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Las Grandes Ligas de Béisbol (MLB, por sus siglas en inglés) planean eliminar eslabones en la cadena de producción que forma a los peloteros que pone en el terreno durante la temporada.

Como en cualquier otra reingeniería industrial, simplificar el proceso para mejorar la operatividad de la organización y aumentar la rentabilidad incluye eliminar pasos y actores, lo que se traduce en eliminar puestos de trabajo, provocar zozobra a mucha gente y generar una reacción negativa.

De acuerdo a varios reportes de prensa, la oficina del comisionado y los 30 equipos de MLB planean eliminar 42 de sus 160 clubes de ligas menores (el 26% del sistema) después del 2020, cuando concluirá el actual pacto con Minors League Baseball (MILB).

De acuerdo al New York Daily News, la mayoría de los clubes que serán eliminados pertenecen a las ligas de novatos, para muchos jugadores, el primer escalón en sus carreras profesionales. Como parte del proyecto de MLB, del 2021 en adelante el draft colegial se realizaría en agosto (para que los nuevos peloteros comiencen a jugar al año siguiente) y se limitaría a 150 el número de peloteros que una organización puede tener en su sistema de desarrollo.

Durante los meses que transcurren entre la firma y su primera temporada profesional, el pelotero será preparado para el béisbol moderno que quieren los equipos que asuman en lo adelante, en los cuarteles de entrenamientos en Arizona y Florida.

El impacto de ese plan sería tremendo: 42 clubes menos es, más o menos, alrededor de 1,200 peloteros y 200 coaches menos en el sistema. También hay que pensar en el personal de oficina, logística y terreno de juego y, no menos importante, en las comunidades que han albergado a algunos de esos equipos por décadas.

Menos puestos significaría menos firmas y evaluaciones más exhaustivas a los elementos que sean convertidos en profesionales, tomando en cuenta que ahora estarán más cerca de la meta, que es jugar en Grandes Ligas, donde irónicamente aumentarán las plazas de trabajo desde el próximo año, pasando de 750 (25 por roster) a 780 (26 por roster) en los 30 clubes.

En lo que se refiere al mercado internacional, las consecuencias exactas no se pueden proyectar ahora mismo, pero tomando en cuenta que habrá 1,200 puestos menos y que eso obligará a firmar menos en el sorteo colegial, entonces también será menor la cantidad de firmas anuales.

Pero por doloroso que suene, de aprobarse el proyecto y entrar en vigencia, eso no haría diferencia a otras reingenierías que hemos tenido en otros renglones de la vida en décadas recientes.

En el área del periodismo, por ejemplo, pasamos de elaborar los periódicos totalmente a mano a totalmente electrónico y luego a la desaparición gradual de esa forma de comunicación en cuestión de un par de décadas, dejando sin utilidad a miles de periodistas y técnicos especializados en diferentes áreas del proceso que se usaba hasta hace menos de tres décadas.

Las aplicaciones móviles (simplemente "App") han puesto en jaque a los modelos tradicionales de industrias como la televisión, el transporte público y la hotelería, por solo mencionar algunos ejemplos bien conocidos. Y en cada caso, eslabones de la cadena de producción han desaparecido o han cambiado todo el sistema de una industria en particular.

En sentido general, el desarrollo de la ciencia aplicada a todos los ramos de la industria, incluyendo el béisbol, es un proceso absolutamente imparable. Es lamentable, pero va a ocurrir.
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MLB, Enrique Rojas, Baseball

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Rob Manfred
AP Photo/Bebeto Matthews
A veces, Rob Manfred hace que me ponga paranoico y lo vea como alguien que quiere destruir el béisbol desde dentro, desde su cargo de comisionado de Grandes Ligas.

Es como si quisiera ser recordado como el peor que haya desempeñado ese puesto desde que se creó en 1919, cuando el juez Kenesaw Mountain Landis fue designado para poner orden después del escándalo de los Chicago White Sox.

Obviamente, Manfred NO es un hombre de béisbol y para él todo es dinero.

Entonces cree que como MLB es una maquinaria inagotable de producir millones de dólares, basta con que la caja contadora suene indeteniblemente para que todo esté bien.

Y ahora tiene un plan para generar más plata por la vía del ahorro, cuyas consecuencias serían nefastas no sólo para los jugadores, sino para miles de personas que viven de una manera u otra del béisbol.

