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La espera valió la pena

La victoria de Rickie Fowler el domingo en Charlotte, Carolina del Norte, fue muy popular entre los jugadores y público en general. "La espera fue larga, pero valió la pena", dijo el flamante campeón.

Fowler se hizo profesional en el 2009, a los 20 años de edad, luego de cursar dos años en la Universidad de Oklahoma State (de allí viene el color naranja de su atuendo los domingos) y prácticamente todos los que lo habían visto jugar como amateur en California, donde había nacido, y luego en Oklahoma State, vaticinaban una carrera llena de éxitos a nivel profesional.

Rickie casi confirma esa temprana confianza que habían depositado sobre él cuando, en solo su cuarto torneo en el PGA Tour, finalizó empatado el primer lugar en el Frys.com Open en Phoenix, aunque después, tanto él como Jamie Lovemark, perdieran el desempate contra Troy Matteson.

Luego de esa primera oportunidad de ganar hubo otras, pero por un motivo u otro el tiempo siguió pasando y la victoria no quería llegar. Que Rickie Fowler iba a ganar estaba descontado, pero ¿por qué no sucedía? La presión aumentaba, si Rickie era tan bueno como muchos decían, ¿no era hora que empezara a ganar?

Fowler nunca tuvo el swing perfecto pero, si algo lo había separado del resto de los jóvenes que trataban de emular a Tiger Woods, era su actitud y coraje para competir.

Quizás su amor por las motos y el peligro lo ayudaron a adoptar esa actitud fría para jugar. En una ocasión un jugador le preguntó como hacía para mostrarse tan calmo y para no enojarse con nada, a lo que Fowler respondió: "juego al golf de la misma forma que corría con la moto, si me caigo me levanto, me la aguanto, no vale la pena enojarse y no vale la pena llorar".

Rickie Fowler demostró sangre fría el domingo para ganar su primer torneo en el PGA Tour, a los 23 años de edad. Luego de 72 hoyos había empatado con Rory McIlroy y D.A. Points 14 bajo par.

En el hoyo 18, el primer hoyo del desempate, pegó dos tiros perfectos. Sus dos rivales hicieron par, y Rickie se paró con esa calma y frialdad que lo caracterizan y embocó el birdie desde 1 metro, con firmeza y decisión.

Si lo hubiera errado, no se hubiera acabado el mundo ni se hubiera largado a llorar. Fowler es uno de esos jugadores que aprecia el poder hacer lo que hace para ganarse la vida y, como muchos otros cree que en la vida hay mucho, mucho más que un torneo de golf.