El peor error que puede cometerse en el deporte es dar las cosas por sentadas de antemano, pues una cosa dice el papel y otra dicta la realidad sobre el terreno.

El 31 de julio, los Houston Astros parecían uno de los equipos más compactos de toda la historia para encarar la postemporada, tras la adquisición de los derechos Zack Greinke y Aaron Sánchez, que redondearían una rotación que ya contaba con Justin Verlander, Gerrit Cole y Wade Miley.

El versátil cubano Aledmys Díaz se había reincorporado de la lista de inhabilitados y también llegó vía canje el cátcher puertorriqueño Martín Maldonado, para darle mayor profundidad a un roster blindado desde el primero al noveno bateadores.

Pero a poco más de dos semanas para el inicio de los playoffs, aquel conjunto monolítico ha comenzado a mostrar fisuras, principalmente por el peor enemigo que pueda tener: las lesiones.

Getty ImagesPero a poco más de dos semanas para el inicio de los playoffs, los Astros han comenzado a mostrar fisuras por las lesiones.

El campocorto boricua Carlos Correa no juega desde hace casi un mes por problemas en la espalda y por segunda vez en la campaña está en la lista de lesionados.

El cubano Yuli Gurriel, aunque no ha ido a la lista, no juega desde hace una semana por dolencias en el tendón de la corva izquierda, que le dificulta correr.

Aaron Sánchez, quien debutó con un no hitter combinado con otros tres lanzadores el 3 de agosto tras su llegada desde los Toronto Blue Jays, terminó ya la campaña, tras someterse a una operación en el hombro derecho y Brad Peacock, quien puede desempeñarse como abridor o relevista, no estará de regreso hasta la última semana del calendario regular.

Y el zurdo Miley, cuarto abridor detrás de Verlander, Cole y Greinke, de repente se ha convertido en el peor pitcher de todas las Grandes Ligas en lo que va de septiembre.

En dos aperturas este mes apenas ha conseguido sacar un out y ha sido castigado brutalmente con 12 carreras limpias e igual cantidad de imparables, lo que le da un promedio de efectividad de 324.00 anotaciones inmaculadas por cada nueve entradas.

Algo anda mal con Miley, pues cuando un serpentinero efectivo se convierte de repente en un pitcher de prácticas es muchas veces antesala del anuncio de una lesión.

Es cierto que ningún equipo de los que avanzará a los playoffs cuenta con un trío de iniciadores como el que integran Verlander (18-5, 2.52), Cole (16-5, 2.73) y Greinke (15-5, 2.99), pero para la postemporada se necesitan cuatro y ahora mismo, ninguno de los hombres con que cuenta el manager A.J. Hinch se ve con la capacidad de encarar el reto.

Arriesgarse a tirar la postemporada con tres, por muy capacitados que sean, no deja de ser peligroso.

Someterlos a un trabajo excesivo sin los días de descanso habituales podría pasar factura en la medida que avanza la postemporada.

Por cierto, tanto Greinke, como Cole, tienen récords negativos en victorias y derrotas en playoffs, con efectividades por encima de sus promedios de por vida.

Greinke tiene 11 salidas en playoffs con los Milwaukee Brewers, Los Angeles Dodgers y los Arizona Diamondbacks, con tres victorias, cuatro derrotas y promedio de limpias de 4.03, con nueve jonrones permitidos y 15 bases por bolas en 67 episodios.

Cole ha lanzado en cinco encuentros de playoffs con los Pittsburgh Pirates y Houston, con balance de 2-3 y efectividad de 3.72.

En el caso de Verlander, si bien en postemporada exhibe 13-7 y 3.19, tiene una asignatura pendiente en Series Mundiales, con cuatro derrotas sin victorias en cinco aperturas y pésima efectividad de 5.67.

Aun así, los Astros son grandes, grandísimos favoritos para avanzar al Clásico de Octubre por la Liga Americana, pero en el béisbol nada está escrito en piedra.

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Aroldis Chapman
Lynne Sladky/APAroldis Chapman

Cuando caiga el último out de la Serie Mundial, Aroldis Chapman y J.D. Martinez deberán tomar una difícil decisión.

O siguen en los New York Yankees y los Boston Red Sox, respectivamente, o se salen de sus contratos y vuelven a probar suerte en el mercado de agentes libres.

Julio Daniel Martínez firmó en el 2018 un contrato por cinco campañas y 110 millones de dólares con los Medias Rojas, que incluye una cláusula que le permite salirse después del segundo año y tantear nuevamente la agencia libre.

De hacerlo, dejaría sobre la mesa 62 millones 453 mil dólares y quién sabe si consigue un pacto de alrededor de 100 millones, pero ya con 47 millones y medio del acuerdo original en su bolsillo.

J.D. fue factor fundamental en la conquista de Boston de la Serie Mundial del 2018 y a fuerza de trabajo duro, se ha convertido en uno de los mejores bateadores derechos de todo el béisbol, encaminándose a su tercera temporada consecutiva y cuarta de las últimas cinco con más de 30 jonrones y 100 carreras impulsadas.

A punto de completar su segunda campaña con los Medias Rojas, tiene con este uniforme 77 bambinazos y 223 remolcadas, con average de .322, slugging de .607 y OPS de 1.002 en 277 partidos, hasta el miércoles 4 de septiembre.

