Cuando se abra el mercado de agentes libres después de la Serie Mundial, el antesalista Anthony Rendón será una de las piezas más cotizadas, pues al parecer, los Washington Nationals no tienen intenciones de retenerlo.

Obviamente, los Nacionales le harán una oferta calificada e incluso le presenten un contrato sobre la mesa, como dicta el protocolo, que quizás Rendón termine aceptando.

Pero no es igual. Si Washington realmente hubiera querido mantener en sus filas a uno de los mejores, pero al mismo tiempo más subvalorados peloteros de los últimos años, habrían negociado una millonaria extensión contractual, con todo y que su agente es Scott Boras, conocido por apostar siempre a la agencia libre.

Pero hasta Boras tiene un precio por el cual abandonaría su rígida postura respecto a las extensiones de contratos.

La cosa es ver si la gerencia del equipo capitalino está dispuesta a pagarlo.

Pero si yo fuera Mike Rizzo, presidente de operaciones de los Nacionales, movería cielo y tierra por quedarme con Rendón.

Obviamente, ya no lo hará antes de que concluya la temporada y mucho menos con el equipo en plena batalla por incluirse en los playoffs.

Pero ya Washington perdió en el invierno pasado a Bryce Harper y no debería darse el lujo de dejar partir a su antesalista, quien ha sido un ejemplo de consistencia y que está teniendo en el 2019 la mejor campaña de su vida.

Rendón encabeza la Liga Nacional en average (.330), dobletes (43) y carreras impulsadas (119). Sus 34 cuadrangulares y 113 anotadas son las mayores cifras de su carrera en ambos departamentos y debe superar también su tope en hits, que es de 176 y lleva 171.

Getty ImagesAnthony Rendón era uno de los agentes libres más cotizados.

Su OBP es de .414, con slugging de .622 y OPS de 1.036, todos ellos también los más altos de su vida.

José Abreu (Chicago White Sox)

El cubano José Abreu ha sido uno de los mejores bateadores de todas las Grandes Ligas desde su debut en 2014, cuando ganó unánimemente el premio de Novato del Año de la Liga Americana.

Los Chicago White Sox han dicho que quieren conservarlo y Abreu desea quedarse.

El pelotero de 32 años es el líder dentro del clubhouse y más allá de su siempre extraordinaria productividad ofensiva, es un mentor para figuras jóvenes como el también cubano Yoan Moncada o el dominicano Eloy Jimenez, como lo será en un futuro inmediato de su compatriota Luis Robert.

Es tanto el deseo de Abreu de seguir en el equipo, que el gerente podría conseguir descuento de casa y quedarse con él por un precio justo y razonable, sin ser excesivo.

¿80-100 millones por cuatro o cinco temporadas?

Nelson Cruz (Minnesota Twins)

El dominicano Nelson Cruz no da señales de declive y cada día se burla más del almanaque.

Los Minnesota Twins tienen una opción por un año y 12 millones de dólares que deberían ejercer con los ojos cerrados, si es que no deciden ofrecerle un merecido par de campañas más.

No se consiguen bateadores habituales de 30-100 en cualquier parte.

Starlin Castro (Miami Marlins)

El dominicano Starlin Castro ya consiguió en el 2019 una veintena de cuadrangulares y suma 79 remolcadas, ambas cifras las mayores de su carrera en esos departamentos.

Luego de una primera mitad de campaña miserable, Castro ha sido una fuerza ofensiva indetenible después del Juego de las Estrellas: .301 de average, OBP de .335, slugging de .549 y OPS de .884, con 14 bambinazos y 45 empujadas.

Es apenas el segundo bateador de los Miami Marlins con 20 jonrones (el otro, Brian Anderson, hace rato quedó fuera por el resto de la temporada).

Los Marlins tienen una opción sobre Castro de 16 millones para el 2020, lo cual complicaría las cosas, dado el estado de las finanzas de Miami, pero es ahí donde la gerencia debería negociar una extensión por al menos tres temporadas, que le garantice más dinero y empleo a largo plazo, aunque baje el promedio anual.

El dominicano es un veterano joven de apenas 29 años y su movida de la intermedia a la antesala le da flexibilidad al equipo para destinar a Anderson a tiempo completo al jardín derecho y además la opción de regresar a Castro a la intermedia, en caso de que el puertorriqueño Isan Diaz, proyectado para ser el titular de la posición, no consiga su esperado despegue.

Brett Gardner (New York Yankees)

Si hace cinco años alguien hubiera dicho que Brett Gardner iría a ser mejor pelotero que Jacoby Ellsbury lo hubieran tildado de loco.

El tiempo pasó y ahí está Gardy, a punto de completar su duodécima campaña con el uniforme de los New York Yankees, una rareza en estos tiempos y con una carrera tan digna que sin estadísticas de Salón de la Fama, ni mucho menos, pueden apostar que su número 11 será retirado y colocado en el Monument Park.

Con toda la profundidad que tienen los Yankees en los jardines, tenerlo al menos una campaña más es una especie de seguro de vida, sobre todo cuando es incierta la participación de Aaron Hicks en el 2020.

Gardner es un obrero del béisbol, de esos que se levanta cada mañana para ir a trabajar en lo que necesite el equipo, entregado en cuerpo y alma al juego como ejemplo para sus compañeros más jóvenes.

Eso le ha valido ser uno de los peloteros más queridos de la exigente afición en la Gran Manzana en la última década y merecedor de terminar su carrera en el único equipo que ha conocido.

Entretanto, nadie se acuerda de… ¿cómo se llama?... Ah, Jacoby Ellsbury.

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Tres debates han dominado el mundo del deporte en los últimos años.

1.- ¿Quién es mejor futbolista, Messi o Cristiano?

2.- ¿Quién es el mejor de la NBA de la historia, Jordan o Lebron?

3.- ¿Qué significa realmente ser “jugador más valioso”?

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, valioso es sinónimo de apreciado, estimable, preciado, meritorio, admirable, eficaz, útil y provechoso.

Mike Trout, el estelar jardinero de Los Angeles Angels es, a no dudarlo, el mejor pelotero de la actualidad en las Grandes Ligas.