El proyecto buscará eliminar 42 equipos, en su mayoría pertenecientes a las Ligas de Novatos de New York-Pennsylvania, Apalaches, Pionero y Noroeste, a partir del 2021, lo que equivale al 26 por ciento de la totalidad de los conjuntos de las Menores.

Si las Rookie Leagues dejan de existir, cada franquicia de Grandes Ligas quedará limitada a un máximo de 150 jugadores en los diferentes niveles de las Menores, desde Clase A Baja hasta AAA, lo cual significaría que muchos jóvenes quedarían fuera del sistema de ascenso hacia las Mayores.

Asimismo, el plan recortaría a 20 rondas la selección del reclutamiento colegial, que se movería de junio a agosto.

Ya por ahí se estarían cortando los sueños y las oportunidades de cientos de muchachos justo en el inicio del camino profesional hacia el mejor béisbol del mundo.

Según algunas organizaciones económicamente pobres, esos equipos del nivel Rookie conllevan muchos gastos para mantener a jugadores que posiblemente nunca se acerquen a las Grandes Ligas.

Y puede que tengan razón, desde el punto de vista financiero, pero cuando una persona o un grupo deciden invertir en un negocio, ello conlleva una responsabilidad fiscal para con sus asociados y empleados. Quien no sea capaz de entenderlo y asumirlo, que no se lance a la aventura de emprender.

Pero no se trata solamente de jugadores. En los pequeños pueblitos donde tienen sus sedes esos equipos que el plan de Manfred pretende eliminar, la vida gira en torno al estadio, que constituye una fuente de empleo fundamental de muchos de sus pobladores.

Son comunidades rurales de Idaho, Montana o Iowa, por ejemplo, estados que no cuentan con una franquicia de Grandes Ligas y donde esos equipos lo son todo.

Y para los propios dueños de esas novenas, el golpe sería demoledor, pues muchos de ellos invirtieron los ahorros de su vida en pos de un sueño.

Siempre quedaría la posibilidad de inscribirse en alguna liga independiente, pero sin el apoyo de todo el sistema de Grandes Ligas, lo más probable es que la mayoría de esos equipos no sobrevivan al infarto económico.

Según datos que publica el Daily News, se estima que los propietarios de ligas menores cuyos equipos serían eliminados perderán 300 millones de dólares.

Las cosas podrían terminar feas y los perdedores no se quedarán de brazos cruzados, con una ola de demandas que podría poner en peligro la exención de la ley antimonopolio que protege a la MLB.

Los reclamos vendrán de esas pequeñas ciudades que han construido o restaurado estadios con dinero de los contribuyentes, que ven cómo ahora el sistema les da la espalda.

Y no sólo los equipos de ligas de novatos están en planes de desaparición. También los hay en otros niveles, como el Chattanooga Lookouts, afiliado de AA de los Cincinnati Reds, un equipo cuyos orígenes se remontan al siglo XIX, por sólo citar un ejemplo de novenas ancestrales amenazadas por el comisionado, que en total sumarían dos mil años de historia.

Dos mil años que Manfred quiere tirar al inodoro.

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Getty ImagesCon St. Louis, en 2018 y 2019, Marcell Ozuna ha sido un buen bateador, por encima del promedio, pero no ha podido llegar a las cifras que logró en su estancia en Miami.
El lanzador derecho Jake Odorizzi y el primera base cubano Jose Abreu fueron los únicos que aceptaron la oferta calificada de sus equipos, los Minnesota Twins y los Chicago White Sox, respectivamente.

Diez jugadores recibieron la oferta, pero el jardinero dominicano Marcell Ozuna, los antesalistas Anthony Rendon y Josh Donaldson, los lanzadores zurdos Madison Bumgarner y Will Smith, y los derechos Gerrit Cole, Stephen Strasburg y Zack Wheeler dijeron que no y se fueron a probar el mercado.

Smith, un relevista de 30 años y quien se veía como el menos encumbrado dentro de ese grupo, ya aseguró un nuevo pacto con los Atlanta Braves por tres campañas y 40 millones, con una opción además para el 2023.

Así, desde que surgió la oferta calificada, 90 peloteros la han recibido y solamente ocho la han aceptado, incluidos Odorizzi y Abreu.

Del cubano ya habíamos hablado. Aceptó quedarse en Chicago una temporada más por 17.8 millones de dólares, pero tendrá 33 años cuando vuelva a probar el mercado, ya sin opción de recibir una nueva oferta calificada.

