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Honor a quien honor merece

Nadie ha hecho más con tan poco como Bill Belichick en los New England Patriots este año. USA TODAY Sports

BRISTOL -- El campo es amplio.

Al menos hay seis candidatos que merecen llevarse el premio de entrenador en jefe del año en la NFL. Ron Rivera guió a Carolina Panthers de un inicio de 1-3, y en donde hubo rumores acerca de su continuidad, a ganar 11 de los últimos 12 partidos para obtener el título de la División Sur de la NFC y el derecho a descansar en la primera semana de los playoffs. En su primer año con Kansas City Chiefs, Andy Reid cambió a un equipo con dos victorias la temporada anterior a uno capaz de obtener 11 triunfos y meterse a los playoffs con un nuevo mariscal de campo.

Como Reid lo hizo en Kansas City, Chip Kelly cambió la cultura en Philadelphia. Kelly instituyó una nueva ofensiva, cambió de mariscal de campo a la mitad de la temporada, logró que los jugadores adoptaran sus técnicas de entrenamiento y ganó la División Este de la NFC.

Pete Carroll tiene a Seattle Seahawks en un gran momento. Bruce Arians estuvo muy cerca de meter a Arizona Cardinals a los playoffs.

Sin embargo, cuando entregue mí voto a Associated Press este jueves, mi elección como entrenador en jefe del año será para Bill Belichick de los New England Patriots. Nadie ha hecho tanto con tan poco.

Vamos a aclarar esto primero. Sí, Belichick tiene a Tom Brady. Sí, Brady es uno de los mejores mariscales de campo en la historia. Brady hace mejores a todos los que le rodean. Él entiende el sistema. Sabe que hacer.

Pero fue Belichick quien descubrió a Brady. Él fue quien seleccionó a Brady. Él fue quien decidió tener a cuatro mariscales de campo en el año de novato de Brady, en lugar de mandarlo a la escuadra de prácticas, donde pudo haber sido tomado por otro equipo. Belichick fue quien desarrolló a Brady, quien le enseñó, quien creyó en él. Belichick fue quien tuvo la visión de creer que Brady llegaría a ser especial.

Así que no sólo porque los Patriots tengan a un futuro Salón de la Fama manejando la ofensiva se tiene que menospreciar el trabajo que Belichick ha hecho en esta u otras temporadas. Ha tenido 11 campañas consecutivas con doble dígito de victorias, incluyendo en la que Brady se lesionó la rodilla en el primer partido. Belichick es inteligente. Es más inteligente que cualquier otro. Es un hecho.

Belichick es rudo y desconfiado y le molesta de sobremanera hablar con los medios de comunicación. No es alguien cálido. El martes declinó a hacer comentarios sobre si los Patriots le habían dado permiso al coordinador ofensivo Josh McDaniels de hablar con los Cleveland Browns acerca del puesto de entrenador en jefe, pero insistió una y otra vez acerca de la valía de los equipos especiales de los Patriots. ¿Los vicios en las patadas de despeje? ¿A quién le importa eso?

A Belichick le importa.

Él se preocupa en todo momento por todo lo que tiene que ver con su equipo, desde Brady hasta el octavo jugador en la escuadra de prácticas. Belichick se fija en el tamaño, la velocidad y la inteligencia, y pone especial énfasis en la fortaleza mental.

Y estos Patriots son muy fuertes mentalmente. Tienen que serlo.

Todos los equipos tienen lesiones. Todos los equipos pierden jugadores claves. Algunos, como los Patriots, pueden manejarlo. Otros, como los Falcons, no son capaces de sobrellevarlo.

New England tuvo más que lesiones. Tuvieron que lidiar con un escándalo en junio, cuando el ala cerrada Aarón Hernández fue extraído de su casa esposado y acusado de asesinato. Ese fue un golpe que pudo haber echado por la borda la temporada de los Patriots inclusive antes que iniciara. Pero no fue así. Durante la temporada, el corazón de la defensiva de New England fue masacrado. Perdieron al tackle nariz Vince Wilfork todo el año, así como al apoyador Jerod Mayo y el tackle defensivo Tommy Kelly. Son grandes pérdidas en posiciones defensivas que Belichick valora mucho.

New England perdió a su única real amenaza de conseguir anotaciones cuando Rob Gronkowski sufrió una grave lesión en la rodilla. Y eso fue después de que Gronkowski se perdió los primeros seis juegos de la campaña cuando se estaba recuperando de cirugías a las que se sometió en la temporada baja. Los Patriots perdieron al tackle derecho Sebastian Vollmer por lesión. Belichick tomó a LeGarrete Blount, proveniente de Tampa Bay, en abril, y volvió a confiar en él en los inicios de diciembre cuando Stevan Ridley tuvo tres balones sueltos en el mismo número de partidos. El domingo ante los Bills, Blount se encargó de establecer una nueva marca de los Patriots en lo que a yardas totales en un partido se refiere y se convirtió en el tercer jugador en la historia de la NFL que obtiene 180 yardas por tierra y otras 100 en regresos de patada en un mismo partido.

Los Patriots siempre se mantuvieron en la pelea durante la temporada. No tuvieron un partido en el que fueran exhibidos.

Perdían contra los Broncos por 24 puntos y aún así fueron capaces de ganar el partido en tiempo extra después de que Belichick tomó la decisión de jugar con el viento a favor, y no de pedir la primera posesión. Caían con Cleveland por 12 puntos cuando restaban dos minutos por jugarse y fueron capaces de anotar, recuperar la patada corta y volver a anotar para robarse la victoria. Vencieron a New Orleans en parte porque Belichick puso a su esquinero Aqib Talib con marca personal sobre el ala cerrada Jimmy Graham. Fue el único juego en toda la temporada en el que Graham no tuvo una sola recepción.

Y los Patriots le propinaron a los campeones del Super Bowl, Baltimore Ravens, la peor derrota en casa en su historia.

A pesar de tener huecos en la ofensiva y la defensiva, los Patriots terminaron como la tercera mejor ofensiva en cuantos a puntos anotados y con la décima mejor defensiva, también en puntos anotados. Sus cuatro derrotas, las cuales fueron como visitantes, fueron por un promedio de 4.5 puntos. Ninguna derrota fue por más de siete puntos.

Con récord de 12-4, New England ganó el Este de la AFC. Otra vez. Obtuvieron descanso en la primera semana de los playoffs. De nueva ocasión. Y a pesar que es poco probable que lo obtenga, Belichick se ganó el premio a mejor entrenador en jefe del año. Una vez más.