ARLINGTON, TEXAS -- Nelson Cruz no las había tenido todas de su lado en el último mes. Desde que volvió de la lista de lesionados el 14 de septiembre, tras recuperarse de una lesión muscular en la pierna izquierda, sólo había podido conectar 9 hits en 59 turnos.

Sin embargo, el jardinero derecho de los Vigilantes de Texas, a pesar de que los batazos no terminaban de caer, se mantuvo diciendo que las cosas estaban a punto de cambiar.

"Todos mis swings están ahí y he conectado la bola fuerte", había dicho el toletero derecho la tarde del vienes. "Pero no he tenido la suerte suficiente para que pasen de hits. Esperamos que cambie y que los batazos que conecto fuerte, y los que no también, comiencen a caer".

Para suerte de Cruz y de los Vigilantes, en el primer juego de la Serie de Campeonato de la Liga Americana la fortuna comenzó a sonreírle.

Del triunfo de anoche 3-2 sobre los Tigres de Detroit quedará para el recuerdo lo soberbio del bullpen de los Vigilantes, una monumental actuación de cuatro entradas y un tercio que tuvo como actor principal a otro dominicano, Alexi Ogando, pero varios actores de reparto.

Nelson Cruz
Tim Heitman/US PresswireCruz solo tiene dos hits en lo que va de postemporada.
Mike González, el primer pitcher que tomó la bola tras el abridor C.J. Wilson, sacó un out clave luego de la segunda pausa por culpa de la lluvia. En la quinta entrada, arriba Texas 3-2 y con las bases llenas, retiró a Alex Avila con un rodado a segunda.

Ogando siguió con dos innings impresionantes en los que no le sacaron la bola del cuadro. Su adición al cuerpo de apagafuegos, por los momentos, parece una jugada maestra de los jerarcas texanos. Y Darren Oliver, Mike Adams y Neftalí Féliz no fueron menos.

"Tenemos un gentío en ese bullpen. Básicamente, como cinco cerradores", comentaría luego el camarero Ian Kinsler. "Estoy contento de que todos esos muchachos estén de nuestro lado".

"No, no puedo recordar un bullpen así. Y más con Alexi. Tenerlo ahí es una gran arma. Puede ir varios innings y sacar a zurdos y a derechos", añadió el bateador designado Michael Young. "Definitivamente, estamos contentos cuando tienen la pelota".

Pero toda esa actuación de los relevistas no hubiese servido para mucho si la parte baja de la ofensiva de los Vigilantes -si es que uno puede decir que esté lineup tiene un lado "bajo"- no le hace tres carreras al seguro Cy Young de la Liga Americana, el Todopoderoso Justin Verlander.

La tercera de esas rayitas la trajo Cruz con su cuadrangular abriendo el cuarto episodio.

Cruz, que había fallado con un elevado al jardín izquierdo en su primer turno, llegó al plato con una idea clara en la cabeza: hacer lo posible por no tirarle a bolas malas.

"Si le haces swings a buenos pitcheos, vas a obtener mejores resultados", explicó sus razones uno de los héroes del encuentro. "Eso es lo que siento que me pasó en mi primer turno, hice swing a malos pitcheos y adentro".

Fiel a su palabra, dejó pasar las dos primeras rectas que le tiró Verlander, ambas en la esquina de afuera. Arriba 2-0 en la cuenta, estaba en una buena situación por primera vez en la noche.

Cruz recordó entonces que un inning antes, Young también ha estado encima dos bolas sin strikes, y que el abridor de Detroit lo había ponchado con un cambio de velocidad.

Bateador de rectas por excelencia, el dominicano pensó por un segundo que quizás podía repetir el plan con él.

"Tenía la idea de que podía lanzarme el cambio", explicaría Cruz, "pero yo quería ser agresivo".

El tercer pitcheo de Verlander fue una bola rápida, alta y en la esquina de adentro. Y Cruz estaba preparado para ella. Tan pronto estiró los brazos, se supo que el batazo estaba fuera del parque.

"Nosotros somos un equipo que bateamos recta", recordó el toletero derecho. "Lo vimos con David Price, podemos batear recta. Estamos siendo agresivos".

Claro que mientra corría las bases, Nelson jamás pensó que esa sería la última vez que la pizarra se movería.