El tiempo conspira en su contra y basta con que tenga un pobre rendimiento o la salud no lo acompañe, para que se convierta en una odisea su intento de encontrar empleo más allá del 2020.

El que sí debió aceptar el ofrecimiento de los St. Louis Cardinals fue Ozuna, quien ha tomado malas decisiones anteriores, aconsejado por su representante, el poderoso Scott Boras.

Primero, rechazó una oferta que le hicieran los Miami Marlins en el 2014 para una extensión contractual de unos 40 millones, que habría retrasado un año su llegada a la agencia libre.

La cifra habría sido casi el doble de los 26 millones que ha ganado hasta ahora en su carrera. Matemática simple.

Pero Boras lo convenció a él y al difunto José Fernández de que ambos podrían conseguir pactos de tres dígitos de millones cuando llegaran a la agencia libre.

José nunca llegó y el panorama de Ozuna no luce tan prometedor como entonces.

Y desde que fue canjeado a los Cardenales, nunca más ha tenido los números que logró en el último año que estuvo en Miami, con average de .312, 37 jonrones y 124 carreras impulsadas, con un OPS de .924.

Con St. Louis, en 2018 y 2019, ha sido un buen bateador, por encima del promedio, pero hasta ahí. Nunca más 30 bambinazos, nunca más siquiera 90 remolques. Ni hablar de average sobre .300 o de OPS superior a 800.

Si Ozuna hubiera aceptado la oferta, tendría la oportunidad de realizar una mejor preparación en el invierno para tratar de tener su temporada-carrera, como hacen muchos peloteros ante la inminencia de la agencia libre.

Pero con sus números actuales, le será imposible conseguir aquel contrato que le prometió Boras.

Posiblemente lo que logre no diferirá mucho de aquel que le ofrecieron los Marlins cuando apenas despuntaba en su segunda temporada.

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¿De qué le valieron a Los Angeles Angels los 45 jonrones y las 104 carreras impulsadas de Mike Trout?

Para nada. Cero. A los efectos del equipo, tuvieron el mismo peso que las estadísticas de Zack Cozart, quien bateó para .124, con siete remolcadas y ningún vuelacercas.

Los Angelinos terminaron penúltimos en su división, con registro de 72-90, a pesar de lo cual, Trout fue seleccionado por tercera oportunidad en su carrera como el Jugador Más Valioso de la Liga Americana.

Nadie duda que el jardinero central del “otro equipo de Los Ángeles” es el mejor pelotero de su generación. Pero ¿valioso?

Ni siquiera este año fue primero en la sacrosanta estadística de la sabermetría, el WAR, pues sus 8.3 puntos, según los cálculos de Baseball Reference, fueron inferiores a los 8.4 de Alex Bregman, el tercera base de los Houston Astros, quien terminó segundo en la votación.

Getty ImagesMike Trout, el estelar jardinero de Los Angeles Angels es el mejor pelotero de la actualidad en las Grandes Ligas.

De acuerdo con FanGraphs, el WAR de Trout fue de 8.6, por 8.5 el del jugador de Houston, lo cual confirma la inconsistencia de semejante estadística.

¿Qué hubiera sido de los Astros sin el aporte de Bregman? Difícilmente hubieran ganado 107 juegos, la mejor marca en la historia de la franquicia.

¿O qué hubiera pasado con los New York Yankees, llenos de lesiones desde los entrenamientos primaverales, si no hubieran contado con D.J. LeMahieu, quien, por cierto, ni siquiera quedó entre los tres finalistas al premio?

Hay excepciones, como, por ejemplo, cuando alguien gana la Triple Corona, aun cuando su equipo no clasifique a la postemporada.

Pero no fue el caso de Trout, que tuvo una muy buena campaña, como es habitual, pero tampoco fue extraordinaria como para hacer la excepción.

El de los Angelinos consiguió 17 votos de primer lugar y 13 de segundo, para totalizar 355 puntos, mientras que Bregman llegó a 335, con 13 de primero y 17 de segundo.

Marcus Siemen, de los Oakland Athletics, fue el sorpresivo tercer puesto con 228 unidades.

Al final, los dos MVP quedaron en Los Angeles, pues Cody Bellinger se llevó el galardón de la Liga Nacional.

Bellinger, de Los Angeles Dodgers, fue valiosísimo tanto con el madero, como con el guante, lo mismo en los jardines, como en primera base, para ser la primerísima figura de un equipo que también superó el centenar de triunfos y dominó la división Oeste de principio a fin.

