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¿Hasta dónde llega la pasión por los Dallas Cowboys?

MONTERREY -- Servando Jarquín López salió desde el jueves por la mañana de su casa en la Ciudad de México rumbo a Monterrey, y de ahí, a Dallas para cumplir uno de sus más grandes sueños, ver a los Dallas Cowboys.

El camino de Jarquín fue largo y sinuoso; primero casi 12 horas para llegar en camión a la capitál de Nuevo Léon, donde pasó poco tiempo, y de ahí a Dallas otras 19 horas por carretera.

Jarquín es uno de los miles de aficionados que viajan de alguna manera u otra desde México al área connurbada Dallas-Fort Worth para ver jugar en su nuevo AT&T Stadium a los Cowboys.

"Desde muy pequeño comencé a ver los juegos de los Vaqueros", dijo Jarquín. "Veíamos los juegos que pasaban por TV y cada vez me comencé a interesar más".

"Me llevé algunos meses juntando el dinero para el viaje", agregó. "Tengo deseos de verlos y que bueno que ya estoy por aquí".

Jarquín, de 48 años, es parte de un club no oficial de aficionados de los Cowboys que reune para ver los partidos por televisión en la Ciudad de México a más de 100 agremiados.

Realizó la travesía solo, sin acompañantes, desde el Distrito Federal, primero con escala en Monterrey porque dijo que le recomendaron los tours que por años ha organizado Raúl Vargas.

Vargas ha estado en el negocio de llevar y traer gente de Monterrey a los juegos de los Cowboys en Dallas desde la década de los 80.

"En 1981 empezamos a traer gente", recordó. "Los Cowboys no se imaginan cuánta gente quiere verlos en México. Hay Vaqueros en todos lados. Cuando no andan bien, la gente sufre y llora".

Primero, dijo, los viajes era esporádicos, hasta que cada vez fue más regular.

Después, con la llegada del nuevo estadio de los Cowboys se convirtió en un trabajo constante, cada vez que hay partido.

Vargas ha llevado aficionados mexicanos a todos los partidos de los Cowboys desde que abrieron el nuevo estadio, en agosto del 2009, con el juego de pretemporada contra los Tennessee Titans.

"Tenemos contracto por 51 asientos y hemos venido a todos los juegos, a este nuevo estadio, el palacio de los Cowboys", dijo. "Me ofrecieron el contrato, lo consulté con la almohada y lo hicimos por 30 años. Apostamos todo el futuro, la casa, todo lo que tenemos, pero tenemos fe en que los Cowboys nos van a dar unos dolares a ganar", agregó. "

COMIENZA LA TRAVESÍA
La aventura llamada Cowboys comienza en la oficina de Vargas, un lugar donde junto con su hijo afinan los últimos detalles para el viaje que arrancó en camión el viernes por la noche en Monterrey para Jarquín y otros 34 aficionados regiomontanos.

De las 19 horas que pasaron en la carretera para llegar a Dallas, más de cinco fueron ocupadas en el proceso de cruce fronterizo por Laredo, donde la gran mayoría de las personas tuvo que solicitar además el permiso de internación I-94; sin percance alguno.

"Hay muchas personas que están cruzando y que nos dicen que van a ver a los Cowboys a Dallas", dijo un agente migratorio, que prefirió omitir su nombre. "Siempre que juegan los Cowboys el domingo, sabemos que desde el viernes comenzarán a cruzar los mexicanos que van al partido". refaccionaria Cuando todos los pasajeros estuvieron de nuevo abordo, el camión arrancó con una primera escala en el área de Laredo para cenar en una taquería.

De ahí derecho hasta San Antonio, donde otra vez el autobús se detuvo para desayunar.

En la ruta se pueden escuchar diferentes historias de los aficionados y otros que no lo son tanto. Pero un viaje a Dallas para ver futbol americano de la NFL, ir de compras y conocer el majestuoso estadio de los Cowboys seducen casi a cualquiera.

"Es muy duro, tener esa incomodidad para dormir en un camión es horrible", dijo Valeria Chapa. "Dormir es la parte más complicada. No me podía acomodar en los sillones".

Chapa reconoció que es ajena a la afición del futbol americano, pero que su hermano Oswaldo la había invitado con todos los gastos pagados.

"No me gusta el futbol americano", reconoció. "Vengo a acompañar a mi hermano. Soy su traductora. Yo vengo porque me gusta el 'shopping' y bueno, por ahí aprovecho para conocer el estadio de los Cowboys, que dicen está muy bonito".

