Tres debates han dominado el mundo del deporte en los últimos años.

1.- ¿Quién es mejor futbolista, Messi o Cristiano?

2.- ¿Quién es el mejor de la NBA de la historia, Jordan o Lebron?

3.- ¿Qué significa realmente ser “jugador más valioso”?

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, valioso es sinónimo de apreciado, estimable, preciado, meritorio, admirable, eficaz, útil y provechoso.

Mike Trout, el estelar jardinero de Los Angeles Angels es, a no dudarlo, el mejor pelotero de la actualidad en las Grandes Ligas.

Todo lo hace bien y en grado superlativo. Sus números han sido extraordinarios desde que fue Novato del Año de la Liga Americana en el 2012.

Getty ImagesMike Trout, el estelar jardinero de Los Angeles Angels es el mejor pelotero de la actualidad en las Grandes Ligas.

En el 2019, por no variar, sus estadísticas deslumbran y prácticamente desde que se dio la voz de playball a finales de marzo, muchos colegas le endilgaron de oficio el premio de Jugador Más Valioso del joven circuito, galardón que ya se ha llevado dos veces en su carrera, en 2014 y 2016, mientras que en cuatro campañas quedó segundo en la votación.

Ya Trout está fuera de acción por lo que resta de temporada, debido a un neuroma en su pie derecho que requiere cirugía y limitó su juego en septiembre a apenas 15 turnos al bate.

Se va entonces con muy buen average de .291 y encabeza la Liga Americana en OBP (.438), slugging (.645) y OPS (1.083).

Terminó con 104 carreras impulsadas y sus 45 jonrones son de momento la mayor cantidad de la Liga Americana, aunque ya el cubano Jorge Soler, de los Kansas City Royals, le dio alcance y debería superarlo. También es puntero en bases por bolas recibidas, con 110, la misma cifra de Alex Bregman, de los Houston Astros.

Detrás de Trout en casi todas las categorías está precisamente Bregman, quien lo supera en average (.296), carreras anotadas (115 por 110), impulsadas (105 por 104), hits (154 por 137) y dobles (35 por 27). Además ha despachado 37 bambinazos.

El OBP del antesalista de Houston es de .420, su slugging es .583 y su OPS es de 1.004. Volvemos a las dos últimas acepciones de la palabra valioso que mencionamos al principio: útil y provechoso.

¿Cuán útiles y provechosos han sido los números de Trout para su equipo, que ya tiene asegurado terminar la temporada con récord negativo (68-83) y va penúltimo en el Oeste de la Liga Americana, a 30.5 juegos de los Astros?

¿Estaría Houston tan cómodamente instalado en la cima divisional sin el aporte de Bregman?

Cuando el equipo ha perdido temporalmente por lesiones al boricua Carlos Correa, a George Springer o al venezolano Jose Altuve, ahí ha estado él, con una salud de hierro, para cargar al resto del conjunto en 146 de los 152 partidos disputados hasta el momento.

Con el guante, ha defendido con igual acierto tanto la antesala, como el campocorto, cuando las circunstancias lo han requerido y su liderazgo es indiscutible dentro del equipo que tiene, junto con los New York Yankees, el mejor récord de todas las Grandes Ligas.

Eso es ser valioso, útil y provechoso. Lo otro es poner mejores cifras individuales para nada, sin tomar en cuenta esos intangibles que hacen en realidad una diferencia.

Y no me vengan a hablar del WAR, porque esa es la estadística más absurda, ilógica e inexacta que se haya inventado, aunque lamentablemente muchos toman como única referencia a la hora de emitir sus votos.

Si no lo creen, que alguien venga y explique por qué el WAR de Mike Minor, de los Texas Rangers, es mejor que el de Justin Verlander, de los Astros, quien lidera el circuito en victorias (19), efectividad (2.50), entradas lanzadas (212) y WHIP (0.79), mientras es segundo en ponches propinados (283) y es tiene prácticamente en el bolsillo el segundo Cy Young de su carrera.

Minor tiene un WAR de 7.9, por 7.8 Verlander, a pesar de tener seis victorias menos y tres derrotas más, una efectividad de 3.33, casi 100 abanicados menos, 22 pasaportes más y un WHIP de 1.21.

¿Es Trout el mejor? No lo duden. ¿Es el más valioso? Respóndanse ustedes mismos.

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Más allá de la hemorragia de jonrones, el 2019 nos ha dejado una rareza histórica: ningún manager de los 30 que iniciaron la temporada ha sido despedido.

Y a menos de dos semanas para que concluya el calendario regular, no tiene mucho sentido echar a alguno antes del final.

Los ajustes de cuenta vendrán después del último out, cuando sólo diez equipos sigan jugando pelota en octubre y los otros 20 comiencen a pasar balance y a lamer las heridas de la eliminación.

¿Quiénes son los dirigentes que podrían no regresar para el 2020?

1.- Alex Cora (Boston Red Sox)

Los campeones del 2018 son, a no dudarlo, la mayor decepción de esta contienda. Los Medias Rojas tienen récord de 79-70 y con tres victorias más asegurarán terminar con balance positivo, pero eso es insuficiente para el monarca defensor, que hace 12 meses atrás tuvo marca de 108-54, la mejor en la historia de la franquicia.

Aquel equipo que en el primer año del puertorriqueño Alex Cora como manager funcionó como un reloj suizo de principio a fin se descompuso prácticamente desde que se dio la voz de playball en marzo pasado.

Después de que fuera despedido el presidente de operaciones del club, Dave Dombrowski, no sería de extrañar que Cora siga sus pasos a la fila de desempleados.

2.- Gabe Kapler (Philadelphia Phillies)

Cuando los Filis firmaron en el invierno a Bryce Harper se convirtieron automáticamente en el gran favorito para ganar la división Este de la Liga Nacional.

Un año antes, en el primero de Kapler al frente de Filadelfia, le pusieron en las manos un equipo competitivo y ni siquiera logró balance ganador (80-82).