"Fue temprano en el juego", resumió. "Ellos tienen un gran equipo ofensivo y pensé que iban a hacer más carreras y que también íbamos a hacer más nosotros".

El palazo, que terminó sobre la cerca del jardín izquierdo, fue el séptimo para él en postemporada, y ahora es líder en solitario en cuadrangulares en juegos de playoff para un pelotero de los Vigilantes. Hasta ayer estuvo igualado con el puertorriqueño Juan González.

"Nelson es capaz de sacar la pelota del parque", recordó su manager, Ron Washington. "Ciertamente necesitábamos lo que nos dio esta noche. Necesitábamos ese jonrón que le dio a Verlander".

Y eso fue otra cosa que lograron los Vigilantes anoche. Además de mostrar todas sus armas, su talento para dominar al oponente de distintas formas, le ganaron al As de los Tigres y demostraron que pueden batearle.

Es cierto, lo primero es la victoria. Picar adelante en una serie a siete juegos siempre es importante, auque no tan trascendental como pueda pensarse. Desde que la Serie de Campeonato se juega a un máximo de siete encuentros, el equipo que pega primero ha ganado 13 de 25 topes, el 52%. Que nadie destape la champaña.

Lo que sí esperan en el clubhouse de los Vigilantes es que, de una vez por todas, dejen de preguntarles por Justin Verlander. Ellos saben que los Tigres son más que un pitcher, que nadie llega hasta aquí sin tener un buen puñado de argumentos.

"¿Sabes qué? Estoy harto de esa pregunta", le espetó Kinsler, sin alzar la voz, pero con firmeza, al último periodista que se le acercó a pedirle su opinión sobre haber vencido al espigado diestro de los Tigres. "Nosotros entendemos que es muy bueno y que fue el mejor pitcher de la temporada, pero tenemos confianza en nosotros mismos".

"El tipo es humano", siguió Kinsler, "y tira una pelota blanca como el resto de los pitchers".

Y si algo pueden hacer Nelson Cruz y los Vigilantes de Texas, es pegarle a la bola. Desde el primero hasta el último bateador del lineup. Lo han demostrado demasiadas veces.

Adrión BeltréJ. Meric/Getty ImagesAdrián Beltré celebra el título divisional que Texas ganó sobre Tampa Bay

Era temprano en septiembre y todavía los Vigilantes no habían terminado de despegarse de los Angelinos en la punta de la División Oeste de la Liga Americana. En una esquina del clubhouse de Texas, varios peloteros hablaban sobre lo sabroso que sería jugar otra vez en octubre.

Adrián Beltré, que no estaba participando de la conversación, se recostó hacia atrás en su silla, volteó la cabeza hacia el grupo y sin levantar mucho la voz, dijo: "No hemos llegado. Todavía falta..."

"Bueno, ¿y tú no eres el caballo? ¿No te están pagando ese dineral?", le espetó, más en broma que en serio, el campocorto Elvis Andrus. "Cárganos pues. Móntanos en tus hombros, como dicen aquí".

El usualmente callado Beltré se levantó y se marchó sin contestarle a su compañero del infield. No tenía necesidad de gastar palabras en la cueva.

El séptimo pelotero en la historia del béisbol en conectar tres jonrones en un juego de postemporada, y el primer latino en hacerlo, no ha parado de hablar durante el último mes desde donde mejor puede hacerlo un jugador de pelota: el terreno de juego.

El pase de los Vigilantes a la Serie de Campeonato de la Liga Americana y, sobre todo, el triunfo en el cuarto juego por 4-3 sobre los Rays de Tampa Bay, tendrá tatuado el nombre de este dominicano, de 32 años, por todas partes.

Eso es lo que suele pasar cuando usted saca tres pelotas en un encuentro de octubre. Beltré la sacó ante el novato Jeremy Hellickson, en la segunda y en la cuarta entrada: el primer palazo fue entre el central y el izquierdo y el segundo sobre la cerca del jardín derecho. El tercero, también hacia la izquierda, se lo conectó, en la séptima, al zurdo Matt Moore. Fue la única carrera que le hicieron al novato en sus dos presentaciones en la Serie de División.

Beltré no sólo fue productivo, sino eficiente. En esos primeros tres turnos sólo hizo swing tres veces, todos cuadrangulares. En un juego que terminó decidido por una carrera, cada uno termino siendo más importante que el otro.