Acaba de cumplir 32 años y aunque su producción ofensiva no da señales de que vaya a caer en el futuro inmediato, es probable que se mantenga en Boston y lleve su contrato hasta el final.

En su contra está el escaso mercado para sus servicios, a menos que de repente, la Liga Nacional adopte la figura del bateador designado.

Su defensa no es precisamente su punto fuerte y por ahora, donde único tiene vida es en el joven circuito.

Pero basta con mirar a los equipos de la Americana para ver que muy pocos o ninguno, estaría necesitado de vida o muerte de obtener sus servicios.

Entre los contendientes reales, los New York Yankees planean usar a Giancarlo Stanton como DH en el 2020 y si no estuviera saludable, tienen otras opciones más baratas, toda vez que sus prioridades en el mercado de invierno serán pitcheo y más pitcheo.

Los Cleveland Indians acaban de conseguir en canje con los San Diego Padres al dominicano Franmil Reyes, bajo control del equipo por varios años, mientras que los Minnesota Twins cuentan con el también quisqueyano Nelson Cruz, sobre el cual tienen una opción por una temporada y 12 millones de dólares.

Los Houston Astros, el equipo que lo escogió en la vigésima ronda de la selección amateur del 2009, acaba de ganarse la lotería con el cubano Yordan Alvarez y difícilmente Martínez aceptaría regresar a donde lo desecharon en el 2014 por no verle mucho futuro.

Los Oakland Athletics han sido históricamente duros de codos y J.D. no encaja en el modelo de negocios de Billy Beane y lo mismo ocurre con los Tampa Bay Rays, cuyas finanzas los obliga a ser una fábrica perenne de desarrollo de prospectos.

Los Baltimore Orioles, los Kansas City Royals, los Seattle Mariners, los Toronto Blue Jays y los Detroit Tigers están en diferentes fases de reconstrucción y no será en torno a un bateador designado que armen un equipo, mientras que los Chicago White Sox están enfocados en retener a Jose Abreu, el líder dentro del clubhouse y quien ha gritado a los cuatro vientos su deseo de seguir ahí hasta el final de su carrera.

Los Angeles Angels tienen a Albert Pujols y a Shohei Ohtani para combinarse como DH y los Texas Rangers tienen prioridades más importantes que un bateador.

Además, cuando J.D. salió al mercado hace dos años pasó por un proceso angustioso para conseguir trabajo, que duró casi todo el invierno y apenas logró firmar el 26 de febrero, cuando ya habían abierto los campos de entrenamientos.

Chapman, sí, pero no

Getty Images

El que sí es más probable que se salga de su contrato es el cubano Aroldis Chapman, hoy por hoy el mejor cerrador de todo el béisbol.

Después de ganar la Serie Mundial del 2016 con los Chicago Cubs, Chapman regresó a los Yankees con un contrato de cinco campañas y 86 millones, que lo convirtieron en el relevista mejor pagado de la historia.

Si el zurdo lanzallamas sale al mercado serán muchos los equipos que se peleen por conseguir sus servicios.

Y aunque el cubano desmintió hace un mes rumores de que planeaba salirse del pacto e insistió en que quería seguir con los Yankees, tiene mucha lógica, desde el punto de vista económico para él, romper su actual acuerdo. Sin embargo, eso no significa que se vaya de Nueva York, donde está a punto de conseguir su primera temporada con más de 40 salvamentos.

Da la impresión que su caso será similar al del también zurdo Clayton Kershaw, cuando se salió de su contrato con Los Angeles Dodgers y renegoció un nuevo pacto por tres años y 93 millones de dólares.

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Yordan Alvarez
John Glaser/USA TODAY SportsYordan Álvarez tiene menos juegos que otros candidatos, pero sus estadísticas son impresionantes.
De la misma manera en que Pete Alonso se la ha puesto fácil a los votantes por el premio de Novato del Año de la Liga Nacional, el cubano Yordan Álvarez debería recibir el galardón y de manera unánime en la Americana.

Desde que subió a las Grandes Ligas a mitad de junio, Alvarez ha sido una fuerza única dentro de la por sí poderosa alineación de los Houston Astros y ha colocado su nombre por encima incluso de leyendas como Mickey Mantle, Ted Williams y Joe Dimaggio.

Hasta el lunes 2 de septiembre, Air Yordan había consumido 240 turnos al bate, en los que consiguió 76 imparables, para average de .317, con un OBP de .413, un slugging de .671 y un OPS de 1.084.

De sus hits, 41 han sido extrabases, 19 dobletes y 22 cuadrangulares.

Ya igualó la marca del 2015 del puertorriqueño Carlos Correa como el debutante de Houston con más jonrones, pero lo que más impresiona es su capacidad para producir a la hora buena, con 63 carreras remolcadas, en tanto ha pisado el plato en 46 ocasiones y negociado 40 bases por bolas.

Y todo ello en 66 partidos.

Quienes defienden otras candidaturas, como las de los dominicanos Vladimir Guerrero Jr. o Eloy Jiménez, alegan que el cubano ha tenido muy poco tiempo de juego.

Esos 66 encuentros representan el 47 por ciento de todos los partidos disputados hasta ahora por los Astros.

Pero aparte de sus números, es precisamente ese corto período de tiempo donde radica su mayor fuerza para aspirar al premio.