Ahora nuevamente quedará fuera de la postemporada y el ambiente que se respira en el clubhouse del equipo es tenso, por las frustraciones de no cumplir con las elevadas expectativas, luego de que la gerencia comprometiera 572 millones de dólares en agentes libres en las dos últimas campañas.

Difícilmente Kapler consiga llevar hasta el final su contrato, que vence en el 2022.

3.- Clint Hurdle (Pittsburgh Pirates)

Nueve años lleva Hurdle al frente del barco pirata, pero ahora mismo enfrenta un motín a bordo.

Al manager se le ha ido de las manos el clubhouse, con constantes disputas que han salido a la luz, lo cual se ha reflejado en el récord de 65-85, el peor desde que tomó las riendas del equipo en el 2011, válido para el último lugar de la división central de la Liga Nacional.

Cuando eso ocurre, es hora de cambiar el rumbo. Si le pasó a Terry Francona en el 2011 con Boston, después de haber roto la maldición del Bambino en el 2004 y ganar también la Serie Mundial del 2007, ¿cómo no le sucederá a Hurdle, que no ha ganado nada?

4.- Don Mattingly (Miami Marlins)

No puede culparse 100 por ciento a Mattingly por el pobre desempeño de estos Marlins del 2019, pues en realidad no tenía mucho de dónde sacar agua del pozo.

Pero en su segundo año del proceso de reconstrucción, Miami ha tenido un retroceso en comparación con el 2018, cuando evitó las 100 derrotas que le pronosticaron los entendidos.

En sus dos primeras temporadas de las cuatro de su contrato tuvo en sus manos equipos mucho mejores, con Giancarlo Stanton, Marcell Ozuna, Christian Yelich, J.T. Realmuto y el difunto José Fernández, entre otras estrellas, pero nunca consiguió terminar con récord ganador.

No hay mucha razón para que le renueven el contrato y los jefes encabezados por Derek Jeter probablemente escogerán a otra persona para que siga adelante el plan de remodelación.

5.- Bruce Bochy (San Francisco Giants)

Este caso es obvio. El veterano Bochy, ganador de tres Series Mundiales con los Gigantes (2010, 2012 y 2014) ya había anunciado su retiro para cuando terminara la temporada.

El único manager nacido en Francia se irá del béisbol después de 25 campañas, 12 al frente de los San Diego Padres y 13 con los Gigantes.

Con los Padres tuvo récord de 951-975, mientras que en San Francisco, hasta los juegos del lunes 16 de septiembre, ha tenido la misma cantidad de victorias, que de derrotas: 1,047.

En la silla caliente: Joe Maddon (Chicago Cubs)

Aunque Joe Maddon logró lo que no pudieron otros 52 managers en 108 años, la paciencia tiene un límite, por muy santificado que esté por la Diosa Victoria.

Después de ganar la Serie Mundial del 2016 y romper la Maldición de la Cabra, los Cachorros perdieron la serie de campeonato de la Liga Nacional ante Los Angeles Dodgers en el 2017 y fueron eliminados en el juego de comodines en el 2018 por los Colorado Rockies.

Excéntrico y polémico, Maddon es un estratega muy cuestionable, que muchas veces va en contra de la lógica más elemental.

Ahora mismo, Chicago tiene el segundo wildcard del viejo circuito, con un juego por delante de los Milwaukee Brewers, pero si no consigue avanzar a la postemporada, podríamos ver a Maddon buscando nuevo trabajo en el invierno, a juzgar por las recientes declaraciones del presidente de la organización, Theo Epstein, quien lamentó la incapacidad del equipo de jugar béisbol ganador de manera consistente.

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El derecho Zack Greinke, quien alcanzó las 200 victorias el domingo contra los Oakland Athletics, y el zurdo CC Sabathia, quien superó los 250 triunfos y 3,000 ponches más temprano en la temporada, pueden ser agregados a la breve lista de lanzadores activos que deberían ir ensayando desde ahora sus discursos para una eventual ceremonia en el Salón de la Fama de Cooperstown.

Los otros miembros de ese exclusivo grupo son el zurdo Clayton Kershaw, de los Los Angeles Dodgers, y los derechos Max Scherzer, de los Washington Nationals, y Justin Verlander, de los Houston Astros. Greinke, de 35 años de edad y 16 temporadas en las Grandes Ligas, ha lucido como un abridor caballo, poniendo foja de 13-4 y efectividad de 2.84 en 26 salidas con los Arizona Diamondbacks y los Astros. El seis veces Todos Estrellas y Cy Young de la Liga Americana del 2009 tiene 3-0, efectividad de 2.37 y 14 ponches en 19.0 entradas en sus primeras tres aperturas con los líderes de la División Oeste de la Liga Americana.

Astros starting pitcher Zack Greinke delivers a pitch against the Colorado Rockies during the first inning at Minute Maid Park.
John Glaser-USA TODAY SportsAl alcanzar su victoria 200 la semana pasada, Zack Greinke ya tiene credenciales suficientes como para ir pensando en su discurso del Salón de la Fama.
Greinke (200-122, 3.35, 2,584 ponches, 2,828 innings), a quien restan dos años en su actual contrato, es el lanzador #32 de la historia con 200 victorias y 2,500 ponches. Tendrá la oportunidad de alcanzar los tres mil ponches y las tres mil entradas laboradas con su contrato vigente.

Sabathia, quien anunció que se retirará al final de esta temporada, permitió cuatro carreras en tres episodios ante los Cleveland Indians en su regreso de la lista de lesionados. El zurdo de 39 años de edad y 19 temporadas en las ligas mayores, tiene marca de 5-7 y efectividad de 5.01 con los New York Yankees en su última campaña.

Pero Sabathia (251-160, 3.73, 3,073 ponches, 3,563 innings) se convirtió esta temporada en apenas el tercer zurdo de la historia con tres mil ponches, cifra qué agregada a sus cinco convocatorias al Juego de Estrellas, su premio Cy Young de la Liga Americana del 2007 (ha estado cinco veces entre los cinco más votados al galardón) le dan la categoría de "caballo, caballo" monticular de su era.