Ahora estará en los libros de récords junto a Babe Ruth (que lo hizo dos veces, en 1926 y 1928 con los Yankees), Bob Robertson (1971, Piratas), Reggie Jackson (1977, Yankees), George Brett (1978, Reales) y - aunque usted no lo crea- Adam Kennedy, en 2002, para los Angelinos.

En su última oportunidad, con dos outs en la octava, falló con un globo que terminó en las manos del jardinero derecho Matt Joyce. El espacio en los registros para el primer pelotero que dé cuatro bambinazos en un duelo de octubre sigue abierto.

Lo que probablemente no disfrutó Beltré fue tener que soportar que sus compañeros le diesen golpes en la cabeza - cosa que odia -, cada vez que llegó al dogout tras trotar las bases. Aunque pensándolo bien, quizás esta vez no le importó mucho. Nunca antes había estado tan cerca de la Serie Mundial.

Durante los primeros 12 años de su carrera, jugó para los Dodgers y los Marineros. En una sólo oportunidad, con Los Angeles en 2004, tuvo la dicha de llegar a la postemporada. Y cayeron en primera ronda ante los Cardenales.

Si por alguna razón le sorprende que este veterano de 14 temporadas tenga ya 2.033 hits en las Grandes Ligas, no se sienta mal. Más allá de sus sensacionales campañas en 2004, cuando pegó 44 jonrones, y la de 2011, con los Medias Rojas de Boston, el nombre de Adrián Beltré ha pasado algo desapercibido.

Por eso, cuando se declaró agente libre el año pasado tras batear .321 y sacar 28 jonrones en Boston, le pidió a su agente Scott Boras que se enfocase en llevarlo a un equipo ganador. Así llegó a Texas, que le extendió un contrato por seis años y 96 millones de dólares.

El pacto levantó algo de polvareda en un primer momento, porque su presencia significaba la salida de Michael Young de la tercera base. Por segunda vez en tres años, uno de los peloteros más respetados de la cueva tenía que moverse de posición. Profesionales ambos, la situación no pasó de un par de declaraciones de Young en las que pidió que lo cambiasen.

Las críticas no se limitaron a la cueva. Lance Berkman, a quien los Vigilantes consideraron antes de decidirse por Beltré, no se guardó nada cuando a finales de enero le pidieron su opinión en el show de John & Lance en la 1560 AM de Houston.

"Estaban deseosos de gastar dinero", dijo Berkman. "Probablemente he podido obtener un mejor contrato de ellos, especialmente viendo lo que le dieron a Beltré. Pienso que es un poco exagerado para él".

Esa vez, el fiero toletero derecho tampoco contestó con declaraciones. Lo hizo bateando .296, 32 jonrones y 33 dobles en 124 encuentros, más 82 anotadas y 105 empujadas. Sin mencionar su defensa de Guante de Oro en la antesala, una bendición para un equipo con tres abridores zurdos.

A Beltré sólo lo detuvo una lesión muscular en la pierna izquierda que le quitó parte del verano. Pero no le afectó el ritmo ofensivo. En septiembre, tras volver a la alineación, ligó para promedio de .374 y sacó 12 cuadrangulares. Determinante para que los Vigilantes lograsen mantener a raya a los Angelinos.

Y como demostró aquella tarde de septiembre en la que recordó que no habían logrado nada todavía, se ha convertido en una de las figuras más respetadas de la cueva. Vimos esa faceta cuando se acercó hacia donde estaban sentados el abridor Matt Harrison y el receptor Mike Napoli, tras terminar la segunda entrada.

Los Rays acababan de anotar su primera rayita del duelo - que en ese momento estaba 2-1-, en una jugada que terminó con una violenta colisión en la goma entre Sean Rodríguez y Napoli, que no pudo retener la pelota. Por varios segundos, el careta pareció perturbado por el choque.

Beltré extendió sus brazos, puso uno sobre el hombro de Harrison y el otro sobre Napoli, como diciéndoles que estaba ahí para ellos. No sabemos qué les dijo. Y no tiene importancia. Adrián Beltré no necesita hablar para hacerse sentir.

Hubo un momento, durante la temporada regular, en el que Neftalí Féliz la pasó mal. Entre el 15 de junio y el 7 de agosto tiró 19.2 entradas y le anotaron 15 carreras. Seguía ponchando gente y sumando salvados, sólo que el aura de imbatible que había tenido durante el 2010 no estaba ahí.