Obtuvo 19 votos de primer lugar y diez de segundo, para sumar 362 puntos.

En el viejo circuito también lo hubieran merecido Christian Yelich, de los Milwaukee Brewers, o Anthony Rendon, de los Washington Nationals, pero en este caso haber pesado el hecho de que los Dodgers ganaron su grupo, mientras los otros dos llegaron a los playoffs en condiciones de comodines.

A Yelich le costó perderse el último mes y medio de competencia por una fractura en la rodilla y eso lo relegó al segundo puesto en los votos de los miembros de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA).

El de los Cerveceros recibió diez votos de primer puesto, 18 de segundo y uno de tercero, para totalizar 317 unidades, mientras que Rendón, líder en carreras impulsadas en todas las Grandes Ligas (126), recibió un primer lugar, un segundo y 24 terceros, para 224 puntos.

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Getty ImagesJacob deGrom, de los New York Mets, ganó el premio Cy Young de la Liga Nacional por segundo año consecutivo, un hito que solamente lograron antes otros diez lanzadores de ambos circuitos.

Cada vez cuentan menos los triunfos a la hora de elegir al ganador del galardón que lleva el nombre del pitcher con más victorias en la historia del béisbol.

Jacob deGrom, de los New York Mets, ganó el premio Cy Young de la Liga Nacional por segundo año consecutivo, un hito que solamente lograron antes otros diez lanzadores de ambos circuitos.

A pesar de que su balance de victorias y derrotas fue de 11-8, deGrom lideró la Liga Nacional en ponches (255), ocupó el segundo lugar en efectividad (2.43), empató en primer lugar en WHIP (0.97) y fue tercero en entradas lanzadas (204).

Fue asimismo apenas uno de seis tiradores en lograr al menos 250 abanicados y efectividad inferior a 2.50 en campañas seguidas.

El derecho de los Mets consiguió 29 de 30 votos de primer lugar, para aventajar claramente al zurdo coreano Hyun-Jin Ryu, de Los Angeles Dodgers, y al diestro de los Washington Nationals, Max Scherzer, quienes terminaron empatados en el segundo puesto.

De esta manera se une a la exclusiva lista de ganadores consecutivos del Cy Young, que incluye a los miembros del Salón de la Fama de Cooperstown Sandy Koufax (1965-66), Jim Palmer (1975-76), Greg Maddux (1992-95), Randy Johnson (1999-2002) y Pedro Martínez (1999-2000).

Completan la relación Denny McLain (1968-69), Tim Lincecum (2008-09), Clayton Kershaw (2013-14), Scherzer (2016-17) y Roger Clemens, quien lo logró en par de oportunidades, en 1986-1987 y 1997-1998.

Por su parte, Justin Verlander se impuso a su compañero de equipo Gerrit Cole y se llevó el premio en la Liga Americana.

Ambos lanzadores de los Houston Astros tuvieron una temporada muy pareja, en la que fueron 1-2 en casi todos los departamentos estadísticos.

Verlander fue primero en triunfos (21), WHIP (0.80) y entradas lanzadas (223), en tanto terminó segundo en efectividad (2.58) y ponches propinados (300), departamentos que encabezó Cole con 2.50 y 326, respectivamente.

Charlie Morton, ex lanzador de Houston que ahora trabaja para los Tampa Bay Rays, fue tercero en los sufragios y desde que se anunciaron los finalistas se sabía que no tenía ninguna posibilidad de superar a los otros dos.

Para Verlander fue el segundo galardón en su carrera, pues anteriormente lo consiguió en el 2011 con los Detroit Tigers, cuando además fue nombrado Jugador Más Valioso de la Liga Americana.

Y en tres ocasiones concluyó segundo en la votación, incluido el año pasado, así como en 2012 y 2016. Cualquiera de los dos, Verlander o Cole, lo merecía, al punto que muchos soñaban con que se produjera un improbable, pero no imposible empate en la puntuación, para que compartieran el premio.

Pero al menos en esto del Cy Young, no hubo ni sorpresas, ni polémicas, como esa suerte de calma que antecede la tormenta que se avecina cuando el jueves sean anunciados los Jugadores Má

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Carlos Correa, José Altuve, Alex Bregman (Astros Houston)
AP Photo/David J. PhillipCarlos Correa, José Altuve y Alex Bregman en el festejo de campeones de los Astros de Houston tras ganar la Serie Mundial ante los Dodgers de Los Ángeles en 2017.
Las acusaciones de que los Houston Astros robaron las señas de sus rivales en la postemporada del 2017 mediante una cámara instalada en el jardín central del Minute Maid Park han sacudido por estos días el mundo del béisbol.