Todo lo hace bien y en grado superlativo. Sus números han sido extraordinarios desde que fue Novato del Año de la Liga Americana en el 2012.

Getty ImagesMike Trout, el estelar jardinero de Los Angeles Angels es el mejor pelotero de la actualidad en las Grandes Ligas.

En el 2019, por no variar, sus estadísticas deslumbran y prácticamente desde que se dio la voz de playball a finales de marzo, muchos colegas le endilgaron de oficio el premio de Jugador Más Valioso del joven circuito, galardón que ya se ha llevado dos veces en su carrera, en 2014 y 2016, mientras que en cuatro campañas quedó segundo en la votación.

Ya Trout está fuera de acción por lo que resta de temporada, debido a un neuroma en su pie derecho que requiere cirugía y limitó su juego en septiembre a apenas 15 turnos al bate.

Se va entonces con muy buen average de .291 y encabeza la Liga Americana en OBP (.438), slugging (.645) y OPS (1.083).

Terminó con 104 carreras impulsadas y sus 45 jonrones son de momento la mayor cantidad de la Liga Americana, aunque ya el cubano Jorge Soler, de los Kansas City Royals, le dio alcance y debería superarlo. También es puntero en bases por bolas recibidas, con 110, la misma cifra de Alex Bregman, de los Houston Astros.

Detrás de Trout en casi todas las categorías está precisamente Bregman, quien lo supera en average (.296), carreras anotadas (115 por 110), impulsadas (105 por 104), hits (154 por 137) y dobles (35 por 27). Además ha despachado 37 bambinazos.

El OBP del antesalista de Houston es de .420, su slugging es .583 y su OPS es de 1.004. Volvemos a las dos últimas acepciones de la palabra valioso que mencionamos al principio: útil y provechoso.

¿Cuán útiles y provechosos han sido los números de Trout para su equipo, que ya tiene asegurado terminar la temporada con récord negativo (68-83) y va penúltimo en el Oeste de la Liga Americana, a 30.5 juegos de los Astros?

¿Estaría Houston tan cómodamente instalado en la cima divisional sin el aporte de Bregman?

Cuando el equipo ha perdido temporalmente por lesiones al boricua Carlos Correa, a George Springer o al venezolano Jose Altuve, ahí ha estado él, con una salud de hierro, para cargar al resto del conjunto en 146 de los 152 partidos disputados hasta el momento.

Con el guante, ha defendido con igual acierto tanto la antesala, como el campocorto, cuando las circunstancias lo han requerido y su liderazgo es indiscutible dentro del equipo que tiene, junto con los New York Yankees, el mejor récord de todas las Grandes Ligas.

Eso es ser valioso, útil y provechoso. Lo otro es poner mejores cifras individuales para nada, sin tomar en cuenta esos intangibles que hacen en realidad una diferencia.

Y no me vengan a hablar del WAR, porque esa es la estadística más absurda, ilógica e inexacta que se haya inventado, aunque lamentablemente muchos toman como única referencia a la hora de emitir sus votos.

Si no lo creen, que alguien venga y explique por qué el WAR de Mike Minor, de los Texas Rangers, es mejor que el de Justin Verlander, de los Astros, quien lidera el circuito en victorias (19), efectividad (2.50), entradas lanzadas (212) y WHIP (0.79), mientras es segundo en ponches propinados (283) y es tiene prácticamente en el bolsillo el segundo Cy Young de su carrera.

Minor tiene un WAR de 7.9, por 7.8 Verlander, a pesar de tener seis victorias menos y tres derrotas más, una efectividad de 3.33, casi 100 abanicados menos, 22 pasaportes más y un WHIP de 1.21.

¿Es Trout el mejor? No lo duden. ¿Es el más valioso? Respóndanse ustedes mismos.

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Más allá de la hemorragia de jonrones, el 2019 nos ha dejado una rareza histórica: ningún manager de los 30 que iniciaron la temporada ha sido despedido.

Y a menos de dos semanas para que concluya el calendario regular, no tiene mucho sentido echar a alguno antes del final.

Los ajustes de cuenta vendrán después del último out, cuando sólo diez equipos sigan jugando pelota en octubre y los otros 20 comiencen a pasar balance y a lamer las heridas de la eliminación.

¿Quiénes son los dirigentes que podrían no regresar para el 2020?

1.- Alex Cora (Boston Red Sox)

Los campeones del 2018 son, a no dudarlo, la mayor decepción de esta contienda. Los Medias Rojas tienen récord de 79-70 y con tres victorias más asegurarán terminar con balance positivo, pero eso es insuficiente para el monarca defensor, que hace 12 meses atrás tuvo marca de 108-54, la mejor en la historia de la franquicia.

Aquel equipo que en el primer año del puertorriqueño Alex Cora como manager funcionó como un reloj suizo de principio a fin se descompuso prácticamente desde que se dio la voz de playball en marzo pasado.

Después de que fuera despedido el presidente de operaciones del club, Dave Dombrowski, no sería de extrañar que Cora siga sus pasos a la fila de desempleados.

2.- Gabe Kapler (Philadelphia Phillies)

Cuando los Filis firmaron en el invierno a Bryce Harper se convirtieron automáticamente en el gran favorito para ganar la división Este de la Liga Nacional.

Un año antes, en el primero de Kapler al frente de Filadelfia, le pusieron en las manos un equipo competitivo y ni siquiera logró balance ganador (80-82).

Ahora nuevamente quedará fuera de la postemporada y el ambiente que se respira en el clubhouse del equipo es tenso, por las frustraciones de no cumplir con las elevadas expectativas, luego de que la gerencia comprometiera 572 millones de dólares en agentes libres en las dos últimas campañas.

Difícilmente Kapler consiga llevar hasta el final su contrato, que vence en el 2022.

3.- Clint Hurdle (Pittsburgh Pirates)

Nueve años lleva Hurdle al frente del barco pirata, pero ahora mismo enfrenta un motín a bordo.