El proceso que lleva a un pelotero con una gran carrera al Salón de la Fama no es una ciencia exacta. Entre los más de 19,600 peloteros que pasaron por las ligas mayores desde que fue fundada la Liga Nacional en 1876, apenas 232 tienen placas en Cooperstown. Incluyendo siete que fueron electos por sus desempeños en las Ligas Negras, solamente 83 lanzadores están en el Salón de la Fama.

Mike Mussina, quien ganó 270 partidos, recibió la bendición de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA) este año, en su sexta aparición en la boleta. Así de difícil ha sido el asunto. Además de Greinke y Sabathia, los otros activos con luz verde para comprar el traje de sus futuras exaltaciones son:

Kershaw (165-71, 2.41, 2,416 K, 2,233 IL): Ocho elecciones al Juego de Estrellas, tres premios Cy Young, siete veces entre los cinco más votados para el galardón, un Jugador Más Valioso y cinco lideratos de efectividad en 12 años con los Dodgers.

Scherzer (168-87, 3.17, 2,638 K, 2,252 IL): Siete Juegos de Estrellas, tres premios Cy Young (dos en la Liga Nacional y uno en la Liga Americana) y seis veces entre los cinco más votados al premio en 12 años con Arizona Diamonbacks, Detroit Tigers y Washington Nationals.

Verlander (219-127, 3.36, 2,934 K, 2,928.2 IL): Ocho Juegos de Estrellas, Cy Young y Jugador Más Valioso de la Liga Americana en 2011, siete veces entre cinco más votados al Cy Young, Novato del Año.

EN LA FRONTERA: El abridor venezolano Félix Hernández y el cerrador cubano Aroldis Chapman se encuentran en el grupo más amplio de lanzadores que ya hicieron lo suficiente como para comenzar a soñar con una placa en el Salón de la Fama, pero qué por diferentes razones, aún tienen tareas pendientes. Un grupo que, más o menos, también integran Madison Bumgarner, Corey Kluber, Jon Lester y Chris Sale, entre otros.

Hernández, quien ha pasado toda su carrera de 15 años en Grandes Ligas con los Seattle Mariners, posee marca general de 169-132, efectividad de 3.38 y 2,501 ponches en 2,696 entradas. "King Félix" ha sido electo a seis Juegos de Estrellas, ganó el Cy Young de la Liga Americana en 2010 y en cuatro ocasiones ha quedado entre los primeros cinco por el premio.

Salvo raras excepciones, proyectar una carrera de Salón de la Fama para un relevista es una de las cosas más impredecibles. Solamente ocho relevistas, incluyendo al gran panameño Mariano Rivera, y a Lee Smith, quienes entraron este año, son miembros del Salón de la Fama de Cooperstown.

Pero si hay un relevista que cumple con los parámetros para considerarse que lleva buen camino para encontrar la olla de oro al final del arcoíris en la villa Cooperstown, ese es Chapman, quien tiene 271 salvamentos, efectividad de 2.25 y 14.8 ponches por cada nueve entradas en su carrera. El norteamericano Craig Kimbrel (2.01 y 14.6 K/9IL) tiene cifras muy parecidas en más o menos el mismo tiempo.

La diferencia entre ambos es que mientras Kimbrel no pasa exactamente por un momento que augure que mantendrá su forma de los 10 años anteriores, el zurdo de los Yankees está lanzando la recta a 103 millas por hora, tiene efectividad de 2.36 y ha ponchado a 13 bateadores por cada nueve innings en el 2019, un indicativo de que aún puede agregar varios años de gran dominio a su carrera, y, por lo tanto, mejorar sus probabilidades de unirse a Rivera.

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Diga lo que diga el comisionado Rob Manfred, algo le han hecho a las pelotas.

Siempre se ha dicho que el jonrón es la emoción suprema del béisbol, como el gol en el futbol o la canasta de tres puntos en el baloncesto.

Pero cuando lo excepcional se convierte en habitual, la emoción pierde ese toque extraordinario.

Lo estamos viendo en la NBA, que se ha convertido en una competencia de francotiradores de larga distancia, en detrimento de otros aspectos del juego y del espectáculo.

Es cierto que los bateadores han modificado su swing para darle mayor ángulo de salida a la pelota, lo cual se traduce en mayor distancia de los batazos, aunque menos contacto.

Pero también se le ha perdido el respeto al ponche. Abanicar ya no es algo que avergüence y cualquiera se traga un centenar de ellos en una temporada con la misma naturalidad que tomarse un vaso de agua.

En cuenta de dos strikes, los bateadores tendían a recortar el swing para tratar de evitar el ponche y simplemente poner la bola en juego.

Ahora no. Ahora en conteo adverso, le tiran a la pelota con la misma fuerza, igual proyección en busca de un batazo grande, sin importar si se consigue o no.

Y por supuesto que ello ha influido en alguna medida en el aumento de la cantidad de los cuadrangulares, en la misma dimensión en que han crecido los ponches. Pero tiene que haber más y tiene que ver con las pelotas.

Si hacemos un símil, esto recuerda los años 90, la década de los esteroides, cuando cualquier hijo de vecina, con cierto talento y muchos pinchazos, era capaz de sacar 30, 40 pelotas del parque en una campaña, mientras los ejecutivos miraban hacia otro lado.

Vamos a los hechos. Hasta el martes 6 de agosto se habían disputado en la temporada del 2019 un total de 1,704 partidos, de los cuales, sólo en 125 de ellos, ninguno de los dos equipos bateó un cuadrangular.

Eso significa que en el 93 por ciento de los juegos que se han celebrado al menos una pelota se fue sobre las cercas.

Los Seattle Mariners llevan una cadena de 107 encuentros consecutivos en que han bateado o recibido un jonrón, lo cual supera por 38 juegos el récord anterior.