Sus 22 bambinazos igualan los conseguidos por Jiménez, de los Chicago White Sox, en 100 encuentros y 137 más y superan los 15 que ha logrado Guerrero en 104 juegos y 385 veces al bate.

Ningún debutante ha remolcado más carreras, ni disparado más extrabases que él y nadie se le acerca a sus promedios de bateo, OBP, slugging y OPS.

Suponiendo que participe en los 23 partidos que le restan a Houston, terminará la campaña con 89, un poco más de la mitad de los 162 que componen el calendario regular.

Ya hay precedentes de jugadores que estuvieron en alrededor de la mitad de los desafíos de su equipo y ganaron el premio de Novato del Año, así que otorgárselo a Alvarez no sería nada nuevo.

Willie McCovey lo consiguió en 1959, con apenas 52 encuentros, mientras que Ryan Howard, en el 2005, y Wil Myers, en el 2013, lo hicieron en 88.

Es cierto que no llegó a las Grandes Ligas en alfombra roja, con un despliegue publicitario como el que recibió el hijo del miembro del Salón de la Fama Vladimir Guerrero.

Pero eso no es culpa suya. Supo aprpovechar la oportunidad y aunque se coló en la fiesta por la puerta de atrás, terminó robándose el show para sí solo.

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Getty ImagesLocales y visitantes lucían en los jerseys números y letras poco visibles.

MIAMI – Los Philadelphia Phillies y los Miami Marlins saltaron hoy al terreno con unos uniformes horribles y apodos en sus espaldas, en el inicio del llamado Fin de Semana de los Jugadores, una iniciativa que comenzó hace dos años, vaya usted a saber con qué objetivo.

En el 2017 y 2018, los diseños de los uniformes sólo variaban en los colores, pero parecían esos trajes baratos de las ligas infantiles de barrios, como si hubieran echado mano a la única tela que apareció, para resolver, porque, a fin de cuentas, los niños no se quejan mucho.

Este año, parece que hubo mayor escasez textil, pues los equipos de casa vistieron todos de blanco, como en el caso de los Marlins, imposible de definirse las letras.

Los visitantes lucían de negro, números y letras incluidos, también poco visibles.

Podría decirse que era un duelo entre funerarios y enfermeros, pues eso parecían, más que peloteros.

Y los apodos, nombretes o motes en sus espaldas son tan ridículos, como inexplicables en muchos casos, que ni siquiera reflejan la identidad o personalidad del jugador.

A la memoria vinieron aquellos niños que jugábamos juntos en un placer habanero, algunos con sobrenombres como 'Luisito Falso Techo', que le endilgaron a un pequeño que por alguna razón que nunca supimos perdió el cabello y usaba un peluquín.

No faltaba 'Manolo el Conejo', con dientes más salientes que Freddie Mercury, 'Robertico Cabeza de Bote' (obvio) o 'Yoyo Maraca', tan flaquito y cabezón que su cuerpo parecía precisamente ese instrumento musical de percusión tan típico en los ritmos caribeños.

También tuvimos en el barrio un 'Caballo Loco', antes de que lo fuera Yasiel Puig.

Más o menos así transcurrió la noche entre los 'Miami Nursing' y los 'Philadelphia Funerals' en uno de los partidos más locos de la temporada.

Los Enfermeros terminaron sepultando por 19-11 a los Funerarios.

'Terrible' abrió en la lomita por Miami y se metió rápidamente en problemas, cuando 'Cesita' dio hit en toque de bola, 'Big Fella' fue golpeado por lanzamiento y 'The Real' remolcó una con doblete.

'CD' regaló el primer out en elevado de foul a las manos de 'Walk' en tercera base y 'El Mambo' cedió el segundo en línea a primera base que fildeó 'Coopaloop'.

Pero 'J. Wendermere' recibió pasaporte para llenar las bases, que se encargó de limpiar 'JetPax' con triple, para completar un racimo inicial de cuatro carreras.

La fiesta siguió con dos anotaciones más en el segundo y una en el tercero para poner la pizarra 7-0, pero cuando parecía que todo estaba decidido desde temprano, Miami remontó de manera épica ante 'V2', abridor de Filadelfia, al marcarle siete veces en el cierre de ese episodio.

Con bases llenas, 'Andy' recibió bolazo que forzó la primera de los Marlins. 'Coopaloop' remolcó la segunda con sencillo al medio y 'Pri' trajo dos más con imparable al izquierdo.

El puertorriqueño Isán Díaz, único de los pocos peces que lució su apellido en la espalda, empató las acciones con su segundo cuadrangular de la campaña, que encontró dos hombres en circulación, poniendo fin a la faena del abridor.

Filadelfia retomó el mando con dos en el cuarto ante el relevista 'Weigh-In', pero Miami, en un aborto de la Naturaleza, empezó a batear con desafuero ante cuanto relevista usó el manager 'Kap'.

Por el montículo del Marlins Park desfilaron 'El Arenoso', 'Piv', Ranger Suárez (otro sin apodo), y 'Ostrich', ante quienes los Marlins completaron una cosecha de 19 carreras e igual cantidad de hits, entre ellos, dos bambinazos de 'All-Starlin' y uno de 'Birdman', además del de Isán Díaz ante 'V2'.

