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Otro revés para el tenis argentino

BUENOS AIRES (ESPNdeportes.com) -- Otro caso de dóping sacude al tenis mundial, y en particular al tenis argentino, con la noticia de la suspensión de Mariano Puerta por ocho años después de dar positivo en la final de Roland Garros.

Ante estos casos, uno puede imaginar muchas cosas y elaborar distintas teorías, pero la realidad es que solamente Puerta, y quizás su círculo más íntimo, saben exactamente qué sucedió. Entonces, ante la falta de evidencia para probar que hubo voluntad de doparse y de sacar ventaja, no queda otra que creer en la versión del afectado.

Aunque al mismo tiempo, los procedimientos de la Federación Internacional de Tenis parecen haber sido respetados: la sustancia prohibida (etilefrina) apareció en ambas pruebas y en ese caso, por más atenuantes que haya, el único camino es la sanción. La misma FIT admite que la versión de Puerta es verosímil, pero que no es común que las cosas sucedan tal como las relata el tenista.

Cabe aclarar que fue la FIT y no la ATP la que intervino porque el caso de dóping se produjo en un torneo de Grand Slam, y los cuatro grandes están regidos por la Federación. No es un detalle menor para entender por qué hubo nula información oficial antes de conocerse el veredicto: la ATP, más acostumbrada a lidiar con estas situaciones, en este caso no podía emitir ni información ni opinión. Lamentablemente, la consecuencia fue que hasta el momento de conocerse la sanción,
solamente hubo rumores y versiones, en general improvisadas e imprudentes.

Por otro lado, la repetición de casos de dóping no puede tener otro efecto que ser un golpe durísimo para el tenis argentino. Todo lo hecho y lo que vendrá de aquí en más estará puesto bajo un manto de dudas, y es muy difícil encontrar argumentos para rebatir esa postura.

Pero un caso tan complejo lo mejor es mejor ir por partes.

¿DECISION CONSCIENTE O IMPRUDENCIA?

Hay varios factores que me hacen pensar que no hubo intencionalidad de parte de Puerta.

La primera disyuntiva ante la que uno se encuentra cuando se comprueba un caso de dóping es la siguiente: ¿hubo detrás del deportista una estructura farmacológica o simplemente fue víctima de la imprudencia o de la fatalidad?

En el caso de Puerta, y me atrevo a decir del tenis argentino en su conjunto, está claro que esa estructura no existe. Estamos hablando de la Argentina, en la que no hay ni mentalidad ni dinero como para que exista un dopaje sistemático al estilo BALCO.

Otro punto importante para descartar que haya habido de parte de Puerta una voluntad clara de sacar ventaja, es que todos los tenistas saben que en Roland Garros, tarde o temprano, se testeará a los 128 jugadores que integran el cuadro principal. Entonces, tomar algo prohibido es una locura.

Si a eso le sumamos que Puerta traía como antecedente la sanción por clenbuterol del 2003, estaríamos hablando de lo más parecido a un suicidio deportivo.

¿LIBRE DE CULPA?

Pero descartar la opción de la intencionalidad y la premeditación no libera de culpa al jugador. Cualquier deportista profesional es responsable de lo que tiene dentro de su cuerpo.

Los tenistas en especial lo saben: ya ha habido casos de positivos por consumir productos de venta libre, que incluían sustancias prohibidas sin que estas aparecieran en el prospecto médico.

Los jugadores saben también que llevan las de perder: aún en los casos en los que un médico reconociera que les administró una sustancia equivocada, eso solamente serviría de atenuante para reducirles la pena, pero no para evadir el castigo.

En ese sentido, se podría hablar de que el sistema desprotege al jugador. Pero esas son las reglas, los jugadores las conocen y saben que deben respetarlas. En todo caso, la respuesta de parte de los tenistas no debería ser otra que extremar las precauciones.

Puerta sabe del asunto: en el 2003 recibió una suspensión relativamente benigna, de nueve meses, al haber demostrado que la sustancia que apareció en su cuerpo, clenbuterol, estaba presente en el medicamento que tomaba contra el asma. Pero ya en ese caso hubo una dosis de negligencia, ya que el jugador no declaró de antemano haber consumido ese remedio.

Y ese es un punto clave en toda esta historia: todas las explicaciones son válidas y creíbles, pero a la hora de la verdad, no hay excusa que evite una sanción. Ellos son profesionales, que ganan mucho dinero por lo que hacen, y en última instancia, nadie más que ellos son responsables por su carrera.

SUFRE TODO EL TENIS ARGENTINO
Conozco a los jugadores que forman esta camada del tenis argentino y creo tanto en su manera de ser y de trabajar como en las explicaciones que dan. Pero aun entendiendo y conociendo, resulta difícil debatir con quien quiera, de mala voluntad, acusar al tenis argentino, ante tantas imprudencias y negligencias, que hace que haya demasiadas las explicaciones que hay que dar.

Y lo peor es que el efecto colateral de esta sucesión de casos es que pasa a un lugar secundario todo lo positivo que se hizo y hace para que el tenis argentino esté en el lugar que ocupa. Lo que hacen los jugadores tanto en la cancha como en los entrenamientos, los profesores y sus escuelitas, en definitiva, todo el trabajo de un grupo enorme de gente queda puesto en duda y desvalorizado.

Será difícil para cualquier tenista argentino que consiga buenos resultados en el 2006 escapar a las sospechas que inmediatamente caerán sobre él y sobre sus logros. Y si los resultados no fueran favorables, también se escuchará decir que eso sucedió porque todos los logros anteriores fueron "artificiales".

Como puede verse, una situación complicada en la que todos los escenarios parecen negativos para el tenis argentino. Que haya una definitiva toma de conciencia y que de una vez por todas el profesionalismo sea la norma y no la excepción, será el gran desafío para el año próximo y seguramente para muchos años por venir.