecesario.

Cierto, los resultados toleran eso. De hecho, lo alientan, lo prohíjan. Que el mariachi no deje de dar serenata, hasta que un sopetón en el marcador lo calle. Y en este momento el proceso de Juan Carlos Osorio tiene la misma cara rebosante y robusta que el anterior, el de 'Chepo' de la Torre. Al infinito y más allá.

Y no hay mejor maquillaje que la victoria, especialmente para una dama, como la Selección Mexicana, que cada cuatro años envía a la tintorería el traje emperifollado que, al final, se queda sin usar en la gala del quinto partido. La 'Cenicienta mexicana' ya sabe a qué hora el autobús descapotado del triunfo, se convierte en calabaza.

Pero, el tema, es la actitud respecto a los rejegos. Si Carlos Vela, Giovani dos Santos y Oribe Peralta creen que su futuro y el de la Selección Mexicana ya sólo encajan en la cita ante un televisor, están equivocados.

El cuerpo técnico está muy lejos de, cómodamente, dejar a Vela en la chispa calenturienta de las noches en San Sebastián, o a Giovani en el glamour de Hollywood, o a Oribe en la recreativa placidez de convivir con la familia, porque al menos eso dijo.

No, "Los Tres Mosqueteros del A'i nos vemos", no quedan marginados. Todo lo contrario. La misión es redimirlos cuando estas concentraciones se aplaquen y el fragor tercermundista de la eliminatoria de Concacaf tome receso.

De hecho, lo anticipó el mismo Juan Carlos Osorio: "Aquí no marginamos a nadie. No segregamos a nadie. Las puertas de la selección están abiertas absolutamente para todos". Claro, del dicho al hecho...

Sin embargo, en el entorno de Osorio, después del juego en Canadá, una de esas gargantas poco profundas, le explicaba a este reportero que la intención es recuperarlos a los tres, y sin importar que se pueda interpretar como una morbosa súplica.

Sin embargo, el razonamiento explicativo es muy válido. ¿Para qué restar en lugar de sumar? ¿Para qué, a un equipo competitivo en la zona, con aspiraciones de espejismos, al menos, en el Mundial, restarle energía?

El concilio del Tri, directivos y cuerpo técnico, coinciden en que los tres que se escabulleron o fueron escabullidos de los juegos ante Canadá, en plenas condiciones futbolísticas, espirituales y mentales, enriquecerían un grupo que ya empieza a moldearse con aspiraciones de inscribirse en el Mundial de Rusia.

Osorio lo ha dicho: es un fanático de la competencia sana, de evitar aburguesamientos y pensamientos feudales de que tal camiseta o tal puesto, pertenece a alguien de manera incondicional.

Por eso, si, y sólo si, los tres reprimidos y reprendidos Vela, Gio y Oribe envían mensajes desde sus canchas de fin de semana, que están hambrientos de volver, se les sumará, lejos, insisto, de conformarse con la comodidad de pensar que la manzana podrida hay que sacarla absolutamente de la canasta.

De darse un nuevo acercamiento del Tri hacia los tres tristes, aunque poco atribulados jugadores mencionados, ocurriría estrictamente a partir de una mejoría evidente con sus clubes, en el caso de Vela y Gio, y de que Oribe tenga la voracidad intacta por Rusia.

Pero la consigna es clara: lejos de enterrarlos, la idea es recuperarlos. En plenitud absoluta, para que Giovani haga pensar a 'Tecatito'; para que Vela inquiete, en otro perfil incluso al 'Chucky', y Oribe a 'Chicharito', más allá de que el grupo completo, claro, a plenitud, hace creer al cuerpo técnico que ganaría un poderío prometedor.

El horizonte del Tri para el resto de 2016 aún tiene agenda llena. Tras la jornada eliminatoria de Concacaf de este martes, México enfrentará a Paraguay (mayo 28, Atlanta) y Chile (junio 1, San Diego), para después encarar la Copa América Centenario.

La siguiente jornada eliminatoria tendrá lugar en septiembre, el día 2 visitando a El Salvador y el día 6 recibiendo a Honduras, y el Hexagonal Final de Concacaf arranca con fecha doble entre el 7 y el 15 de noviembre de 2016.

Sin embargo, para la Fecha FIFA del 3 al 11 de octubre, la Comisión de Selecciones Nacionales está urgiendo a SUM a buscar los dos mejores adversarios, pero todas las confederaciones menos Concacaf y Oceanía tienen jornadas clasificatorias.

Sin embargo, la otra alternativa sería negociar esas fechas con SUM, y buscar por su cuenta la FMF dos partidos viajando a Europa, en espacios libres como se hizo en noviembre de 2014 por Holanda y Bielorrusia.