Al manager se le ha ido de las manos el clubhouse, con constantes disputas que han salido a la luz, lo cual se ha reflejado en el récord de 65-85, el peor desde que tomó las riendas del equipo en el 2011, válido para el último lugar de la división central de la Liga Nacional.

Cuando eso ocurre, es hora de cambiar el rumbo. Si le pasó a Terry Francona en el 2011 con Boston, después de haber roto la maldición del Bambino en el 2004 y ganar también la Serie Mundial del 2007, ¿cómo no le sucederá a Hurdle, que no ha ganado nada?

4.- Don Mattingly (Miami Marlins)

No puede culparse 100 por ciento a Mattingly por el pobre desempeño de estos Marlins del 2019, pues en realidad no tenía mucho de dónde sacar agua del pozo.

Pero en su segundo año del proceso de reconstrucción, Miami ha tenido un retroceso en comparación con el 2018, cuando evitó las 100 derrotas que le pronosticaron los entendidos.

En sus dos primeras temporadas de las cuatro de su contrato tuvo en sus manos equipos mucho mejores, con Giancarlo Stanton, Marcell Ozuna, Christian Yelich, J.T. Realmuto y el difunto José Fernández, entre otras estrellas, pero nunca consiguió terminar con récord ganador.

No hay mucha razón para que le renueven el contrato y los jefes encabezados por Derek Jeter probablemente escogerán a otra persona para que siga adelante el plan de remodelación.

5.- Bruce Bochy (San Francisco Giants)

Este caso es obvio. El veterano Bochy, ganador de tres Series Mundiales con los Gigantes (2010, 2012 y 2014) ya había anunciado su retiro para cuando terminara la temporada.

El único manager nacido en Francia se irá del béisbol después de 25 campañas, 12 al frente de los San Diego Padres y 13 con los Gigantes.

Con los Padres tuvo récord de 951-975, mientras que en San Francisco, hasta los juegos del lunes 16 de septiembre, ha tenido la misma cantidad de victorias, que de derrotas: 1,047.

En la silla caliente: Joe Maddon (Chicago Cubs)

Aunque Joe Maddon logró lo que no pudieron otros 52 managers en 108 años, la paciencia tiene un límite, por muy santificado que esté por la Diosa Victoria.

Después de ganar la Serie Mundial del 2016 y romper la Maldición de la Cabra, los Cachorros perdieron la serie de campeonato de la Liga Nacional ante Los Angeles Dodgers en el 2017 y fueron eliminados en el juego de comodines en el 2018 por los Colorado Rockies.

Excéntrico y polémico, Maddon es un estratega muy cuestionable, que muchas veces va en contra de la lógica más elemental.

Ahora mismo, Chicago tiene el segundo wildcard del viejo circuito, con un juego por delante de los Milwaukee Brewers, pero si no consigue avanzar a la postemporada, podríamos ver a Maddon buscando nuevo trabajo en el invierno, a juzgar por las recientes declaraciones del presidente de la organización, Theo Epstein, quien lamentó la incapacidad del equipo de jugar béisbol ganador de manera consistente.

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El peor error que puede cometerse en el deporte es dar las cosas por sentadas de antemano, pues una cosa dice el papel y otra dicta la realidad sobre el terreno.

El 31 de julio, los Houston Astros parecían uno de los equipos más compactos de toda la historia para encarar la postemporada, tras la adquisición de los derechos Zack Greinke y Aaron Sánchez, que redondearían una rotación que ya contaba con Justin Verlander, Gerrit Cole y Wade Miley.

El versátil cubano Aledmys Díaz se había reincorporado de la lista de inhabilitados y también llegó vía canje el cátcher puertorriqueño Martín Maldonado, para darle mayor profundidad a un roster blindado desde el primero al noveno bateadores.

Pero a poco más de dos semanas para el inicio de los playoffs, aquel conjunto monolítico ha comenzado a mostrar fisuras, principalmente por el peor enemigo que pueda tener: las lesiones.

Getty ImagesPero a poco más de dos semanas para el inicio de los playoffs, los Astros han comenzado a mostrar fisuras por las lesiones.

El campocorto boricua Carlos Correa no juega desde hace casi un mes por problemas en la espalda y por segunda vez en la campaña está en la lista de lesionados.

El cubano Yuli Gurriel, aunque no ha ido a la lista, no juega desde hace una semana por dolencias en el tendón de la corva izquierda, que le dificulta correr.

Aaron Sánchez, quien debutó con un no hitter combinado con otros tres lanzadores el 3 de agosto tras su llegada desde los Toronto Blue Jays, terminó ya la campaña, tras someterse a una operación en el hombro derecho y Brad Peacock, quien puede desempeñarse como abridor o relevista, no estará de regreso hasta la última semana del calendario regular.

Y el zurdo Miley, cuarto abridor detrás de Verlander, Cole y Greinke, de repente se ha convertido en el peor pitcher de todas las Grandes Ligas en lo que va de septiembre.

En dos aperturas este mes apenas ha conseguido sacar un out y ha sido castigado brutalmente con 12 carreras limpias e igual cantidad de imparables, lo que le da un promedio de efectividad de 324.00 anotaciones inmaculadas por cada nueve entradas.

Algo anda mal con Miley, pues cuando un serpentinero efectivo se convierte de repente en un pitcher de prácticas es muchas veces antesala del anuncio de una lesión.

Es cierto que ningún equipo de los que avanzará a los playoffs cuenta con un trío de iniciadores como el que integran Verlander (18-5, 2.52), Cole (16-5, 2.73) y Greinke (15-5, 2.99), pero para la postemporada se necesitan cuatro y ahora mismo, ninguno de los hombres con que cuenta el manager A.J. Hinch se ve con la capacidad de encarar el reto.

Arriesgarse a tirar la postemporada con tres, por muy capacitados que sean, no deja de ser peligroso.

Someterlos a un trabajo excesivo sin los días de descanso habituales podría pasar factura en la medida que avanza la postemporada.

Por cierto, tanto Greinke, como Cole, tienen récords negativos en victorias y derrotas en playoffs, con efectividades por encima de sus promedios de por vida.

