“No se vaya nadie, señores, que esto se pone bueno”, diría el inmortal Buck Canel.

Los superfavoritos Houston Astros la tienen cuesta arriba ante unos Washington Nationals inspirados que se han burlado de pronósticos y apuestas.

Nadie, ni el más entusiasta seguidor de los Nacionales o el más pesimista fanático de los Astros, vio venir lo que aconteció durante los dos primeros partidos de la Serie Mundial en el Minute Maid Park de Houston.

El objetivo más realista de Washington, como siempre pasa en estos casos, era arrancarle un triunfo al rival para viajar con empate cuando las acciones se trasladasen a la capital.

Pero barrer en los dos choques como visitante y en uno de ellos de una manera tan contundente, se salió de todo presupuesto, sobre todo, porque enfrente tendrían a los dos candidatos al premio Cy Young de la Liga Americana.

Getty ImagesJustin Verlander sigue en deuda con los clásicos de octubre, en los que ahora exhibe un récord de 0-5 en seis aperturas, con 5.73 de efectividad.

Por la teoría de las probabilidades, a Gerrit Cole ya le tocaba perder, después de una racha de 19 triunfos en forma consecutiva.

Pero por esa misma teoría, ya era hora de que Justin Verlander ganara un juego en Serie Mundial, después de cuatro derrotas anteriores.

Sin embargo, la teoría no siempre se convierte en práctica. Cole perdió y Verlander sigue en deuda con los clásicos de octubre, en los que ahora exhibe un récord de 0-5 en seis aperturas, con 5.73 de efectividad.

Seguimos con la teoría de las probabilidades, porque eso es a lo que más pueden aferrarse ahora mismo los Astros, heridos de gravedad y obligados a jugar casi de manera perfecta.

Zack Greinke, abridor del tercer partido, ha tenido una postemporada para el olvido, con tres aperturas en las que ha permitido 15 hits y diez carreras limpias en 14 entradas, para una efectividad de 6.43.

Esos números no se corresponden con su calidad. Estamos hablando de un ganador de más de 200 juegos en su carrera, con un promedio de 3.35.

Entonces, parece que le tocaría ya dar el salto adelante y jugar a su verdadero nivel, justo cuando su equipo más lo necesita.

Y volvemos a las probabilidades. El venezolano Anibal Sánchez, un buen lanzador que no ha gozado nunca del estatus de superestrella, está inmerso en una postemporada de lujo.

En dos salidas ha trabajado 12.1 episodios y solamente ha aceptado una limpia y cuatro imparables, con 14 ponches y una efectividad minúscula de 0.71, números mucho mejores que su nivel real.

Entonces, ¿le correspondería fallar ya?

Esa es la teoría. En la práctica, los Nacionales han demostrado tener otras intenciones.

Remontar la serie después de un 0-2 inicial y hacerlo en territorio enemigo es difícil, pero no imposible.

Ya lo hicieron los New York Yankees de 1996, que perdieron los dos primeros encuentros en la Gran Manzana ante los Atlanta Braves y luego ganaron cuatro seguidos, tres de ellos como visitantes, para coronarse campeones.

Por supuesto que hay intangibles que no se miden en cifras. Hay jugadores promedio que se crecen en momentos definitorios, mientras que la vida está llena de casos de peloteros con carreras de Salón de la Fama que se achican y hasta se multiplican por cero.

¿Alguien dijo Clayton Kershaw?

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El dominicano Fernando Rodney es un sobreviviente del beisbol, capaz de reinventarse año tras año para seguir lanzando flechas al cielo.

Cuando salió a la lomita del Minute Maid Park en el segundo juego de la Serie Mundial, Rodney logró una rareza histórica: estar presente en todas las instancias de la Postemporada para equipos de ambas ligas.

Sólo el zurdo Jon Lester había estado presente en todos los niveles de Playoffs, desde juegos de comodines hasta clásicos de otoño, con novenas de los dos circuitos., pero mientras Lester lo ha hecho con sólo dos equipos, los Boston Red Sox en la Liga Americana y los Chicago Cubs en la Nacional.

Getty Images/ElsaSi algo ha distinguido al pitcher dominicado Fernando Rodney es la perseverancia y la calidad que le ha permitido estar en varias Postemporadas.

