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En lo alto de Londres

5.06 metros. Esa marca es el imbatible argumento para incluir en esta serie de 'Las estrellas' a la saltadora con garrocha Yelena Isinbayeva, de Rusia. Esa es la altura en la que ella ubicó en el año 2009 el récord mundial de la especialidad. Y, por cierto, es un número que está muy lejos de los 4.85 metros con los que la brasileña Fabiana Murer ganó la medalla de oro en el mundial de atletismo del año pasado.

Es verdad que los años posteriores a esa plusmarca no se compadecieron con la brillante carrera que Isinbayeva supo construir hasta ese momento. También es verdad que en 2010, Murer rompió una seguidilla de seis temporadas en las que la rusa había terminado como la número uno del ránking mundial. Y son reales varios otros datos que se riñen con la idea de que esta bonita atleta sea una de las máximas figuras de cara a Londres 2012.

No obstante, lo que ella llegó a hacer, la gran superioridad que logró demostrar en su momento con respecto a todas sus competidoras, son ítems que permiten pasar por alto todas esas informaciones duras.

Nacida el 3 de junio de 1982 en Volgogrado, Isinbayeva rompió 28 veces el récord mundial de salto con garrocha, ganó dos oros olímpicos y seis títulos universales: Dos al aire libre y cuatro bajo techo. Su aparición revolucionó ese deporte. Inspirada en su ídolo, el ucraniano Serguei Bubka -poseedor de 35 plusmarcas-, la rusa se mostró insaciable desde sus comienzos.

De la mano de su descubridor, el entrenador ruso Yevgueni Trofimov, batió 18 récord mundiales en apenas dos temporadas, las de 2004 y 2005. Con él ganó su primera medalla olímpica de oro, en Atenas 2004, y sus primeros títulos mundiales, tanto bajo techo (Budapest 2004) como al aire libre (Helsinki 2005).

No obstante, en 2006 el brillo de la idolatría pudo más que todo. Fue cuando el mismísimo Bubka le aconsejó cambiar de entrenador. Ella aceptó y, sin decir adiós, abandonó a Trofimov para empezar a practicar con el búlgaro Vitaly Petrov, ex conductor de Bubka.

Tiempo después, en un programa televisivo le preguntaron cuántos récords había batido mientras estuvo con Trofimov. "Unos ocho", respondió la rusa con liviandad, con una sonrisa distraida en su boca.

Eso enfureció al viejo entrenador, orgulloso como pocos y con escasísimos pelos en la lengua. "Hola Yelena. Aquí tienes esta lista para refrescarte la memoria", le dijo secamente la siguiente vez que se cruzaron. Lo que le entregó fue el detalle de las 18 plusmarcas que ella había obtenido bajo sus órdenes.

En cinco años con su nuevo conductor, la rusa logró otra medalla de oro, esta vez en Beijing 2008, un mundial al aire libre (Osaka 2007) y dos bajo techo (Moscú 2006 y Valencia 2008). Pero sólo nueve veces pudo mejorar su récord mundial.

Berlín 2009 marcó el comienzo de una etapa espinosa de su carrera. Fue en el mundial al aire libre de Berlín. Allí no logró completar un salto válido en la final y se quedó afuera de todo. Un año después, en Doha 2010, terminó cuarta.

Era demasiado.

En abril del año pasado anunció que volvía a entrenar con Trofimov. "Él es muy orgulloso. Pensé que no me aceptaría. Pero lo hizo y estoy muy contenta. Ya hemos trazado los planes a futuro", dijo en aquel momento.

Pero cuatro meses después llegó el mundial al aire libre de Daegu. Y otra vez la alarma. Pese a las ovaciones y las muestras de cariño del público, sólo logró ser sexta, con un mejor salto de 4.65.

Se le escapó alguna lágrima. Se juró hacer todo para volver al triunfo en el que es su gran objetivo. Londres 2012.

Empezó a cumplir ese juramento apenas comenzado el año olímpico, cuando ganó el título en el mundial bajo techo de Estambul, justo dos semanas después de haber registrado un nuevo récord universal, al alcanzar los 5.01 metros en un estadio indoor.

Tal vez aquellas lágrimas luego de la derrota en Oriente hayan tenido la fuerza necesaria para volver a ponerla en el sendero. Tal vez sean un argumento tan imbatible como el esgrimido al principio de este artículo para ubicarla entre 'las estrellas' de cara a los próximos Juegos Olímpicos.