Greinke tiene 11 salidas en playoffs con los Milwaukee Brewers, Los Angeles Dodgers y los Arizona Diamondbacks, con tres victorias, cuatro derrotas y promedio de limpias de 4.03, con nueve jonrones permitidos y 15 bases por bolas en 67 episodios.

Cole ha lanzado en cinco encuentros de playoffs con los Pittsburgh Pirates y Houston, con balance de 2-3 y efectividad de 3.72.

En el caso de Verlander, si bien en postemporada exhibe 13-7 y 3.19, tiene una asignatura pendiente en Series Mundiales, con cuatro derrotas sin victorias en cinco aperturas y pésima efectividad de 5.67.

Aun así, los Astros son grandes, grandísimos favoritos para avanzar al Clásico de Octubre por la Liga Americana, pero en el béisbol nada está escrito en piedra.

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Aroldis Chapman
Lynne Sladky/APAroldis Chapman

Cuando caiga el último out de la Serie Mundial, Aroldis Chapman y J.D. Martinez deberán tomar una difícil decisión.

O siguen en los New York Yankees y los Boston Red Sox, respectivamente, o se salen de sus contratos y vuelven a probar suerte en el mercado de agentes libres.

Julio Daniel Martínez firmó en el 2018 un contrato por cinco campañas y 110 millones de dólares con los Medias Rojas, que incluye una cláusula que le permite salirse después del segundo año y tantear nuevamente la agencia libre.

De hacerlo, dejaría sobre la mesa 62 millones 453 mil dólares y quién sabe si consigue un pacto de alrededor de 100 millones, pero ya con 47 millones y medio del acuerdo original en su bolsillo.

J.D. fue factor fundamental en la conquista de Boston de la Serie Mundial del 2018 y a fuerza de trabajo duro, se ha convertido en uno de los mejores bateadores derechos de todo el béisbol, encaminándose a su tercera temporada consecutiva y cuarta de las últimas cinco con más de 30 jonrones y 100 carreras impulsadas.

A punto de completar su segunda campaña con los Medias Rojas, tiene con este uniforme 77 bambinazos y 223 remolcadas, con average de .322, slugging de .607 y OPS de 1.002 en 277 partidos, hasta el miércoles 4 de septiembre.

Acaba de cumplir 32 años y aunque su producción ofensiva no da señales de que vaya a caer en el futuro inmediato, es probable que se mantenga en Boston y lleve su contrato hasta el final.

En su contra está el escaso mercado para sus servicios, a menos que de repente, la Liga Nacional adopte la figura del bateador designado.

Su defensa no es precisamente su punto fuerte y por ahora, donde único tiene vida es en el joven circuito.

Pero basta con mirar a los equipos de la Americana para ver que muy pocos o ninguno, estaría necesitado de vida o muerte de obtener sus servicios.

Entre los contendientes reales, los New York Yankees planean usar a Giancarlo Stanton como DH en el 2020 y si no estuviera saludable, tienen otras opciones más baratas, toda vez que sus prioridades en el mercado de invierno serán pitcheo y más pitcheo.

Los Cleveland Indians acaban de conseguir en canje con los San Diego Padres al dominicano Franmil Reyes, bajo control del equipo por varios años, mientras que los Minnesota Twins cuentan con el también quisqueyano Nelson Cruz, sobre el cual tienen una opción por una temporada y 12 millones de dólares.

Los Houston Astros, el equipo que lo escogió en la vigésima ronda de la selección amateur del 2009, acaba de ganarse la lotería con el cubano Yordan Alvarez y difícilmente Martínez aceptaría regresar a donde lo desecharon en el 2014 por no verle mucho futuro.

Los Oakland Athletics han sido históricamente duros de codos y J.D. no encaja en el modelo de negocios de Billy Beane y lo mismo ocurre con los Tampa Bay Rays, cuyas finanzas los obliga a ser una fábrica perenne de desarrollo de prospectos.

Los Baltimore Orioles, los Kansas City Royals, los Seattle Mariners, los Toronto Blue Jays y los Detroit Tigers están en diferentes fases de reconstrucción y no será en torno a un bateador designado que armen un equipo, mientras que los Chicago White Sox están enfocados en retener a Jose Abreu, el líder dentro del clubhouse y quien ha gritado a los cuatro vientos su deseo de seguir ahí hasta el final de su carrera.

Los Angeles Angels tienen a Albert Pujols y a Shohei Ohtani para combinarse como DH y los Texas Rangers tienen prioridades más importantes que un bateador.

Además, cuando J.D. salió al mercado hace dos años pasó por un proceso angustioso para conseguir trabajo, que duró casi todo el invierno y apenas logró firmar el 26 de febrero, cuando ya habían abierto los campos de entrenamientos.

Chapman, sí, pero no

Getty Images

El que sí es más probable que se salga de su contrato es el cubano Aroldis Chapman, hoy por hoy el mejor cerrador de todo el béisbol.

Después de ganar la Serie Mundial del 2016 con los Chicago Cubs, Chapman regresó a los Yankees con un contrato de cinco campañas y 86 millones, que lo convirtieron en el relevista mejor pagado de la historia.

Si el zurdo lanzallamas sale al mercado serán muchos los equipos que se peleen por conseguir sus servicios.

Y aunque el cubano desmintió hace un mes rumores de que planeaba salirse del pacto e insistió en que quería seguir con los Yankees, tiene mucha lógica, desde el punto de vista económico para él, romper su actual acuerdo. Sin embargo, eso no significa que se vaya de Nueva York, donde está a punto de conseguir su primera temporada con más de 40 salvamentos.

Da la impresión que su caso será similar al del también zurdo Clayton Kershaw, cuando se salió de su contrato con Los Angeles Dodgers y renegoció un nuevo pacto por tres años y 93 millones de dólares.

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Yordan Alvarez
John Glaser/USA TODAY SportsYordan Álvarez tiene menos juegos que otros candidatos, pero sus estadísticas son impresionantes.
De la misma manera en que Pete Alonso se la ha puesto fácil a los votantes por el premio de Novato del Año de la Liga Nacional, el cubano Yordan Álvarez debería recibir el galardón y de manera unánime en la Americana.