El quisqueyano de 42 años y 17 temporadas en las Mayores lo ha conseguido con varios uniformes, pues ha pasado por 11 franquicias desde que debutó en 2002 con los Detroit Tigers.

Estuvo con los Tigers en la Serie Divisional de 2006, la Serie de Campeonato de la Liga Americana y el Clásico de Otoño, mientras que en 2013, con los Tampa Bay Rays, participó en el Juego de Comodines del joven circuito.

En 2015 pasó a los Cubs y con ellos estuvo en el partido de comodines, serie divisional y Serie de Campeonato de la Liga Nacional. Sólo le faltaba lanzar con un equipo del viejo circuito en la Serie Mundial, lo cual consiguió el miércoles con los Washington Nationals en el Juego 2 ante los Houston Astros.

Además, Rodney se convirtió en el lanzador más viejo en actuar en una Serie Mundial desde Joe Niekro en 1987. En total ha estado presente en 11 series diferentes de Postemporada con seis equipos distintos, pues además de Tigers, Rays, Cubs y Nationals, ha participado en Playoffs con los Arizona Diamondbacks y los Oakland Athletics.

Para añadir más lustre a su carrera, Rodney estuvo también en una final del Clásico Mundial de Beisbol, en la que República Dominicana se coronó en 2013.

Luego de la victoria de Washington en Juego 2 sobre los Astros, el veterano relevista necesita dos triunfos más de su equipo para conseguir lo único que le ha sido esquivo después de tantas flechas lanzadas hacia el cielo, su distintiva señal cuando salva los partidos: un anillo de campeón de Serie Mundial.

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Si los Washington Nationals logran coronarse contra la mayoría de los pronósticos en esta Serie Mundial ante los superfavoritos Houston Astros, el dominicano Juan Soto podrá finalmente celebrar con champán, cerveza, ron Barceló o mamajuana.

Para cuando eso pase, sea en el mínimo de cuatro juegos o el máximo de siete, Soto ya habrá cumplido los 21 años, edad legal para beber alcohol en Estados Unidos.

Por ahora, con 20 años y 363 días de edad, acudió a su cita con la historia y respondió como un consagrado.

El jardinero izquierdo de los Nationals se convirtió apenas en el tercer pelotero menor de 21 años en aparecer como cuarto bate de la alineación en un partido de clásico de octubre, uniendo su nombre nada menos que al legendario Ty Cobb y al futuro miembro del Salón de la Fama, Miguel Cabrera.

Como si no se conformara con eso, fue el cuarto pelotero más joven en conectar un cuadrangular en una Serie Mundial y el de menor edad desde que Cabrera le botó la pelota a Roger Clemens en el 2003.

¿Los otros dos? Andruw Jones, en 1996, con 19 años, y un tal Mickey Mantle, con 20, en 1952.

Juan Soto celebra triunfo (Washington Nationals)
AP Photo/David J. Phillip

Soto no sólo bateó un cuadrangular solitario que sirvió para empatar el juego 2-2 en el cuarto inning, sino que añadió un doblete remolcador de dos carreras que a la postre resultaron las decisivas del encuentro.

También sumó un sencillo y solamente le faltó el triple para completar el ciclo, algo que nadie ha hecho jamás en la historia de las Series Mundiales.

Sobre el jonrón que le bateó a Gerrit Cole, un apunte que ilustra la capacidad del jovencito para hacer ajustes de turno en turno, como si se tratara de un experimentado veterano.

En su primera visita al plato, Cole lo ponchó con tres rectas en la parte alta de la zona de strikes, con velocidades entre 96 y 98 millas por hora.

En su segunda oportunidad, con un envío similar, le depositó la pelota sobre las cercas entre el left-center, para silenciar el Minute Maid Park.

Por cierto, su biangular remolcador de dos en el quinto frente a Cole fue también hacia la banda izquierda, otra muestra más de su extraordinaria capacidad para usar todo el terreno para su beneficio en estos tiempos de formaciones especiales y sabermetría.

FIN DE UNA RACHA

¡Qué mal momento encontró Gerrit Cole para poner fin a su racha de decisiones victoriosas consecutivas!