Photo by Ronald Martinez/Getty ImagesNomar Mazara pegó un jonrón de 505 pies esta temporada.
En 1913, los Boston Red Sox estuvieron 55 partidos sin disparar o permitir un vuelacercas. En el 2019, la mayor cantidad de juegos seguidos sin que un equipo conecte o acepte un jonrón es de apenas tres.

Siempre que las Grandes Ligas han tomado acciones modificadoras, benefician a los bateadores y perjudican a los serpentineros.

Entre el 2010 y 2015, los pitchers propinaron 30 juegos sin hits ni carreras e inmediatamente empezó a hablarse de la necesidad de bajar la altura del montículo para "emparejar" la guerra entre lanzadores y bateadores. Del 2011 a la fecha, solamente se han registrado ocho no hitters.

En el 2014, los líderes en jonrones de ambas ligas fueron Giancarlo Stanton, de los Miami Marlins, en la Nacional, y Nelson Cruz, de los Seattle Mariners, en la Americana, apenas con 37 y 40, respectivamente.

El año pasado, Nolan Arenado encabezó el viejo circuito en cuadrangulares, con 38, a pesar de jugar la mitad de sus partidos en la altura de Colorado, mientras que Khris Davis, J.D. Martinez y Joey Gallo, en la Americana, fueron los únicos que superaron los 40 bambinazos, con 48, 43 y 40, respectivamente.

Este año, Christian Yelich ya va por 39 y amenaza con llegar a 50, más no es el único que le apunta al medio centenar.

Mike Trout (38) y Cody Bellinger y Pete Alonso, ambos con 37, llevan proyecciones para llegar a esa cifra.

Las únicas veces que cuatro bateadores pegaron 50 o más vuelacercas en una misma campaña fue en plena era de los esteroides.

En 1998 lo hicieron Mark McGwire (70), Sammy Sosa (66), Ken Griffey Jr. (56) y Greg Vaughn (50) y en 2001 lo consiguieron Barry Bonds (73), el propio Sosa (64), Luis González (57) y Alex Rodríguez (52).

No es sólo la cantidad de jonrones que se están pegando, a ritmo de más de mil por cada mes, sino las dimensiones de ellos.

En el 2018 hubo 82 jonrones de 450 pies de largo y solamente cuatro a más de 480.

Este año van ya 131 palos de al menos 450 y cinco sobre los 480, incluido un monstruoso estacazo de 505 del dominicano Nomar Mazara.

No son especulaciones. Son hechos. Rob Manfred podrá decir lo que quiera. Nosotros tenemos el derecho de no creerle ni una palabra.

Yo prefiero quedarme con las opiniones más que autorizadas de Justin Verlander y Pedro Martínez, pues cada cual se da cuenta cuando su herramienta de trabajo ha sido alterada o modificada, a diferencia de Manfred, que no se sabe si alguna vez tomó una bola en su mano.

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Los Angeles Dodgers, los Houston Astros, los Atlanta Braves y los New York Yankees cabalgan al galope en sus respectivas divisiones y parecen inalcanzables por sus rivales.

Los Dodgers comandan el Oeste de la Liga Nacional con 18 juegos de ventaja sobre los Arizona Diamondbacks y los San Francisco Giants.

Los Astros se han escapado en el Oeste de la Americana, con nueve de diferencia sobre los Oakland Athletics, la misma separación entre los Yankees y los Tampa Bay Rays en el Este.

Y aunque seis rayas no es una ventaja insalvable, los Braves lucen sólidos sobre los Washington Nationals y los Philadelphia Phillies, que no consiguen la consistencia para remontar.

A falta de más-menos 50 partidos para que se complete el calendario regular, la lucha se enfoca en las divisiones centrales de ambos circuitos.

En la Americana, los Minnesota Twins van delante de los Cleveland Indians por cuatro rayitas, mientras que en la Nacional, los Chicago Cubs tiene 2.5 por delante de los St. Louis Cardinals y cuatro de los Milwaukee Brewers.

A los Twins (70-42) les restan exactamente 50 compromisos por jugar, de los cuales diez serán contra los Indians, siete en casa y tres en Cleveland.

Hasta ahora, la serie particular entre ambos va bastante pareja, con cinco triunfos para los actuales líderes y cuatro para la Tribu.

El organigrama parece favorecerle a Minnesota, pues de los otros 40 encuentros, 26 serán contra los Chicago White Sox (9), los Kansas City Royals (7) y los Detroit Tigers (10), todos con récord perdedor.

En 30 enfrentamientos anteriores frente a White Sox, Royals y Tigers, los Twins tienen récord de 22-8.

Tienen además pendientes siete choques interligas contra Atlanta (2), los Cerveceros (2) y Washington (3), además de cuatro ante los Texas Rangers y tres frente a los Boston Red Sox, todos con balance positivo en ganados y perdidos.

Por su parte, los Indians (66-46), además de los diez encuentros con Minnesota, tienen en el camino a varios contendientes con récord ganador y en lucha por entrar a la postemporada, por lo que se antoja un calendario más complicado y de mucha intensidad.

Getty ImagesEn la Americana, los Minnesota Twins van delante de los Cleveland Indians por cuatro juegos.

A Cleveland le resta una serie de cuatro encuentros con los Yankees, tres juegos con Boston, tres con Tampa Bay y tres series interligas con los New York Mets, Filadelfia y Washington, aparte de dos ante Texas.

Son en total 31 de 50 juegos ante conjuntos ganadores, mientras que los 19 faltantes serán ante Los Angeles Angels (3) y sus rivales divisionales Chicago (7), Kansas City (3) y Detroit (6).

No puede la tropa de Terry Francona darse el lujo de ceder ante White Sox, Royals y Tigers, ante quienes ha jugado de manera combinada para 26-14, porque esos son los juegos que de perderse, pueden costar carísimo y hacer la diferencia entre lograr y dejar escapar el boleto a la postemporada.

Panorama más complicado en la Nacional

Las cosas se complican más en el centro del viejo circuito, donde hay tres equipos con posibilidades reales de ganar la división, alternándose el liderazgo semana tras semana, sin que ninguno consiga despegarse.