Desde que subió a las Grandes Ligas a mitad de junio, Alvarez ha sido una fuerza única dentro de la por sí poderosa alineación de los Houston Astros y ha colocado su nombre por encima incluso de leyendas como Mickey Mantle, Ted Williams y Joe Dimaggio.

Hasta el lunes 2 de septiembre, Air Yordan había consumido 240 turnos al bate, en los que consiguió 76 imparables, para average de .317, con un OBP de .413, un slugging de .671 y un OPS de 1.084.

De sus hits, 41 han sido extrabases, 19 dobletes y 22 cuadrangulares.

Ya igualó la marca del 2015 del puertorriqueño Carlos Correa como el debutante de Houston con más jonrones, pero lo que más impresiona es su capacidad para producir a la hora buena, con 63 carreras remolcadas, en tanto ha pisado el plato en 46 ocasiones y negociado 40 bases por bolas.

Y todo ello en 66 partidos.

Quienes defienden otras candidaturas, como las de los dominicanos Vladimir Guerrero Jr. o Eloy Jiménez, alegan que el cubano ha tenido muy poco tiempo de juego.

Esos 66 encuentros representan el 47 por ciento de todos los partidos disputados hasta ahora por los Astros.

Pero aparte de sus números, es precisamente ese corto período de tiempo donde radica su mayor fuerza para aspirar al premio.

Sus 22 bambinazos igualan los conseguidos por Jiménez, de los Chicago White Sox, en 100 encuentros y 137 más y superan los 15 que ha logrado Guerrero en 104 juegos y 385 veces al bate.

Ningún debutante ha remolcado más carreras, ni disparado más extrabases que él y nadie se le acerca a sus promedios de bateo, OBP, slugging y OPS.

Suponiendo que participe en los 23 partidos que le restan a Houston, terminará la campaña con 89, un poco más de la mitad de los 162 que componen el calendario regular.

Ya hay precedentes de jugadores que estuvieron en alrededor de la mitad de los desafíos de su equipo y ganaron el premio de Novato del Año, así que otorgárselo a Alvarez no sería nada nuevo.

Willie McCovey lo consiguió en 1959, con apenas 52 encuentros, mientras que Ryan Howard, en el 2005, y Wil Myers, en el 2013, lo hicieron en 88.

Es cierto que no llegó a las Grandes Ligas en alfombra roja, con un despliegue publicitario como el que recibió el hijo del miembro del Salón de la Fama Vladimir Guerrero.

Pero eso no es culpa suya. Supo aprpovechar la oportunidad y aunque se coló en la fiesta por la puerta de atrás, terminó robándose el show para sí solo.

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Hace dos semanas, los Houston Astros parecían un equipo sin fisuras, listo para pasar por encima de cuanto rival se les pusiera delante en la venidera postemporada.

La adquisición de los derechos Zack Greinke y Aaron Sánchez antes de la fecha límite de cambios del 31 de julio, más el regreso del puertorriqueño Carlos Correa y el cubano Aledmys Díaz de la lista de inhabilitados, daba a los Astros una solidez pocas veces vista en un conjunto destinado a ganarlo todo hasta el final de octubre.

Greinke y Sánchez llegaron a consolidar la rotación abridora, que de por sí era potente en su parte alta, con los diestros Justin Verlander y Gerrit Cole, junto al zurdo Wade Miley. Asimismo, regresó el boricua Martín Maldonado, quien fuera el enmascarado titular de Houston en el 2018, para hacerle la segunda voz detrás del plato al venezolano Robinson Chirinos.

Lo que tenía en sus manos el manager A.J. Hinch era para meterle miedo al mundo, con una alineación titular armada con los jardineros Michael Brantley, George Springer y Josh Reddick, los infielders Alex Bregman (3B), Correa (SS), el venezolano José Altuve (2B) y el cubano Yuli Gurriel (1B), con su compatriota, el fenómeno debutante Yordan Álvarez como bateador designado y Chirinos con los arreos.

Con el versátil Díaz como utility de cuadro y Jake Marisnick como cuarto jardinero, las cosas se veían difíciles para cualquier otro aspirante a ganar la Serie Mundial. Así de simple.

Pero…el fantasma de las lesiones ha comenzado a sobrevolar el Minute Maid Park y amenaza con descarrilar lo que parecía un camino llano y despejado hacia la conquista del cetro.

Todo comenzó con Cole (14-5, 2.87), quien anda con molestias en el tendón de la corva derecha y aunque no ha sido colocado en la lista de lesionados, no lanza desde hace dos semanas.

Aunque Hinch dijo que va haciendo progresos, no está claro todavía cuándo volverá a subirse al montículo, para ayudar al equipo que está pasando por uno de los momentos más difíciles de la temporada, al perder siete de sus últimos 11 juegos.

Luego siguió con Aledmys Díaz, quien ya tuvo una estancia en la lista de incapacitados entre el 27 de mayo y el 21 de julio y ahora vuelve a aterrizar allí por una enfermedad no relacionada con el béisbol.

El cubano sintió mareos y dolores de cabeza el pasado 17 de agosto en el ómnibus en que los Astros se dirigían al Coliseo de Oakland para enfrentar a los Atléticos y debió ser hospitalizado.

De manera preventiva fue colocado en la lista de lesionados y hace dos días que comenzó a tomar prácticas.

Todavía participará en algunos partidos de rehabilitación en las Menores antes de reintegrarse al equipo, que podría ser la última semana de agosto.

Las cosas se complicaron más el 20 de agosto, cuando Correa y Aaron Sánchez fueron a engrosar la fatídica lista.

El boricua, que ya había estado ausente entre 27 de mayo y el 24 de julio por una extraña fractura en las costillas que sufrió cuando recibía un masaje, ahora tiene problemas en la espalda y no se espera su vuelta hasta principios de septiembre.

Al momento de lesionarse nuevamente, Correa atravesaba por un gran momento, con ocho jonrones y 21 carreras impulsadas en 22 partidos desde que se reintegró a la alineación.

