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Se equivocaron cuando no podían

Ron Washington y los pitchers de los Vigilantes de Texas habían venido repitiendo desde el viernes, un día antes de que comenzase la Serie de Campeonato de la Liga Americana, que no iban a dejar que Miguel Cabrera les ganase un juego con un batazo.

En los primeros dos encuentros, cumplieron con su palabra y lograron controlarlo. En el tercer no pudieron y ahora tienen a los Tigres de Detroit respirándoles muy cerca.

Si el abridor contrario lanza la pelota tan bien como lo hizo Doug Fister, brillante tras permitir una carrera en el primer inning, lo más probable es que no tengas demasiadas oportunidades de ganar. Eso que quede claro, Detroit ganó este juego. No lo botaron los Vigilantes.

Lo que no quiere decir que en el momento en el que no podían equivocarse con Cabrera --el líder en bateo, OPS ajustado y porcentaje de embasado de la Liga Americana-- los todavía punteros en esta carrera a un máximo de siete juegos hicieron exactamente eso.

Colby Lewis empezó el quinto inning de la mejor manera posible, retirando a los dos primeros rivales. El problema empezó cuando Austin Jackson –hasta entonces un holograma en octubre- le conectó sencillo al jardín central y Ramón Santiago siguió con otro cohete que puso corredores en las esquinas para Cabrera.

Hasta ese momento, el derecho de los Vigilantes había dominado al venezolano con facilidad. En el primero, lo ponchó tirándole con una slider afuera y bajita. Dos innings después lo retiró con un rodado a sus manos usando el mismo lanzamiento.

La situación ahora tenía una particularidad. El bateador que esperaba en el círculo de prevenidos, Víctor Martínez, se había lesionado el costado en el turno anterior durante el swing con el que conectó el jonrón que empató el partido a una rayita.

Aún sabiendo que el también bateador designado no estaba bien, a Lewis y a Ron Washington no se les ocurrió bolear a Cabrera para llenar las bases y enfrentar a Martínez, una decisión por la que no se les puede culpar.

Cabrera, agresivo como era de esperarse en esa situación, le tiró con ferocidad a los dos primeros envíos de Lewis, un par de rectas. Un foul y un swing fallido, pusieron al slugger contra el piso.

Pero había algo que indicaba peligro. En ambos pitcheos, el receptor Yorvit Torrealba puso la mascota lejos de la esquina de afuera, a unos 10 centímetros del plato. Y las dos veces las rectas terminaron en strike.

Que el siguiente lanzamiento haya sido una bola rápida --la tercera del turno-- es bastante cuestionable por partida doble. Ya Cabrera se había mostrado vulnerable ante la slider. Y con Martínez cojeando, era previsible que no dejase pasar nada cercano.

Miguel Cabrera es un tipo paciente que este año tomó 108 boletos. Más no se le puede confundir con esos toleteros que van al home rogando una base por bolas. No es Adam Dunn.

Una vez más, Torrealba volvió a agacharse fuera del home, lo suficientemente lejos como para que aún haciendo swing, su compatriota fuese incapaz de pegarle a la pelota. El detalle es que el pitcheo de Lewis rozó la esquina. Pecado.

El ayer tercer bate de Detroit se fue hacia la banda contraria y pegó un doble sobre la raya de la derecha que puso arriba 2-1 a los suyos. Nunca más estuvieron abajo.

"Se suponía que el pitcheo iba a hacer fuera de la zona de strike", contó Washington luego. "Él (Lewis) no la puso allí. Eso es lo que debíamos haber hecho".

"Me dio un buen pitcheo para batear", resumió Cabrera, "y pude hacer un buen swing".

Y como si ese ejemplo no fue suficiente, en el séptimo pasó lo mismo. Esta vez fue Koji Uehara el que, en 0-2, le tiró un lanzamiento inaceptable a Cabrera, una recta de dedos separadas que como en cámara lenta se detuvo alta y adentro.

La bola salió del bate, pasó las nubes ubicadas sobre el Comerica Park y bajó como un meteorito desde el cielo, un elevado descomunal que terminó en las sillas del jardín izquierdo.

Hay que tener claro que los lanzadores de carne y hueso no tienen un control de PlayStation en la mano. Tirar una pelota a 90 millas por hora y ponerla exactamente donde el cátcher ubica la mascota no es sencillo. Pero estamos hablando de pitchers de Grandes Ligas. No de doble A.

En los dos primeros encuentros, los tiradores de los Vigilantes habían logrado limitar la producción de Cabrera y Martínez a sólo dos hits en 15 turnos, con un doble y sin empujadas. Esta vez el tercer y cuarto tolete de los Tigres los castigaron con dos jonrones, un doble y tres empujadas en seis viajes.

Los Vigilantes tienen otros problemas, como obtener al menos una actuación solvente de sus pitchers abridores y esperar que Michael Young sea capaz de salir del slump en el que está metido. Tiene de 12-1 en la Serie de Campeonato y su rolling para dobleplay en la primera entrada sacó a Fister de la esquina en la que lo habían acorralado.

Washington tiene otras opciones, como probar con Nelson Cruz, a quién ayer volvió a dejar en el séptimo puesto, una opción que ya pareció desechar.

"No estoy preocupado", dijo el piloto. "Michael le encontrará la vuelta".

Lo único positivo que pueden sacarle los Vigilantes a la derrota es que cayeron sin tener que utilizar a Alexi Ogando, Mike Adams y Neftalí Féliz, que por culpa la lluvia del primer duelo y la pobre labor de Holland en el segundo habían tenido que trabajar sobre turno.

Y por cómo pinta esta serie, si sus abridores siguen sin ir lejos en los juegos, Washington va a tener que seguir exprimiendo a esos tres brazos si quiere que Detroit no le de la vuelta a esto.