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Hewitt, el que siempre está

Hewitt y la Davis: una relación de prioridades Getty Images

VARSOVIA -- Enero de 2001. Abierto de Australia. Un joven Lleyton Hewitt habla en conferencia tras ceder en tercera ronda ante Carlos Moyá. Explica que no tenía puestas demasiadas expectativas en el certamen a causa de unos recurrentes problemas respiratorios y revela: "Algunas semanas atrás, antes de la final de la Davis, estaba tan mal que Darren [Cahill, su coach de entonces] me sentó y me dijo: 'Probablemente vas a tener que perderte una de estas competencias [la Davis o el Australian Open]. ¿Cuál va a ser?'. Me jugué mis chances en la Copa, pero por suerte también pude estar aquí, así que eso me deja contento". "¿Te habías preparado para dejar pasar este torneo?", se sorprende un periodista. "Sí, la Davis siempre es prioridad".

La anécdota es apenas una pieza de esta historia, que en el repechaje ante Polonia escribirá otra página importante; pero de entrada revela de qué está hecho el ADN Hewitt. Es un jugador que ha sabido cultivar amores y odios, incluso dentro de su país; pero en torno al universo Davis, cualquier signo de soberbia o rebeldía que lo haya acompañado en su carrera muta en pasión y compromiso.

Lo respaldan los números: desde su primera serie, en 1999, Hewitt jugó la Davis todos los años. 15 consecutivos. Disputó 35 de las últimas 40 eliminatorias. Y con notables resultados, más allá del descenso de 2007 que hasta hoy mantiene al equipo fuera del Grupo Mundial: dos títulos, otras dos finales, un récord acumulado de 53 victorias y 16 derrotas y una extensa lista de triunfos destacados.

Como el de su debut, nada menos, de visitante y ante Todd Martin, cuando el australiano tenía recién 18 años y el estadounidense era N°8 del mundo. O el conseguido meses más tarde, frente al ruso Yevgeny Kafelnikov, por entonces N°2 de la ATP. Aquella explosión de Hewitt en 1999 lo ponía, en definitiva, a los ojos del mundo; y todo se agigantaba cuando el equipo que capitaneaba John Newcombe se alzaba con la ensaladera. Años después llegarían éxitos contra Gustavo Kuerten o el propio Roger Federer.

Pero a Hewitt también lo avala el archivo. Es que aun en sus mejores años y en plena batalla por el N°1, el australiano siempre puso a la Davis al lugar de un Grand Slam. Aunque hasta en la asimilación supo marcar diferencias: "Jugar por tu país es el mayor honor que puede haber.
Que el tablero diga "Australia"; que en vez de decir "Game, Hewitt" el umpire diga "Game, Australia". Toda una nación está detrás de ti. Es una sensación muy especial. Pero hay que saber llevar esa presión y manejar esa expectativa. Porque suelen hacer que una serie te termine desgastando menos física que mentalmente".

Hewitt fue top ten de manera ininterrumpida entre junio de 2000 y octubre de 2003. En el medio, llegó al N°1, ganó el US Open (2001) y Wimbledon (2002). Y Australia jugó 10 eliminatorias de Copa Davis. Lleyton solo faltó a una. Y por fuerza mayor, ya que las secuelas de un cuadro de varicela le impidieron viajar a Argentina en abril de 2002.

Ese contexto desestigmatiza la imagen del "top" que privilegia el circuito por sobre lo que puede llegar a demandar el calendario Davis. Casos para ilustrar habrá en ambos extremos, claro. Pero Hewitt siempre tuvo las cosas bien definidas: "Jugar la Davis significa mucho para mí. El espíritu de equipo y la actitud positiva que tiene siempre me ayudó; incluso cuando era sparring o quinto hombre. Es una atmósfera que te hace mejorar".

Ahora, 15 años después y "renovado" tras su gran US Open, Hewitt asume otro rol. Y los nombres parecen ir pasando la posta. Como capitán aparece Patrick Rafter, a quien más de una vez bautizara como un "hermano mayor"; incluso, claro, dentro del equipo de Copa Davis. Hoy él debe cumplir esa parte con el "joven rebelde" de turno: el talentoso e indescifrable Bernard Tomic. "Creo que es un buen lugar para estar en este momento de mi carrera -reflexionó Lleyton al respecto-. Tenemos jugadores con poca experiencia y desde donde me toca trato de inculcar una convicción colectiva y hacer notar lo que el equipo puede dar".

Ante Polonia (finalmente sin Jerzy Janowicz), Hewitt y compañía tendrán una nueva oportunidad de devolver a Australia al Grupo Mundial después de seis años, algo impensado para la historia tenística del país, ganador de la ensaladera en 28 ocasiones. Pese a ser el tercer singlista en cuanto a ranking, Rafter confirmó al ex N°1 para los tres puntos, con el recuerdo fresco de su destacado recorrido en Nueva York (estuvo a dos tantos de llegar a cuartos). ¿Será el impulso para volver a la elite? Como sea, Australia y la Davis volverán a encontrarse. Y Hewitt, una vez más, dirá presente.