MÉXICO -- Los Carolina Panthers viajan a casa de los Seattle Seahawks con la misión de ganar en uno de los estadios más complicados para visitantes en un intento por mantener su marca perfecta. Aquí están las tres tramas a seguir en el duelo:

Jimmy Graham
AP PhotoEs hora de que Graham haga algo más en Seattle

Cuestión de etiqueta. Seattle se desprendió de una selección de primera ronda y su centro de Pro Bowl, Max Unger, para adquirir al ala cerrada Jimmy Graham. Hasta ahora, el mejor pagado en su posición en la historia de la liga no ha respondido para los Seahawks. La realidad es que Seattle tampoco ha hecho el mejor esfuerzo para ayudarlo a rendir. Desde que estaba con los New Orleans Saints, Graham argumentaba que era más receptor abierto que ala cerrada, y Seattle lo está alineando pegado al tackle con mayor frecuencia de lo que hacía con su anterior equipo. Los Seahawks le están pidiendo que bloqueé más, y no solamente esto reduce sus oportunidades de jugadas grandes para el ataque aéreo, sino también lo expone, dado que es una de las partes débiles de su juego. Creo que ha llegado el momento de colocarlo en la ranura y aceptar definitivamente que no se trata de un ala cerrada nominal.

La mejor versión. En la campaña del 2015, hemos visto a mi juicio al mejor Cam Newton en lo que va de su carrera profesional. No solamente está mostrando un nivel individual que no le vimos antes, sino que lo está haciendo con menos armas que nunca a su alrededor. Me recuerda a aquella campaña en la que llevó a Auburn a ser el campeón universitario que inició la temporada ranqueado más bajo en el Top-25 en la historia de la NCAA. Si alguien siguió a Newton y Auburn esa temporada, saben de lo que hablo.

El orgullo del campeón. Seattle es bicampeón defensor de la NFC, pero no está jugando necesariamente como tal. La semana pasada, fue la defensiva la que quedó como mayor responsable por la derrota, gracias a que no pudieron sostener una ventaja ante los Cincinnati Bengals que en otra época, hubiera sido imposible de remontar. Un partido en casa ante un cuadro que llega con la etiqueta de invicto --aunado al regreso de Marshawn Lynch y todo lo que aporta, no solamente en términos de yardas-- puede ser el juego que saque a Seattle de su letargo, sobre todo si ganan convincentemente. Y es que nuevamente estamos ante la pregunta de si ganar produce la química de equipo, o la química de equipo es lo que te lleva a ganar. Creo que hoy Seattle encuentra su ritmo.

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MÉXICO -- Este lunes, los Cincinnati Bengals aprovecharon la reciente ola de extensiones contractuales para brindarle a su mariscal de campo Andy Dalton un alargue que lo vincula con el club hasta el 2020 a cambio de unos 96 millones de dólares, suma que puede ascender hasta los 116 millones mediante escaladores.

Este acuerdo suma seis temporadas a su contrato original de novato, el cual estaba por entrar a su última temporada en el 2014.

Mi primera reacción fue de sorpresa. Hace apenas cuatro días, los Dallas Cowboys otorgaron una extensión contractual a su tackle izquierdo Tyron Smith por ocho campañas y 110 millones de dólares. En el desierto, el esquinero Patrick Peterson recibió una extensión de 70 millones de dólares y cinco años cortesía de los Arizona Cardinals, hace cinco días. A mediados del mes pasado, los New Orleans Saints convirtieron a Jimmy Graham en el ala cerrada mejor pagado en la historia del deporte, a cambio de "apenas" 40 millones de dólares por cuatro campañas.

Tanto Smith como Peterson y Graham son jugadores que han sido elegidos All-Pro, y existen pocas dudas de que, pese a jugar posiciones distintas a la de Dalton --y distintas entre sí-- son mejores jugadores en el presente que el pasador de los Bengals. Por si fuera poco, se antoja que los tres todavía tienen mayor espacio para seguir creciendo, aunque definitivamente esta última aseveración se hace pisando el terreno de la especulación.

Lo que queda claro es el modo en que la NFL ha sobrevalorado financieramente la posición de mariscal de campo. Dalton ni siquiera es el mejor jugador en la ofensiva de Cincinnati --ese honor pertenece al receptor abierto A.J. Green--, pero ya es el décimo pasador mejor pagado de la NFL en cuanto a valor total de contrato, empatado con Peyton Manning de los Denver Broncos.