Durante aquella ausencia, el equipo movió a Bregman al campocorto y a Gurriel a la antesala, dándole tiempo de juego en primera base a Tyler White.

Pero White fue dejado en libertad el 20 de julio y firmado por Los Angeles Dodgers, así que Hinch, para ocupar el espacio de Correa, ha echado mano del novato Jack Mayfield, un joven que desforró las pelotas en las Menores, pero que hasta el momento no ha podido descifrar el pitcheo de las Mayores y batea para .132 en 19 encuentros.

Correa, primera selección del draft del 2012 y Novato del Año en el 2015, ha tenido desde el 2017 una salud endeble, que lo ha llevado a perderse 161 de 452 juegos posibles, contando la actual campaña del 2019.

Y Sánchez, que en su debut con el uniforme de Houston encabezó un partido sin hits ni carreras ante los Seattle Mariners (lanzó los seis primeros episodios y otros tres lanzadores completaron la hazaña), tiene dolencias en los músculos pectorales.

El diestro que estuvo fatal con los Toronto Blue Jays la mayor parte de la temporada (3-14, 6.07), tiene balance de 2-0 en cuatro aperturas con su nuevo conjunto, aunque en sus dos últimas salidas fue castigado y su efectividad es de 4.82.

Su ausencia obligó a subir de las Menores al cubano Rogelio Armenteros para una salida de emergencia, en la que fue derrotado por Oakland y enviado de vuelta a AAA.

Entretanto, Bregman, Brantley, Gurriel, Reddick y Chirinos son los únicos titulares que se han mantenido saludables todo el año y por quienes el manager debe tener prendidas muchas velas, para evitar que los sueños de repetir la corona del 2017 se le escape entre las manos.

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El derecho Zack Greinke, quien alcanzó las 200 victorias el domingo contra los Oakland Athletics, y el zurdo CC Sabathia, quien superó los 250 triunfos y 3,000 ponches más temprano en la temporada, pueden ser agregados a la breve lista de lanzadores activos que deberían ir ensayando desde ahora sus discursos para una eventual ceremonia en el Salón de la Fama de Cooperstown.

Los otros miembros de ese exclusivo grupo son el zurdo Clayton Kershaw, de los Los Angeles Dodgers, y los derechos Max Scherzer, de los Washington Nationals, y Justin Verlander, de los Houston Astros. Greinke, de 35 años de edad y 16 temporadas en las Grandes Ligas, ha lucido como un abridor caballo, poniendo foja de 13-4 y efectividad de 2.84 en 26 salidas con los Arizona Diamondbacks y los Astros. El seis veces Todos Estrellas y Cy Young de la Liga Americana del 2009 tiene 3-0, efectividad de 2.37 y 14 ponches en 19.0 entradas en sus primeras tres aperturas con los líderes de la División Oeste de la Liga Americana.

Astros starting pitcher Zack Greinke delivers a pitch against the Colorado Rockies during the first inning at Minute Maid Park.
John Glaser-USA TODAY SportsAl alcanzar su victoria 200 la semana pasada, Zack Greinke ya tiene credenciales suficientes como para ir pensando en su discurso del Salón de la Fama.
Greinke (200-122, 3.35, 2,584 ponches, 2,828 innings), a quien restan dos años en su actual contrato, es el lanzador #32 de la historia con 200 victorias y 2,500 ponches. Tendrá la oportunidad de alcanzar los tres mil ponches y las tres mil entradas laboradas con su contrato vigente.

Sabathia, quien anunció que se retirará al final de esta temporada, permitió cuatro carreras en tres episodios ante los Cleveland Indians en su regreso de la lista de lesionados. El zurdo de 39 años de edad y 19 temporadas en las ligas mayores, tiene marca de 5-7 y efectividad de 5.01 con los New York Yankees en su última campaña.

Pero Sabathia (251-160, 3.73, 3,073 ponches, 3,563 innings) se convirtió esta temporada en apenas el tercer zurdo de la historia con tres mil ponches, cifra qué agregada a sus cinco convocatorias al Juego de Estrellas, su premio Cy Young de la Liga Americana del 2007 (ha estado cinco veces entre los cinco más votados al galardón) le dan la categoría de "caballo, caballo" monticular de su era.

El proceso que lleva a un pelotero con una gran carrera al Salón de la Fama no es una ciencia exacta. Entre los más de 19,600 peloteros que pasaron por las ligas mayores desde que fue fundada la Liga Nacional en 1876, apenas 232 tienen placas en Cooperstown. Incluyendo siete que fueron electos por sus desempeños en las Ligas Negras, solamente 83 lanzadores están en el Salón de la Fama.

Mike Mussina, quien ganó 270 partidos, recibió la bendición de la Asociación de Escritores de Béisbol de América (BBWAA) este año, en su sexta aparición en la boleta. Así de difícil ha sido el asunto. Además de Greinke y Sabathia, los otros activos con luz verde para comprar el traje de sus futuras exaltaciones son:

Kershaw (165-71, 2.41, 2,416 K, 2,233 IL): Ocho elecciones al Juego de Estrellas, tres premios Cy Young, siete veces entre los cinco más votados para el galardón, un Jugador Más Valioso y cinco lideratos de efectividad en 12 años con los Dodgers.

Scherzer (168-87, 3.17, 2,638 K, 2,252 IL): Siete Juegos de Estrellas, tres premios Cy Young (dos en la Liga Nacional y uno en la Liga Americana) y seis veces entre los cinco más votados al premio en 12 años con Arizona Diamonbacks, Detroit Tigers y Washington Nationals.

Verlander (219-127, 3.36, 2,934 K, 2,928.2 IL): Ocho Juegos de Estrellas, Cy Young y Jugador Más Valioso de la Liga Americana en 2011, siete veces entre cinco más votados al Cy Young, Novato del Año.

