Carlos Bianchi 10y

La razón le ganó a la emoción en la UEFA Champions League

BUENOS AIRES -- El fútbol europeo de primer nivel nos ha acostumbrado a ver partidos muy cerrados, en los que los rivales se estudian mutuamente sin arriesgar el primer golpe y en los que la enorme disciplina táctica de ambos lleva a que, con tan poco margen para el error, sean detalles los que definan el resultado.

La primera fecha de la UEFA Champions League fue una demostración más de eso, sobre todo en los duelos que a priori aparecían como los más interesantes de la jornada, entre equipos que están en el lote de candidatos. Tanto Bayern Munich-Manchester City como Borussia Dortmund-Arsenal nos dejaron el mismo sabor: la búsqueda de la perfección táctica trae muchas veces la pérdida de la emoción.

Esto no quiere decir que los partidos sean flojos. Todo lo contrario: para quienes formamos parte de este juego, nos da placer observar el altísimo nivel que se despliega tanto a nivel colectivo, en la búsqueda de respetar un plan de juego, como en lo individual, donde futbolistas que juegan casi sin espacios muestran una técnica envidiable.

La cuestión es que, a veces, como espectador, uno termina esperando el error que abra un hueco y, en consecuencia, el marcador, para así ver qué sucede cuando un equipo tiene que salirse de su libreto e ir a buscar un resultado. Cuando eso no sucede, el juego se vuelve más previsible y por ende más lento, con menos oportunidades de gol.

Es lógico que esto pase cuando dos equipos se parecen mucho, ya que ambos admiten de entrada que una búsqueda demasiado frontal de la diferencia podría ser suicida, al dejar descubiertos los espacios que, justamente, su rival está esperando para lastimar. Pero esto también sucede cuando uno de los dos equipos es inferior, ya que quien parte en desventaja sabe que tendrá más oportunidades si espera que si se desespera.

Todo esto, potenciado por una fase de grupos en la que ser demasiado agresivo de entrada puede significar resultados adversos muy temprano, aumentando de manera exponencial la necesidad de salir a atacar en los partidos siguientes, y así sucesivamente.

Entonces, terminamos viendo partidos similares a esas peleas de boxeo en las que predomina el estudio, el acercamiento cauteloso y el clinch. Cuanto más se acortan las distancias, menos chances hay de ver una mano de nocaut, y esto corre tanto para el campeón, que tocando y abrazando retiene el título, como para el retador, que aun cuando sabe que su suerte depende de arriesgar, no lo hace para no exponerse a ser demolido.

En los partidos que mencioné más arriba, entre equipos relativamente equilibrados, pero también en otros muy desparejos, como el Barcelona-Apoel, terminamos viendo a los 20 jugadores de campo ocupando una porción de terreno mínima, esa que va del área grande del que defiende al círculo central. La rapidez y la obediencia para la reubicación en posiciones defensivas achica enormemente el campo de juego.

Todo se termina pareciendo a un ejercicio de entrenamiento, ya que en esos pocos metros cuadrados, el que ataca tiene que hacer una demostración de virtuosismo técnico para encontrar espacios y oportunidades de gol. Los pases deben tener una precisión milimétrica para no perder la posesión y quedar expuestos a una contra, pero además, esa precisión debe multiplicarse en varias series de movimientos para intentar quedar de cara al gol.

En el área todo se complica: por eso es tan necesario que los centrodelanteros sean muy finos técnicamente, ya que el control y la definición tienen que realizarse prácticamente en un mismo movimiento. Un segundo de demora o un centímetro extra que se aleja la pelota del pie permiten la recuperación de la defensa.

Muchas veces ni siquiera la media distancia funciona, ya que entre el que remata y el arco hay un mar de piernas y cuerpos que hacen difícil que la pelota se filtre.

En ese escenario, los partidos terminan definiéndose en una pelota parada, como pasó en el de Barcelona, o con una equivocación, como le sucedió al Arsenal cuando salió demasiado de su encierro y permitió que el Borussia Dortmund desplegara toda su velocidad para la réplica.

Los alemanes ya habían sido claramente superiores y de ahí en más merecieron, incluso, una mayor diferencia ante un Arsenal tibio, que sigue privilegiando el buen trato pero que muestra poca agresividad ofensiva. Pero sin esa jugada que abriera el partido, el duelo táctico podría haber seguido hasta el infinito.

Otros alemanes, los del Bayern Munich, también habían sido mejores, pero no fue sino hasta la última jugada en la que pudieron plasmar eso en el marcador. Antes, también habían sufrido por esta falta de espacios, como lo mostró una chance temprana de Muller en la que la asistencia fue ¡de caño! por entre las piernas de Kompany. E incluso, cuando más arriesgaba el Bayern, más expuesto había quedado a las réplicas del City.

En cambio, en los partidos en los que el favorito anotó un gol temprano y el rival no tenía fuerzas para recomponerse, el marcador terminó tomando cifras descomunales, como sucedió con Real Madrid, Roma o Porto, que una vez que superaron el primer obstáculo tuvieron vía libre para llegar una y otra vez.

Quienes en cambio no se desesperaron pese a estar en desventaja consiguieron remontar, como fue el caso de Ajax ante París Saint Germain y Schalke 04 frente a Chelsea. Los papeles se intercambiaron tras el primer gol, y tanto PSG como Chelsea pasaron de acosadores a acosados ante rivales que perseveraron hasta conseguir lo que buscaban.

De cualquier manera, fueron todos resultados que entraban dentro de la lógica de esta competencia. Como también lo fue la clara victoria de la Juventus con los dos goles de Carlos Tevez o el triunfo agónico del Liverpool. En todo caso, la excepción a la regla fue la caída del Atlético Madrid en su visita al Olympiakos, un tropezón inesperado para el vigente subcampeón.

Es muy temprano todavía como para anticipar sorpresas, pero en una competencia tan pareja como la que describimos, está claro que algunos equipos deberán elevar un nivel su juego para no pasar disgustos. En menos de dos semanas tendrán oportunidad de hacerlo, como por ejemplo Manchester City recibiendo a la Roma, PSG haciendo lo propio ante Barcelona y Atlético Madrid frente a Juventus. Veremos qué nos ofrecen entonces.

Felicidades.

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