Para otros, el viaje a Dallas era motivo de más tristeza que alegría.

Roberto Candela acompañó a su padre, ya que en primera instancia el viaje era un regalo para su hermano mayor, que egresó de la preparatoria con los mejores promedios estudiantiles y con una gran carrera en el futbol americano de Monterrey.

Sin embargo, su hermano Gianco Alejandro perdió la visa para ingresar a Estados Unidos y se dieron cuenta, apenas días antes de que tuviera que viajar.

"Comenzamos a planear hace un año", dijo el papá de Roberto, quien lleva el mismo nombre. "Sacamos las visas para poder venir al juego. Es la primera vez que venimos a Estados Unidos".

"Por eso me da tristeza porque aquel es muy fan, sus jerseys, gorrar, etcétera", añadió. "Pero nunca es tarde, hay más tiempo que vida. Hay que planear un próximo juego, si logramos encontrar la visa".

Candela reconoció que el costo era tan grande que algunos pagos quedaron para después.

"Es grande el esfuerzo, no estamos muy solventados", dijo. "Es apretada la situación económica. Pero hay que venir a cumplir el sueño de mis hijos. Muchas cosas se quedaron pendientes y cuando lleguemos, vemos qué hacemos".

Para otros, como los Rodríguez, la traversía reunió a los miembros de la familia que incluso viven tan lejos como Cancún.

María Teresa Rodríguez vive en Cancún y su hermano René, quien ha repetido la aventura en seis ocasiones, la convenció de que viajara a Monterrey, con sus hijo Santiago Cervantes y su sobrina Mónica Martínez, para que fueran juntos al partido de los Cowboys en el Tour de Vargas.

"Mi hermana ya viene desesperada", dijo René, cuando apenas el camión había pasado por San Antonio. "Le dije 'espérate que el domingo valdrá la pena. El estadio es una descarga de adrenalina, ahí vale la pena ver a los Cowboys".

Después de San Antonio, el camión sigue derecho por la carretera Interestatal 35 hacia el norte; pasa la capital de Texas, Austin; sigue hacia Waco y por fin llega al área de Dallas-Fort Worth.

Por petición popular, la primera parada, el sábado alrededor de las 2 p.m. fue el Traders Village, que es un mercado al estilo tianguis mexicano, donde se puede conseguir buena cantidad de mercancia alusiva a los Cowboys; alguna con licencia oficial y otra que a simple vista parece ser "hechiza".

Desde que los 35 aficionados bajaron del camión, notaron que las condiciones climáticas habían cambiado de manera radical con respecto a la anterior parada en Waco.

El gélido clima provocó que algunos tuvieran que comprar también artículos para abrigarse y comer, antes de que el autobús de nuevo arrancará, ahora sí rumbo al Hotel Elegante, localizado en la Ciudad de Dallas y donde ya los esperaban con una buen pastel, limonada y café, para festejar que por fin llegaron a la primera meta.

El costo del viaje, 400 dólares, incluye la transportación, el hotel con desayuno del domingo y los boletos para el estadio en la parte superior.

"Tengo 50 años de ser fan de los Cowboys y es la primera vez que podré verlos", dijo Alberto Andrade, de 62 años. "Los he seguido siempre por TV, primera vez que voy a conocer el estado y ver el juego en vivo. Fueron seis meses de planeación".

En ese momento, después de casi 24 horas de haber salido de Monterrey, la emoción era evidente y quizá, sólo empañada a sabiendas de que poco más de 24 horas después tendrían que regresar a México en la misma travesía, apenas par de horas de terminado el partido.

"Las 17 horas de regreso, ya no vas con la expectativas", señaló Rodríguez. "El regreso es bien martirizante, si perdieron. Si ganaron es mejor, pero se pierde la euforia".

El resto de la noche fue libre y el único compromiso era estar listos al día siguiente, alrededor de las 8 a.m. para desayunar y empezar el tour por Dallas, antes de ir al estadio.

LLEGÓ EL GRAN DÍA
Apenas hubo tiempo para el descanso. El juego era de domingo por la noche, el último Sunday Night Football de la temporada; contra uno de los más acérrimos rivales, los Philadelphia Eagles, y con el boleto a postemporada de por medio.

Así que nada mejor que aprovechar la mañana con paseo por el nevado centro de Dallas, que incluyó el mal recordado punto en el que el ex presidente John F. Kennedy fue asesinado y que en la actualidad es uno de los lugares turísticos más visitados en el estado de Texas.