'TK', tercer pitcher utilizado por el manager 'Matt', se apuntó la victoria, mientras que 'Piv' cargó con el revés.

Los Filis intentaron una rebelión en el noveno, cuando perdían por diez, pero 'El Elefante' se encargó de sacar el último out del juego.

¿Entendieron? Así de ridículo como se lee, lo vieron los 9,065 fanáticos que asistieron al juego en el Marlins Park.

¿Quiénes son todos esos mencionados en esta crónica absurda?

Hay cosas que se aprenden a lo largo de la vida, para todo lo demás está Google. Se los dejo de tarea.

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Hace dos semanas, los Houston Astros parecían un equipo sin fisuras, listo para pasar por encima de cuanto rival se les pusiera delante en la venidera postemporada.

La adquisición de los derechos Zack Greinke y Aaron Sánchez antes de la fecha límite de cambios del 31 de julio, más el regreso del puertorriqueño Carlos Correa y el cubano Aledmys Díaz de la lista de inhabilitados, daba a los Astros una solidez pocas veces vista en un conjunto destinado a ganarlo todo hasta el final de octubre.

Greinke y Sánchez llegaron a consolidar la rotación abridora, que de por sí era potente en su parte alta, con los diestros Justin Verlander y Gerrit Cole, junto al zurdo Wade Miley. Asimismo, regresó el boricua Martín Maldonado, quien fuera el enmascarado titular de Houston en el 2018, para hacerle la segunda voz detrás del plato al venezolano Robinson Chirinos.

Lo que tenía en sus manos el manager A.J. Hinch era para meterle miedo al mundo, con una alineación titular armada con los jardineros Michael Brantley, George Springer y Josh Reddick, los infielders Alex Bregman (3B), Correa (SS), el venezolano José Altuve (2B) y el cubano Yuli Gurriel (1B), con su compatriota, el fenómeno debutante Yordan Álvarez como bateador designado y Chirinos con los arreos.

Con el versátil Díaz como utility de cuadro y Jake Marisnick como cuarto jardinero, las cosas se veían difíciles para cualquier otro aspirante a ganar la Serie Mundial. Así de simple.

Pero…el fantasma de las lesiones ha comenzado a sobrevolar el Minute Maid Park y amenaza con descarrilar lo que parecía un camino llano y despejado hacia la conquista del cetro.

Todo comenzó con Cole (14-5, 2.87), quien anda con molestias en el tendón de la corva derecha y aunque no ha sido colocado en la lista de lesionados, no lanza desde hace dos semanas.

Aunque Hinch dijo que va haciendo progresos, no está claro todavía cuándo volverá a subirse al montículo, para ayudar al equipo que está pasando por uno de los momentos más difíciles de la temporada, al perder siete de sus últimos 11 juegos.

Luego siguió con Aledmys Díaz, quien ya tuvo una estancia en la lista de incapacitados entre el 27 de mayo y el 21 de julio y ahora vuelve a aterrizar allí por una enfermedad no relacionada con el béisbol.

El cubano sintió mareos y dolores de cabeza el pasado 17 de agosto en el ómnibus en que los Astros se dirigían al Coliseo de Oakland para enfrentar a los Atléticos y debió ser hospitalizado.

De manera preventiva fue colocado en la lista de lesionados y hace dos días que comenzó a tomar prácticas.

Todavía participará en algunos partidos de rehabilitación en las Menores antes de reintegrarse al equipo, que podría ser la última semana de agosto.

Las cosas se complicaron más el 20 de agosto, cuando Correa y Aaron Sánchez fueron a engrosar la fatídica lista.

El boricua, que ya había estado ausente entre 27 de mayo y el 24 de julio por una extraña fractura en las costillas que sufrió cuando recibía un masaje, ahora tiene problemas en la espalda y no se espera su vuelta hasta principios de septiembre.

Al momento de lesionarse nuevamente, Correa atravesaba por un gran momento, con ocho jonrones y 21 carreras impulsadas en 22 partidos desde que se reintegró a la alineación.

Durante aquella ausencia, el equipo movió a Bregman al campocorto y a Gurriel a la antesala, dándole tiempo de juego en primera base a Tyler White.

Pero White fue dejado en libertad el 20 de julio y firmado por Los Angeles Dodgers, así que Hinch, para ocupar el espacio de Correa, ha echado mano del novato Jack Mayfield, un joven que desforró las pelotas en las Menores, pero que hasta el momento no ha podido descifrar el pitcheo de las Mayores y batea para .132 en 19 encuentros.

Correa, primera selección del draft del 2012 y Novato del Año en el 2015, ha tenido desde el 2017 una salud endeble, que lo ha llevado a perderse 161 de 452 juegos posibles, contando la actual campaña del 2019.

Y Sánchez, que en su debut con el uniforme de Houston encabezó un partido sin hits ni carreras ante los Seattle Mariners (lanzó los seis primeros episodios y otros tres lanzadores completaron la hazaña), tiene dolencias en los músculos pectorales.

El diestro que estuvo fatal con los Toronto Blue Jays la mayor parte de la temporada (3-14, 6.07), tiene balance de 2-0 en cuatro aperturas con su nuevo conjunto, aunque en sus dos últimas salidas fue castigado y su efectividad es de 4.82.

