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Phelan y un final que no merecía

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BUENOS AIRES -- Ya con la renuncia consumada, Santiago Phelan dio la cara. Como en sus seis años como entrenador de Los Pumas. Ahí estaba él, frente a muchos periodistas, por última vez. Habló con una seguridad que sólo da el convencimiento de saber muy bien lo que estaba haciendo. No debe haber sido sencillo tomar la decisión de irse a dos meses de finalizar su contrato y a días de una gira por Europa. Pero ya no aguantó más.

A lo largo de la conferencia, que duró 45 minutos, Tati se quebró. Estuvo al borde de las lágrimas, sobre todo cuando dijo que había dado el máximo siempre y cuando mencionó a su familia y amigos. Habló de "códigos" y "valores", una y otra vez. Nunca de "traición", una palabra que dijo que él no usaba.

A Phelan le tocó el trabajo más duro allá por 2008, porque Los Pumas habían salido terceros en el Mundial 2007 y todos, absolutamente todos, querían resultados inmediatos. Ya no tenía una figura de peso como Agustín Pichot en el plantel y la renovación era grande. Pero se bancó lo peor. Allá por 2010, cuando las victorias no llegaban, estuvo cerca de no seguir. Y el equipo le respondió con un partido inolvidable ante Francia en Vélez.

Llegó el Mundial y Los Pumas lograron el objetivo de pasar a cuartos de final. Se hizo un buen partido en el debut con Inglaterra pese a la derrota, y tuvieron a los All Blacks a tiro en gran parte del partido. El balance fue positivo y por eso desde la UAR le renovaron el contrato.

Si lo de 2008 había sido complicado, ¿qué se podía esperar de jugar contra las tres potencias del Hemisferio Sur en el Rugby Championship? Le puso el pecho y tiró para adelante, como cuando era jugador. Hubo errores, sí. Y trató de corregirlos para 2013. En donde seguramente también hubo equivocaciones, pero siempre dio la cara. Y esta vez, no tuvo respuesta del equipo.

Phelan es el mismo hoy que aquel de 2008 que posaba con Fabián Turnes en el Obelisco en los primeros días de su rol de entrenador Puma. No cambió. Sigue sin gustarle hablar con la prensa, nunca dio un nombre si un jugador no respondía como él quería en la cancha, ni ventiló algo de un vestuario y tampoco ahora, que se va porque justamente no tiene confianza en este grupo.

Antes de la conferencia, estaba la duda si iba a decir o no lo que realmente había pasado. Por sus "códigos" y "valores". Pero dijo lo que sentía, que era lo más importante. "Mi sensación es de dolor después de muchos años de trabajo y esfuerzo", confesó. Sin mencionar a nadie. Sin atacar a nadie. Y se fue, con los ojos rojos y aguantando las lágrimas y por qué no la bronca. Ojalá sirva de aprendizaje para todos los que quedan y los que vendrán.

Phelan se fue antes de tiempo y tuvo un final que no merecía.