A los Cubs, líderes actuales, así como a los Brewers, que van terceros, les faltan 50 juegos exactos, mientras que a los Cardinals les restan 51.

Chicago (61-51) tendrá que medirse siete veces a ambos. La serie ante los dos les favorece 7-5, mientras que de los otros 36 choques pendientes, 11 serán frente a conjuntos con balance ganador: dos interligas ante Oakland, tres con Philadelphia, tres con Washington y otros tantos con los Mets.

Y hay 25 partidos contra equipos perdedores: siete ante Cincinnati Reds, nueve versus Pittsburgh Pirates, tres con los Giants, cuatro con los San Diego Padres y dos interligas frente a los Seattle Mariners.

Entretanto, los Cardinals (58-53), aparte de los siete encuentros pendientes con los Cubs, tienen nueve con los Brewers, con la serie empatada 5-5 hasta ahora.

El calendario para los pájaros rojos incluye también dos choques ante los poderosos Dodgers y tres frente a los Nationals, como únicos rivales con récord ganador.

Los demás partidos serán seis ante Pittsburgh, ocho con Cincinnati, cuatro con San Francisco, tres con Arizona, siete con los Colorado Rockies y dos interligas con los Royals, sin dudas un programa menos complicado.

Y Milwaukee (58-56), más allá de los 16 que le quedan por jugar con Chicago y St. Louis, tiene por delante siete difíciles partidos interligas ante Texas (3), Minnesota (2) y Houston (2), además de una serie de tres con los Nationals.

El resto de los rivales son perdedores: cinco choques con Pittsburgh, tres con Arizona y para cerrar, en las últimas dos semanas de septiembre, cuatro con los Miami Marlins, otros tantos con los Padres y tres frente a los Reds y los Rockies.

Está entonces por verse cuál de los tres sobrevivirá a esta lucha fratricida que podría durar hasta el último día, cuando Cubs y Cardinals se enfrenten entre sí, mientras Milwaukee cierra en la complicada altura de Colorado.

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Los New York Yankees necesitan pitcheo abridor para incrementar sus buenas probabilidades de ganar la Serie Mundial en el 2019. Los New York Mets están obligados a seguir fortaleciendo su columna vertebral para volver a ser relevantes en las Grandes Ligas.

Los dos equipos de la Gran Manzana tienen exactamente lo que necesita el otro para impulsar sus respectivos planes, de corto plazo para los "Bombarderos" del Bronx, de medio término para los "Asombrosos" de Queens. La cuestión es ponerse de acuerdo, lo que no siempre ha sido fácil entre los vecinos niuyorkinos.

Los Mets, que ya tenían en su rotación abridora a Jacob deGrom, Noah Syndergaard, Zack Wheeler y Steven Matz, hicieron un cambio con los Toronto Blue Jays en el fin de semana para agregar al derecho Marcus Stroman (efectividad de 2.96 en 21 salidas y 1.80 en julio), uno de los abridores más eficientes de ambas ligas mayores este año.

Noah Syndergaard
Wendell Cruz-USA TODAY Sports
El movimiento sorprendió a toda la industria tomando en cuenta que los Mets tienen marca de 50-55 y van detrás de siete equipos en la batalla por un puesto comodín a los playoffs de la Liga Nacional, a dos días que se cumpla el plazo de hacer transacciones en las ligas mayores. En esa situación, los clubes generalmente apuestan a vender y no a comprar como hizo el gerente general Brodie Van Wagenen, quien en poco tiempo ha demostrado que no se le aprieta el pecho para mover sus fichas.

¿Pero si Van Wagenen no está apuntando a esta temporada y Stroman es parte de un plan más grande para acumular lo que costaría adquirir el paquete perfecto de súper prospectos que están cerca de comenzar a florecer en el nivel más alto? Cuando se han jugado dos tercios de la temporada regular, los Yankees comandan la División Este de la Liga Americana con marca de 67-38 y ventaja de 8.5 juegos sobre los Tampa Bay Rays y 9.0 por encima de sus grandes rivales y actuales campeones del béisbol, los Boston Red Sox. Pero el gerente general Brian Cashman sabe que su actual rotación abridora no es exactamente la ideal para una eventual postemporada contra algunos de los clubes más ofensivos del béisbol.

El pitcheo abridor de los rayados tuvo efectividad global de 4.77 en los primeros 105 juegos de la temporada. Cuando el dominicano Domingo Germán lanzó 5.1 IL de tres carreras el domingo en Fenway Park se convirtió en el primer abridor con una actuación decente desde el 19 de julio. En los ocho choques anteriores, los abridores del manager Aaron boone tuvieron foja de 1-5 y efectividad de 14.90.

Con el dominicano Luis Severino fuera de acción desde los entrenamientos primaverales, los Yankees no han tenido un genuino caballo de rotación. No lo ha sido el derecho japonés Masahiro Tanaka, quien permitió 12 carreras en 3.1 entradas el jueves y tiene efectividad de 4.79 en 21 salidas, ni tampoco el zurdo James Paxton (5-6, 4.72), quin llegó desde los Seattle Mariners con la etiqueta de caballo monticular.

De los abridores regulares, Germán, quien tiene un turno en la rotación por primera vez en su carrera, exhibe el mejor promedio de efectividad, 4.08.

¿Qué tanto estarían dispuestos a dar los Yankees por dos del trío que forman Syndergaard, Stroman y Wheeler? Bastante, ha de suponerse. Jugadores como el antesalista Miguel Andújar, el jardinero Clint Frazier y el lanzador Jonathan Loaisiga y los prospectos Estevan Florial y Deivi García podrían ser parte del mayor megacambio de la historia entre los dos equipos de Nueva York, si llegaran a un terreno común, que en realidad es la parte difícil del asunto.

