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Largo camino por recorrer

ASHBURN -- Brandon Marshall lo notó de inmediato.

No era sólo que Russell Wilson fuera increíblemente rápido, o que fuera preciso o un tipo duro. Él era todas esas cosas, pero había más que eso.

"Él es un líder natural", declaró Marshall el año pasado después de que los Seattle Seahawks derrotaran a los Chicago Bears en apenas el partido N° 12 en la carrera de Wilson. "Lo escuché hablar. Observé cómo se comportaba, cómo se manera. Es un chico al que puedo ver y del que puedo aprender".

Si Marshall, un veterano de ocho campañas y cuatro veces seleccionado al Pro Bowl, pensó que podría aprender algo de Wilson, seguramente la estrella en ascenso, Robert Griffin III, podría hacer lo mismo.

Griffin también podría echar un vistazo a la manera en que Andrew Luck se comporta con los Indianapolis Colts. Esos serían dos excelentes modelos a seguir para Griffin.

Sin duda parece necesitar uno.

Hay una manera de ser líder en la NFL, y se requiere mucho más que ser el primero en llegar a trabajar todos los días y el último en irse. Se requiere más que poner el ejemplo en las prácticas, estudiar videos detenidamente o producir en los partidos.

Importa lo que uno dice. Importa cómo te comportas. Así es, en especial cuando eres el mariscal de campo franquicia.

Por alguna razón, Griffin no parece hacerlo de la manera en que lo hacen Wilson y Luck. Si Griffin lo hubiera hecho, no criticaría al cuerpo de asistentes de Washington o culparía sutilmente a sus compañeros por sus propios errores. Él ha hecho eso en repetidas ocasiones, como lo hizo después de la derrota más reciente de Washington ante los Philadelphia Eagles en la Semana 11.

Los líderes no hacen eso. Los líderes asumen la responsabilidad, incluso cuando podrían no merecen la culpa. Los líderes son responsables. Los líderes no desvían las críticas. Los líderes no traicionan a sus compañeros.

Los líderes tienen el respaldo de sus compañeros. Los líderes utilizan con frecuencia las palabras "Yo" y "Mí" en lugar de "ellos" o "suya". "Me equivoqué. Ese error fue mío. Tengo que hacer un mejor trabajo".

Los líderes no dicen que una jugada se rompió porque el receptor no regresó hacia el balón o la línea no protegió lo suficientemente bien.

Luck lo hace, es por eso que nunca lo escucharán hacer un comentario polémico acerca de su línea ofensiva, a pesar de que sea golpeado cada semana. Wilson lo hace, es por eso que nunca verán caer sus hombros, incluso después de que caiga al suelo.

Luck y Wilson son jugadores de equipo. Luck constantemente reconoce a los veteranos. Constantemente se denomina como sólo otro jugador de segundo año. Nunca critica a un compañero.

Desde el principio, el enfoque de Luck ha sido diametralmente opuesto al de Griffin. Luck ha sido la anticelebridad. Se ha negado a hacer comerciales de televisión en su año de novato porque sentía que necesitaba probarse primero. Incluso ahora, Luck promociona muy pocos productos. Ha dejado millones de dólares en la mesa, y su postura es todas las cosas buenas en el momento correcto. Quiere ganárselo primero.

Wilson es uno de los jugadores de 23 años más maduros que alguna vez verán. Es muy detallista, y en la preparación para los partidos sus compañeros cariñosamente le apodan el robot. Cada semana, ve videos y manda a sus receptores análisis detallados sobre lo que pueden esperar de los apoyadores y backs defensivos que enfrentarán esa semana.

Nunca escucharán a nadie cuestionar el liderazgo de Luck o Wilson. Nunca.

Tampoco verán nunca a Chuck Pagano o Pete Carroll tener que corregir algo que Luck o Wilson dijo de la manera en que Mike Shanahan tiene que hacer constantemente con Griffin, ya sea que hable sobre su rodilla o del juego del equipo. Cuando se trata del rendimiento de sus equipos, Luck y Wilson saben qué decir y, lo más importante, cómo decirlo. Griffin aparentemente no lo ha aprendido todavía.

Las palabras importan en la NFL. En verdad importan.

Es comprensible que Griffin se sienta facultado para decir lo que siente. Washington invirtió mucho para adquirirlo. Él es la franquicia. Es la segunda persona más poderosa en la organización detrás de Dan Snyder, propietario del equipo. Snyder puede encontrar otro entrenador. Lo que no puede encontrar es otro Griffin. Ha estado intentando durante más de una década.

Lo que Griffin realmente necesita hacer es poner las cosas en su lugar. Una vez que termine esta temporada, tiene que enfocarse completamente en el fútbol americano. No más comerciales. No más apariciones en entregas de premios. No más documentales. Habrá tiempo para eso después.

Griffin tiene que trabajar en su mecánica, aprender cómo convertirse en un mejor pasador, aprender cómo hacer sus progresiones y cómo atacar a las defensivas. Tiene que poner en primer lugar el fútbol americano, no el ser una celebridad.

Si necesita una guía, hay dos buenos ejemplos en su generación del draft. Porque parece que Luck y Wilson tienen todo resuelto.