Andy Dalton
Getty ImagesLas expectativas se acaban de elevar al cielo para Dalton

En cuanto a salarios promedio anuales, Dalton se coloca ahora decimotercero en la NFL, empatado con el ala defensiva Mario Williams de los Buffalo Bills, y por arriba de figuras como el mariscal de campo Tom Brady de los New England Patriots y el corredor Adrian Peterson de los Minnesota Vikings. De los 12 jugadores con un salario anual mayor al de Dalton en este instante, únicamente los receptores abiertos Calvin Johnson de los Detroit Lions y Larry Fitzgerald de los Cardinals no son pasadores.

Sin embargo, lo que más llama la atención de ese listado es que de los diez mariscales de campo que lo encabezan, únicamente Matthew Stafford de los Lions gana más que Dalton sin conocer, lo mismo que el pasador de los Bengals, una victoria de postemporada. Eso constituye un riesgo mayúsculo para las franquicias de Detroit y Cincinnati.

Parte de ello se explica por la urgencia que sienten Lions y Bengals de acabar con la notoria falta de éxito de playoffs recientes. Detroit no ha ganado un partido en la postemporada desde 1991, cuando Barry Sanders era aún el rey de la manada, y Cincinnati no lo ha hecho desde 1990, cuando Anthony Muñoz todavía protegía el lado ciego de Boomer Esiason. Desde aquella última victoria de playoffs, los Lions acumulan siete derrotas consecutivas en playoffs, y los Bengals seis.

Yo no soy proponente de medir la calidad de un mariscal de campo de acuerdo al récord del equipo. Sin embargo, es indiscutible que para que una franquicia logre tener éxito en la postemporada, requiere de un buen líder en la posición de pasador, y Lions y Bengals están haciendo apuestas cuantiosas a que sus actuales mariscales de campo pueden desempeñar ese rol.

Está claro que en la NFL, se paga por la producción que está por venir, o que se cree está por venir, y no por la que fue. Prácticamente todos los contratos son una tirada de dados, y más si se trata de acuerdos de esta magnitud. Sin embargo, también creo que uno de los mejores indicadores de la potencial producción futura es la producción pasada, y ahí es donde me sorprende el tamaño del riesgo que han asumido Lions y Bengals para construir alrededor de Stafford y Dalton, respectivamente.

A eso debemos sumarle que Dalton jamás tuvo que pelear realmente su puesto titular en Cincinnati, ni ha tenido competencia seria por la titularidad desde entonces. A su llegada, Carson Palmer pidió salir y emigró a los Oakland Raiders. Las llaves de la nave ofensiva le fueron entregadas sin mayores obstáculos a Dalton en su año de novato, en el 2011. Los Bengals han optado por la certeza y estabilidad en la posición desde aquel momento, y el equipo nunca se ha atrevido a sumar a la plantilla a alguien que le amenace el puesto.

No estoy diciendo que Dalton jamás va a ganar un partido de playoffs, pero me parece que lo prudente por parte de los Bengals hubiera sido esperar hasta el término del 2014, su último año de contrato vigente, para evaluar la situación y determinar entonces si se extendería o no el acuerdo. Después de todo, no le veo nada de malo a que un jugador y su equipo cumplan totalmente con el pacto que él mismo aceptó años atrás. La apuesta en ese caso es que Dalton gozara de una temporada de destape, ganara el Super Bowl, y sus bonos se dispararan en un año, como sucedió con el caso Joe Flacco y los Baltimore Ravens.

Francamente, me parece que se trataba de un riesgo menor, y uno que felizmente debe asumir cualquier organización: pagar más después de la consecución de un título de Super Bowl. En otras palabras, esperar un año hubiera sido como lanzar una moneda al aire sabiendo que cayendo de cualquier lado, se gana. Si Dalton lidera a la franquicia a su primer título Trofeo Lombardi en el 2014, los Bengals no tendrán empacho en otorgar un contrato superior al que entregaron hoy, a un jugador probado en el escenario más grande. De no ser así, los Bengals hubieran tenido mayor palanca para negociar números favorables con Dalton, a sabiendas que en el draft se pueden conseguir pasadores a un precio ostensiblemente menor para los primeros tres años de carrera del jugador. En cambio para Dalton, otro año de fracaso en playoffs no le hubiera dado impulso suficiente de cara a la agencia libre como para exigir un cheque tan grande en Cincinnati.