Mets y Yankees han logrado superar sus diferencias barriales en el pasado para resolver necesidades. En el 2001, los Yankees mandaron al jardinero David Justice a los Mets por el antesalista Robin Ventura. En el 2003, los Mets cedieron al cerrador dominicano Armando Benítez por tres jugadadores de los Yankees.

¿Por qué no hacerlo una vez más?

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Desde que asumió como el comisionado de las Grandes Ligas del béisbol (MLB), en enero del 2015, Rob Manfred ha mostrado ser un líder abierto a nuevas ideas y probar todo lo que sea necesario para mejorar el gran producto que maneja.

No es por casualidad que el comisionado de Grandes Ligas gana más al año que el presidente de los Estados Unidos. Después de todo, el hombre con la silla en el 245 de Park Avenue, Nueva York, existe para defender los intereses de una industria que genera más de $10,000 millones de dólares anuales, mientras que el inquilino #1 de la gran Casa Blanca del 1600 de Pennsylvania Avenue, administra al país más endeudado del planeta. Con eso en mente, y también con la certeza de que la oficina del comisionado está llena de mentes brillantes que se ocupan de resolver problemas incluso antes de que ocurran, me atrevo a cometer la herejía de recomendar un par de ideas a mister Manfred sobre tópicos que deberían cambiar en las Grandes Ligas del futuro.

Ceremonia de Cooperstown: Tomando en cuenta que la ceremonia de exaltación de los nuevos miembros del Salón de la Fama es uno de los eventos más importantes en el calendario anual del béisbol de Estados Unidos, Manfred debería disponer que ese único domingo del año nadie juegue antes de las 3 pm.

Por respeto al acto que se realiza en Cooperstown, Nueva York, el tercer o cuarto domingo de julio, el espacio entre 1 pm y 3 pm debería estar libre de otros eventos de pelota local. No tiene sentido que el discurso de aceptación de Mariano Rivera, el único pelotero electo de manera unánime al Salón de la Fama, compita con un probable juego perfecto de Max Scherzer o un partido de cuatro jonrones de Mike Trout.

Getty ImagesEnrique Rojas se atrevió a cometer la herejía de recomendar un par de ideas a Rob Manfred sobre tópicos que deberían cambiar en las Grandes Ligas del futuro.

Sabemos que el Salón de la Fama no es un órgano apéndice de la MLB y que ambas entidades tienen sus intereses particulares, pero por algo tiene el comisionado de MLB el discurso de apertura del ceremonial, que se transmite desde hace varios años por el canal de la liga.

MLB no perdería absolutamente nada con mover un poco el inicio de la jornada. Los que gobiernan el Salón de la Fama no pierden nada con empaquetar la ceremonia en un bloque de dos horas. Sería lo mejor para todas las partes.

Extrainnings de serie regular: Los Baltimore Orioles y Los Angeles Angels jugaron un partido de 16 entradas y más de seis horas el jueves. En el 2019, eso no tiene sentido ni para los Orioles, ni para los Angels, ni para MLB, ni para los aficionados.

Pocos aficionados en el planeta, incluyendo a los más románticos que nacieron en las primeras décadas de la Liga Nacional, que fue fundada en 1876, quieren partidos de seis horas que terminan cerca de las dos de la madrugada. Simplemente no tiene ningún sentido práctico.

MLB debería tener ya un sistema que acelere la decisión de un encuentro de serie regular después que se han jugado 10 entradas. Ya sea colocando dos corredores en bases al inicio de cada inning, haciendo un mini derby de jonrones o lanzando una moneda, pero que jugadores y aficionados se pasen 10 horas en un estadio de pelota para un juego de serie regular es una insensatez.

Serie Mundial sábado y domingo: Por muchos años, los partidos del fin de semana de la Serie Mundial arrancan después de las 8 pm. Es tiempo de probar algo nuevo, que en realidad sería hacer algo que se hacía anteriormente.

Esta temporada, MLB y ESPN acordaron que el partido del domingo en la noche arrancará a las 7 pm, salvo un par de excepciones, y la respuesta del público ha sido positiva. Es tiempo que MLB permita a toda la familia poder sentarse a ver un encuentro de la Serie Mundial el sábado y el domingo. Comenzar a las 6:30 pm uno de esos días no le haría ningún daño al evento.

El Super Bowl del 2019, entre New England Patriots y Los Angeles Rams, arrancó a las 6:30 pm en el Mercedes Benz de Atlanta. Los aficionados de los Rams y todo el que vive en la costa oeste tenían las 3:30 pm en sus relojes cuando dieron la patada inicial. Y nadie se quejó por temprano.

Lotería del draft y sorteo internacional: Basta ya de premiar la mediocridad. Con el actual sistema para repartir los turnos en el draft colegial doméstico, que podría ser el mismo para decidir el orden del inminente y necesario sorteo internacional que está en la mesa de negociaciones, los peores equipos garantizan tener los primeros turnos y, por ende, el talento mejor valorado.

Eso claramente desincentiva la competencia en la segunda mitad de la temporada. Es evidente que los equipos con peores récords hacen poco para mejorar y comienzan a pensar en el draft del próximo año y no en la temporada que están jugando.

La lotería del draft, como la tiene la liga de baloncesto NBA, no es un sistema perfecto, pero al menos no le garantiza al que quede en último lugar el primer pick del próximo sorteo. La MLB debería pensar en algún formato de lotería que acabe con la carrera de jugar a perder.

Sobre el sorteo internacional, está claro que aplicarlo no será tan fácil, pero dado el estado de corrupción que tiene el actual sistema de reclutamiento de agencia libre, especialmente en República Dominicana y Venezuela, las principales fuentes externas de talento, se hace urgente y obligatorio algún proceso para controlar la forma en que son firmados los niños latinoamericanos.

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No se han acallado aún los ecos y las emociones de la ceremonia de exaltación de Mariano Rivera, Edgar Martínez, Mike Mussina, Roy Halladay, Lee Smith y Harold Baines y ya Cooperstown empieza a preparar el camino para la clase del Salón de la Fama 2020.