EN LA FRONTERA: El abridor venezolano Félix Hernández y el cerrador cubano Aroldis Chapman se encuentran en el grupo más amplio de lanzadores que ya hicieron lo suficiente como para comenzar a soñar con una placa en el Salón de la Fama, pero qué por diferentes razones, aún tienen tareas pendientes. Un grupo que, más o menos, también integran Madison Bumgarner, Corey Kluber, Jon Lester y Chris Sale, entre otros.

Hernández, quien ha pasado toda su carrera de 15 años en Grandes Ligas con los Seattle Mariners, posee marca general de 169-132, efectividad de 3.38 y 2,501 ponches en 2,696 entradas. "King Félix" ha sido electo a seis Juegos de Estrellas, ganó el Cy Young de la Liga Americana en 2010 y en cuatro ocasiones ha quedado entre los primeros cinco por el premio.

Salvo raras excepciones, proyectar una carrera de Salón de la Fama para un relevista es una de las cosas más impredecibles. Solamente ocho relevistas, incluyendo al gran panameño Mariano Rivera, y a Lee Smith, quienes entraron este año, son miembros del Salón de la Fama de Cooperstown.

Pero si hay un relevista que cumple con los parámetros para considerarse que lleva buen camino para encontrar la olla de oro al final del arcoíris en la villa Cooperstown, ese es Chapman, quien tiene 271 salvamentos, efectividad de 2.25 y 14.8 ponches por cada nueve entradas en su carrera. El norteamericano Craig Kimbrel (2.01 y 14.6 K/9IL) tiene cifras muy parecidas en más o menos el mismo tiempo.

La diferencia entre ambos es que mientras Kimbrel no pasa exactamente por un momento que augure que mantendrá su forma de los 10 años anteriores, el zurdo de los Yankees está lanzando la recta a 103 millas por hora, tiene efectividad de 2.36 y ha ponchado a 13 bateadores por cada nueve innings en el 2019, un indicativo de que aún puede agregar varios años de gran dominio a su carrera, y, por lo tanto, mejorar sus probabilidades de unirse a Rivera.

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Diga lo que diga el comisionado Rob Manfred, algo le han hecho a las pelotas.

Siempre se ha dicho que el jonrón es la emoción suprema del béisbol, como el gol en el futbol o la canasta de tres puntos en el baloncesto.

Pero cuando lo excepcional se convierte en habitual, la emoción pierde ese toque extraordinario.

Lo estamos viendo en la NBA, que se ha convertido en una competencia de francotiradores de larga distancia, en detrimento de otros aspectos del juego y del espectáculo.

Es cierto que los bateadores han modificado su swing para darle mayor ángulo de salida a la pelota, lo cual se traduce en mayor distancia de los batazos, aunque menos contacto.

Pero también se le ha perdido el respeto al ponche. Abanicar ya no es algo que avergüence y cualquiera se traga un centenar de ellos en una temporada con la misma naturalidad que tomarse un vaso de agua.

En cuenta de dos strikes, los bateadores tendían a recortar el swing para tratar de evitar el ponche y simplemente poner la bola en juego.

Ahora no. Ahora en conteo adverso, le tiran a la pelota con la misma fuerza, igual proyección en busca de un batazo grande, sin importar si se consigue o no.

Y por supuesto que ello ha influido en alguna medida en el aumento de la cantidad de los cuadrangulares, en la misma dimensión en que han crecido los ponches. Pero tiene que haber más y tiene que ver con las pelotas.

Si hacemos un símil, esto recuerda los años 90, la década de los esteroides, cuando cualquier hijo de vecina, con cierto talento y muchos pinchazos, era capaz de sacar 30, 40 pelotas del parque en una campaña, mientras los ejecutivos miraban hacia otro lado.

Vamos a los hechos. Hasta el martes 6 de agosto se habían disputado en la temporada del 2019 un total de 1,704 partidos, de los cuales, sólo en 125 de ellos, ninguno de los dos equipos bateó un cuadrangular.

Eso significa que en el 93 por ciento de los juegos que se han celebrado al menos una pelota se fue sobre las cercas.

Los Seattle Mariners llevan una cadena de 107 encuentros consecutivos en que han bateado o recibido un jonrón, lo cual supera por 38 juegos el récord anterior.

Photo by Ronald Martinez/Getty ImagesNomar Mazara pegó un jonrón de 505 pies esta temporada.
En 1913, los Boston Red Sox estuvieron 55 partidos sin disparar o permitir un vuelacercas. En el 2019, la mayor cantidad de juegos seguidos sin que un equipo conecte o acepte un jonrón es de apenas tres.

Siempre que las Grandes Ligas han tomado acciones modificadoras, benefician a los bateadores y perjudican a los serpentineros.

Entre el 2010 y 2015, los pitchers propinaron 30 juegos sin hits ni carreras e inmediatamente empezó a hablarse de la necesidad de bajar la altura del montículo para "emparejar" la guerra entre lanzadores y bateadores. Del 2011 a la fecha, solamente se han registrado ocho no hitters.

En el 2014, los líderes en jonrones de ambas ligas fueron Giancarlo Stanton, de los Miami Marlins, en la Nacional, y Nelson Cruz, de los Seattle Mariners, en la Americana, apenas con 37 y 40, respectivamente.

El año pasado, Nolan Arenado encabezó el viejo circuito en cuadrangulares, con 38, a pesar de jugar la mitad de sus partidos en la altura de Colorado, mientras que Khris Davis, J.D. Martinez y Joey Gallo, en la Americana, fueron los únicos que superaron los 40 bambinazos, con 48, 43 y 40, respectivamente.

Este año, Christian Yelich ya va por 39 y amenaza con llegar a 50, más no es el único que le apunta al medio centenar.

Mike Trout (38) y Cody Bellinger y Pete Alonso, ambos con 37, llevan proyecciones para llegar a esa cifra.

Las únicas veces que cuatro bateadores pegaron 50 o más vuelacercas en una misma campaña fue en plena era de los esteroides.

En 1998 lo hicieron Mark McGwire (70), Sammy Sosa (66), Ken Griffey Jr. (56) y Greg Vaughn (50) y en 2001 lo consiguieron Barry Bonds (73), el propio Sosa (64), Luis González (57) y Alex Rodríguez (52).