Desde el punto de vista del jugador, también hay repercusiones serias. Dalton se ha comprado tiempo en Cincinnati, y ahora no salta al campo con la mente desviada hacia el siguiente contrato. No obstante, el precio es casi tan alto como la cifra en el documento que acaba de firmar. La presión sobre Dalton ahora se centra en el hecho de que el mariscal de campo debe justificar sobre el campo la decisión que tomó el equipo en las oficinas al entregarle un cheque tan grande. El dinero de su extensión contractual eleva exponencialmente las expectativas que hay respecto a su desempeño. Cualquier excusa que se pudiera esgrimir respecto a la relación entre su sueldo de 1.7 millones de dólares para el 2014 y su desempeño ha salido por la ventana. No es aceptable, de ninguna manera, que Dalton siga registrando un Total QBR de 18.1 en postemporada, como ha acumulado hasta ahora en sus tres apariciones. Desde las tribunas, los abucheos serán más sonoros con cada intercepción.

La estrategia de los Bengals en los años recientes ha sido clara: recompensar a los jugadores de núcleo antes que adquirir agentes libres del exterior. El acuerdo con Dalton sigue ese lineamiento, pero el dinero involucrado claramente se desvía de la tradicional noción de que los Bengals eran un club que no gastaba lo necesario para ser competitivo. Pero con el cambio crecen las expectativas. Si Dalton no se gana la recompensa que le ha sido entregada a priori, Cincy podría estar amarrado al menos unas tres temporadas más a un pesado lastre financiero en la posición más importante del juego.

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Jimmy GrahamAP PhotoJimmy Graham sigue derribando los viejos paradigmas acerca de la posición de ala cerrada en la NFL.

MÉXICO -- Algunos podrían considerar la decisión del mediador Stephen Burbank en el sentido de que Jimmy Graham debe ser considerado como ala cerrada y no como receptor abierto --para efectos de su designación de jugador franquicia por parte de los New Orleans Saints-- como un fracaso.

El resto de los alas cerradas de la NFL debe considerarlo como un triunfo importante.

Graham ha interpuesto un recurso en contra de la designación de Burbank, pero esa medida no posterga el plazo que existe para que, a más tardar el día martes 15 de julio a las 4 p.m. tiempo del Este, pueda llegar a un acuerdo por un contrato a largo plazo con su club, como el resto de los jugadores franquicia.

Según reportes, Graham está muy cerca de conseguir un contrato que lo convertiría en el ala cerrada mejor pagado en la historia de la NFL, no obstante se va a quedar todavía por abajo de lo que perciben los receptores abiertos de élite en la liga.

Observadores calculan que el valor estará cerca del justo medio entre lo que reciben actualmente los receptores abiertos mejor pagados y los alas cerradas mejor pagados de la liga, como una especie de compromiso entre los Saints y Graham.

Entonces, ¿cómo puede ser una victoria para la posición de ala cerrada?

Simple. Graham está en el proceso de elevar el techo salarial para todos los demás alas cerradas de la NFL, independientemente de qué porcentaje de jugadas ofensivas alinean pegados a los tackles ofensivos, qué porcentaje lo hagan abiertos en la ranura, qué porcentaje lo hagan en el backfield o en movimiento.

El nuevo convenio de Graham será la vara a partir de la cual se midan los contratos a los que aspiran los demás alas cerradas de primera línea que esperan un pacto nuevo, incluyendo a Vernon Davis, de los San Francisco 49ers, Julius Thomas de los Denver Broncos, Jordan Reed de los Washington Redskins, Jordan Cameron de los Cleveland Browns, entre otros. Eso sin mencionar a Charles Clay, de los Miami Dolphins, quien podría iniciar un proceso similar al de Graham para obtener la designación de ala cerrada, en lugar de fullback, en caso de que su equipo desee etiquetarlo como jugador franquicia.

Adicionalmente, el contrato de Graham no solamente beneficiará directamente a cualquier ala cerrada de primera línea que esté a la caza de un nuevo contrato en agencia libre, o de una extensión a su actual convenio. Los nuevos contratos para la posición que se aproximen a las cifras que supuestamente acordará Graham en las siguientes horas elevarán drásticamente el promedio de los mejor pagados en la posición, encareciendo sustancialmente la etiqueta de jugador franquicia para años futuros.

Y por si fuera poco, la naturaleza propia de las finanzas de la liga y la imparable inflación salarial significa que no pasará mucho tiempo antes de que otro ala cerrada iguale o supere el contrato de Graham, con Davis alzándose como un candidato genuino.

La posición de ala cerrada, que ha disfrutado una especie de renacimiento a partir de mediados de la década pasada cuando hace 20 años algunos pronosticaban su extinción, será valorada monetariamente de un modo que mejor refleja cuán valorada ha sido en el campo para diversas franquicias.

En lo individual, Graham quizás no va a conseguir todo el dinero que anhelaba. Sin embargo, habría conseguido algo más importante. Después de haber hecho su aporte para una revolución en la posición dentro del emparrillado, ahora está a un paso de poner el primer pilar financiero para una revolución de la posición fuera de él.

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