Derek Jeter es la cara más visible entre los que aparecerán en la boleta por primera vez y una vez que su ex compañero de equipo en los New York Yankees, el panameño Rivera, rompió la barrera de la unanimidad, el Capitán debería recibir el favor de todos los votantes de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA).

La carrera de Jeter a lo largo de 20 temporadas fue intachable, más allá de sus números fríos, entre los que sobresalen sus 3,465 hits, la sexta cifra más alta entre todos los peloteros que han pasado por las Grandes Ligas.

Su liderazgo, entrega y respeto al juego, su imagen de modelo para la juventud y su grandeza en los momentos clave son cosas que no se miden en estadísticas.

Fuera del ex campocorto de los Yankees, entre los primerizos del 2020 no hay un clásico “monstruo”, de esos que con los ojos cerrados se sabe que merecen la inmortalidad, sí o sí.

Paul Konerko, el venezolano Bobby Abreu, el dominicano Alfonso Soriano, Jason Giambi y Josh Beckett son los nombres más notables entre los que se estrenan en la boleta, pero ninguno de ellos parece que vaya a conseguir el 75 por ciento en su primer año de elegibilidad.

Entrar al Salón de la Fama tiene una dosis de suerte también, independientemente de las cifras que haya puesto cada uno de ellos.

Getty Images¿Derek Jeter y Omar Vizquel llegarán al Salón de la Fama en 2020?

Depende también del timming, del quienes acompañen a cada cual en la boleta en ese momento.

Ahí está el caso de Barry Larkin, ex campocorto de los Cincinnati Reds entre 1986 y 2004, inmortalizado en el 2012, en su tercer año de elegibilidad.

Sus números, si buenos, no son impresionantes, de esos que despejen de golpe cualquier duda que tengan los votantes.

Fue Larkin el único elegido en el 2012, cuando aparecieron por primera vez en las papeletas 13 peloteros, de los cuales ninguno ha llegado a Cooperstown.

Estaba floja la clase del 2012 y ahí aprovechó el de los Rojos para superar el 75 por ciento.

Como débil se ve la camada del 2020, con la excepción de Jeter, lo cual debe redundar en beneficio de otros candidatos que ya llevan varios años en el círculo de espera.

Y ya que hablamos de campocortos ilustres, como Jeter y Larkin, el 2020 podría ser el año del venezolano Omar Vizquel.

En realidad es inexplicable cómo “Manos de Seda” no esté inmortalizado ya.

Defensivamente, quizás solamente Ozzie Smith lo supera en excelencia, pero 11 Guantes de Oro no son cosa que se compre en el mercado.

Aunque el “Mago de Oz” lo aventajó con 13 Guantes de Oro, el promedio de fildeo de Vizquel de .985 es el mejor de todos los tiempos entre los defensores de la llamada llave del cuadro.

Con el madero no fue el clásico abusador, pero sus números no son para nada desdeñables. Disparó 2,877 imparables, 537 más que Larkin y 417 más que Smith, por ejemplo.

Solamente Jeter, Honus Wagner (3,420), Carl Ripken Jr. (3,184), Robin Yount (3,142) y Alex Rodríguez (3,115) tienen más hits que él.

Pero Wagner, Ripken, Yount y ARod, aunque fueron torpederos originales, pasaron grandes porciones de sus carreras en otras posiciones, mientras que el venezolano defendió las paradas cortas en 2,709 de los 2,940 partidos de su vida.

Así que como campocorto puro, solamente el Capitán de los Yankees consiguió más imparables que Vizquel.

Algunos alegarán en su contra que sus números fueron producto de la acumulación tras 24 años de juego, pero la durabilidad es un mérito adicional, que favoreció también a Ripken.

Estamos hablando de uno de los mejores peloteros de su posición en toda la historia, no de cualquier hijo de vecino que pasó sin dejar huellas.

Tarde o temprano, creo que Vizquel acompañará a su compatriota Luis Aparicio en el Templo de los Inmortales, pero en buena lid, debería entrar junto con Jeter en el 2020, su tercer año de elegibilidad, y no tener que sufrir una agónica demora como la del puertorriqueño Edgar Martínez, recién exaltado tras una década de espera.

En su primer año (2018), el venezolano obtuvo el 37 por ciento de los votos de la BBWAA y subió al 42.8 en el 2019.

Tendría prácticamente que duplicar lo conseguido hasta ahora para colarse en el 2020 y aunque parece difícil, no es imposible, teniendo en cuenta la ausencia en las boletas de figuras de primerísimo orden.

La vida es timming. Es estar en el lugar indicado, en el momento justo.

Este parece ser el tiempo perfecto para el venezolano y quién sabe si también lo sea para Roger Clemens y Barry Bonds, hasta ahora tácitamente vetados por la sombra de los esteroides

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Getty ImagesEl manager de los Giants, Alvin Dark, declaró un día que primero el hombre llegaba a la luna, que Gaylord Perry conectara un jonrón.

Como bateador, Gaylord Perry fue un gran pitcher, como diría el inmortal Felo Ramírez cuando se refería a serpentineros que eran nulos con el bate.

Perry, miembro del Salón de la Fama de Cooperstown, ganador de 314 juegos en su carrera de 22 temporadas, fue el clásico out por regla cuando se paraba en la caja de bateo.

En 1,220 turnos, apenas promedió .131, con 141 imparables, de los cuales 118 fueron sencillos, en tanto se ponchó en 369 ocasiones.

Su incapacidad para chocar con la pelota llegó al extremo en 1964, donde promedió .054 y abanicó prácticamente en la mitad de sus turnos.

Ese año, durante una práctica previa a un juego de los San Francisco Giants en Pittsburgh, golpeaba tan mal la bola, que un reportero le preguntó si alguna vez en su vida batearía un cuadrangular.

El manager de los Giants, Alvin Dark, escuchó la pregunta y anticipó la respuesta.

“¿Jonrón?¿Gaylord? Primero llega el hombre a la Luna antes de que él logre batear un jonrón”.