Es decir, al menos quedarían 11 partidos en lo que resta de 2016 para la Selección Mexicana, dependiendo de los avances en Copa América Centenario.

Un rango amplio para poder reconciliarse con los tres... o separarse definitivamente.

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VANCOUVER -- Carlos Vela es un futbolista privilegiado... pero que elige vivir en el desamparo. Un fenómeno de autodesarraigo. Prófugo de su propio destino.

Dotado para vestirse de frac como un jugador de época, no sólo para México, sino en cualquier balompié, elige los harapos de un indigente. Le basta con unos sorbos mezquinos de gloria y de idolatría. Hoy, deja claro, le aburre su proyecto de vida: el futbol.

Este miércoles, Vela ha agregado otra reflexión que respalda y resucita otra igualmente hereje y pagana. "El futbol no es el deporte que más me divierte. Prefiero el basquetbol", dijo hace años, para corroborar que el balompié no es su vocación sino un oficio, que, si quiere, cuando quiere, puede desempeñar de manera magnífica.

Este miércoles, Vela sorprendió al disculpar a la afición de la Real Sociedad por no disculparlo a él. No pidió perdón, pidió complicidad y desfachatez. Es decir, no hay arrepentimiento, hay advertencia de que podría volver a la indisciplina.

Y agrega: "Hoy igual quiero una cosa, mañana quiero otra. O igual llega el final (del torneo) y digo: 'estoy aburrido del futbol, (mejor) me retiro'. Yo soy así", subrayó, eso sí, con esa sonrisa tan suya, que parece una inconfundible mueca de cinismo, aunque eso, sólo él lo sabe.

¿Aburrido del futbol? ¿Aburrido del juego, pero no de su salario de los tres millones de dólares por año? ¿Proclama y confiesa entonces que el futbol sólo es llevadero si se le permite la parranda?

Escribió De la Brúyere: "los amores mueren de hastío y el olvido los entierra". ¿Descanse en paz Carlos Vela?

Hace casi 11 años, 'El Bombardero' fundó un nicho en la capilla ferviente del corazón de cada mocoso y adolescente mexicano. Si Vela podía ser campeón del mundo Sub-17, cualquiera podría serlo.

Entonces, entre la euforia nacional de ese 2 de octubre en Perú, no parecía que el ídolo tuviera, no rodillas, sino corazón de barro. El Botín de Oro del torneo empezaría a dar pasos errantes de cobre.

Todavía hace un par de años, el arrullo incondicional con que se le venera en México se prolongaba hasta España, cuando se le colocó por obra y gracia de sus goles y de sus estadísticas en un nicho desmesurado, al lado de Lionel Messi, Cristiano Ronaldo y Diego Costa. En ese momento, hasta Donald Trump habría votado por él.

Hoy, Carlos Vela recurre a un chantaje emocional. Elige una defensa burda y ladina. Para lavar su culpa, pero no su conciencia, recurre a una extorsión directa a la afición de la Real Sociedad y a la mexicana.

Vela pretende timar a todos: si no se le consiente, si no se le apapacha, si no se le tolera, si no se le perdona, él se va, abandona, claudica y lanza, velado, oculto, implícito, el mensaje revanchista y usurero de: "a ver cómo le hacen pa' vivir sin mí". Y, diría José Alfredo, tequila doble en mano: "En el último trago nos vamos".

Con esta manifestación Carlos Vela deja en claro que considera culpable al mundo entero y que está dispuesto a perdonarlo de sus propios vicios. Sólo faltó que agregara: "los perdono por todos mis pecados".

A sus 27 años, Vela debería vivir la plenitud competitiva. Un futbolista inteligente, de poderoso tranco, hábil, encarador, astuto, mañoso, de buen golpeo con ambas piernas y tranquilidad asesina cuando se lo propone.

En 2005, él y Giovani dos Santos, Balón de Oro en Perú, parecían las encarnaciones divinas, piadosas y compasivas para que la afición mexicana pusiera fin a sus peregrinaciones y martirios cuatrienales mundialistas. Parecía.

Y parecía que como compensación por el abuso cruel y canallesco hacia esas esperanzas mexicanas derruidas y reconstruidas cada cuatro años, le mandaban los demonios del futbol, no a uno sino a dos paladines para que vengaran los siglos de abstinencia. Parecía.

Pero uno, Gio, ya se apoltrona en la MLS. El otro, Vela, elegirá ir al club en el que juegue menos futbol y pueda seguir más a la NBA. Que el oficio, ese que ya le aburre, le financie su verdadera pasión.

Escribió Facundo Cabral: "¿Por qué Dios le dio sombrero al que no tiene cabeza?". Pudiendo ser ambos hologramas fascinantes de PlayStation, se conforman con ser figuritas de los bastones de un futbolito de salón.