Fueron 19 triunfos en fila en 24 aperturas sin conocer la derrota desde el 22 de mayo, cuando fue castigado por los Chicago White Sox con seis limpias y siete cohetes en cinco entradas.

Ya en su salida anterior frente a los New York Yankees en la Serie de Campeonato de la Liga Americana mostró señales de que la seguidilla podía acabar de un momento a otro, al regalar cinco bases por bolas, algo que no había hecho en todo el año, además de ponchar “sólo” a siete bateadores, luego de una cadena de 11 partidos con diez o más abanicados.

Aun así, se las agenció para tirar siete entradas en blanco y agenciarse el éxito, aunque se dejó ver las costuras y exhibió, si se le puede llamar así, signos de flaqueza.

Y es que así es el béisbol, un deporte que se basa como ningún otro en la teoría de las probabilidades.

Sencillamente le tocaba, aunque a los seguidores de los Astros les duela el hecho de que haya sido justo en la Serie Mundial, a las puertas de la suprema gloria.

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Los Houston Astros son los grandes, grandísimos favoritos, para ganar la Serie Mundial que comienza este martes.

Nunca antes desde el 2007 un equipo salió tan favorecido en las apuestas de Las Vegas como estos Astros, campeones en 2017, que enfrentarán a los Washington Nationals, primerizos en clásicos de octubre.

Pero no será la mayor experiencia de unos y la menor de otros lo que incline la balanza.

El prolongado descanso que ha tenido Washington desde que barrió a los Cardenales en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional podría pasarle factura, si nos dejamos llevar por la historia reciente.

Tanto reposo enfría a los equipos, mientras que los Astros llegan con el flujo de adrenalina que les dejó la reciente Serie de Campeonato de la Liga Americana ante los New York Yankees.

Es algo que no se mide en cifras. Es un intangible que nadie puede negar. Es más fácil extender la energía de la serie previa, que retomar las cosas y arrancar prácticamente de cero nuevamente para tratar de construir un nuevo momentum.

Getty ImagesEl prolongado descanso que ha tenido Washington desde que barrió a los Cardenales en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional podría pasarle factura, si nos dejamos llevar por la historia reciente.

En años recientes, cuando un equipo llegó a la Serie Mundial con barrida en su etapa anterior y su rival tuvo que ir a seis o siete juegos, el que más descansó salió siempre por la puerta estrecha.

En el 2006, aquellos Detroit Tigers limpiaron en cuatro juegos a los Oakland Athletics para coronarse campeones en el joven circuito, mientras St. Louis tuvo que batallar por siete partidos ante los New York Mets en la Nacional.

Pero los Cardenales le pasaron por encima a Detroit 4-1 en la Serie Mundial.

Un año después, los Colorado Rockies llegaron a su hasta ahora único clásico de octubre por barrida sobre los Arizona Diamondbacks, pero fueron liquidados 4-0 por los Boston Red Sox, que tuvieron que sudar para vencer a los Indios en siete desafíos en la fase previa.

En el 2012, los Tigres, con Max Scherzer, Justin Verlander y Aníbal Sánchez aplastaron 4-0 a los New York Yankees en la ALCS, pero por igual vía cayeron en la Serie Mundial ante los San Francisco Giants, que tuvieron que ir al máximo de siete partidos con los Cardenales en la NLCS.

El último equipo que barrió en una Serie de campeonato de liga para luego ganar la Serie Mundial fue Atlanta Braves en 1995. En esa ocasión, tuvieron que esperar una semana después de vencer a los Cardenales para comenzar la Serie Mundial frente a los Indians.

Los lanzadores abridores están habituados a trabajar cada cuatro o cinco días, no más.

Scherzer, abridor del primer partido por los Nacionales, no lanza desde el sábado 12 de octubre, así que volverá a la lomita con diez días de inacción

Stephen Strasburg, quien lo hará el miércoles en el segundo partido, lanzó por última vez en lunes 14 y llegará con nueve jornadas de asueto.

Patrick Corbin, abrirá el tercer juego el viernes 25, también con diez días libres desde que ganó el día 15 el cuarto partido de la NLCS.

