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El gran error de Derrick Rose

Jonathan Daniel/Getty Images

Derrick Rose es un tipo sumamente desequilibrante dentro de la chancha, un jugador capaz de llegar a un nivel superlativo y de leer jugadas y ángulos más rápido que nadie, pero el base estrella de los Chicago Bulls no se está ganando amigos ni aliados fuera de ella con sus declaraciones más recientes.

Millones de simpatizantes de los Bulls seguramente tuvieron la cara roja como un tomate tras leer o escuchar la nueva teoría del bienestar físico del propio Rose.

¨Yo pienso que lo que la gente no entiende que...cuando no juego no es por lo que suceda este año. Estoy pensando a largo plazo, en cuando me retire como basquetbolista y tenga reuniones y graduaciones a las que ir. Yo no quiero estar todo dolorido en la graduación de mi hijo o en una reunión por algo que hice en el pasado. Yo solo estoy aprendiendo y siendo inteligente¨, dijo el base de 26 años.

¿Perdonáme? No, Derrick, en este caso no estás siendo inteligente sin importar lo que tu entorno te diga o de lo que tú mismo te convenzas. En este caso simplemente estás siendo sumamente egoísta, pensando solamente en ti mismo y dejando de lado a las necesidades de otros por un hipotético beneficio personal que ni siquiera está garantizado a futuro.

Básicamente, te preocupas tanto por un futuro incierto y tenebroso que te olvidas de todo lo bueno que podrías hacer en el presente. Después de todo tienes 26 años, no 36.

No escuches a los simpatizantes que pagan por una entrada que cuesta una mini fortuna para verte si no quieres, tampoco nos tienes que escuchar a nosotros, los periodistas que claramente no sabemos nada sobre todo lo que has sufrido y todo lo que te has esforzado.

¿Pero qué hay de tus colegas, de tus entrenadores? ¿Ellos no tienen el derecho de pedirte que te unas a su causa por más que no estés en condiciones absolutamente ideales físicamente?

Tus otros 14 compañeros no se habrán roto los ligamentos y los meniscos ni esguinzado ambos tobillos entre mayo del 2012 y noviembre de este año como tú, pero ellos también sacrifican su cuerpo y su salud a largo plazo noche tras noche porque saben que su sacrificio es por el bien del equipo, por el de su compañero que no está al 100 por ciento físicamente pero lo deja todo en la cancha de todos modos.

Tal y como dijo Jeff Van Gundy, estar lesionado es una cosa y estar lastimado es otra.

¿Acaso no te sientes en deuda con Joakim Noah? Él te defendió a capa y espada de las críticas del periodismo y de la gente mientras jugabas apenas 10 juegos la temporada pasada tras perderte toda la anterior, y él seguramente esté dispuesto a seguir apoyándote a pesar de que jugaste en solo cuatro de ocho partidos durante la actual campaña hasta ahora.

¿Acaso no te preocupas por otra persona que siempre te ha apoyado incondicionalmente como tu entrenador Tom Thibodeau? Su éxito en los Bulls depende de que tú estés presente para ser la pesadilla de las defensas contrarias y que sus planteos tácticos sean exitosos.

Tal y como tú te preocupas por tu salud a largo plazo, lo único que ellos y tus otros compañeros te piden a cambio es que los ayudes a ganar un título, a saborear la gloria eterna de ser campeones de la NBA y ponerse ese anillo tan preciado por los otros 29 equipos de la liga.

Si tú no estás convencido de dejar alma y vida, de obsesionarte con ese mismo objetivo en cada posesión como ellos, ese anhelo se vuelve muchísimo más difícil, prácticamente imposible.

Estar presente en la graduación de un hijo es importante, eso no se discute, pero Rose sabe mejor que nadie que ser un atleta profesional viene acompañado por ciertos riesgos que son recompensados por un contrato que te paga 18 millones de dólares este año y 20 millones el próximo. ¿Acaso eso no es suficiente?

Si no estás dispuesto a aceptar la remuneración generosa que te ofrecen por ser la cara visible de una de las franquicias con más renombre del planeta, si las lesiones te preocupan tanto, entonces elegiste la carrera equivocada.

Hay oficinistas que trabajan de 9 a 5, pero ellos no pueden decirle al jefe que no pueden trabajar hoy porque temen que el desgaste de escribir en el teclado no les deje agarrar una lapicera y ayudar a los hijos con la tarea a los 50 años.

Michael Jordan, máximo ídolo de la historia del deporte de Chicago, también era inteligente sobre su bienestar y jamás dijo algo semejante. Él ganó seis títulos con los Bulls y jugó todos y cada uno de los 82 juegos de la temporada para unos Washington Wizards que no iban a ningún lado en su última temporada como jugador a los 40 años de edad.

Jordan también volaba de fiebre y jugó igual durante las Finales de 1997. Nadie lo obligó a hacerlo, fue su espíritu híper competitivo el que lo motivó y el que le permitió convertirse en leyenda. Él también parece estar bastante bien físicamente como dueño de los Charlotte Hornets a los 51.

Puede ser que Rose no cuente con esa misma determinación inquebrantable por ganar, después de todo Michael Jordan hay uno solo, pero declaraciones como las de este martes hacen dudar a uno sobre si él alguna vez llevará a los Bulls de regreso a la cima de la montaña que abandonaron después de la ida del mejor jugador de básquetbol de la historia.

Rose está equivocado, la gente sí entiende que él se preocupe por su salud, pero ellos también saben que su trabajo hoy por hoy es jugar para los Chicago Bulls e intentar ganar cada noche.

Él debe sacudir las dudas que lo abruman, asumir los riesgos y poner todas las fichas en la mesa.

Es hora de que Rose deje de poner excusas y que se tome a esa obligación un poquito más en serio. Ese es su deber, y todo Chicago le reclama que lo respete como tal.