Por ahora es apenas una teoría conspirativa, como la de la bala que mató a Kennedy o la llegada de Neil Armstrong a la Luna en un estudio de televisión.

Las Grandes Ligas han iniciado una investigación al respecto y de ser ciertas estas afirmaciones, las consecuencias podrían ser devastadoras, a niveles comparables con el escándalo de los Chicago White Sox de la Serie Mundial de 1919 o el de las apuestas que mantiene desde entonces a Pete Rose fuera del Salón de la Fama de Cooperstown.

Ante todo, hay que asumir la presunción de inocencia, principio insoslayable de las leyes estadounidenses.

Nadie es culpable hasta tanto se demuestre lo contrario y toca a los investigadores de MLB probar si hubo trampa para sacar ventaja sobre los rivales y que ello le permitió a los Astros ganar su hasta ahora único título en Series Mundiales.

Los rumores sonaban desde entonces y ahora explotan con las declaraciones de Mike Fiers, quien formara parte del cuerpo de lanzadores de Houston en aquel año.

Es difícil mantener en secreto en estos tiempos una trama como la que se alega, cuando el que hoy es miembro de un equipo, mañana está en la trinchera opuesta.

Si Fiers dice la verdad, habrá quien intente desacreditarlo con el simple argumento de ¿por qué lo dices ahora y callaste cuando sabías lo que estaba pasando y beneficiaba a tu equipo de entonces?

Lo cierto es que el serpentinero que ahora juega para los Oakland Athletics ha destapado una caja de Pandora que podría terminar feo.

Entonces empiezan las teorías de conspiración y la gente empieza a tratar de atar cabos.

Por ejemplo, llama la atención la diferencia del rendimiento ofensivo de Jose Altuve y Carlos Correa en casa y en la carretera durante la Serie de Campeonato de la Liga Americana ante los New York Yankees.

En los cuatro juegos de esa serie disputados en Houston, Altuve disparó ocho hits en 15 turnos (.533) y Correa se fue de 15-7 (.466).

Cuando las acciones se movieron al Yankee Stadium, el venezolano se fue en blanco en diez oportunidades y el puertorriqueño lo hizo de 12-2 (.167).

Algunos lo llamarán casualidad o que los dos estelares peloteros sucumbieron a la presión de jugar en la Catedral del Béisbol, pero no faltará quien se agarre de estas estadísticas para jurar que tiene la verdad absoluta en sus manos.

En la Serie Mundial, el japonés Yu Darvish pudo haber sido una víctima de ese supuesto robo de señas.

Darvish había sido adquirido por Los Angeles Dodgers a mitad de temporada, procedente de los Texas Rangers, para redondear una rotación de por sí sólida.

En la serie divisional ante los Arizona Diamondbacks lanzó una joya de cinco entradas, solamente dos hits y siete ponches, para acreditarse el triunfo.

En su siguiente presentación, ya en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional, tiró seis innings y un tercio frente a los Chicago Cubs, con una limpia, seis imparables y también siete abanicados, para reafirmarse como puntal del pitcheo de los Dodgers.

Pero en el clásico de octubre, cuando le tocó trabajar en Houston, le dieron con todo y apenas pudo mantenerse un inning y dos tercios, al aceptar seis cohetes y cuatro carreras, sin ningún ponche, como si los bateadores rivales estuvieran preparados de antemano para el envío que vendría.

Pero no se apuren a sacar conclusiones. Estos son hechos aleatorios que no confirman nada, pues el mismo Darvish, en su segunda presentación, ya en el Dodger Stadium, también fue castigado libremente por los Astros con cinco carreras, cuatro de ellas limpias, también en uno y dos tercios.

A Justin Verlander nadie le roba las señas y hasta ahora ha sido incapaz de ganar un juego en Series Mundiales.

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Rocco Baldelli, de los Minnesota Twins, y Mike Shildt, de los St. Louis Cardinals, fueron escogidos como Managers de Año de las Ligas Americana y Nacional, respectivamente, por los miembros de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA).