Y Aníbal Sanchez ni hablar. El sábado 26, cuando tome el montículo para el cuarto choque de la Serie Mundial, habrán pasado 15 días de su última actuación.

También les pasa a los bateadores, que pierden el ritmo que da el juego diario, independientemente de que hayan continuado entrenando con la ilusión de levantar el trofeo de campeón.

Sin embargo, estos Nacionales han ido contra la lógica y la historia en esta postemporada y tras tumbar en el camino a los Milwaukee Brewers, a Los Angeles Dodgers y los Cardenales, quién sabe si son capaces de seguir ese mismo paso hasta completar el trabajo.

Experiencia en ambos lados

Para Houston será su segunda Serie Mundial en tres años y más o menos con el mismo núcleo que ganó en el 2017: Yuli Gurriel (1B), José Altuve (2B), Alex Bregman (3B), Carlos Correa (SS), George Springer (CF) y Josh Reddick (RF), más el jardinero de reserva Jake Marisnick y Justin Verlander.

De los Nacionales, los únicos que han jugado en esta instancia son los serpentineros Fernando Rodney, Max Scherzer y Aníbal Sanchez, el primera base Matt Adams y el cátcher Yan Gomes.

El dominicano Rodney lo hizo con los Detroit Tigers en el 2006, mientras que Scherzer y el venezolano Sánchez estuvieron con el mismo equipo, pero en el 2012.

Adams participó un año después con los St. Louis Cardinals y el brasileño Gomes jugó con los Cleveland Indians en el clásico otoñal del 2016.

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Joe Maddon no tuvo ni siquiera tiempo de solicitar los beneficios por desempleo.

A los 17 días desde que los Chicago Cubs anunciaran que no le renovarían su contrato como manager, Maddon encontró trabajo para dirigir a Los Angeles Angels por las próximas tres temporadas.

Para el veterano estratega de 65 años, se trata de un regreso a sus orígenes.

Fue con los entonces Angelinos de California que firmó como agente libre en 1975, pero nunca avanzó más allá de Clase A como catcher y en 1979 pasó a formar parte del equipo de cazatalentos de la franquicia.

Fue en esa misma organización donde recibió la primera oportunidad para dirigir en las Menores, desde la Rookie League hasta la AA, mientras que en 1994 pasó a formar parte del staff de coaches del equipo de Grandes Ligas hasta el 2005.

Un año después debutaba como dirigente al máximo nivel al frente de los Tampa Bay Devil Rays y en el 2008 los llevaba a su única Serie Mundial, que perdieron ante los Philadelphia Phillies.

En el 2015 pasó a los Cachorros y lo demás es historia. En Chicago consiguió lo que no lograron otros 51 managers en 108 temporadas: ganar el clásico de octubre.

Sin embargo, en estos Angelinos, Maddon no encontrará una plantilla similar a las que tuvo en Tampa o Chicago, llenas de prospectos a los cuales moldear a su gusto.

Daniel Clark-USA TODAY SportsJoe Maddon hereda un equipo con poco talento joven, pero con un dueño dispuesto a gastar en agentes libres.
Mientras que en los Rays tenía a jóvenes talentosos como David Price, Matt Garza, James Shields, Evan Longoria, Ben Zobrist, Carl Crawford o Scott Kazmir, en los Cachorros pasaron por sus manos Kris Bryant, Javier Báez, Anthony Rizzo, Willson Contreras, Kyle Hendricks y Addison Russell.

Eran equipos con tres características principales: juventud, atleticismo para que muchos de ellos puedan jugar varias posiciones y buen pitcheo.

En Los Angeles encontrará veteranos más que establecidos, encabezados por dos futuros miembros del Salón de la Fama, Albert Pujols y Mike Trout, el campocorto Andrelton Simmons y el jardinero Justin Upton, mientras que el departamento de los lanzadores es de los más mediocres de todo el béisbol.

A menos que el dueño Arte Moreno, un gastador de dinero a manos llenas sin mucho sentido común, se decida a pescar en la agencia libre un par de buenos brazos, léase Gerrit Cole, Hyun Jin-Ryu o Madison Bumgarner, será poco o nada lo que pueda conseguir Maddon en su nuevo empleo.