Su ausencia obligó a subir de las Menores al cubano Rogelio Armenteros para una salida de emergencia, en la que fue derrotado por Oakland y enviado de vuelta a AAA.

Entretanto, Bregman, Brantley, Gurriel, Reddick y Chirinos son los únicos titulares que se han mantenido saludables todo el año y por quienes el manager debe tener prendidas muchas velas, para evitar que los sueños de repetir la corona del 2017 se le escape entre las manos.

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Hace dos años atrás, Aaron Judge parecía destinado a convertirse en la nueva cara de las Grandes Ligas.

Sus 52 cuadrangulares como novato, su carisma y el hecho de jugar para el equipo más emblemático de todo el béisbol, los New York Yankees, lo colocaban en camino para ser el sustituto mediático de Derek Jeter.

Era el líder indiscutible de aquel manojo de muchachos inexpertos que en el 2017 tomaron por asalto el mundo del béisbol y merecieron el apelativo de Baby Bombers.

Sin embargo, las lesiones limitaron a 112 partidos su tiempo de juego en el 2018 y su cifra de jonrones se redujo a 27, casi la mitad de los que disparó en su año de debutante.

Y nuevamente en el 2019 su salud lo traicionó en los comienzos de la campaña, al punto de participar solamente, hasta el domingo 18 de agosto, en 69 de los 126 encuentros disputados por los Yankees, con la consiguiente disminución de sus números.

Getty ImagesHace dos años atrás, Aaron Judge parecía destinado a convertirse en la nueva cara de las Grandes Ligas.

Hoy ha perdido aquella presencia imponente en el plato y es simplemente uno más en la alineación, hecho del que quizás no nos damos cuenta por la gran temporada que ha tenido el equipo, que ostenta el mejor récord de ganados y perdidos de todo el béisbol.

Vamos a los números: el Juez tiene una línea ofensiva de .265 de average, .387 de promedio de embasamiento y .455 de slugging, con un OPS de .841.

Solamente ha sacado 12 pelotas del parque, la misma cantidad que Aaron Hicks en 59 juegos y el debutante Mike Tauchman en 71, por detrás de Gleyber Torres (29), Gary Sanchez (27), D.J. LeMahieu (21), Luke Voit (19), Gio Urshela (18) y Brett Gardner (17).

Asimismo, tiene 33 carreras impulsadas, menos que otros diez jugadores del equipo, algunos como Clint Frazier, Didi Gregorius y Hicks con menos partidos disputados.

En el 2017 tuvo .284-.422-.627, con OPS de 1.049 y el año pasado fue de .278-.392-.528, con OPS de .919.

¿A dónde entonces se fue el “Juez”?

El jardinero derecho de Nueva York ha cambiado definitivamente —y para mal— su forma de bateo.

Mientras que en sus dos primeros años utilizó todo el terreno para sus conexiones, ahora está tratando de dirigir la pelota solamente hacia la banda derecha.

De sus 79 vuelacercas entre 2017 y 2018, repartió 35 hacia la pradera izquierda, 13 por el jardín central y 31 por el derecho.

Sus 12 cuadrangulares de este año han sido, nueve por el RF y tres por el CF. Por la banda izquierda, su supuesta zona de mayor poder, cero.

El problema también es que ha bajado gradualmente el ángulo de lanzamiento de su swing, que de 15.8 en el 2017, se redujo a 12.4 en el 2018, hasta 9.8 esta campaña.

Por ello, al tratar de conectar por la izquierda, solamente consigue roletazos o líneas.

En lo que va de campaña, el Juez apenas logró dos elevados y 15 lineazos por el izquierdo, ninguno más allá de las cercas.

Sin embargo, sus batazos salen con mayor velocidad que nunca, a un promedio de 98 millas por hora, líder de todas las Grandes Ligas, casi cuatro MPH más que Christian Yelich, quien ocupa el segundo lugar.

En el 2017, la velocidad promedio de sus conexiones fue de 94.9 MPH y de 94.7 en el 2018.

La pregunta es ¿de qué le ha valido darle más duro a la pelota, si ello no se ha traducido en efectividad?

¿A dónde se nos ha ido el Juez, aquel que tenía su corte detrás de las cercas del jardín derecho del Yankee Stadium?

Ya con 27 años, aquella prometedora carrera que parecía dirigirse inequívocamente hacia Cooperstown se ha ido diluyendo gradualmente, sin mucho ruido, a la sombra de las nuevas estrellas de los Baby Bombers.

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MIAMI -- Malas noticias para los aficionados de los Miami Marlins. Don Mattingly, cuyo contrato expira al finalizar la actual temporada, podría regresar en 2020 para continuar con la reconstrucción del equipo.

En un encuentro informal con los medios antes del juego del miércoles ante Los Angeles Dodgers, Derek Jeter, director ejecutivo de la franquicia, no confirmó la continuidad del dirigente, pero tampoco la descartó.

Jeter dijo que la permanencia de Mattingly sería evaluada en las próximas semanas, aunque valoró de manera positiva su impacto en el clubhouse y en medio de un proceso como el que viven los peces desde que la nueva administración compró al equipo en el invierno de 2017.

Getty Images/Jim McIsaacDon Mattingly.

