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¿Elección o imposición?

Getty Images

BUENOS AIRES -- Pasó la ida de semifinales de la UEFA Champions League y nos quedamos con sabor a poco: apenas un gol en dos partidos y la sensación de que todo sigue como al comienzo, con dos series en las que los pronósticos siguen 50/50.

Poca discusión puede haber acerca del equilibrio casi absoluto entre Atlético Madrid y Chelsea, sobre todo después de ver lo cerrado y previsible que fue el 0-0 de la ida. En el otro duelo, en cambio, Real Madrid y Bayern Munich se salieron un poco más del libreto. No demasiado, pero lo suficiente como para intentar analizar si la victoria 1-0 de los españoles fue resultado del planteo que hicieron o producto de cómo se fue desarrollando el partido.

La respuesta a esta pregunta solamente la tienen Carlo Ancelotti y sus jugadores. Con el resultado puesto, es lógico pensar que el DT planteó el partido de manera cautelosa, esperando a un rival que suele tener obsesión por la posesión, para así lastimar de contraataque con la velocidad y precisión de su ofensiva. Eso fue en definitiva lo que pasó, con el único gol como muestra acabada de la ejecución de esta estrategia.

Si este fuera el Real Madrid de Mourinho, no habría dudas de que la actitud de espera era lo que el técnico había planeado. Pero conociendo cómo suelen jugar los equipos de Ancelotti y su permanente búsqueda de dominio y de protagonismo, cabe pensar que la actitud del Real Madrid tuvo que ver con lo que propuso enfrente Bayern Munich, que se adueñó de la pelota y se plantó como dominador desde el inicio y pese a ser visitante.

Aunque parezca una discusión simplemente estética, no lo es, ya que tiene implicancias para el partido de vuelta la semana que viene. El resultado parece haber dejado al Madrid en una posición ideal, ya que además de haber ganado, no le anotaron en su cancha. Eso significa que si marca primero en Alemania, su rival deberá anotar al menos tres goles para avanzar a la final.

Pero si alguien tiene poder de fuego en esta competencia, ese es el equipo de Guardiola. Y tiene la actitud también para salir a buscar un resultado: si se plantó protagonista en el Bernabeu, por qué no pensar que lo hará también en el Allianz Arena, sabiendo que ya demostró que puede imponer sus condiciones y que, a priori, es solamente un gol lo que los distancia.

Pese a haber puesto todo lo que tenía cuando ingresaron Gotze y Müller, se notó que Guardiola tampoco quería suicidarse en Madrid. No solamente aflojó su dominio en la segunda etapa, sino que fue muy significativo un gesto del entrenador a Robben, pidiéndole calma y mente fría, como intentando transmitir el mensaje de que el partido dura 180 minutos y que había, que hay, suficiente tiempo por delante para revertir el marcador.

Por lo pronto, la victoria del Real Madrid fue merecida, más allá de haber tenido la pelota mucho menos que su adversario. Pero a la hora de la verdad, se plantó muy firme, y haya sido por elección o no, supo qué hacer cuando fue dominado, tuvo todo el realismo necesario para concretar cuando se le presentó la chance y luego defendió con mucha corrección su ventaja. Incluso, minutos después de pasar al frente, si Cristiano Ronaldo hubiera estado más preciso, podría haber ampliado su ventaja.

Ya veremos qué sucede la semana que viene, con un Bayern Munich que seguramente desplegará todo su arsenal, pero sabiendo que eso a la vez dejará más espacios para las réplicas madridistas, algo que un Bale al 100 por 100 (esta vez no lo estaba) podría aprovechar al máximo.

El día anterior hubo mucho menos fútbol, también en Madrid, pero si el partido se hubiera jugado en Londres seguramente hubiera sido muy similar. De hecho, seguramente se vea más de lo mismo la semana que viene en Stamford Bridge, aunque con roles cambiados.

Es que como anticipábamos tras el sorteo, Atlético y Chelsea apuestan a lo mismo: no les preocupa tanto la cantidad de la posesión sino la calidad, es decir, las pocas veces que tienen la pelota, aprovecharlas al máximo. Decíamos que Simeone tiene grandes intérpretes para ese juego de roles en el que quienes defienden con mucha sapiencia se transforman, de repente, en piezas ofensivas tan o más capaces; pero cuando del otro lado le juegan al mismo juego, a sus hombres les cuesta cambiar el guión y convertirse en protagonistas principales.

No le resulta familiar al Atlético Madrid tener un 62% de posesión como el que tuvo (porque el Chelsea se lo cedió) el martes en el Calderón. Pero menos está acostumbrado a lidiar con espacios tan pequeños, ni sus hombres parecen los más aptos para abrir ese cerrojo. Así fue que no tuvo casi situaciones claras de gol, con un Diego Costa que las pocas veces que recibió en zona de gol, lo hizo de espaldas y lejos de una posición ideal.

Podría decirse entonces que el Chelsea de Mourinho hizo negocio, pero el tema es a qué precio, ya que se lesionaron Cech y Terry y Lampard y Obi Mikel se perderán la vuelta por acumulación de tarjetas amarillas.

En definitiva, espero que ya se hayan vendido todas las entradas para la vuelta, porque resulta difícil pensar en que se verá algo distinto en Londres. La esperanza está en que el partido se abra con un gol tempranero, que obligaría a quien quede en desventaja a quemar las naves e ir en busca de un resultado.

Felicidades.