Estratega cuestionable, a pesar de su corona en la Serie Mundial del 2016, será divertido ver si se le ocurren disparates tales como poner a Pujols de primer bate o mueve a Trout por todos los turnos de la alineación, según su estado de ánimo diario, tal como hacía en Chicago.

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Este miércoles no habrá juego en el Bronx.

Los meteorólogos pronostican un 100 por ciento de probabilidades de lluvia durante toda la noche para la Gran Manzana. No 80, no 90...¡100 por ciento! El agua cae sí o sí, lo cual obligó a posponer el cuarto juego de la Serie de Campeonato de la Liga Americana, en la que los Houston Astros llevan ventaja de 2-1 sobre los New York Yankees.

En ese caso, los partidos 4 y 5 se van a disputar jueves y viernes en el Yankee Stadium y de ser necesarios, los encuentros 6 y 7 serían en el Minute Maid Park de Houston, sábado y domingo.

¿A cuál de los dos equipos beneficiaría más la suspensión por lluvia de este miércoles?

Tanto Aaron Boone, manager de los Yankees, como A.J. Hinch, de los Astros, habían anunciado que para el cuarto juego apelarían a un opener y el resto del bullpen.

En ese sentido, la ventaja parecería inclinarse a favor de los neoyorquinos, que cuentan con el mejor cuerpo de relevistas de todo el béisbol.

Sin embargo, los apagafuegos de Nueva York han tenido demasiado esfuerzo, con 15 entradas y dos tercios de trabajo, luego de que los abridores de James Paxton y Luis Severino apenas pudieran mantenerse sobre la lomita 2.1 y 4.1 episodios, respectivamente.

Pero ese día extra de descanso a causa de la lluvia le permitiría a ambos dirigentes echar mano a sus abridores del primer partido, Masahiro Tanaka y Zack Greinke, con su debido reposo.

En ese caso y teniendo en cuenta lo que hicieron en esa primera vez, la situación favorecería a los Yankees, pues Tanaka fue en extremo dominante y en los seis capítulos que trabajó, apenas realizó 68 lanzamientos y redujo a un solo hit el gasto ofensivo de sus rivales.

Greinke, por su parte, no ha podido hacerse justicia en esta postemporada, pues tanto frente a los Tampa Bay Rays en la serie divisional, como ante los Yankees en esta ALCS, ha sido sacudido con un total de nueve limpias y 12 hits en 9.2 entradas, para una efectividad de 8.38.

De paso, el bullpen de Nueva York recibiría también un merecido descanso, que igualmente beneficiaría al de Houston, cuyos relevistas apenas han tenido que trabajar ocho entradas en toda la serie.

Asimismo, el crucial quinto partido estaría reservado para Paxton en casa, donde ha sido mucho más efectivo que en la carretera.

En el Yankee Stadium, el zurdo canadiense tuvo en la campaña regular 15 aperturas, en las que dejó récord de 7-3, con promedio de 3.55, mientras que como visitante lo hizo para 8-3 y 4.33 en 14 salidas.

Su rival, Justin Verlander, no tiene mucha diferencia entre lanzar en casa o fuera de ella. De hecho, lo hizo mejor como visitador, con 11-2 en 17 juegos (2.82), mientras que en la misma cantidad de partidos en Houston tuvo balance de 10-4, aunque con mejor efectividad de 2.34.

Otra ventaja que podrían tener los Yankees con una eventual suspensión por lluvia es que Giancarlo Stanton consiga recuperarse para volver a la alineación, ya sea como jardinero izquierdo o como bateador designado.

Boone está obligado a mover la alineación, olvidarse de los nombres y apelar a los hombres, si no quiere que la serie se le vaya de las manos.

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Me extraña que en estos tiempos de tanta analítica, el manager de los New York Yankees, Aaron Boone, no haya revisado el historial de Edwin Encarnación en postemporadas antes de armar su alineación.

Encarnación, uno de los bateadores más poderosos de todas las Grandes Ligas en la última década, ha sucumbido históricamente a la presión de la postemporada y en esta no es una excepción.

El dominicano está en su novena serie de playoffs. Fue a cinco con los Toronto Blue Jays y a dos con los Cleveland Indians, además de las actuales con los Yankees.

