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A guardar el champagne

MAR DEL PLATA -- Una mujer dobla prolijamente una bandera argentina y la guarda en su cartera mientras los españoles festejan en el medio de la cancha y levantan la Ensaladera. Es hora de volver a casa.

Los 10 mil hinchas argentinos que habían colmado el estadio Islas Malvinas durante los tres días de la final se miraban desconsolados buscando explicaciones.

Nadie en Argentina podía creer que se había escapado esta oportunidad de ganar la primera Copa Davis. Todo estaba dado para festejar.

Los 10 años de invicto como local del equipo argentino, el buen sorteo del 2008 que permitió alcanzar la primera final de local y, como si fuera poco, la ausencia a último momento de Rafael Nadal, crearon las condiciones casi ideales para que Argentina se aferrara más que nunca al sueño de ser campeón.

Por eso, cuando la expectativa de ganar es tan grande, el golpe de la derrota cae como un mazazo impiadoso. Y eso sintieron los argentinos después de perder la Copa Davis.

Muchos pensarán ahora que Argentina pagó con la derrota cierto exceso de confianza, de subestimar las posibilidades de España. Una historia que empezó quizás con la frase provocativa de Juan Martín del Potro para con Rafa Nadal: "le vamos a sacar los calzones del...".

Se lo dijo un joven español a un grupo de hinchas argentinos después de la victoria de Verdasco ante Acasuso: "Pues esto les pasa por agrandarse, por festejar antes de tiempo. Como decis vosotros: A joderse".

Sin embargo, no hay dudas de que la hinchada local merecía su propia Ensaladera. Cantaron y alentaron sin parar a Nalbandian y cía., revoleando camisetas, gorros, banderas. Y si bien hubo momentos de algunos excesos (especialmente el sábado en el dobles) generaron durante el fin de semana el clima perfecto de Copa Davis, volvieron el estadio una caldera capaz de emocionar al más indiferente de los observadores.

Lo decían sorprendidos los propios españoles. "Pocas veces se ve un espectáculo así. La pasión que le ponen los argentinos hace que se te ponga la piel de gallina", dijo el capián Emilio Sánchez.

Al menos, el consuelo para los locales fue haber sido reconocidos por los 500 aficionados españoles y por el propio equipo campeón, que dio la vuelta aplaudiendo a las tribunas al grito de ¡¡Argentina, Argentina!!

Sin embargo, "La ciudad feliz", como se conoce a Mar del Plata, parece ahora el apodo burlón del día después de la derrota.

La fiesta que se preveía en el Playón de Las Toscas, con grupos musicales y fuegos artificiales, deberá entonces quedar para otra ocasión.

Los locales comerciales amanecieron con la tarea de despegar de sus vidrieras los carteles de la gran final que le habían dado color a la ciudad durante las últimas semanas.

Una gran cantidad de merchandising con la leyenda "Argentina campeón de la Copa Davis 2008" deberá ser devuelta y quizás reciclada.

Y los 35 millones de dólares que gastó el gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, para la puesta a punto de la ciudad se quedaron sin su esperada recompensa deportiva.

Hoy vuelve la normalidad a Mar del Plata, la ciudad que no pudo ser escenario del que hubiera sido el momento más feliz del tenis argentino.

Los fuegos artificiales de la fiesta que no fue quedarán a esta altura del año para celebrar Navidad o Año Nuevo. Por ahora, la alegría de ganar la Ensaladera se le sigue negando al tenis argentino. A guardar el champagne para otra ocasión.