Getty ImagesNeftalí Féliz salvó el jiuego entrando en la octava
"Me gustaría que fuese un poco más agresivo", nos dijo una tarde de verano uno de sus compañeros. "Que saliese allá afuera con esa mentalidad de 'aquí estoy yo, batéame'. Pero todos los pitchers pasan por momentos así. Cuenta con todo nuestro apoyo".

"Aquí no hay ninguna controversia sobre quién es el cerrador", tuvo que salir a decir una noche Ron Washington. "Eso no está en discusión".

Los Vigilantes hicieron lo correcto en no poner nunca en duda el puesto de Féliz, cuya recta de 100 millas por hora y capacidad para ponchar bateadores (indispensable para un cerrador) nunca estuvo en duda.

Si es que no estaba claro ya, lo que hizo el lunes en Tropicana Field durante el triunfo por 4-3 de sus Vigilantes de Texas sobre los Rays de Tampa Bay es otra muestra de lo importante que es este muchacho dominicano de 23 años en esa novena.

Después de irse arriba en la alta del séptimo con un racimo de cuatro carreras que inició Adrián Beltré con su primer sencillo de la serie y coronó Josh Hamilton con otro cohete impulsor de dos, el bullpen de Texas sólo necesitaba sacar nueve outs para conservar el triunfo del sorprendente Colby Lewis y tomar ventaja de 2-1 en la serie.

Para un cuerpo de relevistas tan reforzado y reverenciado por los contrarios, tanto que el domingo Joe Maddon había dicho que no le gustaría meterse en una "guerra de bullpen" con los Vigilantes, la tarea parecía relativamente sencilla.

No lo fue. Darren Oliver vino a dominar a los zurdos de Tampa en la baja del séptimo y toleró tres hits seguidos después de un out. Suficiente evidencia para que Washington decidiese llamar a otro dominicano a la lomita, Alexi Ogando, su último miembro del batallón de apagafuegos.

Como el sábado, Ogando estuvo casi imbateable. Sacó al emergente Sean Rodríguez (después de que Beltré y Elvis Andrus no pudieron encontrar un alto foul perdido en las luces) con un rodado a primera y Sam Fuld lo dominó con otro rastrero por segunda. Paró el daño a pesar de que Tampa descontó.

El segundo lío lo armó Mike Adams en el octavo. Apenas llegó a la loma permitió el segundo jonrón de Desmond Jennings, que puso el duelo 4-3. Y lo peor llegó luego: tres boletos consecutivos. El único out que consiguió se lo regaló Mike Napoli al sacar a B.J. Upton en un tintento de robo de segunda, un movimiento inexplicable porque Evan Longoria tenía el madero entre sus manos.

Mike González, importado desde los Orioles de Baltimore a última hora, tuvo que venir al montículo con dos en base. Acomodó un poco el reguero al ponchar con tres lanzamientos a Johnny Damon. Con dos fuera y las bases aún ocupadas, Washington se dejó de juegos. Trajo a Féliz para que sacase cuatro outs, un salvado de los de antes.

El quisqueyano no le falló. Se fajó contra Ben Zobrist sin miedo de tirar su slider contra el suelo, aún corriendo el riesgo de un lanzamiento errático. Lo que en efecto ocurrió. Pero finalmente puntualizó el ponche.

"Tuvimos la oportunidad, fueron buenos turnos, pero Féliz hizo muy buenos pitcheos. Y todavía lanza a 100 millas", dijo Maddon. "La gente tiene que entender que cuando el pitcher lanza tan rápido, desde la perspectiva del bateador tienes que hacer swing antes. No es fácil pegarle a esa recta. Y si es capaz de lanzar sus pitcheos rompientes, es difícil para Zobrist no hacer swing".

"Es uno de esos momentos", siguió Maddon, "en los que sólo te queda esperar que cometa un error y que tú estés listo".

El noveno episodio lo retiró sin demasiado lío, agresivo y por encima del plato. Permitió un sencillo de Rodríguez, una línea suave al centro que cayó de hit porque Craig Gentry jugaba en posición de evitar el extrabases, y luego consiguió sacar a Kelly Shoppach con un rodado a tercera que transformaron en doble play esos magos del guante que son Beltré e Ian Kinsler.