En total, en 113 turnos ha disparado 26 hits, para average de .230, con cuatro jonrones, 16 impulsadas, 28 ponches y un slugging de apenas .381.

Desde la serie divisional ante los Texas Rangers en el 2016 no pega un bambinazo en postemporada.

Edwin Encarnacion
Noah K. Murray-USA TODAY Sports

A partir de ahí, sus números han ido en picada, con nueve imparables en 57 turnos en las siguientes cinco series de playoffs (.158), 19 abanicados y únicamente cuatro remolcadas.

Tuvo una buena serie divisional ante los Minnesota Twins, pero contra los Houston Astros va de 8-0, con seis ponches.

Su compatriota Gary Sánchez no se queda atrás. Si bien ha mejorado bastante a la defensiva de un año a otro, su bate está totalmente apagado.

Suma dos imparables en 17 veces en toda la postemporada, con ocho chocolates y va de 9-1 contra Houston, con cuatro outs por la vía de los strikes.

También su historial en playoffs es horrible: average de .182 (88-16), con 32 ponches, cinco jonrones y 13 empujadas en siete series.

Urge hacer movimientos en la alineación, pues mientras DJ LeMahieu, Gleyber Torres y Aaron Judge están cargando con el peso ofensivo del equipo, de pronto hay un hueco en el orden al bate entre el cuarto (Encarnación) y el sexto (Sánchez), que le está dando demasiado respiro a los lanzadores rivales.

En la acera de enfrente también pasan cosas. El joven cubano Yordan Alvarez, principal candidato a Novato del Año en el joven circuito, no ha visto la luz en esta serie ante los Yankees, al irse en blanco en siete turnos, cinco de ellos por ponche.

Su compatriota Yuli Gurriel también anda buscando aún su primer imparable en la serie, aunque en su caso, ha tenido buenos contactos, no ha abanicado y simplemente la suerte no lo ha acompañado, víctima de buenos fildeos de la defensa rival.

Pero el hecho es que Alvarez y Gurriel, ubicados quinto y sexto por el manager A.J. Hinch, llevan de 14-0, lo cual contrasta con los dos hombres que los preceden, José Altuve y Alex Bregman, que han sido los dos mejores bateadores del conjunto.

En sentido general, la ofensiva de los Astros ha dejado mucho que desear, incluso, desde la serie divisional ante los Tampa Bay Rays.

George Springer y Carlos Correa fueron fundamentales en el segundo partido, pero un juego no es garantía de que hayan despertado.

Springer, como hombre proa, va de 29-4 (.138) en esta postemporada, con ocho chocolates, una sola impulsada y un paupérrimo OBP de .194.

Y Correa, más allá de su jonrón heroico del domingo, batea para .185 (27-5) y ha abanicado 12 veces.

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Magistral. Extraordinario. Sobresaliente. Excelso. Superlativo.

Cualquier adjetivo se queda pequeño para calificar el trabajo del veterano venezolano Aníbal Sánchez ante los St. Louis Cardinals, para darle a los Washington Nationals su primer triunfo en el inicio de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional.

No fue hasta el octavo inning, después de dos outs, que su compatriota José Martínez, de emergente, rompió el embrujo y disparó el único hit de los Cardinals en el partido.

Las siete entradas y dos tercios que Sánchez lanzó este viernes es la tercera apertura más larga sin permitir imparables en la historia de la postemporada, sólo superada por el no-hitter de Roy Halladay en el 2010, en la serie divisional entre los Philadelphia Phillies y los Cincinnati Reds, y el juego perfecto de Don Larsen, en la Serie Mundial de 1956 entre los New York Yankees y los Brooklyn Dodgers.

Reverencias al aplomo que mostró en los únicos momentos en que tuvo alguna dificultad, cuando en el cuarto y el sexto llegó a tener hombre en tercera, pero se las agenció para redondear el cero.

Fue de esos partidos en que no hay mucho que hacer. Cuando un lanzador viene en noche de gala, por mucho que el manager Mike Shildt movió a su banco, la mesa estaba servida.

