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Con las defensas bajas

BUENOS AIRES -- "Hay que mejorar, todo cambio lleva su tiempo". La frase dicha apenas terminado el Argentina 0-2 Brasil, cuando las pulsaciones están a mil y rara vez se encuentra lucidez, pertenece a Javier Mascherano, integrante de una especie en extinción.

La lectura del capitán sin cinta ayuda a entender el proceso que atraviesa la Selección. Una idea diferente respecto al ciclo Sabella para un equipo que goleó al campeón del mundo Alemania y que perdió sin atenuantes con su clásico rival en Beijing.

La apuesta de Martino dio resultado solamente en los primeros 20 minutos. Fue en ese lapso en el que Di María y Lamela intercambiaron posiciones, ofrecíéndose siempre para jugar, Messi amagó con hacer destrozos de derecha al medio, como en su 1ª época en Barcelona, y Pereyra mostró personalidad en su debut con la celeste y blanca. Presión alta, rápida recuperación de pelota y chances de gol. No parecía influir la carencia de un 9 de referencia como Higuaín, esta vez en el banco de suplentes.

A diferencia del partido en Dusseldorf, el Tata dejó a Mascherano solo en la contención, en la búsqueda de monopolizar la pelota, con jugadores de corte ofensivo, y ser protagonista. Tal como anticipó el DT, Brasil salió a esperar. Y lastimó en la primera que tuvo, gracias a la repetición de errores del pasado.

Ezequiel Garay se quedó afuera de la convocatoria porque "no servía desgastarlo" y el que terminó desgastando su imagen fue Federico Fernández. Se complicó con Zabaleta en un despeje, tras un centro por derecha, y Tardelli abrió el marcador a los 27. Cinco minutos después, Neymar se aprovechó de una defensa que empezaba a hacer agua y perdonó con una definición displicente.

El árbitro chino Fu Ming ignoró el penal de Miranda a Agüero a los 6 y cobró la inexistente falta de Danilo a Di María. Jefferson detuvo el remate débil de Messi, a los 41, en un claro indicio de noche poco feliz para el 10 argentino.

Ya en el segundo tiempo, a medida que crecía la confusión de Argentina, se agigantaba la figura de Neymar. Desatenciones en la marca, flojo retroceso, dudas en Romero. Di María tuvo la más clara para la Albiceleste en el inicio del complemento, pero no se acomodó nunca para rematar. El partido estaba a pedir de los de Dunga.

Los ingresos de Higuaín y Pastore, por los apagados Agüero y Lamela, no lograron cambiar la ecuación. Argentina ya era un equipo largo, que no podía entrarle nunca a la defensa rival. No pesaban en ataque ni Zabaleta ni Rojo, quien se destacó por esa faceta en el Mundial. Mientras tanto, Jefferson seguía tapándole todos los intentos a Messi.

Para coronar el momento adverso, corner por la izquierda, Fernández no pudo con David Luiz y Tardelli anotó su doblete de cabeza, extrañamente solo en el 2º palo. Aunque faltara media hora, no se vislumbraba una reacción de Argentina.

Neymar sacó a relucir sus amagues, provocó amonestaciones e hizo enojar incluso a Mascherano, su compañero en Barcelona. Un gran pase de Luiz Gustavo, con una última línea rota, terminó con una definición fallida del crack del Barcelona en el mano a mano con Romero.

La imagen del 2º tiempo fue una involución respecto al orden conseguido en la fase final del equipo de Sabella. El vaso medio lleno de una derrota dolorosa incluye la circulación de juego de los primeros minutos, la saludable búsqueda de salir de forma prolija desde el fondo y apariciones como las de Pereyra.

No hay que encender alarmas. Es apenas el segundo partido de un nuevo ciclo. El martes hay una nueva prueba contra Hong Kong. "Todo cambio lleva su tiempo". Un análisis tan certero que merece integrar los #MascheFacts.