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Nelson los Cruz-cificó otra vez

ARLINGTON, Texas -- Tan pronto como la recta de su compatriota José Valverde le explotó en la muñeca del brazo derecho, Nelson Cruz se asustó.

Tirado en el piso retorciéndose del dolor, con la pizarra igualada a tres en la baja de la novena, al jardinero derecho de los Vigilantes de Texas se le pasó lo peor por la cabeza.

"Cuando me golpeó, pensé que era más grave", reveló el toletero dominicano, que pasó casi un minuto en la tierra mientras era revisado por el médico y el manager Ron Washington.

"Estaba asustado, porque le dio en la muñeca", dijo Washington. "Estaba azul y negro (la zona golpeada), así que estaba un poquito asustado. Pero después que el doctor lo revisó y le dijo que estaba bien, se paró e hizo lo que es capaz de hacer".

Dos entradas más tarde, Nelson Cruz, nacido en Monte Cristi, República Dominicana, se convirtió en el héroe en el triunfo 7-3 de los Vigilantes al ser el primer pelotero en la historia de la postemporada que decide un juego con un jonrón con las bases llenas.

Un batazo que en otro momento, quizás no hubiese dado. Porque si el encuentro no significaba lo que vale un duelo de postemporada, probablemente Cruz no habría estado allí en la entrada 11, enfrentando a Ryan Perry y los Tigres de Detroit, coronando la más grandiosa noche de su carrera.

"No sé, a lo mejor, porque es diferente postemporada que temporada regular", dijo el jardinero derecho cuando le preguntamos si, de sufrir ese bolazo en agosto, o en mayo, se hubiese ido directo al clubhouse. "En la temporada son 162 juegos y una lesión puede sacarte muchos partidos. Pero en esa situación no quieres salirte".

De lo que estamos seguros es que, empezando por el mismo Cruz, pasando por cualquier empleado, jugador y aficionado de los Vigilantes, no hay ninguno que no esté feliz de que decidió quedarse en el encuentro.

Los Vigilantes, que no pudieron anotar en la novena entrada por culpa de un fantástico doble play por la goma que inició y completó Miguel Cabrera, fueron a batear la baja del undécimo después de ver cómo, por siete capítulos, sus relevistas habían silenciado de nuevo a los bateadores de Detroit luego de otra mala salida de su abridor.

Derek Holland no duró demasiado en la morrita. Sin control de sus pitcheos, sobrevivió a sendos ataques en las dos primeras entradas. La suerte --a la que no se le puede pedir tanto-- dejó de acompañarlo en el tercero. Un jonrón de Ryan Raburn puso el juego 3-2 a favor de Detroit.

Pero Cruz le sacó la pelota a Max Scherzer en el séptimo y pudo empatar el encuentro. El derecho de Detroit venía de retirar a 15 de los últimos 17 bateadores que había enfrentado.

El dominicano volvería a ser héroe --fue como tres veces MVP de este juego-- en la alta del noveno. Esta vez gracias a su brazo y buena ubicación. De no ser porque pudo tomar rápido el doble Don Kelly ante Mike González, Ramón Santiago hubiese anotado desde primera con comodidad.

"Con un hombre en primera tienes que jugar a 'no dobles', lejos y cerca de la pared", explicó Cruz. "Recogí la pelota tan pronto como pude. Incluso me rebotó un poquito, pero la lancé rápido".

Después de eso, Washington saltó volando desde la cueva para quitarle la pelota a González y llamar a Neftalí Féliz. La orden fue bolear a Cabrera con la primera base libre, lo que normalmente hace el pitcher que sale, no el que entra.

"Salí tan rápido del dogout que no pensé", reconoció el manager. "He podido dejar a González bolear a Cabrera. Pero no iba a enfrentarlo. Cuando esta serie empezó, dijimos que no íbamos a dejar que Miguel nos ganase con un swing. Así que le tocaría a Martínez".

Martínez es Victor, el quinto bate y designado de los Tigres. Ante el derecho Feliz, se paró a la zurda y en 2-2 pudo conectar, contra una recta de 100 millas por hora, un globito al terreno corto del jardín central. El problema era quién lo atraparía. Y cómo.

"Cuando el fly salió, me dije, 'diablo, salió el blooper'", pensó Feliz. Si la bola caía, Detroit anotaba dos veces. Demasiado lejos de donde caería, Josh Hamilton sabía que no tenía ninguna oportunidad de tomarla.

El único que podía tomar la pelota, el campocorto venezolano Elvis Andrus, comenzó a correr con el sonido de la conexión, desesperado mientras miraba hacia atrás sobre sus hombros para no perderle la vista la bola. Dio unos 15 pasos hasta que le llegó.

El problema fue agarrarla. La bola le rebotó en el guante y por un segundo dio vueltas entre su mano y su brazo hasta que pudo asegurarla.

"Yo no sé cómo la agarré", diría luego Andrus. "Más bien creo que me agarró a mí. Me pegó fue en el dedo. Nunca entró al guante. La agarré al final cuando me la pegué al pecho. Odio esos globitos".

"Fue un jugadón", contó el tercera base Adrián Beltré. "Pero qué clase de susto me echó. Un jugadón y probablemente la razón para que estemos aquí hablando".

"Dios mío", dijo Hamilton. "Pensé que me iba a quedar sin aíre. Estoy bien contento de que la haya tomado. Muy contento".

Andrus también lo estaba y lo demostró soltando la que debe ser la sonrisa más grande de su carrera. En el dogout, sus compañeros --en broma, creemos-- le dejaron saber lo que habría pasado si no la atrapaba.

"Lo primero que me dijeron cuando entré", rememoró Andrus, "es que si no la hubiese agarrado me habrían mandado para triple A".

"No, para Venezuela es que te íbamos a mandar", lo corrigió Yorvit Torrealba en el clubhouse. "Ya en triple A no están jugando".

"Te juro que si no la agarrabas", se le oyó decir a Feliz, "te iba a entrar a 'galleta' (golpes) aquí adentro".

"No, no, yo siempre jugando con él, tú sabes", aclaró el taponero después. "Yo sabía que la iba a hacer y la hizo. Eso es lo importante".

Un rato más tarde, llegaría la hora de Cruz. Otra vez. Agresivo como suele ser, le tiró a los dos primeros envíos que le hizo Perry, slider y recta adentro.

"Los primeros dos pitcheos fui muy agresivo y los muchachos me estaban diciendo que me calmara", recordó el séptimo bate de Texas, que sacó un monstruoso foul ante el segundo vio. "Eso fue lo que hice".

El tercer lanzamiento, slider afuera, lo dejó pasar. El cuarto no. Otro envío quebrado, en el lado interno del home, era el pitcheo perfecto para lo que deseaba hacer el dominicano.

"Lo que yo quería hacer en esa situación", dijo Cruz, "era dar un fly al outfield para traer la carrera".

En efecto, fue un fly. Pero a las gradas. Y trajo cuatro.

"Es algo especial, increíble", dijo la figura de la noche. "Cuando tienes la oportunidad de ganar el juego, eso es lo más importante".

Convertido en una máquina de jonrones en octubre –ha sacado nueve, un récord de la franquicia- desde ya Cruz no tendrá problemas en recordar cuál ha sido el más valioso de todos para él.

"Antes del de hoy, quizás uno que di contra los Yankees el año pasado. Y otro contra Boston", dijo de sus bambinazos más memorables. "Ahora ya no hay duda".