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Explotó la Dinamita

Dinamarca superó a gigantes como Inglaterra, Holanda y Alemania y se consagró Getty Images

BUENOS AIRES -- Las Guerras Yugoslavas comenzaron en 1991 y fueron una serie de enfrentamientos que terminaron con la separación de la antigua Yugoslavia y dejaron a los países de los balcanes en una pobreza absoluta. La Guerra de los Diez Días, la Guerra de la independencia croata y la Guerra de Bosnia fueron los conflictos que, a principios de los noventa, desangraron a una de las Naciones más importantes de Europa.

Por ese motivo, la ONU decretó un embargo total contra Serbia y Montenegro. Esa sanción alcanzó también el ámbito deportivo y la Selección de Yugoslavia, que había ganado el grupo 4 de las Eliminatorias, no pudo jugar la Euro 1992. Aquel equipo de Darko Pancev, Dragan Stojkovic, Dejan Savicevic y Robert Prosinecki debió dejarle su lugar a la Dinamarca de Brian Laudrup. Esa guerra dio origen a una nueva era de la "Dinamita Roja". Paradojas de la vida.

La Selección danesa que cautivó a todos en México 86 se había renovado y volvía a participar de un torneo importante. Morten Olsen, Elkjaer y Michael Laudrup ya no estaban, pero sí brillaron Brian Laudrup, Flemming Povlsen y Henrik Larsen.

Tras una primera fase en la que perdió ante el anfitrión Suecia pero venció a la Francia de Eric Cantoná y Jean-Pierre Papin en un partido histórico, Dinamarca se clasificó para las semfinales, algo que no había logrado en el Mundial 1986. Inglaterra fue otro de los gigantes que quedó en el camino en esa ronda inicial, en la que un invitado de última hora eligió quedarse hasta el final de la fiesta.

En las semis le tocó quizás el mejor Seleccionado de ese momento. Holanda tenía en Marco Van Basten al futbolista más decisivo de la época y un equipo de ensueño, con cracks de la talla de Ronald Koeman, Frank Rijkaard, Dennis Bergkamp y Ruud Gullit.

Pero fue Henrik Larsen el gran héroe de ese partido disputado en Goteburg, ya que anotó los dos goles del empate 2-2. Luego, en la definición por penales, se consumó la sorpresa más grande de aquellos años. Dinamarca era finalista tras eliminar a Holanda, Francia e Inglaterra.

Para que el cuento sea perfecto la final debía ser ante el campeón del mundo. Alemania, con Klinsmann, Effenberg, Brehme, Hassler y Sammer derrotó a Suecia y se metió en la definición del campeonato, en Estocolmo. Aquel fue el partido perfecto de la Dinamita Roja. Superó a su adversario de principio a fin gracias a una presión intensa en todo el campo y se coronó campeón de Europa. Jensen en el primer tiempo y Vilfort en el segundo convirtieron los goles de un equipo que volvió de sus vacaciones, rompió todos los pronósticos y se metió en la historia.