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La segunda Transición española

BRISTOL -- Se denominó Transición a la forma en la que en el último cuarto del siglo pasado España logró pasar de una larga dictadura militar a una de las democracias más consolidadas en el mundo. Una manera de hacer las cosas que causó admiración en muchas naciones que buscaron en los políticos españoles la manera de adaptar lo vivido allí a las nuevas situaciones que se daban en países que nacían a la democracia.

La principal característica de aquella Transición, que ahora a muchos españoles les parece tan lejana, fue la normalidad con la que se quiso recubrir cada uno de los pasos que el país entero iba dando.

Normalidad en la unión de distintas tendencias de pensamiento, unidad a la hora de elegir los caminos a seguir y caminos que, a la vez que hacían olvidar el pasado, engrandecían el presente e ilusionaban para el futuro.

Ahora, no lo vamos a ocultar, de aquella Transición apenas nada queda y en España ni los políticos están unidos, ni se ve el camino, ni las gentes tienen ilusión por lo que estar al caer.

Solo hay algo que cala por igual en todos los españoles, la Selección de Fútbol que dirige Vicente del Bosque. Es lo único que ahora mismo une en la misma dirección y con idéntica ilusión a todos lo que cada vez que juega la Roja olvidan los malos momentos que están viviendo en el día a día cotidiano.

El seleccionador anda estos días inmerso precisamente en eso, en una nueva Transición española. No política esta vez, sino en el equipo que a día de hoy es campeón del m
undo y dos veces de Europa.

Busca Vicente junto a sus ayudantes, Toni Grande y Javier Miñano, la manera de hacer evolucionar al mejor conjunto de jugadores que nunca tuvo España. Una manera en la que desde la calma, sencillez e inteligencia se logre el consenso para encontrar un nuevo camino que ilusione.

El próximo martes ante Francia puede ser el día en que esa transición dé un paso más. El técnico de la Roja lleva tiempo observando cómo aquel equipo que juntó hace ya cinco años Luis Aragonés y que él heredó poco después, ha crecido, madurado y... aunque pocos se atrevan a decirlo, empieza a envejecer.

Dice Vicente Del Bosque "del pasado no se vive". Y nunca tuvo tanta razón en una frase como en este caso. El empate a uno del partido disputado ante Francia en el Vicente Calderón de Madrid, deja a España en una delicada situación. Solo vale ganar a los galos a domicilio para no tener que pasar los apuros de una repesca.

Para un encuentro tan importante Del Bosque ha empezado a dar, en unos casos por obligación, en la mayoría por convicción, los pasos necesarios para hacer evolucionar al equipo campeón. Lesionados Puyol y Casillas, tocado Xavi, o perdido Fernando Torres, son éstas algunas piezas que poco a poco salen para dejar paso a nuevos valores. En la portería aparece un nuevo talento, David de Gea. En el lateral vino para quedarse César Azpilicueta. En el centro del campo Isco y Javi García piden un lugar en el equipo. Y arriba... arriba calma. Del Bosque quiere una transición lenta y sencilla, sin ruido. Fiel a los suyos, poco amante de los terremotos y convencido de lo que tiene. Por eso Michu debe seguir marcando goles mientras espera en Swansea un momento que seguro que está muy cerca.

Mientras repasamos nombres nuevos en la Roja, casi ni nos damos cuenta de aquellos que ya hace tiempo que no aparecen y que hicieron grande al equipo. Marchena, Sena y Capdevila ya no están en las convocatorias. Los tres fueron titulares en Viena en la final de la Eurocopa en la que España empezó su paseo triunfal. Ahora el que nos falta es Puyol, el que con un cabezazo metió a la Roja en la final del Mundial de Sudáfrica. Pronto será Xavi. Y un día alguno de los que dieron la vuelta de honor en Johannesburgo dirá que el cansancio de temporadas cada vez más cargadas, le pide dejar de acudir a las llamadas del seleccionador.

Para todo eso se prepara Vicente del Bosque. Para que no haya ruido entre un cambio y otro. Con normalidad y sentido común es capaz de mantener unido a todos los que tienen que ver con la época más gloriosa del futbol español. Época que algún día finalizará, todo se acaba, pero que no lo hará en medio de una grave tormenta que arrase con un trabajo excepcional, como el que ha hecho el fútbol español en las dos últimas décadas y que culmina con los tres trofeos hasta ahora conquistados.

El día que se conoció el sorteo de grupos, Vicente del Bosque fue muy claro: "Será una eliminatoria a doble vuelta con Francia". Palabras que para algunos resultaban extrañas en un hombre acostumbrado a transmitir precaución y calma, incluso en partidos en los que la selección campeona del mundo se enfrentaba a rivales de infinita menor calidad.

Un año y medio después, el tiempo una vez más le ha dado la razón al seleccionador español. Aunque él estos días se empeña en mentalizar a sus jugadores en que antes de jugar en el Stade de France hay un compromiso importante ante Finlandia en El Molinón de Gijón, todos los protagonistas de esta historia saben por dónde pasa la clasificación directa al Mundial.

Y es que ni Georgia, ni Bielorrusia, ni por supuesto Finlandia, están en estos momentos a la altura de dos de las mejores selecciones que hay en el mundo. La llegada de Didier Deschamps le ha lavado por completo la cara a los Blues tras los fracasos y escándalos vividos con Domenech en Sudáfrica y Blanc en Polonia y Ucrania. Una nueva generación de futbolistas franceses llevaba tiempo llamando a la puerta de un conjunto en el que sobraban jugadores polémicos y con ganas de discutir a todas horas. Un cambio realizado desde las turbulencias. Muy distinto a la Transición que estos días se lleva a cabo en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, en Madrid. El laboratorio del fútbol español.

Sencillez, sentido común e inteligencia. Vicente del Bosque.