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El síndrome del súper héroe

En algún momento, Michael Vick tendrá que aceptar que no puede hacerlo todo solo. AP

BRISTOL -- La naturaleza atlética de Michael Vick lo comprometió desde el principio de su carrera a demostrar que podía hacer daño a las defensivas rivales tanto tierra como por aire, pero nada es para siempre. Vick le sacó jugo a su impactante llegada a la NFL poniendo especial énfasis en el hecho que podía correr para más de 500 yardas por año, una fórmula que llegó a su clímax cuando en 2004, los Atlanta Falcons llegaron a la final de la Conferencia Nacional. En esa campaña Vick llegó a 900 yardas por tierra y 2,313 por aire, aunque sólo tuvo 14 pases de touchdown y tres anotaciones por tierra, a cambio de 14 intercepciones y 16 balones perdidos. Sus mejores números llegaron, sin embargo, en 2006 cuando el equipo sólo tuvo marca de 7-9, pero Vick rebasó las mil yardas por carrera y 2,474 por aire, acompañadas por 22 entregas de balón. Esa fue la última campaña en la que conocimos al original Michael Vick, cuyas expectativas y espectacular juego llegó a tamizar sus errores. Entonces Vick tenía aire de niño presumido que se rehusaba a aceptar fácilmente las críticas arropado en el sistema que Atlanta había creado a su alrededor.

Pero eso cambió con una de las peores decisiones que un héroe deportivo pudo haber tomado: involucrarse con la crueldad animal y las apuestas ilegales, acto por el que muchos no lo hemos podido perdonar. El error lo pagó en sus finanzas, su percepción moral púbica y parecía que su carrera deportiva quedaba cortada de tajo.

La cárcel y ser señalado tras cumplir su sentencia, le quitó a aquel jugador impetuoso e irreverente una buena tajada de la confianza en sí mismo como atleta y la coraza que levantaba ante las críticas quedó perforada.

El entrenador en jefe de los Philadelphia Eagles, Andy Reid, vio en Michael la oportunidad de redención para el ex QB maravilla y un equipo que entre 2000 y 2006 había llegado ininterrumpidamente a la postemporada con visita al Super Bowl XXXIX de la mano de Donovan McNabb y una poderosa defensiva, aunque perdieron por 3 puntos ante los New England Patriots.

Los Eagles necesitaban un factor-X que les inyectara una dosis de sorpresa, y con todo y las dudas sobre el impacto de su adición regresó a la NFL en la Semana 3 del 2009. No fue sino hasta un año después que le fue entregada la posta en la titularidad, y aunque una lesión en las costillas no le permitió realizar una temporada cómoda ni completa en los controles, sumó sus mejores números hasta entonces con mas de 3 mil yardas por pase y 676 por tierra, además de un mínimo de errores pues sólo tuvo seis intercepciones. Vick regresó a Philadelphia a la postemporada con marca de 10-6, pero perdieron en la primea ronda de comodines con el futuro campeón del Super Bowl, Green Bay Packers. Vick incluso recibió la nominación para regresar al Pro Bowl, pero en una ciudad como Philadelphia eso no es suficiente. La inconsistencia y su tendencia a lesiones marcaron su Temporada 2011 cuando regresaron los errores con 24 entregas de balón (14 intercepciones-10 balones sueltos) con todo y que llegó a sus mejores números de por vida por aire con 3,303 yardas, forzándolo a permanecer más en la bolsa de protección, y con su cifra más baja en yardas por tierra (589) desde 2003.

Seguramente ahora Vick esta más confundido que cuando llegó por primera vez a la NFL. La era del QB pasador fuerza a Michael a tomar decisiones que cambian en un instante el destino de su equipo. Pero el colmo fue que en sólo siete acarreos, Vick soltó dos balones en la primera jornada de la actual campaña. Se apodera de él el Síndrome del súper héroe, pues con la presión de ser el QB que necesita el equipo que le dio la etiqueta de jugador franquicia, Vick quiere cargar el peso de la ofensiva en lugar de asumir sus verdaderas responsabilidades que es la de ejecutar el plan de Reid y evitar los errores. Parece que su habilidad para leer defensivas y coberturas --que nunca fue su mejor carta-- no ha podido entrar en razón ni aun cuando lleva ya 10 temporadas en la liga.

Como profesional que es, a Michael Vick no le queda más que tragarse la amarga píldora de la crítica feroz, porque su primera victoria fue mas fortuita que lógica contra los Cleveland Browns. Y ante una defensiva que se alimenta de balones perdidos como la de los Baltimore Ravens, Vick pone a prueba su disciplina y toma de decisiones más temprano de lo que esperaba tras las seis entregas del primer partido. Vick está ante el mayor reto de su carrera... en la cancha.