Este juego tuvo otros héroes, sobre todo Lewis y el encendido Napoli, cuyo jonrón ante Price al abrir el séptimo despertó a Texas, pero lo de Féliz no puede pasar desapercibido. En la postemporada pasada, Washington nunca quiso traerlo para cuatro outs y lo pagó caro un par de veces. Esta vez, las cosas son distintas.

"Primeramente la confianza en mí mismo, de tirar todos mis pitcheos y usarlos en cualquier conteo", nos decía Féliz el fin de semana sobre la clave para haber enderezado el camino a tiempo. "Eso es lo que más me ayudó. Y el apoyo del equipo".

Ahora fueron los Vigilantes, en la hora en la que necesitabas a un cerrador de verdad, los que se apoyaron en él.

"Nos salió a la perfección", dijo Washington de la decisión de traerlo en el octavo. "Nos sacó de ese inning (el octavo) y después consiguió el rodado para la doble matanza. ¡Qué juegazo! Necesitábamos todo lo que nos dieron estos muchachos".

Este triunfo puede ser determinante si nos atenemos a la historia de lo sucedido en la postemporada. Desde que se crearon las series de división en 1995, unos 22 enfrentamientos han llegado igualados a un triunfo al tercer duelo. El ganador de ese encuentro se ha llevado la serie en 18 de esas 22 oportunidades.

Que los Rays pueden ganar dos encuentros de pelota seguidos es decir una perogrullada. Mucho más complicado fue destronar a Boston del comodín. Pero no es fácil ir a Arlington para un quinto encuentro y vencer allí otra vez a C.J. Wilson.

Los que están en la vía rápida, a esta ahora, son los Vigilantes. Y Neftalí Féliz tiene mucho que ver con eso.

BeltréTim Heitman/US PresswireAdrian Beltré es felicitado por sus coequiperos tras anotar ante Rays
ARLINGTON -- En el momento en el que James Shields sacó la tercera entrada, dominando a Ian Kinsler con un elevado al jardín central, los Vigilantes de Texas cumplieron 12 entradas consecutivas en la serie divisional sin anotar una carrera.

Durante toda la temporada regular, el equipo de Ron Washington nunca había pasado más de 13 capítulos seguidos sin pisar la goma. La anemia ofensiva nunca ha sido un virus muy popular en Texas. Todo lo contrario.

Lo que pasó una entrada después no debería sorprender a nadie. Este equipo hace racimos de cinco carreras seis veces por juego. Ok, no tanto. Pero ustedes entienden el punto. Sólo los Vigilantes, Yankees y Medias Rojas anotaron más de 800 rayitas esta temporada en las Grandes Ligas.

El detalle es que el abridor de los Rays de Tampa Bay había estado casi imbateable. Hasta que se le perdió el plato a principios del cuarto episodio. Un lanzamiento, esa curva con la que golpeó en el brazo a Elvis Andrus, desató el del rally de los Vigilantes y la importantísima victoria por 8-6 que consiguieron el sábado en el Ballpark. Ahora la serie está empate a un triunfo por bando.

Después de ese pitcheo, Shields recibió tres hits, golpeó a dos bateadores y tiró dos lanzamientos descontrolados en un espacio de siete turnos. Mike Napoli fue el que le hizo más daño con su sencillo impulsor de dos carreras.

¿Qué tan descontrolado estuvo el diestro de los Rays? Para poner las cosas en contexto, acótese que de acuerdo al Elias Sports Bureau, nunca antes en la historia de la postemporada un pitcher había dado dos pelotazos y tirado dos "wild pitch" en un sólo inning. Vaya día escogió Shields.

Por más que Tampa se acercó luego con el jonrón de tres carreras de Evan Longoria ante Koji Uehara, el único punto negativo del brillante bullpen de los Vigilantes, las cinco anotaciones de ese cuarto capítulo cambiaron el juego.

"Me pegó aquí en el brazo, en el tríceps", dijo Andrus entre risas al hablar del bolazo. "Realmente ni lo sentí en ese momento. Si te van a pegar un pitcheo, ese es uno de los mejores. Sin dudas".

"Perdió un poco el foco después que me golpeó a mí y a (Adrián) Beltré. Creo que estaba tratando de ser demasiado perfecto en ese inning", añadió Andrus. "Hasta ese momento estábamos haciéndole swing al cambio, que es el pitcheo de él, con el que hace outs. Nos dijimos que teníamos que tratar de que subiese la pelota y tirase strikes. Y eso fue lo que hicimos".

