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Una rivalidad perenne

LOS ÁNGELES -- El encuentro entre Los Angeles Lakers (19-36) y Boston Celtics (19-37) no estaba llamado a despertar las mismas sensaciones de antaño. Los cosquilleos de unos tiempos en los que los enfrentamientos entre ambas franquicias se colocaban en la cima de las rivalidades de la NBA no rondaban las entrañas de una afición y unos jugadores con cosas más importantes en las que pensar.

El pasado vio germinar duelos a machete con el único objetivo de salir campeones, de imponerse a base de bien en una carrera hacia el triunfo que a la postre ha dejado a ambos equipos a la cabeza de títulos de la NBA logrados (17 Boston y 16 Lakers).

Este año, ninguna de las dos franquicias cuenta con llegar a playoffs y sus reveses doblegan a sus aciertos en una temporada aciaga de dos históricos sin rumbo fijo.

El duelo se antojaba descafeinado y sin embargo el público logró despertar de un letargo de cerca de dos meses, el tiempo que el Staples Center no veía caer el confeti púrpura y oro propio de las victorias de los Lakers en su feudo. Los pupilos de Mike D´Antoni no se daban una alegría en casa desde el 3 de enero. Entonces el respetable se acordó de los sabores y sinsabores pasados frente a los Celtics y vibró por derecho para mantener viva una llama de rivalidad que los jugadores se encargaron de avivar.

Los Lakers se impusieron a sus eternos rivales (101-92) a pesar de ir perdiendo durante casi todo el encuentro. Durante 40 minutos, los Celtics dominaron a unos laguneros que no acaban de carburar y que llegaron a caer por una diferencia de 13 puntos a 1.31 para el final del tercer cuarto. La remontada se consumó disputados casi cuatro minutos del último periodo y de ahí al final, los jugadores manejaron a su antojo el júbilo de una afición que de repente se acordó que el equipo que estaba delante eran los Celtics.

Pau Gasol (16 puntos, siete rebotes y tres asistencias) regresó tras más de dos semanas de ausencia y después de confirmarse su permanencia en el equipo hasta verano.

"Me encuentro genial. Creo que todo el mundo apreció la victoria porque jugábamos contra los Celtics y eso es un plus. Estamos contentos por haber ganado. Ojalá construyamos desde aquí y continuemos jugando bien", apuntó.

Sin embargo la gran sorpresa de la cita fue la gran actuación de dos jugadores que recalaron en Los Angeles hace 24 horas y que sin ninguna práctica fueron capaces de poner en pie el estadio. Kent Bazemore (15 puntos y cuatro asistencias) y MarShon Brooks (14 puntos) fueron los protagonistas en una noche de ensueño.

"Su mentalidad fue la de aprovechar la oportunidad que se les presentó y eso hicieron", afirmó D´Antoni tras el encuentro. "Todavía quedan 27 partidos así que deben continuar haciéndolo y repetirlo".

Ambos jugadores estaban muy satisfechos por sus actuaciones, incluso Bazemore confesó que hubo un pensamiento que fue más allá de la rivalidad Lakers-Celtics o de las vibraciones del Staples Center.

"No podía parar de pensar que Kobe Bryant me estaba viendo jugar. No podía hacerlo mal si él me estaba observando", declaró. "Me lo encontré en el vestuario y me saludó, no podía creerlo y no podía fallarle". El jugador contribuyó con dos triples en el último cuarto, el de la remontada de unos Lakers empeñados en llevarse este duelo de egos.

"Jugamos con mucha energía", señaló Brooks. "El coach me dijo antes del partido que jugara con confianza e hiciera mi juego y lo hice".

El banquillo de los Lakers brilló sobremanera y fueron ellos (Jordan Farmar, Brooks, Kazemore, Jordan Hill y Chris Kaman los que llevaron la batuta de la remontada en el último cuarto.

"Su banquillo estuvo muy conectado. Lo hicieron todo bien y a muy buen ritmo y no logramos frenarles. Los chicos nuevos (Benzemore y Brooks) nos aniquilaron. Creo que marcaron la diferencia en el juego. Lo hicieron estupendo y me quito el sombrero por ellos", declaró el coach de los Celtics, Brad Stevens.

Ni Celtics ni Lakers se juegan nada esta temporada, a pesar de ello, brindaron un gran espectáculo que supuso un digno elogio a eras pasadas que quién sabe si volverán.