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Donald Trump no es el propietario que necesita la NFL para los Bills

BRISTOL -- A principios de esta semana, Donald Trump habló ante el National Press Club en Washington. Se suponía que el tema sería el poder de las marcas, algo que maneja muy bien Trump, pero el empresario multimillonario y estrella de televisión se desvió del mensaje para hablar sobre su tópico preferido: él mismo.

Trump aludió a una posible campaña presidencial en el 2016 si ningún otro candidato se gana su aprobación. Atacó a la administración del presidente Barack Obama por fallas domésticas e internacionales. Criticó al ex presidente George W. Bush. Presumió de superado a Cher y Rosie O'Donnell en Twitter y sus 2.6 millones de seguidores. Habló sobre su cabello.

Y Trump reiteró su deseo de adquirir a los Buffalo Bills una vez que el equipo oficialmente quede a la venta, posiblemente en algún punto del verano.

Trump como propietario de una franquicia de la National Football League sería un desastre colosal.

El empresario de 67 años de edad es el ejemplo clásico del auto promotor. Es un sobreviviente. Es un sagaz hombre de negocios. Pero es una mitad sustancia y una mitad estilo. Trump está en los negocios parta hacer dinero. Compra barato, vende caro y gana el acuerdo.

Todo eso está bien, pero existe una dignidad que conlleva ser un propietario de la NFL, o al menos debería existir. Solamente hay 31 de ellos (los Green Bay Packers son una empresa pública). Es el club deportivo más exclusivo del mundo. Cada dueño es súper rico. No menos de 14 de ellos aparecieron en la lista más receinte de Forbes de los multimillonarios del mundo. El N° 57 de esa lista, Paul Allen, propietario de los Seattle Seahawks, vale unos 16 mil millones de dólares. Trump apareció en el escalón N° 406 con 4 mil millones.

Los mejores propietarios --como Allen y Robert Kraft de los New England Patriots-- son vistos y rara vez escuchados. Hacen su estudio, contratan a gente competente para dirigir a sus equipos, y luego se quitan del camino. Dejan a sus entrenadores entrenar y a sus gerentes generales gerenciar. Los resultados hablan por sí solos.

Es imposible imaginar a Trump como algo más que un Jerry Jones con hormonas. ¿Cuántos Trofeos Lombardi han ganado los Dallas Cowboys bajo Jones sin Jimmy Johnson? Uno, pero las huellas digitales de Johnson estaban por todas partes. Jones construyó un templo a la ostentación de estadio en Arlington, Texas, pero bajo su liderazgo, los Cowboys se han convertido en un equipo consistentemente mediocre por casi dos décadas. El hecho de que genera una montaña de dinero y atrae enormes ratings parece aliviar cualquier desilusión que siente Jones por haberse vuelto irrelevante en los meses de enero, e invisible en febrero.

Trump parece estar cortado con la misma tijera. Como Jones, es un hombre que se hizo solo y quien ha probado a sus críticos en el mundo de los negocios que se equivocaron. Hay mucho que se debe reconocer en ello, pero los efectos residuales de que 'The Donald' se convierta en 'The Owner' son demasiados. Se trata de un hombre que se convirtió en sinónimo de casinos, y aunque es el punto más alto de la hipocresía --dado lo que se juega, legal e ilegalmente, en sus juegos-- la NFL intenta desesperadamente distanciarse de la industria de las apuestas.

Y olviden por un minuto que Trump tuvo una parte en llevar a la USFL a la ruina. Miren cómo se comportó en su breve paso como dueño de los New Jersey Generals. Gastó abundantemente en jugadores, firmando los nombres más grandes que pudo encontrar a lo que eran considerados en aquella época contratos lucrativos. ¿Cuántos partidos de playoffs ganó? Ninguno.

Al tratar de explicar su papel en la USFL como previo a su persecución de los Bills, Trump ha dicho que la demanda antimonopolio que interpuso la USFL en contra de la NFL en 1986 no fue su idea. Quizás sea cierto. Pero era uno de los propietarios de esa liga. Tuvo voto. Y la USFL no iba a actuar sin el apoyo de sus dueños, especialmente uno con bolsillos tan profundos como tenía Trump, incluso entonces.

Trump tenía 37 cuando adquirió a los Generals en 1984. Seguía evolucionando. Se le pueden pasar algunos errores, pero 15 de los 28 equipos de la NFL que existían en 1986 siguen siendo propiedad de la misma familia. La esposa Ralph Wilson, el recién fallecido dueño de los Bills, probablemente no ha olvidado que su esposo fue un demandado en esa acción legal de la USFL.

La USFL, como ha asegurado Trump, "ganó" la demanda cuando un jurado estuvo de acuerdo en que la NFL era un monopolio. Pero definitivamente perdió cuando se le ordenó a la NFL pagar a la USFL solamente 3 dólares por daños.

Es grandioso para la gente en Buffalo que Trump ha declarado que si compra a los Bills, los mantendrá en la ciudad y ayudará a financiar el nuevo estadio. Pero el hecho es que quien sea que adquiera a los Bills --y habrá bastantes interesados-- estarán bajo mucha presión de la liga de no mudarse. El comisionado de la NFL, Roger Goodell, un nativo de Jamestown, New York, ha expresado su interés en mantener a los Bills en la región, aunque dijo a reporteros a principios de este mes que un nuevo estadio en Buffalo necesita ser una prioridad.

¿Quién sabe si Trump está dispuesto a pagar alrededor de 800 millones de dólares por una franquicia no localizada en un mercado mediático mayor? ¿Quién sabe si los Bills pueden comandar un precio tan alto? La pregunta real es si Trump puede asegurar los 24 de 32 votos necesarios para que se apruebe su entrada al club.

Aún para alguien tan exitoso en promocionarse a sí mismo, no imagino a Trump ganando este concurso de popularidad.