"Estaba tranquilo, estaba bien, con buenos pitcheos y buen ritmo", describió Maddon al Shields de los primeros tres innings, "y de repente golpeó a dos. Realmente es algo poco usual".

Tan inusual que durante toda la temporada, en la que tiró 249.1 entradas, Shields soltó sólo cuatro lanzamientos descontrolados. Esa es la grandeza del béisbol, que una y otra vez lo normal deja de serlo.

"Y antes de que pudiesen darse cuenta", dijo el siempre preciso Ron Washington, "estábamos jugando nuestro juego y listos para arrancar".

Derek Holland terminó de completar su noche con cinco entradas decentes, en las que permitió tres carreras. Suficiente para llevarse el triunfo.

Alexi Ogando demostró que puede ser un arma en el bullpen ("Ahora voy con el 100% de una vez", nos dijo luego en la cueva), Darren Oliver no permitió que el lío que le armaron a Uehara pasase de allí y Mike Adams volvió a recordarnos por qué lo trajeron desde San Diego para tirar el octavo inning.

Mitch Moreland, que no sacaba la pelota en Arlington desde junio, le dio un colchón a los Vigilantes con su batazo en el cierre el octavo. Dos arriba, Neftalí Féliz sacó un noveno tranquilo en el que sólo se le atravesó el boleto que le dio a B.J. Upton con un out. Respondió dominando a Longoria y Ben Zobrist con mansos elevados.

Sea cual sea el futuro de Texas en esta postemporada, van a necesitar que el cerrador dominicano siga mostrando la cara que ha dejado ver desde mediados de agosto, esa que lo hizo uno de los taponeros más dominantes del juego la temporada pasada. Entre abril y septiembre puede que un equipo sobreviva sin un buen candado. No en octubre.

"Cuando vienes con dos arriba te sientes con más confianza, porque estás más relajado que con una sola", reconoció Feliz. "Me siento bien y feliz porque es un gran triunfo para el equipo. Tenemos tremendo bullpen y ahora con Ogando se mejoró mucho más".

El reporte de esta serie, tras la división en Texas, todavía es confuso. Ni Tampa estaba embalado el viernes, ni los Vigilantes son imparables después de este triunfo. Lo único que luce más o menos despejado son los argumentos de ambos bandos.

Los Rays, todo menos una máquina de batear, necesitan más de su pitcheo abridor de lo que hoy mostró James Shields. Jeremy Hellickson y David Price (que ha fallado últimamente en juegos importantes) deberán encargarse de demostrarlo en los dos próximos juegos.

Y los Vigilantes tienen que parecerse más a ese club que despegó en la cuarta entrada. Mucha ofensiva y buen bullpen para respaldar a sus abridores, sobre todo ahora que Colby Lewis y Matt Harrison (a quien nadie confundirá con Tom Seaver y Sandy Koufax) tendrán que salir al ruedo.

Si vemos eso de lado y lado, lo más probable es que el mismo avión que los llevará a Tampa deba regresar a Arlington a mediados de semana para un quinto juego. Aquí queda pelota por jugar.

Rays vs VigilantesGetty Images
ARLINGTON -- Vamos a pensar por un segundo que quien permitió ocho carreras y tres jonrones fue Matt Moore. Tomemos otro minuto para imaginar que C.J. Wilson fue quien tiró en blanco por siete entradas e hizo lucir a los bateadores de los Rays de Tampa Bay como si tuviesen dos semanas de descanso sin batear. Piensen que fue Texas el que ganó por 9-0. ¿Estamos listos? ¿Lo imaginaron?

Podemos apostar lo que sea a que hoy estaría la gente desde San Pedro de Macorís hasta Maracaibo, desde San Juan hasta Seattle y pasando por La Habana, para hacer cenizas de Joe Maddon porque en el primer juego de la postemporada le entregó la pelota a un novato con apenas una apertura de por vida en Grandes Ligas.

Hora de una trivia: ¿Cuántos lanzadores han iniciado un juego de postemporada con sólo una, o ninguna, apertura de por vida en Grandes Ligas? Si usted respondió "ninguno", es un feliz ganador.

"Esta es la hora de los hombres", seguramente le hubiesen dicho a Maddon, "no la hora de los muchachos. ¿En qué estaría pensando este loco?".