Baldelli, en su año de debut, logró contra todo pronóstico 101 triunfos y 61 derrotas, para llevar a los Twins a ganar la división central del joven circuito, cuando la mayoría de los entendidos daban a los Cleveland Indians como los grandes favoritos.

El de Minnesota superó a Aaron Boone, de los New York Yankees, a pesar de que ambos consiguieron 13 votos de primer lugar.

Fueron los sufragios de segundo puesto los que inclinaron la balanza por Baldelli, que recibió 13, por nueve Boone.

Al final, el ganador sumó 106 puntos, diez más que el de los Yankees, en tanto Kevin Cash, de los Tampa Bay Rays, fue tercero con 33 unidades.

En mi opinión, tenía más méritos Boone, pues tuvo que maniobrar desde el mismo arranque de campaña con una serie de peloteros inexpertos y en muchos casos desconocidos ante la avalancha de lesiones que afectó a la casi totalidad de sus estelares.

¿Mike Ford?, ¿Thairo Estrada?, ¿Mike Tauchman?, ¿Gio Urshela? Esos fueron apenas cuatro de los hombres de poco o ningún renombre que llevaron a Nueva York a ganar 103 juegos y coronarse en la División Este.

Cualquier otro equipo que haya tenido 38 visitas diferentes en la lista de lesionados se hubiera desplomado hasta el fondo de la tabla de posiciones.

Aaron Boone
Adam Glanzman/Getty Images

Eso es mérito del manager, que supo aglutinar y hacerle creer a los muchachos que podían hacer las cosas al nivel de los lesionados estelares.

En cuanto a Shildt, su mayor aval fue ganar en el último día una división central del viejo circuito en la que los Chicago Cubs y los Milwaukee Brewers estaban llamados a dominar.

Los Cardenales sacaron su garra histórica, que le ha llevado a ganar 11 Series Mundiales, para relegar a los Cerveceros a un puesto de comodines y dejar a los Cachorros fuera de la fiesta de octubre.

El de St. Louis consiguió 95 puntos, con diez votos de primer lugar, 14 de segundo y tres de tercero, para imponerse a Craig Counsell, de Milwaukee, a pesar de que este tuvo tres votos más de primer puesto, aunque sólo seis de segundo y cinco de tercero.

De todos modos, aquí daba lo mismo que fuera tanto Shildt, como Counsell o Brian Snitker, de los Atlanta Braves, quien terminó tercero en las votaciones.

Quien más merecía el galardón ni siquiera quedó entre los finalistas: Dave Martínez, el manager de los Washington Nationals.

Y no precisamente porque haya ganado la Serie Mundial, pues eso no cuenta para los premios, ya que las votaciones cierran el último día de la temporada regular.

Pero un hombre que estuvo a punto de perder su trabajo, cuando en mayo ostentaba balance de 19-31 y que haya sido capaz de motivar a sus peloteros para remontar y colarse en la postemporada, tiene un peso que los votantes, lamentablemente, no quisieron ver.

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Joe Espada Astros
Bob Levey/Getty Images
El índice de desempleo en el sector de managers de Grandes Ligas ha caído drásticamente en los últimos días y sólo quedan dos plazas de las ocho que quedaron vacantes al concluir la temporada.

Los Angeles Angels contrataron a Joe Maddon, quien había quedado sin contrato con los Chicago Cubs, los que a su vez apostarán al debutante David Ross, una figura conocida y respetada dentro de la organización, a pesar de su inexperiencia como director.

Los San Diego Padres estrenarán a Jayce Tingler, sin experiencia previa en estas funciones.

Otro que lo hará por primera vez será el puertorriqueño Carlos Beltran al frente de los New York Mets, en tanto dos viejos conocidos, Joe Girardi y Mike Matheny, vuelven al ruego con los Philadelphia Phillies y los Kansas City Royals, respectivamente.

Entonces quedan disponibles las posiciones en los San Francisco Giants y los Pittsburgh Pirates.

Los Piratas despidieron a Clint Hurdle, cuando aún le quedaban dos años de contrato, mientras que Bruce Bochy se retiró después de una exitosa estancia de 13 temporadas en San Francisco, que incluyó tres títulos de Serie Mundial en 2010, 2012 y 2014.

El proceso para buscar a los sustitutos de Hurdle y Bochy se ha demorado más de la cuenta y tiene como denominador común al boricua Joe Espada, candidato a ambos puestos.