“Cuando un equipo se encuentra en este punto, es fácil para los aficionados, para la gente, concentrarse en victorias y derrotas y así es como evalúan el trabajo de alguien, pero hay muchas cosas más”, señaló Jeter. “Donnie ha realizado un buen trabajo, pero tenemos que sentarnos con todos los coaches y preguntarnos cómo podemos mejorar”.

Mattingly llegó a Miami en 2016 con un acuerdo por cuatro campañas y desde el primer día ha sido blanco de duras críticas de los aficionados por su manera de manejar, tanto al actual conjunto en remodelación, como cuando tuvo en sus manos a estrellas como Giancarlo Stanton, Christian Yelich, Marcell Ozuna y el fallecido José Fernández.

De cara al juego del miércoles, segundo de una serie de tres ante Dodgers, Mattingly tenía récord de 263-339 en su carrera como piloto en Grades Ligas y con Miami aún no tiene una campaña ganadora, sin embargo, el manager ha manifestado públicamente estar convencido de que el plan de Jeter para crear una franquicia sostenible a largo plazo va por buen camino, ya sea porque lo cree o porque quiere congraciarse con su jefe y conseguir una renovación de empleo.

“Me encantaría volver, especialmente si me quieren de vuelta”, dijo Mattingly, quien fue la estrella en la primera base de los Yankees entre la década de los 80 y la primera mitad de los 90. “Uno no desea estar en una situación que no es la correcta. Si (los Marlins) quieren ir en una situación diferente, lo discutiremos en su momento. Ya hablaremos y veremos cómo marcha todo.

“Lo he dicho desde el principio: me conformo con lo que suceda. Vine a este lugar a ayudar a mejorar las cosas y situarlas en la dirección correcta”, finalizó Mattingly.

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Los New York Mets ha protagonizado una de las mejores historias de la segunda parte de la temporada, al emprender una recuperación que los ha vuelto a meter en la pelea por entrar a la postemporada, al menos como uno de los comodines de la Liga Nacional.

Desde que se reiniciaron las acciones tras la pausa por el Juego de las Estrellas, los Mets han ganado 19 de los 25 juegos que han celebrado y de un récord de 40-50 que tuvieron en la primera parte, ya andan por 59-56.

Todavía se mantienen en la cuarta posición de la división Este del viejo circuito, que encabezan los Atlanta Braves, pero se han colocado a media unidad de los Philadelphia Phillies (59-55), que van terceros y en este momento tienen en su poder el segundo wildcard de la liga.

La no muy entendible adquisición del derecho Marcus Stroman y la salida del veterano zurdo Jason Vargas completaron por redondear una rotación de abridores que de repente está haciendo las cosas como de ellos se esperó siempre.

Luego de trabajar para efectividad colectiva de 4.86 en la primera parte, el cuerpo de serpentineros de “el otro equipo de Nueva York” tiene 2.77 desde el 12 de julio, cuando arrancó la segunda etapa.

Getty ImagesLos Mets adquirieron al lanzador Marcus Stroman para reforzar el equipo.

En esta era en que los jonrones se venden a tres por el precio de uno, los lanzadores de los Mets han tolerado sólo 21 en los últimos 25 partidos, luego de ser castigados con 124 en los 90 encuentros iniciales.

En la primera parte, sus rivales batearon colectivamente para average de .260 contra ellos y les fabricaron 466 carreras, mientras que en el segundo tramo, el promedio de los contrarios es de apenas .227, con 75 anotaciones permitidas.

Pero, y siempre hay uno… Sin restarle mérito a lo que ha hecho la tropa de Mickey Callaway, quien en cierto momento de la campaña estuvo a punto de perder su empleo, hay que detenerse en los rivales que han enfrentado los Mets en estos 25 partidos y los que le vienen en camino.

Solamente dos de esos juegos fueron contra un equipo con récord positivo, los Minnesota Twins, aunque ganaron ambos de esa serie interligas.

Los otros 23 partidos han sido contra novenas con balance perdedor: siete ante los Miami Marlins, seis contra los Pittsburgh Pirates, cuatro con los San Francisco Giants y tres frente a los San Diego Padres y los Chicago White Sox.

Lo que viene desde este viernes pondrá a prueba si esa recuperación es real y si les dará la gasolina para salvar una campaña que parecía condenada a la mediocridad y de repente ha revivido para alegría de sus fanáticos.

Este viernes Nueva York empieza una serie de tres juegos contra los Washington Nationals, dueños momentáneos del primer comodín del viejo circuito.

El lunes las cosas serán como visitantes ante los Bravos, líderes divisionales, antes de iniciar un periplo por el centro del país con sendas series interligas ante los débiles Kansas City Royals y los renacidos Cleveland Indians, estos con grandes probabilidades de ir a los playoffs.

Y luego toca una seguidilla de 22 partidos, 16 en casa y seis en la carretera, contra novenas ganadoras, incluidos tres contra los devastadores Dodgers.

En esa racha habrán tres juegos con Atlanta, seis con los Filis, tres con Washington, otros tantos con los Chicago Cubs y cuatro con los Arizona Diamondbacks.

Luego vendrá un supuesto respiro de diez desafíos ante los Colorado Rockies (3), los Cincinnati Reds (3) y los Marlins (4), antes de cerrar el calendario regular con tres enfrentamientos con los Bravos.

En los primeros 25 juegos de la segunda parte han ganado el 76 por ciento de ellos. Para mantener ese paso en lo que resta, tendrían que llevarse al menos 33 victorias de los 47 juegos faltantes.

