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¿Qué pasa si 'Canelo' Álvarez gana?

"Cuando pierdes por primera vez, no solamente cuestionas tu talento, te cuestionas a ti mismo"
Michael Olajide, contendiente de peso medio, tras perder ante Frank Tate

A la mitad del tercer round, el ruido estrepitoso en el interior del Boardwalk Hall de Atlantic City se había reducido a un incómodo murmullo de incredulidad. Como si la congregación de 11 mil 332 aficionados hubiera sido sorprendida por el espectáculo que se desarrollaba frente a sus ojos.

Pero no se podía negar que un veterano de 43 años estaba literalmente boxeando en círculos alrededor del campeón medio de 26 años, haciendo básicamente lo que deseaba y haciéndolo ver muy fácil. Que su rival hubiera llegado a la pelea como un favorito 4 a 1 significaba absolutamente nada.

En esa noche en particular, Bernard Hopkins fue lo más cercano posible a la perfección, mientras Kelly Pavlik fue totalmente desconcertado -la víctima de una demostración exquisita de boxeo según el libro de texto, impartida por un auténtico maestro de ese arte.

El panorama boxístico lució totalmente distinto la mañana posterior al inesperado triunfo de Hopkins. Pavlik aún era el campeón medio, porque había sido un combate sin el cinturón de por medio, pero todo lo demás había sido puesto boca abajo y volteado de adentro hacia afuera. Los sueños fueron aplastados y los planes borrados. Su récord invicto había desaparecido para siempre.

¿Qué tan malo resultó? Bueno, como todos sabemos en retrospectiva, eso marcó el final de la carrera de Pavlik como una potencial superestrella y aparentemente rompió su espíritu de peleador. Él nunca volvió a ser el mismo.

No todas las sorpresas tienen consecuencias tan graves, pero ellas típicamente sacuden las cosas de una u otra manera. Todo depende del tamaño de los peleadores, pero lo que está en juego no puede ser más alto cuando el mejor peleador libra-por-libra del mundo es uno de los participantes.

Entonces, ¿Qué debemos esperar si 'Canelo' Álvarez confunde a los críticos y vence a Floyd Mayweather Jr.? ¿El mundo boxístico explotaría? ¿La prensa convencional finalmente estaría en lo correcto al declarar por millonésima vez que el boxeo ha muerto? Entre más piensas acerca de eso, el prospecto se vuelve más interesante.

Obviamente, una derrota de Mayweather sacudiría las cosas mucho más de lo que pasó cuando Hopkins venció a Pavlik en 2008. Aun así, una victoria de Canelo podría ser algo positivo para el deporte, al menos en un futuro cercano. Sin embargo, a largo plazo, la situación quizá no sea tan prometedora.

Mucho depende de la forma en cómo Mayweather sufriera su primera derrota. Hay una cantidad de distintos escenarios hipotéticos en juego, y muchas más consecuencias en teoría:

Si Álvarez gana una decisión apretada o controvertida, los tambores comenzarían a sonar para una revancha multimillonaria antes de que los peleadores bajaran del ring, al igual que la guerra en redes sociales desatada por sus fieles seguidores. La historia dominaría el ciclo de noticias de boxeo hasta que se diera paso a la siguiente confrontación (con el título absurdo que le quieran poner) y el primer golpe de la revancha fuera lanzado.

Una derrota por knockout, a menos que estuviera involucrada algún tipo de controversia legítima, sería una historia totalmente diferente. Previo a la pelea, eso sería el más impensable de los resultados, pero también el que tendría el mayor potencial para un melodrama al estilo Mayweather. La mente aturde intentando imaginar la recapitulación tras la pelea por parte del tío Roger.

Una derrota por knockout no necesariamente significaría el final de la rivalidad. No es inusual que el orgullo y la determinación del perdedor lo impulsen a una revancha sin importar qué tanto fueron dominados en el descalabro.

"Fue como si hubiera subido unas escaleras muy empinadas y me hubiera caído a la mitad del camino", dijo Joe Louis tras un knockout inesperado a manos de Max Schmeling. "Quería una revancha contra Schmeling lo antes posible. Podía saborear la sangre".

Si, por cualquier circunstancia, hay una revancha y Mayweather gana, especialmente en otra confrontación reñida, no puede descartarse una trilogía. Si, por otra parte, Álvarez también gana la revancha y Mayweather se retira (de nuevo), el torrente de ingresos del boxeo podría estar en riesgo.