Espada es un excampocorto de 44 años que al igual que Tingler, nunca llegó a Grandes Ligas, pero ha desarrollado una vasta carrera como coach en los diferentes niveles del béisbol, que comenzó en las Menores con los Miami Marlins.

En las Mayores trabajó con los New York Yankees y a partir del 2018 sustituyó a su compatriota Alex Cora como coach de banca de los Houston Astros, mano derecha del manager A.J. Hinch.

Además posee experiencia en las ligas invernales, al haber tenido a su cargo equipos en la liga invernal de Puerto Rico.

Después de entrevistar a varios candidatos, los Gigantes han reducido su lista a tres, en la que aparece Espada, junto a Matt Quatraro y Gabe Kapler.

Quatraro es el coach de banca de los Tampa Bay Rays y Kapler, viene de una mala experiencia con los Filis, equipo que dirigió las dos últimas campañas y del cual fue despedido este año, tras un fracaso estrepitoso.

Mayor es el grupo de aspirantes a dirigir a los Piratas, pues además del puertorriqueño, figuran Jeff Banister, ex manager de los Texas Rangers, Derek Shelton, coach de banca de los Minnesota Twins que acaban de ganar 101 partidos en el 2019, Ryan Christenson, que ocupó la misma posición en los Oakland Athletics, y Stubby Clapp, asistente de primera base de los St. Louis Cardinals.

Las apuestas están a favor de Espada, quien también fue entrevistado por los Cachorros antes de contratar a Ross.

Ya sea con los Gigantes o con los Piratas, podríamos tener un quinto dirigente puertorriqueño en el 2020, uniéndose a Beltrán, Cora, Charlie Montoyo, de los Toronto Blue Jays, y Dave Martínez, nacido en Estados Unidos, pero con profundas raíces en la Isla del Encanto.

San Francisco cometería un error si opta por reciclar a Kapler, mientras que Espada tiene a su favor sobre Quatraro el don de la comunicación bilingüe, clave en estos tiempos, para facilitar la relación con los peloteros latinos.

En Pittsburgh también el puertorriqueño aparece como favorito, junto a Clapp, cuya experiencia como manager es de dos años en la AAA de los Cardenales, con los Memphis Redbirds, a los que llevó al título en ambas ocasiones.

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El cubano Jose Abreu fue uno de los diez agentes libres que recibieron la oferta calificada de sus equipos y aunque es muy probable que la acepte, sería una decisión equivocada que podría influir negativamente en el futuro de su carrera.

Desde que debutó en el 2014 con los Chicago White Sox y ganó de manera unánime el Novato del Año en la Liga Americana, Abreu ha sido una verdadera máquina de batear y producir carreras.

Getty ImagesAbreu ha sido una verdadera máquina de batear y producir carreras en sus seis temporadas con los White Sox.

En seis temporadas promedia 30 bambinazos y 102 remolcadas, ha asistido a tres Juegos de Estrellas y ganado dos Bates de Plata.

Él quiere seguir en Chicago hasta el final de su carrera y el equipo también ha expresado interés en conservar al toletero, quien en sus primeras seis campañas ha percibido 68 millones 850 mil dólares.

"Si no me firman, me firmo yo mismo y me quedo", dijo recientemente en una entrevista el cubano, quien es el líder dentro del clubhouse y una presencia respetada por los peloteros más jóvenes.

Así que lo más probable es que acepte la oferta calificada que le garantiza seguir al menos una temporada más en el único equipo para el cual ha jugado en Grandes Ligas y sumar 17.8 millones a su cuenta bancaria.

Sin embargo, con los tiempos que corren, decir que sí al ofrecimiento de los Medias Blancas, cuando está próximo a cumplir los 33 años, es una movida riesgosa a largo plazo.

Después de la contienda del 2020 volverá a ser agente libre y ya no será elegible para recibir oferta calificada, por lo que tendrá, sí o sí, probar un mercado que ha demostrado en los últimos años apostar cada vez más por el talento joven y desechar a los veteranos.

Aunque Pito Abreu sea una máquina de batear, es un jugador con limitaciones defensivas y poca velocidad en las bases, cuyas habilidades con el madero tenderán a declinar con el inevitable paso del tiempo.

¿Qué tal si el declive comenzara en la próxima temporada y llegara al siguiente invierno con su valor disminuido?

A menos que consiga en medio del 2020 negociar una extensión por otras dos o tres campañas, aceptar ahora la oferta calificada pudiera dañarlo en el futuro.

Di que no, Pito, di que no y sal a buscar el dinero que vales.

