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El otro mapa

Getty

BUENOS AIRES -- Ya revolucionaron Chile. Argentina sigue el mismo camino. Rafael Nadal y Novak Djokovic cierran a pura exhibición por Latinoamérica un 2013 que los vio polarizar como hace tiempo no ocurría el circuito ATP. Pero no es la primera vez que los dos mejores del mundo visitan estas tierras. Aquí, una breve reseña del rol que ha cumplido la región en el calendario profesional de cada uno, con marcas indelebles e incógnitas a futuro.

El caso de Nadal exhibe huellas conocidas: la primera, ineludible, la gira de 2005, que lo vio pasar por Buenos Aires, Costa do Sauipe y Acapulco. Rafa llegaba con solo 18 años y recién ingresando al Top 50, pero con el antecedente fresco de la final de Copa Davis ante Estados Unidos, donde tumbó al por entonces N°2 del mundo, Andy Roddick, para levantar la primera de sus cuatro ensaladeras.

Aquella primera parada, en Argentina, estuvo signada por las particularidades. La primera, en torno a su participación misma: el mallorquín no se había anotado a tiempo y necesitaba de una wild card, garantía que buscó gestionar su compatriota Carlos Moyá, máximo favorito y campeón de 2003. Pero no haría falta el convencimiento...

"Rafa le sumará mucho al torneo. Más que una promesa, ya es una realidad", se entusiasmaba Martín Jaite, siempre al frente del armado del ATP porteño. Y dejaba una frase cargada de profecía: "Hay que aprovecharlo ahora. Más adelante será muy difícil traerlo. Va a estar entre los mejores del mundo...".

Y Nadal, entonces, debutó oficialmente en la región: venció sin problemas a Agustín Calleri; luego a Potito Starace. En cuartos se topó con Gastón Gaudio, vigente campeón de Roland Garros, y protagonizó, una noche de viernes, una de las postales más recordadas del torneo de Buenos Aires desde su reinserción al calendario ATP.

Fue 0-6, 6-0 y 6-1 para Gaudio. Y el marcador también habla de lo que fue el partido. Una verdadera exhibición entre los dos mejores jugadores de polvo de ladrillo del momento; un anticipo del cambio de mando que se materializaría muy poco tiempo después, con Nadal ganando, ese mismo año, el primero de sus ocho Roland Garros.

Pero lo cierto es que hasta allí Nadal acumulaba un solo título sobre arcilla (Sopot 2004, su único, de hecho, a nivel ATP). Y el punto de inflexión para la tremenda seguidilla que vendría después lo conseguiría precisamente en la continuidad de la gira latinoamericana, ganando Costa do Sauipe y Acapulco de punta a punta.

"Desde ahí empecé a tener los éxitos en mi carrera", analizó en retrospectiva esta semana, ya de nuevo en Buenos Aires, mano a mano con SportsCenter. Pero por entonces su visión a gran escala era más modesta: "Me sirve para mi principal objetivo que es llegar en forma a Roland Garros. Quiero jugarlo por primera vez como cabeza de serie", decía. Lo que tomaría forma, meses más tarde, sería el propio imperio Nadal.

Pero aun con el empuje que le significó esa primera visita a la región, mucho tiempo debió pasar para volverlo a ver en cancha. En su calendario, Dubai pasó a concentrar esas semanas post Australia. Y fuera del margen oficial, la cosa tampoco cambiaba: la chance de volver a Argentina en el cierre de aquel inolvidable 2005 quedaba trunca; también el frustrado partido con Fernando González en Chile, hacia 2008, y lo mismo ocurría con la exhibición ante David Ferrer en México, tres años después.

Sosteniendo la bandera de la excepción aparece el caso de Colombia, que en 2011 pudo ver al español, no ya como promesa sino como gran campeón, y antes de lo que fue su reaparición oficial en la región esta temporada. Porque Nadal también volvió por los puntos...