Quizás la única decisión cuestionable del manager de los Cardinals fue no haber transferido en el segundo episodio al brasileño Yan Gomes con corredor en segunda y dos outs, para lanzarle a Aníbal.

Gomes aprovechó el único error de Miles Mikolas y le remolcó la primera carrera.

Pero apenas el partido estaba comenzando y pocos dirigentes juegan tan conservadoramente en los primeros capítulos, aparte de que nadie fue capaz de imaginar que el abridor de los Nationals regalaría semejante joya de pitcheo.

Una situación similar se repitió en el sexto, pero esa vez Shildt envió intencionalmente al brasileño a primera y Sánchez cedió el tercer out en inofensiva rola.

Pero si no hubiera sido esa, hubiera sido la que los Nationals anotaron en el séptimo, cuando Mikolas, también de gran actuación, dio paso a los relevistas.

Una sola hubiera bastado.

Si Washington avanza a la Serie Mundial, desde ya vayan anotando a Aníbal Sánchez como serio candidato al Jugador Más Valioso de esta SCLN y no sólo por la destacada faena de esta noche, sino por otras cosas que podría implicar.

Aníbal Sánchez con receptor (Washington Nationals)
AP Photo/Mark Humphrey

Hay mucho más detrás de esa victoria, histórica por demás, pues se trata de la primera para Washington en una serie de campeonato de liga, instancia a la que el equipo no había llegado jamás.

Pero además, porque en el papel, el venezolano era el menos calificado de los cuatro abridores y deja el escenario listo para que entren ahora los estelares Max Scherzer, Stephen Strasburg y Patrick Corbin.

De ahí lo valiosa de esta victoria, que le permite a los Nationals asegurar al menos uno de los dos juegos como visitantes, antes de ir a la capital para los partidos tres, cuatro y de ser necesario, el quinto.

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Tuvieron que pasar 95 años para que un equipo de Washington D.C. volviera a ganar una serie de Postemporada en las Grandes Ligas, desde que los desaparecidos Senators se coronaron campeones mundiales en 1924.

Por primera vez desde que se convirtieron en los Washington Nationals, la franquicia que surgió en 1969 como Montreal Expos consiguió ganar una serie de Playoffs y ahora irán ante los St. Louis Cardinals en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional y un hombre que no debió estar en el Juego 5 ante Los Angeles Dodgers, al final, se convirtió en el héroe: Howie Kendrick, cuyo grand slam en el décimo inning enmudeció a Dodger Stadium.

Kendrick cometió varios errores defensivos en jugadas elementales a lo largo de la serie, admeás de que tampoco había sido productivo con el madero y pocos entendían por qué en extra innings, el manager Davey Martínez no lo había reemplazado en segunda base por Brian Dozier.

Sin embargo, el veterano de 36 años disparó el que posiblemente haya sido el batazo más importante de su carrera y así será recordado: como el hombre que de un solo swing frustró, una vez más, a los aficionados de Dodgers.

Rob Leiter/MLB Photos vía Getty ImagesHowie Kendrick celebra el grand slam que envió a los Nationals a la antesala de la Serie Mundual y con el que sepultó las aspiraciones de Dodgers.

Dave Roberts no se equivocó, cosa rara, al poner a Clayton Kershaw de relevo por Walker Buehler. Simplemente, le salió mal. Kershaw entró en la séptima entrada con dos outs y con solamente tres envíos ponchó a Adam Eaton.

En el octavo inning permitió los dos jonrones consecutivos de Anthony Rendon y Juan Soto que igualaron las acciones, pero a lo largo de su historia, como relevista, Kershaw lo había hecho muy bien en Postemporada. Su problema era como abridor. Ahora, parece que el problema se hizo extensivo a la función de apagafuegos.

Podrá llegar hasta el Salón de la Fama de Cooperstown, pero, hasta ahora, Kershaw sigue como la versión moderna de Don Newcombe, aquella estrella que tuvieron los Dodgers en los años 50, cuando jugaban aún en Brooklyn, y que nunca pudo ganar un partido en Postemporada.

Lo que nunca aprendió Roberts a lo largo de tantos años de fracasos y frustraciones es que la Postemporada no se puede dirigir de la misma manera que los juegos del calendario regular.

