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La vida es sueño en Punta

Punta del Este -- Cada una de mis estadías por el Conrad se siente muy parecida. Como un sueño, corto, pero increíble.

Punta del Este es realmente una escala europea en el mapa latinoamericano, y el Conrad, un oasis en una región cada vez más empobrecida.

En este gigante ubicado en La Mansa, a orillas de la playa, lo normal es tener una billetera cargada de dólares, lista para invertir en un flamante casino que renovó máquinas, alfombra y vidriera y luce como un apartado de Las Vegas.

Famosos y celebridades del Sur caminan por el lobby en ojotas y hay tantas mujeres bellas que abruma el ojo de cualquier mortal de visita.

Los platos en Las Brisas, el restaurant del Casino que hace 13 años que no cierra, se pagan en dólares y todas las noches hay shows musicales y espectáculos que hacen divertir a los comensales.

El poker es una excusa más dentro de la amplia gama de opciones en el Conrad, pero es también una muestra de excesos impresionables para personas comunes que trabajan 8 horas todos los días.

Leo Fernández hace 14 recompras y gasta US$37.500 en una hora y media, a razón de US$2500 cada seis minutos, pero el amperímetro de su cuenta no parece moverse.

2 millones de dólares en premios se reparten en tres días y una montaña de billetes queda en las manos de Darío Perchik. Tampoco él parece sentir el peso de los US$711.500 que acaba de ganar, y como si fuera un vuelto más "regala" US$30.000 de propina a los dealers y supervisores.

El sueño se va apagando y llega la hora de volver a casa. El micro a Montevideo cuesta 10 dólares y el avión cruza el charco como licuadora, dejándome algo mareado en Aeroparque.

No hay nadie en migraciones para recibirnos en Buenos Aires y tenemos que esperar 15 minutos a que terminen de desayunar, ¡a las 11 de la mañana!

Apago mi despertador mental y vuelvo a la realidad. Habrá que esperar al próximo año para volver al Conrad.