Algunos aficionados también aprovecharon el viaje para jugar por vez primera con la nieve que cayó la noche anterior.

Otros preferían sentarse en las bancas para tratar de mitigar sus molestias, por la "alegría líquida" con la que habían festejado su llegada a la ciudad hasta altas horas de la noche.

"Nunca faltan los que agarran la fiesta y el día del partido ya ni disfrutan", dijo Vargas. "Pero es parte de todo esto...".

Más tarde, era obligada la visita al centro comerical, donde pasaron por la tienda oficial del equipo, para descubrir que siempre hay alguien más apasionado y atrapado por los Cowboys, aunque difícilmente vendrá de más lejos.

La mayoría compró más souvenirs para ellos y para algunos de sus amigos que no pudieron hacer el viaje.

Ya por la tarde, los 35 aventureros arrancaron en el camión hacia la meta final, el AT&T Stadium, en medio de una pertinaz lluvia, que incluía aguanieve.

"Creció mi afición a partir que vine a este estadio", dijo René Rodríguez. "Después de vivir la experiencia del Cowboys Stadium, quiero regresar. Es un estadio de primer mundo, todos te tratan muy bien. Yo he venido en autobús, en carro propio y en avión, de las tres maneras, con tal de venir".

Uno a uno, los mexicanos bajaron por la escalinata del autobús, con el orgullo y satisfacción que brinda recorrer cientos de millas para llegar a la tierra prometida, el estadio más espectacular del planeta.

Sus caras parecían más las de un jugador de futbol americano minutos antes del kickoff inicial del partido, que la de aficionados a unas cuantas horas de ver a su equipo favorito en vivo, en su estadio.

"Tenemos una gran afición, los seguimos todo el tiempo desde pretemporada", mencionó Gerardo Tovar, quien viajó con sus hijos Fernando y Gerardo Jr. "En Monterrey hay mucha afición en general".

Primero, la obligada vuelta de reconocimiento hasta el último rincón permisible del inmueble, cuyo costo en principio fue calculado en 1,200 millones de dólares, pero que hoy en día se calcula en casi 2,000l millones de dólares por la adecuaciones y arreglos a las que está sometido de manera contínua desde su inauguración.

Después, rumbo a los asientos en la sección 400. Pero eso para nada importaba; en ese momento, el último nivel del estadio más que estar cerca del techo, para los fans parecía una manera de rozar el cielo de la NFL.

Para niños y adultos de ese grupo de aficionados que habían viajado más de 600 millas horas antes, había valido la pena el sacrificio de tiempo, dinero y esfuerzo, como sucede para cientos de mexicanos cada vez que hay partido en casa del Equipo de América.

Una hora antes de la patada inicial, el ambiente y emoción estaban tan prendidos con estas personas, que cualquiera hubiera imaginado que se trataba del Super Bowl.

"Es una ilusión para todos", dijo Gerardo Tovar hijo. "No nos importa viajar en camión, mientras podamos ver a nuestro equipo y podamos animarlo a ganar".

DIFERENTE AÑO, MISMO RESULTADO

El partido comenzó y terminó; los Cowboys por cuarta temporada consecutiva quedaron fuera de playoffs, con marca de 8-8 por tercer año al hilo.

Pero para ese grupo de aficionados, el juego y la experiencia en general jamás se olvidará.

"Claro que valió la pena, fue un gran juego", dijo Jarquín par de horas después de que los Cowboys cayeron esa noche. "Pudieron haber ganado o perdido, fue un buen juego. Pero la experiencia no me la quita nadie".

Dos horas después de terminado el partido, todos emprendieron la odisea de regreso a Monterrey, en un camión en que el ambiente ya era diferente.

Y quizá el resultado había sido lo de menos, el maratón de alrededor 53 horas hasta ese momento ya había pasado factura en cansancio.

Sin embargo, la amenaza llegó de inmediato.

"El próximo año viene la revancha", dijo Oswaldo Chapa. "Lamentablemente ya son cuatro años consecutivos. Las veces pasadas Gigantes y Pieles Rojas nos dejaron fuera. A ver qué nos depara el futuro. Pero seguiremos siendo fans número uno allá en México de los Vaqueros".

Igual se pronunció Tovar, al lado de sus dos hijos, con señales de tristeza, coraje y cansancio en sus rostros. "Esto no se puede ganar campeonatos todos los año y no se puede cambiar de equipo, somos Cowboys de corazón", aseguró Tovar. "Ya llegarán las vacas gordas para celebrar campeonatos".