No es sólo la cantidad de jonrones que se están pegando, a ritmo de más de mil por cada mes, sino las dimensiones de ellos.

En el 2018 hubo 82 jonrones de 450 pies de largo y solamente cuatro a más de 480.

Este año van ya 131 palos de al menos 450 y cinco sobre los 480, incluido un monstruoso estacazo de 505 del dominicano Nomar Mazara.

No son especulaciones. Son hechos. Rob Manfred podrá decir lo que quiera. Nosotros tenemos el derecho de no creerle ni una palabra.

Yo prefiero quedarme con las opiniones más que autorizadas de Justin Verlander y Pedro Martínez, pues cada cual se da cuenta cuando su herramienta de trabajo ha sido alterada o modificada, a diferencia de Manfred, que no se sabe si alguna vez tomó una bola en su mano.

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Los Angeles Dodgers, los Houston Astros, los Atlanta Braves y los New York Yankees cabalgan al galope en sus respectivas divisiones y parecen inalcanzables por sus rivales.

Los Dodgers comandan el Oeste de la Liga Nacional con 18 juegos de ventaja sobre los Arizona Diamondbacks y los San Francisco Giants.

Los Astros se han escapado en el Oeste de la Americana, con nueve de diferencia sobre los Oakland Athletics, la misma separación entre los Yankees y los Tampa Bay Rays en el Este.

Y aunque seis rayas no es una ventaja insalvable, los Braves lucen sólidos sobre los Washington Nationals y los Philadelphia Phillies, que no consiguen la consistencia para remontar.

A falta de más-menos 50 partidos para que se complete el calendario regular, la lucha se enfoca en las divisiones centrales de ambos circuitos.

En la Americana, los Minnesota Twins van delante de los Cleveland Indians por cuatro rayitas, mientras que en la Nacional, los Chicago Cubs tiene 2.5 por delante de los St. Louis Cardinals y cuatro de los Milwaukee Brewers.

A los Twins (70-42) les restan exactamente 50 compromisos por jugar, de los cuales diez serán contra los Indians, siete en casa y tres en Cleveland.

Hasta ahora, la serie particular entre ambos va bastante pareja, con cinco triunfos para los actuales líderes y cuatro para la Tribu.

El organigrama parece favorecerle a Minnesota, pues de los otros 40 encuentros, 26 serán contra los Chicago White Sox (9), los Kansas City Royals (7) y los Detroit Tigers (10), todos con récord perdedor.

En 30 enfrentamientos anteriores frente a White Sox, Royals y Tigers, los Twins tienen récord de 22-8.

Tienen además pendientes siete choques interligas contra Atlanta (2), los Cerveceros (2) y Washington (3), además de cuatro ante los Texas Rangers y tres frente a los Boston Red Sox, todos con balance positivo en ganados y perdidos.

Por su parte, los Indians (66-46), además de los diez encuentros con Minnesota, tienen en el camino a varios contendientes con récord ganador y en lucha por entrar a la postemporada, por lo que se antoja un calendario más complicado y de mucha intensidad.

Getty ImagesEn la Americana, los Minnesota Twins van delante de los Cleveland Indians por cuatro juegos.

A Cleveland le resta una serie de cuatro encuentros con los Yankees, tres juegos con Boston, tres con Tampa Bay y tres series interligas con los New York Mets, Filadelfia y Washington, aparte de dos ante Texas.

Son en total 31 de 50 juegos ante conjuntos ganadores, mientras que los 19 faltantes serán ante Los Angeles Angels (3) y sus rivales divisionales Chicago (7), Kansas City (3) y Detroit (6).

No puede la tropa de Terry Francona darse el lujo de ceder ante White Sox, Royals y Tigers, ante quienes ha jugado de manera combinada para 26-14, porque esos son los juegos que de perderse, pueden costar carísimo y hacer la diferencia entre lograr y dejar escapar el boleto a la postemporada.

Panorama más complicado en la Nacional

Las cosas se complican más en el centro del viejo circuito, donde hay tres equipos con posibilidades reales de ganar la división, alternándose el liderazgo semana tras semana, sin que ninguno consiga despegarse.

A los Cubs, líderes actuales, así como a los Brewers, que van terceros, les faltan 50 juegos exactos, mientras que a los Cardinals les restan 51.

Chicago (61-51) tendrá que medirse siete veces a ambos. La serie ante los dos les favorece 7-5, mientras que de los otros 36 choques pendientes, 11 serán frente a conjuntos con balance ganador: dos interligas ante Oakland, tres con Philadelphia, tres con Washington y otros tantos con los Mets.

Y hay 25 partidos contra equipos perdedores: siete ante Cincinnati Reds, nueve versus Pittsburgh Pirates, tres con los Giants, cuatro con los San Diego Padres y dos interligas frente a los Seattle Mariners.

Entretanto, los Cardinals (58-53), aparte de los siete encuentros pendientes con los Cubs, tienen nueve con los Brewers, con la serie empatada 5-5 hasta ahora.

El calendario para los pájaros rojos incluye también dos choques ante los poderosos Dodgers y tres frente a los Nationals, como únicos rivales con récord ganador.

Los demás partidos serán seis ante Pittsburgh, ocho con Cincinnati, cuatro con San Francisco, tres con Arizona, siete con los Colorado Rockies y dos interligas con los Royals, sin dudas un programa menos complicado.

Y Milwaukee (58-56), más allá de los 16 que le quedan por jugar con Chicago y St. Louis, tiene por delante siete difíciles partidos interligas ante Texas (3), Minnesota (2) y Houston (2), además de una serie de tres con los Nationals.

El resto de los rivales son perdedores: cinco choques con Pittsburgh, tres con Arizona y para cerrar, en las últimas dos semanas de septiembre, cuatro con los Miami Marlins, otros tantos con los Padres y tres frente a los Reds y los Rockies.

Está entonces por verse cuál de los tres sobrevivirá a esta lucha fratricida que podría durar hasta el último día, cuando Cubs y Cardinals se enfrenten entre sí, mientras Milwaukee cierra en la complicada altura de Colorado.

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