Ese cambio diario de alineación le ha costado demasiado al equipo bajo su mandato, sea él o los sabermétricos de la oficina quienes armen el orden al bate.

En el último juego que ganaron los Dodgers ante Washington, el tercero de los cinco, fue Russell Martin el héroe indiscutido con un jonrón y cuatro carreras impulsadas. Fue su única aparición en toda la serie, cuando la lógica indicaba que un bateador que de pronto se calentó, debería aprovecharse al máximo en un torneo tan corto.

Ese es sólo un ejemplo de tantos que pudieran mencionarse en la racha de fracasos de este manager.

La pregunta de muchos ahora es si Roberts sobrevivirá después de una caída tan estrepitosa.

Quizás el culpable no sea el dirigente. Fracasó Don Mattingly; fracasó Roberts. Tal vez sea el equipo o la manera en que se maneja desde las oficinas.

Así de grandioso es el beisbol.

La gran mayoría daba por seguro que el equipo de Los Angeles iría a su tercera Serie Mundial consecutiva, pues no se vislumbraba ningún rival capaz de atravesársele en el camino, sobre todo después de ganar 106 partidos, la mayor cantidad en la historia de la franquicia, y de dominar con suma comodidad su división.

Y de golpe, los Nationals, con su trío de serpentineros formado por Max Scherzer, Stephen Strasburg y Patrick Corbin, quien se reivindicó con buen relevo, parecen favoritos ante los Cardinals para llegar por primera vez al Clásico de Otoño.

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Luego de la paliza que los Tampa Bay Rays le propinaron a Zack Greinke para mantenerse con vida en la serie divisional, el manager de los Houston Astros, A.J. Hinch, anunció que el derecho Justin Verlander será su abridor en el cuarto encuentro, aunque con sólo tres días de descanso.

La decisión no deja de ser arriesgada, posiblemente movida por el pánico que pueda haberle provocado a Hinch la derrota de este lunes con pizarra de 10-3.

Verlander, que en el partido inaugural de esta serie realizó 100 envíos en siete innings, nunca ha lanzado con tres días de descanso.

Repito: Nunca.

Con cuatro días, a lo largo de su carrera, ha iniciado 247 partidos, en los que ha conseguido131 triunfos y 66 reveses, con una efectividad de 3.12.

Con cinco jornadas de reposo, trabaja para 77-55 y promedio de limpias de 3.65 en 166 aperturas, mientras que con seis o más días de descanso tiene17-8 y efectividad de 3.28 en 40 salidas.

¿Qué tal si forzar al veterano derecho a trabajar con poco descanso le sale mal a Hinch y los Astros pierden el juego?

Ello, obligatoriamente, lo forzaría a echar mano para el quinto y decisivo encuentro con Gerrit Cole, también con poco descanso.

A.J. Hinch y Juston Verlander (Houston Astros)
AP Photo/Charles Krupa

Cole, aunque mucho más joven que Verlander, tampoco ha trabajado jamás con tres días de reposo y tuvo 110 pitcheos en su magistral faena del sábado pasado.

Con cuatro días, en 100 aperturas tiene 55-25 y efectividad de 2.72.

Con cinco días exhibe récord de 26-18 y promedio de limpias de 3.86 en 63 partidos, mientras que con seis o más días de asueto lo hace para 13-9 y 3.66 en 29 oportunidades.

¿Vale la pena correr ese riesgo, teniendo en cuenta que los Rays ya no tienen por el resto de la serie al veterano Charlie Morton, autor de las dos victorias que tiene el equipo en la actual postemporada?

Morton ganó el juego de los comodines ante los Oakland Athletics y luego superó a su antiguo equipo este lunes.

El manager Kevin Cash echará mano del dominicano Diego Castillo, inmaculado hasta ahora en tres y dos tercios, aunque siempre de relevo.

Y teniendo en cuenta su filosofía, Cash lo levantará al primer parpadeo y apelará a su bullpen.

Precisamente, si fallaran por poco descanso Verlander y Cole, el cuerpo de relevo de Houston es su punto más débil.

Sería lamentable que por entrar en pánico temprano, el equipo más completo de todo el béisbol se quede tan pronto en el camino.

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