Si lo logran, podrían terminar con más-menos 92 triunfos y estarían soñando y sacando cuentas en la calculadora, pendientes de lo que hagan los otros aspirantes a los comodines.

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Diga lo que diga el comisionado Rob Manfred, algo le han hecho a las pelotas.

Siempre se ha dicho que el jonrón es la emoción suprema del béisbol, como el gol en el futbol o la canasta de tres puntos en el baloncesto.

Pero cuando lo excepcional se convierte en habitual, la emoción pierde ese toque extraordinario.

Lo estamos viendo en la NBA, que se ha convertido en una competencia de francotiradores de larga distancia, en detrimento de otros aspectos del juego y del espectáculo.

Es cierto que los bateadores han modificado su swing para darle mayor ángulo de salida a la pelota, lo cual se traduce en mayor distancia de los batazos, aunque menos contacto.

Pero también se le ha perdido el respeto al ponche. Abanicar ya no es algo que avergüence y cualquiera se traga un centenar de ellos en una temporada con la misma naturalidad que tomarse un vaso de agua.

En cuenta de dos strikes, los bateadores tendían a recortar el swing para tratar de evitar el ponche y simplemente poner la bola en juego.

Ahora no. Ahora en conteo adverso, le tiran a la pelota con la misma fuerza, igual proyección en busca de un batazo grande, sin importar si se consigue o no.

Y por supuesto que ello ha influido en alguna medida en el aumento de la cantidad de los cuadrangulares, en la misma dimensión en que han crecido los ponches. Pero tiene que haber más y tiene que ver con las pelotas.

Si hacemos un símil, esto recuerda los años 90, la década de los esteroides, cuando cualquier hijo de vecina, con cierto talento y muchos pinchazos, era capaz de sacar 30, 40 pelotas del parque en una campaña, mientras los ejecutivos miraban hacia otro lado.

Vamos a los hechos. Hasta el martes 6 de agosto se habían disputado en la temporada del 2019 un total de 1,704 partidos, de los cuales, sólo en 125 de ellos, ninguno de los dos equipos bateó un cuadrangular.

Eso significa que en el 93 por ciento de los juegos que se han celebrado al menos una pelota se fue sobre las cercas.

Los Seattle Mariners llevan una cadena de 107 encuentros consecutivos en que han bateado o recibido un jonrón, lo cual supera por 38 juegos el récord anterior.

Photo by Ronald Martinez/Getty ImagesNomar Mazara pegó un jonrón de 505 pies esta temporada.
En 1913, los Boston Red Sox estuvieron 55 partidos sin disparar o permitir un vuelacercas. En el 2019, la mayor cantidad de juegos seguidos sin que un equipo conecte o acepte un jonrón es de apenas tres.

Siempre que las Grandes Ligas han tomado acciones modificadoras, benefician a los bateadores y perjudican a los serpentineros.

Entre el 2010 y 2015, los pitchers propinaron 30 juegos sin hits ni carreras e inmediatamente empezó a hablarse de la necesidad de bajar la altura del montículo para "emparejar" la guerra entre lanzadores y bateadores. Del 2011 a la fecha, solamente se han registrado ocho no hitters.

En el 2014, los líderes en jonrones de ambas ligas fueron Giancarlo Stanton, de los Miami Marlins, en la Nacional, y Nelson Cruz, de los Seattle Mariners, en la Americana, apenas con 37 y 40, respectivamente.

El año pasado, Nolan Arenado encabezó el viejo circuito en cuadrangulares, con 38, a pesar de jugar la mitad de sus partidos en la altura de Colorado, mientras que Khris Davis, J.D. Martinez y Joey Gallo, en la Americana, fueron los únicos que superaron los 40 bambinazos, con 48, 43 y 40, respectivamente.

Este año, Christian Yelich ya va por 39 y amenaza con llegar a 50, más no es el único que le apunta al medio centenar.

Mike Trout (38) y Cody Bellinger y Pete Alonso, ambos con 37, llevan proyecciones para llegar a esa cifra.

Las únicas veces que cuatro bateadores pegaron 50 o más vuelacercas en una misma campaña fue en plena era de los esteroides.

En 1998 lo hicieron Mark McGwire (70), Sammy Sosa (66), Ken Griffey Jr. (56) y Greg Vaughn (50) y en 2001 lo consiguieron Barry Bonds (73), el propio Sosa (64), Luis González (57) y Alex Rodríguez (52).

No es sólo la cantidad de jonrones que se están pegando, a ritmo de más de mil por cada mes, sino las dimensiones de ellos.

En el 2018 hubo 82 jonrones de 450 pies de largo y solamente cuatro a más de 480.

Este año van ya 131 palos de al menos 450 y cinco sobre los 480, incluido un monstruoso estacazo de 505 del dominicano Nomar Mazara.

No son especulaciones. Son hechos. Rob Manfred podrá decir lo que quiera. Nosotros tenemos el derecho de no creerle ni una palabra.

Yo prefiero quedarme con las opiniones más que autorizadas de Justin Verlander y Pedro Martínez, pues cada cual se da cuenta cuando su herramienta de trabajo ha sido alterada o modificada, a diferencia de Manfred, que no se sabe si alguna vez tomó una bola en su mano.

