<
>

Anulado por el sol

BUENOS AIRES -- Anulado, destruido, casi másacrado por el intenso calor de estos últimos días, queridos lectores, no pude siquiera agarrar un papel para esgrimir un par de nulas palabras. ¡El calor me superó! Como si estuviese castigado por el diablo, debo soportar todo febrero bajo la tiranìa del asfalto porteño. En la ciudad no queda nadie, todos están en Mar del Plata o en las playas uruguayas. Me quedé solo en la ciudad, con el fútbol. El fútbol por televisión y yo.

Pese al sol violento, salí a la calle a las tres de la tarde. Necesitaba una cerveza urgente, pero los bares y los supermercados estaban extrañamente cerrados. El centro de la ciudad parecía un pueblo fantasma. De pronto vi las luces colorinches de un 24 horas, corrí hacia él y me senté en una mesita a ver Real Madrid-Barcelona. El partido era extraño, dominaba el Barsa con su toque característico, pero de pronto el Real mucho más largo, más dinámico y con toques más profundos daba vuelta la cancha. La chica que atendía el kiosco, me dijo con tono colombiano:

- El Boca de Bianchi puede llegar a jugar mejor que cualquiera de estos dos equipos...

Me reí por el comentario, cualquier hijo de vecino sabe que ningún equipo podría jugar de esa forma, por orden, disciplina y calidad de los jugadores... Efectivamente era colombiana, caleña furiosa, trigueña, simpática y con una sonrisa noqueadora. Estudiante de periodismo en TEA.

- No me crees, ¿no? Dejame que te explique, muchacho -me dijo en tono paisa y canchero- estos equipos ya no tienen identidad. Son el colmo del superprofesionalismo.

- Es que el fútbol es superprofesional, es un ambiente de mucha competencia. No se puede culpar de superprofesionales a estos equipos...

La niña, con cierto aire a Angie Cepeda, con los mismos rulos incluso, me retrucó.

- Boca y River por historia y por identificación con una forma de juego son mejores. Ahora atraviesan un mal momento económico. Pero cuando se recuperen volverán a ser el centro del mundo futbolístico, como fue siempre.
- ¿Y qué pensás de Ramón Diaz? - le pregunté.
- ... Un buen técnico, pero no sé si es el momento. Creo que el plantel no acompaña, faltan jugadores con más jerarquía. Un error tremendo de Almeyda fue haber dejado ir a Cavenaghi y al Chori Domínguez.

Sus respuestas eran atinadas, por lo menos convincentes. Se me olvidó el calor y me entristecí cuando vi el empate del Real, un cabezazo perdido en una jugada tonta, casi sin riesgo.

Recordé que hace tres meses que estoy separado y que a mis 52 años no me vendría mal una Angie Cepeda para salir de la mediocridad de la vida cotidiana. No sé como salió el tema de mis Gráficos, algo que no le cuento a nadie, ni siquiera nunca escribí sobre ellos. Pero en mi casa atesoro una colección de revistas El Gráfico de los años 70, 80 y mediados de los años 90.

- ¿En serio que tienes ese material? - me dijo sorprendida.
- Sí, claro.

- En la uni estamos haciendo una investigación sobre esa revista y necesito consultarlo.

Antes de decirle que sí, le pregunté cual es su equipo preferido.

- ¿River o Boca?
- Boca, siempre Boca, muchacho.

Le prometí que volvería con algunos Gráficos para que fotocopiara lo que necesitaba. La niña me dijo que, a cambio, por mi generosidad, me invitaba una cerveza en un bar colombiano.

Y me fui. Debo reconocer que el fútbol me cambió la vida en muchos aspectos. Sin duda, es lo más importante que me pasó. Pero ahora me encontraba frente a una nueva historia, en pleno verano, bajo un sol tremendo. Y todo se lo debía otra vez al fútbol, al Barsa, al Real Madrid. ¡Lo que me iba a costar volver al kiosco del centro de la ciudad!