Ahora volvamos a la realidad. Y quitémonos el sombrero ante Maddon, el coach de pitcheo Jim Hickey y todos los que tuvieron los "riñones" de darle la pelota a Moore, demostrando más confianza en el talento del novato y en lo que podía lograr contra un equipo que jamás lo había visto, que en la experiencia de Jeff Niemann o Wade Davis.

Una decisión que le salió de maravilla.

Maddon nunca ha podido imaginar que Moore le tiraría siete ceros a una de las ofensivas más poderosas de la Liga Americana, un equipo al que sólo dejaron en blanco ocho veces este año. Lo que sí sabía es que este chico ponchó a 11 en su única apertura en Grandes Ligas, contra los Yankees en el mismo Yankee Stadium, y que por algo es su prospecto número uno de la organización. Sabía que no se iba a poner nervioso allá afuera.

"Creemos que Matt puede manejar este momento", había dicho el estratega el jueves por la tarde. "La pregunta más importante que debíamos responder es si pensábamos que era capaz de manejar esto emocionalmente".

La respuesta está bastante clara. El zurdo de 22 años no ponchó a 700 bateadores en 497 entradas y un tercio en ligas menores por obra y gracia del Espíritu Santo. No es sólo que tira strikes a 97 millas por hora, es que parece que ni siquiera se esfuerza para hacerlo.

"Estuvo impresionante", resumió Maddon luego del partido. "Desde el primer inning pudimos ver lo incómodo que estaba Kinsler. Que tirase strikes hizo toda la diferencia del mundo. Vieron lo calmado que estaba, su compostura. Uno ve muchos jóvenes que lanzan 97, 98. Pero tienes que ser capaz de controlarte, tener sangre fría. Él lo hace".

"Pero quiero ser muy claro: la decisión no fue ninguna genialidad mía", aclaró Maddon. "Fue una decisión del grupo, de los scouts y los coaches. Entre todos lo decidimos. Créanme, no soy tan inteligente. No quiero tomar ningún crédito por lo que sucedió".

En su primera vuelta en el orden, Moore bajó a los Vigilantes con rectas y más rectas. Luego trabajó el cambio y la slider. Así los sacó de paso una y otra vez. Súmenle a eso la desesperación de los bateadores de Texas, abajo desde el segundo inning, y entendrán lo sucedido.

¿Y los Vigilantes? Por más que no se le pueda quitar méritos a lo hecho por Moore, es imposible jugar de la manera que los Vigilantes jugaron y pretender ganar un encuentro de pelota.

Wilson estuvo detrás de la cuenta toda la noche. Como escribió alguna vez Red Smith, un célebre columnista para The New York Times, lanzó como si el home estuviese alto y afuera. Eso en Grandes Ligas se paga y bien que se lo cobró Kelly Shoppach, que aunque no lo crean dio dos jonrones y empujó cinco carreras.

El segundo de esos palazos terminó de abrir el duelo en el quinto inning. Después de dos outs, un tiró malo de Adrián Beltré (¿hay una señal más clara de que no era el día de Texas?) permitió que se embasara Damon. Otro pecado que no perdonó Tampa.

Pero la foto que retratará a Texas es la de Josh Hamilton -- el único que le conectó hit a Moore -- cuando tocó la pelota abajo por ocho carreras en el sexto episodio. No, Hamilton no quiso avanzar al corredor de primera con esa diferencia. Nadie es tan torpe.

Lo interesante del toque es lo que revela. En ese momento, uno de los mejores bateadores de Grandes Ligas pensó que la mejor forma de embasarse contra Moore era tratar de arrastrar la pelota.

"El muchacho es especial", sentenció Ron Washington, el manager de Texas, después del encuentro. "Con la manera como estaba lanzando, cualquier ofensiva se ve flácida. Tiró un gran juego y no se le puede quitar crédito".

Eso se llama respeto y el zurdo de Tampa se lo ganó en la lomita. Aunque si somos justos, empezó a ganárselo la noche del jueves, cuando Joe Maddon volvió a recordarnos con su corajuda decisión que el talento no discrimina en edades. Es tan simple como que si no escribe su nombre en la alineación, Moore no lanza.

Así que no importa. Si Maddon no quiere llevarse el crédito, es su decisión. Acá le damos su parte. Porque si las cosas salían mal, no era a sus coaches a quien los aficionados iban a fusilar.

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