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Los Angeles Dodgers, los Houston Astros, los Atlanta Braves y los New York Yankees cabalgan al galope en sus respectivas divisiones y parecen inalcanzables por sus rivales.

Los Dodgers comandan el Oeste de la Liga Nacional con 18 juegos de ventaja sobre los Arizona Diamondbacks y los San Francisco Giants.

Los Astros se han escapado en el Oeste de la Americana, con nueve de diferencia sobre los Oakland Athletics, la misma separación entre los Yankees y los Tampa Bay Rays en el Este.

Y aunque seis rayas no es una ventaja insalvable, los Braves lucen sólidos sobre los Washington Nationals y los Philadelphia Phillies, que no consiguen la consistencia para remontar.

A falta de más-menos 50 partidos para que se complete el calendario regular, la lucha se enfoca en las divisiones centrales de ambos circuitos.

En la Americana, los Minnesota Twins van delante de los Cleveland Indians por cuatro rayitas, mientras que en la Nacional, los Chicago Cubs tiene 2.5 por delante de los St. Louis Cardinals y cuatro de los Milwaukee Brewers.

A los Twins (70-42) les restan exactamente 50 compromisos por jugar, de los cuales diez serán contra los Indians, siete en casa y tres en Cleveland.

Hasta ahora, la serie particular entre ambos va bastante pareja, con cinco triunfos para los actuales líderes y cuatro para la Tribu.

El organigrama parece favorecerle a Minnesota, pues de los otros 40 encuentros, 26 serán contra los Chicago White Sox (9), los Kansas City Royals (7) y los Detroit Tigers (10), todos con récord perdedor.

En 30 enfrentamientos anteriores frente a White Sox, Royals y Tigers, los Twins tienen récord de 22-8.

Tienen además pendientes siete choques interligas contra Atlanta (2), los Cerveceros (2) y Washington (3), además de cuatro ante los Texas Rangers y tres frente a los Boston Red Sox, todos con balance positivo en ganados y perdidos.

Por su parte, los Indians (66-46), además de los diez encuentros con Minnesota, tienen en el camino a varios contendientes con récord ganador y en lucha por entrar a la postemporada, por lo que se antoja un calendario más complicado y de mucha intensidad.

Getty ImagesEn la Americana, los Minnesota Twins van delante de los Cleveland Indians por cuatro juegos.

A Cleveland le resta una serie de cuatro encuentros con los Yankees, tres juegos con Boston, tres con Tampa Bay y tres series interligas con los New York Mets, Filadelfia y Washington, aparte de dos ante Texas.

Son en total 31 de 50 juegos ante conjuntos ganadores, mientras que los 19 faltantes serán ante Los Angeles Angels (3) y sus rivales divisionales Chicago (7), Kansas City (3) y Detroit (6).

No puede la tropa de Terry Francona darse el lujo de ceder ante White Sox, Royals y Tigers, ante quienes ha jugado de manera combinada para 26-14, porque esos son los juegos que de perderse, pueden costar carísimo y hacer la diferencia entre lograr y dejar escapar el boleto a la postemporada.

Panorama más complicado en la Nacional

Las cosas se complican más en el centro del viejo circuito, donde hay tres equipos con posibilidades reales de ganar la división, alternándose el liderazgo semana tras semana, sin que ninguno consiga despegarse.

A los Cubs, líderes actuales, así como a los Brewers, que van terceros, les faltan 50 juegos exactos, mientras que a los Cardinals les restan 51.

Chicago (61-51) tendrá que medirse siete veces a ambos. La serie ante los dos les favorece 7-5, mientras que de los otros 36 choques pendientes, 11 serán frente a conjuntos con balance ganador: dos interligas ante Oakland, tres con Philadelphia, tres con Washington y otros tantos con los Mets.

Y hay 25 partidos contra equipos perdedores: siete ante Cincinnati Reds, nueve versus Pittsburgh Pirates, tres con los Giants, cuatro con los San Diego Padres y dos interligas frente a los Seattle Mariners.

Entretanto, los Cardinals (58-53), aparte de los siete encuentros pendientes con los Cubs, tienen nueve con los Brewers, con la serie empatada 5-5 hasta ahora.

El calendario para los pájaros rojos incluye también dos choques ante los poderosos Dodgers y tres frente a los Nationals, como únicos rivales con récord ganador.

Los demás partidos serán seis ante Pittsburgh, ocho con Cincinnati, cuatro con San Francisco, tres con Arizona, siete con los Colorado Rockies y dos interligas con los Royals, sin dudas un programa menos complicado.

Y Milwaukee (58-56), más allá de los 16 que le quedan por jugar con Chicago y St. Louis, tiene por delante siete difíciles partidos interligas ante Texas (3), Minnesota (2) y Houston (2), además de una serie de tres con los Nationals.

El resto de los rivales son perdedores: cinco choques con Pittsburgh, tres con Arizona y para cerrar, en las últimas dos semanas de septiembre, cuatro con los Miami Marlins, otros tantos con los Padres y tres frente a los Reds y los Rockies.

Está entonces por verse cuál de los tres sobrevivirá a esta lucha fratricida que podría durar hasta el último día, cuando Cubs y Cardinals se enfrenten entre sí, mientras Milwaukee cierra en la complicada altura de Colorado.

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