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Barcelona: Xavi no es la víctima

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Así fue como Xavi le avisó a Laporta que se va del Barcelona (1:32)

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Si algo persiguió Xavi por meses, quizá años, desde que decidió ser entrenador, fue dirigir al Barcelona, por lo que hoy no puede acusar crueldad o desconocimiento de lo que le esperaba; así es la banca de un club grande, te hunde o te enaltece.


Xavi Hernández es responsable antes que víctima. Le dio mucho, muchísimo al Barça como futbolista; sin embargo, en su faceta de entrenador dejará una deuda considerable.

Ganar una Liga no es poca cosa, pero tampoco suficiente en un club del tamaño del FC Barcelona, mucho menos si se consideran dos rotundos fracasos en Champions League, en donde no se superó ni la Fase de Grupos, y posteriormente tampoco trascendió en la Europa League.

Más allá de los resultados y títulos que tienen un peso mayúsculo, el reclamo principal hacia Xavi debe radicar en que no fue capaz de recuperar el ADN del equipo, devolverle el estilo que lo hace único y predicar con la filosofía del juego bonito.

Tampoco vale justificar los tropiezos del técnico bajo el argumento de que “aceptó” tomar al equipo cuando estaba en crisis tras la desastrosa gestión de Ronald Koeman.

Por lo regular los entrenadores que llegan a un club con la misión de rescatarlo o de dar un golpe de timón, no lo hacen en condiciones favorables, por algo los equipos buscan un cambio, dado que su presente no es el óptimo.

Xavi llegó al Barça cuando tenía que hacerlo. No había otro candidato ni alguien más pintaba como el “ideal” para contar con el respaldo del barcelonismo.

Su experiencia dirigiendo era básica en un futbol muy lejano a la élite como el de Qatar, pero su condición de leyenda le otorgaba todas las credenciales posibles.

Sí, regresó a casa y la encontró prácticamente en ruinas, y por si fuera poco, sin el principal de sus pilares, Leo Messi… —¡Lo que hubiera sido este Barça con ‘La Pulga’!—. Sin embargo, queda la sensación y la certeza de Xavi pudo hacer más.

Y no se trataba de exigirle que ganara la Champions o arrasara en LaLiga cada año, pero lo mínimo que puede hacer un equipo grande es competir y hacerlo abrazado a su esencia, apegado a sus raíces. El Barça de Xavi lo hizo a cuentagotas, y en múltiples partidos de “matar o morir” fue tristemente exhibido.

Xavi explicó que se marchará debido a la crueldad que conlleva el cargo que ostenta, por el ambiente tóxico que reina alrededor del club y porque los futbolistas juegan con demasiada presión. Es un hombre institucional y priorizó al equipo incluso sobre su propia persona, con todo y que se le ha faltado al respeto y no se le ha valorado, según argumentó.

Vale recordar que si alguien se empecinó en dirigir al Barça con múltiples mensajes a través de entrevistas a lo largo de meses, quizás años, ese fue Xavi, con lo que hoy no puede decirse sorprendido por la presión que se palpa en la silla en la que eligió sentarse.

Él tomó el camino de entrenador, él soñaba con estar al frente del equipo de sus amores y tratar de escribir una historia que, por lo menos, medianamente se acercara a la que forjó como futbolista. La realidad indica que no lo logró. ¿Es solo su culpa? No. Pero desde luego tiene una gran responsabilidad, misma que hoy no cabe ocultar bajo el argumento de que desconocía a dónde se metió.

Pase lo que pase de aquí al 30 de junio, Xavi no tendría que irse por la puerta de atrás. Con toda certeza no habrá títulos que levantar esta temporada (quedan LaLiga, ya muy lejana, y la Champions, casi misión imposible), pero será más importante continuar con la reconstrucción del club y nunca olvidar que hasta las leyendas pueden fallar.