La dura verdad es que la popularidad de Álvarez, que crece rápidamente, no ha llegado al punto donde pudiera compensar la salida de Floyd. Mayweather es el único peleador afroamericano desde la caída de Tyson que atrae un nutrido y leal grupo de seguidores entre los afroamericanos. Perder ese demográfico sería un severo golpe a la industria en general.

Sería una situación similar a cuando Muhammad Alí finalmente se retiró. Él había clamado que el boxeo moriría cuando él renunciara, pero no fue así. Sugar Ray Leonard esperaba, listo para tomar la estafeta y dar paso a una nueva era de prosperidad. ¿Pero quién entre los boxeadores afroamericanos de la actualidad podría asumir exitosamente ese rol tan demandante?

Es posible que Adrian Broner, el imitador de Mayweather, pudiera llenar el hueco, pero no lo den por hecho. El truco de Broner se está haciendo cansado, y a él le falta comprobar que es remotamente igual de bueno que su ídolo.

Además, se requiere tiempo para convertirse en una estrella lo suficientemente brillante para atraer a todas las distintas audiencias necesarias para crear una bonanza monetaria. Mayweather, por ejemplo, había sido profesional por más de 10 años antes de catapultarse a la estratósfera del pago-por-evento, gracias a su pelea que rompió récords ante Óscar de la Hoya.

El boxeo es afortunado porque el demográfico con mayor crecimiento en Estados Unidos es el hispano, una cultura con mucho arraigo en el deporte. Fueron los aficionados latinos que mantuvieron con vida al boxeo cuando Don King -desesperado por tener un atractivo cuando Tyson estaba en prisión- rescató a Julio César Chávez del limbo de las peleas de soporte y lo convirtió en la estrella que él siempre mereció ser.

La importancia del mercado latino ha crecido tremendamente desde entonces y seguirá haciéndolo, pero no se ganará nada intercambiando un grupo de aficionados por otro. El deporte sería mucho más sano si tanto los hispanos como los afroamericanos tuvieran peleadores que los apasionaran, y por los que estuvieran ansiosos de apoyar.

La ramificación de una victoria de Álvarez también tendría efectos con un alcance mucho más largo que el aspecto boxístico. Por ejemplo, arreglar los ránkings libra-por-libra ciertamente sería una adivinanza desconcertante. ¿Quién reemplazaría a Mayweather en la cima? ¿Álvarez? ¿Andre Ward? ¿Juan Manuel Márquez?

También es fascinante adivinar cómo reaccionaría Mayweather ante la derrota. ¿Lo tomaría como un nombre o haría berrinche? ¿Y cómo curaría sus heridas? ¿Pasando el tiempo en los clubes nudistas y los centros de apuestas, o quedándose en casa para convivir con su familia?

Más significativo, desde un punto de vista boxístico, es si el ego monumental del Pequeño Floyd sobreviviría intacto. Hay una posibilidad de que su confianza estuviera tan sacudida que él nunca volviera a ser el mismo peleador extraordinario, al cual hemos podido apreciar desde que emergió en los Juegos Olímpicos de 1996 con una medalla de bronce colgada en el cuello.

Después de todo, Pavlik está lejos de ser el único boxeador que resulta deshecho tras su primera derrota. Gerry Cooney es un buen ejemplo, al igual que Jermain Taylor, Jeff Lacy y Michael Grant. Pero los buenos, sobre todo los muy buenos, siempre se recuperan.

"Todos los grandes pierden, incluyendo a Ray Robinson", dijo Bobby McQuiller, un sabio entrenador veterano que trabajó con peleadores estelares que fueron de Sandy Saddler a Barry McGuigan. "De eso se trata el corazón de un campeón. Debes decir, 'Lo voy a atrapar la siguiente ocasión'".

Sería apropiado si Mayweather finalmente enfrentara el reto más grande del boxeo al final de su increíble carrera. Y si él resultara vencedor, quizá entonces Floyd entendería cómo sobreponerse a la adversidad eleva el legado de un peleador a alturas mucho más grandes que un récord invicto y unas pacas de billetes de 100 dólares que tuvieran la misma altura del MGM Grand.

Irónicamente, es una oportunidad que solamente una victoria de Álvarez podría aportar.