No dejes que los sabermétricos minimicen la importancia de impulsar 123 carreras, más que ningún otro bateador en el joven circuito en el 2019.

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Este lunes se anunciaron los tres finalistas en cada una de las categorías de los premios que concede la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA).

Pero como casi siempre pasa, no son todos los que están, ni están todos los que son.

En sentido general, los elegidos para optar por los galardones de Jugador Más Valioso, Novato del Año, Cy Young y Manager del Año reúnen los merecimientos, pero al menos hay tres omisiones imperdonables.

No hubo sorpresas entre los candidatos al Cy Young: Jacob deGrom (New York Mets), Max Scherzer (Washington Nationals) y Hyun-Jin Ryu (Los Ángeles Dodgers) por la Liga Nacional y Charlie Morton (Tampa Bay Rays) y Gerrit Cole y Justin Verlander, ambos de los Houston Astros, por la Americana.

Novato del Año

Pete Alonso, de los Mets, y el cubano Yordan Álvarez, de los Astros, deberían ganar de manera unánime el premio como mejores debutantes en el viejo y joven circuitos, respectivamente.

A Alonso, nuevo recordista de jonrones para un novato, con 53, lo acompañan por puro trámite Mike Soroka, lanzador de los Atlanta Braves, y el dominicano Fernando Tatis Jr, campocorto de los San Diego Padres.

Dave Martínez celebra título de Serie Mundial (Washington Nationals)
AP Photo/Patrick SemanskyEl estratega de los Nationals, Dave Martínez, debía estar entre los finalistas a Manager del Año de la Liga Nacional.

Pero al primera base de Nueva York no hay quien le escatime un voto.

Lo mismo ocurre con Álvarez, quien fue una revelación a niveles históricos, que inscribió su nombre al lado de leyendas como Mickey Mantle y Joe DiMaggio.

Pero dejar fuera del trío de finalistas al dominicano Eloy Jiménez, de los Chicago White Sox, es un despropósito.

Jiménez fue el debutante de la Americana con más bambinazos (31) y carreras impulsadas (79), en tanto su OPS de .828 fue el tercero más alto, solamente superado por el favorito Alvarez (1.067) y Brandon Lowe, de los Rays (.850), quien figura entre los tres escogidos.

El lugar que merecía el dominicano lo ocupa el lanzador zurdo de los Baltimore Orioles John Means, quien tuvo una buena primera temporada, con balance de 12-11 y efectividad de 3.60, a pesar de estar en el segundo peor equipo de todas las Grandes Ligas.

Pero a nivel de novatos, Jiménez fue líder en esos dos importantes departamentos de vuelacercas y remolques, que debía pesar más.

Manager del Año

Mientras que en la Liga Americana nadie hizo más méritos que Aaron Boone (New York Yankees), Kevin Cash (Tampa Bay) y Rocco Baldelli (Minnesota Twins), en el trío de la Nacional hay otra omisión imperdonable.

No porque haya ganado la Serie Mundial, pues la votación cierra el último día de la campaña regular y los resultados de la postemporada no cuentan para nada, pero Dave Martínez debía estar entre los finalistas.

Su indiscutible valor está en haber sabido aglutinar a un equipo que estaba al borde del precipicio en mayo y llevarlo a una increíble recuperación para avanzar a la postemporada como wildcard, en una división en la que los favoritos no eran los Washington Nationals, que habían perdido en la agencia libre a su principal figura de los últimos años.

El trío de escogidos son Mike Shildt, de los St. Louis Cardinals, Craig Counsell, de los Milwaukee Brewers, y Brian Snitker, de los Braves.

MVP

Entre los finalistas MVP viejo circuito no hubo sorpresas, pues nadie fue mejor que Cody Bellinger (Dodgers), Anthony Rendón (Washington) y Christian Yelich (Milwaukee).

Pero que D.J. LeMahieu no esté entre los tres candidatos de la Americana, junto a Mike Trout (Los Ángeles Angels) y Alex Bregman, es sencillamente escandaloso.

LeMahieu encarnó en la más amplia extensión el significado de la palabra Valioso. Sin él, difícilmente los Yankees hubieran llegado a donde llegaron, cuando el equipo era un verdadero hospital y él se lo echó al hombro, lo mismo en segunda base, que en la antesala o la inicial.

¿Marcus Siemen? ¿En serio? Ya lo último que falta es que sea quien se lleve el galardón.

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