Entonces, Estados Unidos y la Unión Soviética estaban inmersos en la carrera espacial, que se había convertido en uno de los principales frentes de la Guerra Fría.

La conquista de la Luna era el objetivo principal de la NASA para dar un golpe de autoridad en una competencia que hasta el momento iba perdiendo ante los soviéticos y dos años antes, en 1962, el presidente John F. Kennedy había anunciado la decisión de Estados Unidos de poner al primer hombre allí.

Pasaron cinco años y la frase del manager de los Giants cayó en el olvido, hasta que el 20 de julio de 1969, Neil Armstrong, comandante de la nave Apollo 11, se convirtió en el primer ser humano en poner un pie en el satélite natural de la Tierra.

“Un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la Humanidad”, dijo Armstrong tras el histórico alunizaje, que fue seguido con el aliento contenido por todo el mundo.

Getty ImagesGaylord Perry, miembro del Salón de la Fama de Cooperstown, ganador de 314 juegos en su carrera de 22 temporadas, fue el clásico out por regla cuando se paraba en la caja de bateo.

Ese día, nadie hablaba de otra cosa que de la hazaña de Armstrong y su compañero Buzz Aldrin, quien lo acompañó hasta la superficie lunar, mientras el piloto Michael Collins permanecía en el Apollo 11 circunvalando la Luna y esperaba ansioso el retorno de ambos a la nave.

Esa misma noche, en el Candlestick Park de San Francisco, los Giants enfrentaban a sus archirrivales Los Angeles Dodgers, con Gaylord Perry en la lomita frente al zurdo Claude Osteen, abridor por los visitantes.

En el tercer inning, Perry dejó boquiabierto a medio mundo, al disparar frente a Osteen el primer cuadrangular de su carrera.

Se cumplió así la profecía de Alvin Dark, horas después de que el hombre llegara a la Luna.

El abridor de San Francisco lanzó el juego completo y se apuntó la victoria con pizarra de 7-3.

En total en su carrera, conectó otros cinco vuelacercas y en 1991 fue exaltado al Salón de la Fama. Sus 314 triunfos lo colocan en el lugar 17 de todos los tiempos.

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Descarten desde ya a Vladimir Guerrero Jr. como candidato al premio de Novato del Año de la Liga Americana.

Más allá de su exhibición de poder en el Derby de Jonrones previo al Juego de las Estrellas, el hijo del miembro del Salón de la Fama ha sido poco menos que decepcionante.

Quizás esa no sea la palabra exacta, pero para toda la fanfarria con que llegó, se ha quedado muy por debajo de las expectativas que traía.

Tal vez haya sido eso. Le pedimos demasiado y de inmediato a un chico tan joven que posiblemente haya sido aplastado por la presión.

Lo cierto es que quienes dimos al Junior como favorito al galardón de mejor debutante nos equivocamos y ahora la carrera por ese honor está tan abierta como las primarias demócratas.

Getty ImagesVladimir Guerrero Jr. no ha cumplido con las expectativas que se tenían de él en su primera temporada en MLB.

A falta de poco más de 60 partidos para que concluya el calendario regular, los principales contendientes ahora mismo parecen ser Brandon Lowe, de los Tampa Bay Rays, Michael Chavis, de los Boston Red Sox, y el dominicano Eloy Jiménez, de los Chicago White Sox.

Lowe batea para average de .276, con OBP de .339, slugging de .523 y OPS de .862.

Es el novato con más hits hasta ahora (77), de los cuales 17 han sido dobles, dos triples y 16 jonrones, con 40 carreras anotadas y 49 impulsadas. Se ha ponchado 104 veces y recibido 22 boletos.

Pero ahora mismo está en la lista de lesionados desde el 3 de julio y esa pérdida de tiempo de juego puede costarle oro en la lucha por el premio.

Por su parte, Chavis tiene una línea ofensiva de .261-.338-.463, con OPS de .801.

Tiene dos hits menos que Lowe (75), entre ellos ocho biangulares, un triple y 16 bambinazos, con 41 anotadas y 52 remolques, la cifra máxima entre los debutantes. Ha abanicado en 105 ocasiones y negociado 29 pasaportes.

Entretanto, Jiménez, quien también anda ahora mismo por la lista de incapacitados, aventaja a todos los demás en vuelacercas, con 17, aunque va detrás en los demás factores.

Su línea ofensiva es de .244-.307-.483, con OPS de .791 y además de los 17 jonrones, suma siete dobletes entre sus 59 hits.

El quisqueyano era considerado al inicio de la contienda como el prospecto número tres de todo el béisbol, detrás de Guerrero y Fernando Tatis Jr.

Y aunque más retrasado por el poco tiempo de juego, pero pidiendo pista como un avión, viene el cubano Yordan Álvarez, de los Houston Astros, quien podría convertirse en el caballo negro que termine desbancando sobre la meta a aquellos que partieron antes que él en esta carrera.

Mientras que Lowe, Chavis y Jiménez ya sobrepasaron hace rato los 200 turnos, Alvarez apenas anda por 99, en los que ha bateado 32 cohetes, para average de .323, con OBP de .402, slugging de .677 y OPS de 1.079.

En solamente 25 juegos desde que debutó el 9 de junio, ya anda por nueve jonrones, ocho dobles, 15 anotadas y 29 empujadas.

Si el béisbol fuera tan exacto como las matemáticas, sus proyecciones, a juzgar por lo que ha hecho y lo que falta de temporada, terminaría con 32 cuadrangulares y 104 impulsadas, con lo que seguramente desbancaría a cualquier otro aspirante.

Pero este juego no es una ciencia y por ejemplo, ahora mismo Alvarez está teniendo molestias en una rodilla que lo dejaron fuera de la alineación el miércoles, en el juego final de la serie de los Astros ante Los Angeles Angels.

De todos modos, no lo pierdan de vista. Por lo pronto, en 99 veces al bate ya superó en jonrones y remolcadas lo conseguido por Vlad. Jr. en 246 turnos.

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