No son los primeros mexicanos en elegir la ruina deportiva para entregarse a la bonanza de Sodoma y Gomorra, aunque después todo quede en ruinas, incluyendo su propia vida.

¿Serán capaces de mirarse Vela y Giovani en el espejo de Nery Castillo? ¿Serán capaces de identificar su paralelismo hacia la desgracia como le pasó al jugador destellante en la Copa América de Venezuela?

Vela, Gio y Nery, trillizos de la pedantería y arrogancia, que como escribió Francisco de Quevedo: "La soberbia nunca baja de donde sube, porque siempre se desploma de donde subió".

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Héctor Herrera marca un golazo y es parte fundamental del Porto en los cuartos de final de la Champions, pero otros de sus compatriotas en Europa no gozan de una regularidad que les permita sostener un nivel futbolístico. México exporta hoy más futbolistas que en el pasado a las ligas más desarrolladas del mundo, pero algunos de ellos están lejos de la cancha, apartados, en un papel secundario, sin protagonismo y ello al final se traduce en una situación complicada para la selección mexicana de futbol. 'Chicharito' casi no juega. Ochoa no ha debutado en la Liga española por el Málaga y Jiménez está lejos de los planes del 'Cholo' Simeone en el Atlético, pero... ¿Qué hacer con ellos? Excluirlos de un llamado no parece ser una posibilidad para Miguel Herrera.

LOS ANGELES, CA. -- Guillermo Ochoa no ha debutado en la Liga, Raúl Jiménez no juega y Javier 'El Chicharito' Hernández lo hace cuando "Dios quiere". Nos guste o no, sigue siendo un problema de "calidad" lo que separa al futbolista mexicano de más protagonismo en el futbol europeo.

Miguel Herrera no tiene demasiado de dónde escoger y necesita dos selecciones competitivas para el verano. "Es un asunto difícil de entender y de explicar. Yo creo que hay mucha competitividad", explica el entrenador mexicano.

Por años, el futbol mexicano ha vivido creyendo que mientras más jugadores logre colocar en los niveles más desarrollados del juego tendrá más oportunidades de alcanzar la excelencia. La cantidad no ha fallado esta vez, sino la calidad.

Pero... ¿Qué hace o qué puede hacer Miguel Herrera? Dejar de llamar a Ochoa, al 'Chicharito' al propio Jiménez no es una alternativa viable. Citarlos para la fecha FIFA y tratar de aprovechar cada segundo con esos futbolistas es la única salida que tiene el entrenador nacional.

Puede que el asunto de la "mentalidad" haya caducado ya en el tiempo. Los días del 'Jamaicón' Villegas se quedaron en la historia del futbol mexicano. Hoy, los futbolistas son futbolistas mucho más preparados para la aventura de jugar en un país diferente, con otro tipo de factores sociales y culturales a su alrededor y dispuestos a sacrificarse con el tema del clima y la alimentación. Superado eso, queda por delante la capacidad técnica, un tema que nos conduce a localidad misma del jugador mexicano. Y ello nos podría conducir directamente a un laberinto, sin salida, donde tiene que ver con los clubes, la Liga, los formadores, los entrenadores, el fogueo y otros temas de orden técnico.

Creo que Miguel Herrera entiende el problema cuando afirma que hay seguir luchando para llevar más y más futbolistas mexicanos a Europa. Una mayor cantidad podría terminar ofreciéndote la regularidad y finalmente la calidad que todos esperamos del jugador mexicano.

No todas son malas noticias: Héctor Herrera anotó un golazo este martes mientras su equipo, el Porto, de Portugal, avanzaba a la ronda de los cuartos de final de la Champions League. Héctor Moreno se ha consolidado en la zaga del Espanyol de Barcelona. Andrés Guardado es el capitán y líder del equipo con más puntos del futbol holandés y su nombre empezó a mencionarse como una posibilidad del próximo verano para el Paris Saint Germain francés y los hermanos Dos Santos --Gio y Jonathan-- han cumplido con una buena temporada en el Villarreal. Penosamente, Carlos Vela, el futbolista de mayor talento en el contingente mexicano, está recuperándose de una lesión.

Aunque el numero ha aumentado con respecto a otras épocas, la distancia con respecto a otros mercados latinoamericanos sigue siendo abismal. Argentina, Brasil, Uruguay, Chile, Paraguay, Ecuador y Colombia exportan una gran cantidad de futbolistas y al final, ello le significa calidad para su futbol y su selección.

Al final, la fórmula es o parece sencilla: Cantidad + regularidad = a calidad. El problema es ponerlo en marcha.

@Faitelson_ESPN

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