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Hindú y un domingo de campeón

Hindú y un festejo en familia. Don Torcuato está de fiesta. ProFocus / Rodrigo Valle

BUENOS AIRES-- Las calles de Don Torcuato están vacías y el sol abrasador justifica la ausencia. En la casa del campeón, Hindú, todo lo contrario, aún perduran algunos vaivenes de los festejos del sábado por la noche luego de la coronación que finalizó en la mañana del domingo.

El elefante, ícono de cada logro del club, descansa sobre la cancha 1, algunos paraguas de la 26, el nombre con que se conoce a la hinchada del campeón, también dejan la huella de una noche que fue a puro festejo.

El escenario sigue en la entrada a la confitería que ahora está vacía. Las esposas y novias de los jugadores juntan algunas mesas afuera y siguen charlando. En el primer piso se escucha un grito desaforado y aplausos. "Vamos Hindú", sale por una de las ventanas. Todo el plantel está reunido nuevamente para ver el partido, el triunfo 29 a 17 ante CUBA, ese que no dejó dudas, que sacó la espina y que le dio la octava coronación a Hindú en torneos de la URBA.

Es la hora de la foto y toda la familia de Hindú se junta. Allí van los campeones, los que ayer dejaron todo para darle un lauro más al club. Se juntan los entrenadores, otras generaciones como los Piran, Santiago Senillosa, Patricio Solano, Mariano Lorenzetti y otros nombres más que también forman parte de la historia grande del club.

Se suman otras divisiones, hermanos, amigos, hijos, sobrinos, esposas, madres, novias. Todos sonríen sobre la cancha, el paquidermo tendrá que pasar por la veterinaria para curar las heridas en su oreja, pero no es el único que aun mantiene las secuelas del título. Nicolás Fernández Miranda le pregunta por el ojo a Augusto Faraone que en la tarde del sábado tuvo que salir dos veces para que lo cocieran. Está morado: pide una bolsa de hielo.

La pareja de medios también muestra las marcas de la final. Lucas Camacho renguea, Tito Díaz Bonilla tiene una curación debajo de la rodilla, su voz es ronca, una esquirla que aún perdura de ese grito contenido que vio la luz el sábado. Se pasea Mateo Iachetti con un sombrero blanco. El Chori Senillosa habla con su hermano Santiago. Todos de riguroso pantalón corto o bermuda y ojotas. Están en su casa.

La cancha se empieza a despoblar. Bautista Ezcurra, Mariano Viano, Bautista Alvarez y Lautaro Bavarol, las jóvenes promesas del club, posan para Scrum. Lo mismo hacen los tres Fernández Miranda, los hermanos Senillosa; Francisco Bosch, Juan Ignacio Gauthier y Diego Liberato, los tres que no pudieron estar presente en la definición. El capitán Belisario Agulla no se cansa y se saca una foto más con la Copa.

La casa del campeón retomó la calma, se siente en la soleada tarde. Las sonrisas no pueden evitarse, se respiran en cada rincón del Hindú Club. La Intermedia, que el lunes juega la final con Belgrano, comienza a realizar los movimientos precompetitivos. El sol comienza a esconderse en Don Torcuato. El campeón tuvo su "día después", para seguir disfrutando de volver a ser el campeón y monarca de Buenos Aires.