Hizo falta que el hoy N°1 tuviera que empezar de cero, con un auténtico retorno a las fuentes y una readaptación casi estructural. Pero volvió. Y donde había explotado, renació: recuperó ritmo tras siete meses sin jugar y, una vez más, tomó impulso.

Viña del Mar fue un estallido. De medios, de fanáticos, de ansiedades. Allí regresó Nadal tras la lesión que lo marginaba desde Wimbledon 2012. Lo hizo en singles y dobles. En ambos cuadros llegó a la final. No pudo ganar ninguna. Una semana después, y con la caída ante Horacio Zeballos todavía a cuestas, se pudo coronar en San Pablo frente a David Nalbandian, en un partido que empezaba a mostrar al viejo Rafa. Y la historia, como en 2005, tuvo continuidad en Acapulco: el español se consagró sin ceder un set en toda la semana, y venciendo en la definición a Ferrer por un tremendo 6-0 y 6-2, en lo que fue la segunda final más breve del año ATP.

La devolución del público local para Nadal fue inmensa. Y el mismo jugador lo valoró en cada interacción que tuvo con la prensa. Cerrando la parábola 2013, lo volvió a vivir: por primera vez en Perú; por segunda ocasión en Chile; también segunda en Buenos Aires. Y habrá más: el español ya confirmó su presencia para el naciente ATP 500 de Río de Janeiro, en 2014. Y hasta le dejó la puerta abierta al ATP argentino. ¿Cambia su patrón de calendario?

Profundamente distinta es la relación que une a Latinoamérica con Djokovic. Y no es casual que de Nadal se hayan hilvanado diez párrafos y del serbio sobren las líneas. Es que los antecedentes del N°2 del mundo en la región, a nivel oficial, ofrecen una hoja en blanco. Hasta Roger Federer había participado de torneos juniors en México, Costa Rica y Venezuela. Djokovic, cero.

Las únicas muestras previas ofrecen exhibiciones en Colombia y Brasil. La primera, la que coestelarizó Nadal, en 2011, en Bogotá. Fue una excursión relámpago en marzo, en plena temporada ATP. Pero para Nole el esfuerzo valió la pena: "Fue muy corto y muy intenso. Tuve un largo viaje hasta allí y no pude dormir mucho, pero hicimos un montón de actividades y el partido en sí fue increíble, el mejor ambiente que me haya tocado vivir en una exhibición".

"No estaba al tanto de la popularidad que tenía el tenis en Colombia. Nos sentimos estrellas de rock, la verdad. Fue una experiencia espectacular y definitivamente voy a volver", agregaba el serbio. Por lo pronto, desde ese culto al cariño de la gente, esa prédica pública por el factor humano, Latinoamérica se ganó un espacio en su calendario: en 2012, tuvo lugar la citada excursión a Brasil, en una visita de tres días que incluyó un duelo de tenis con Guga Kuerten y hasta un partido de fútbol en el que participaron estrellas como Romario, Zico y Bebeto.

Y este año, su fantástico cierre invicto, con el título de las Finales ATP incluido, lo ve aterrizar por primera vez en Chile y en Argentina. Pero siempre con el rótulo "exhibición". ¿Habrá oportunidad de verlo por los puntos? Difícil que la gira de polvo de ladrillo lo absorba del torneo de Dubai, que disputa ininterrumpidamente desde 2007 y donde alguna vez le llegaron a otorgar una invitación a su hermano Marko. ¿Será Acapulco, tal vez, el escenario indicado, teniendo en cuenta el cambio de superficie? ¿O habrá que esperar hasta los Juegos de Río en 2016?

Por lo pronto, el N°1 y el N°2 del mundo están en nuestra tierra para seguir demostrando por qué componen la mayor rivalidad en la historia de este deporte. 39 veces estuvieron frente a frente; seis en 2013. Y fuera de programa la lista sigue. "Lo veo más que a mi mamá", sonreía Nole en Londres. En su momento pasó Colombia. El miércoles los disfrutó Chile. Hora de que vibre Argentina.