Aaron Boone Yankees 2003
AP Photo/Bill KostrounBoone está de lleno en la historia de los Yankees, con el jonrón que le conectó al nudillista Tim Wakefield en el último swing de la Serie de Campeonato de la Liga Americana del 2003 y que le dio el pase a NY a la Serie Mundial.
"Si no ganas, serás despedido. Si ganas, solo retrasas el día en que te despedirán": Leo Durocher, ex jugador y manager miembro del Salón de la Fama de Cooperstown.

ORLANDO, Florida --Los Yankees de Nueva York anunciaron oficialmente el lunes que Aaron Boone firmó un contrato de tres años para ser el nuevo manager del club, en sustitución de Joe Girardi, quien tuvo el empleo por 10 años.

Boone, quien no tiene ninguna experiencia previa como coach o manager, fue el elegido del gerente general Brian Cashman entre todos los candidatos que fueron evaluados para el cargo en las últimas cinco semanas.

Los otros considerados fueron Rob Thomson (coach de banca de Girardi), el dominico-curazoleño Hensley Meulens (coach de banca de los Gigantes de San Francisco, tras ocho años como su coach de bateo); Eric Wedge (ex manager de los Indios de Cleveland y los Marineros de Seattle), Chris Woodward (coach de 3B de los Dodgers de Los Angeles) y el puertorriqueño Carlos Beltrán, quien se retiró después de ganar la pasada Serie Mundial con los Astros de Houston para coronar una excepcional carrera de 20 años en las ligas mayores.

Boone, quien pasó los últimos ocho años como comentarista de ESPN -- su único trabajo desde que se retiró como jugador después de la temporada de 2009 -- es el dirigente #33 en la rica historia de los Yankees, pero apenas el tercero desde 1996, cuando Joe Torre fue instalado en la que hasta ese momento había sido una silla muy caliente.

Torre y Girardi fueron los únicos managers que tuvo Nueva York en 22 años, lo que, si se compara con los 20 años anteriores, es simplemente asombroso. Entre 1974 y 1995, 12 hombres se alternaron como managers de los Yankees, incluyendo a Billy Martin en cinco ocasiones diferentes, y solamente Buck Showalter (1992-95) se mantuvo al menos por tres temporadas completas en el cargo.

Desde que se reveló que Boone estaba en el globo para acceder a uno de los trabajos más atractivos, estresante e importantes del mundo, se ha hablado bastante de su linaje (nieto, hijo y hermano de peloteros), de su propia carrera de 12 años en Grandes Ligas y el jonrón que pegó al nudillista Tim Wakefield en el último swing de la Serie de Campeonato de la Liga Americana del 2003 y de sus grandes habilidades para comunicar y entender el juego, algo que puso de manifiesto en sus intervenciones en las diferentes plataformas de ESPN desde 2009.

Si es importante para el expediente, puedo agregar que como compañero y ser humano, Boone es alguien que trata de que todos los que están a su alrededor se sientan cómodos. Una persona 1-A.

Pero vamos a la parte importante de toda esta perorata.

Al final del día, lo único que importará a los aficionados de los Yankees de Boone (y anteriormente de John McGraw, Miller Huggins, Joe McCarthy, Casey Stengel, Ralph Houk, Torre, Girardi y todos los otros que dirigieron en el Bronx) es la cantidad de trofeos que pueda agregar el nuevo piloto a la atestada vitrina de la casa grande en el #1 de la 161 Street con River Avenue en Nueva York.

No importará si Aaron es nieto de Ray, hijo de Bob y hermano de Brett. Tampoco si puede hacer una edición de dos horas todos los días del "Aaron Boone Show" en la cadena YES y si siempre tiene a mano una respuesta jocosa para los medios de la Gran Manzana.

Lo que determinará si Boone permanecerá como el jefe de entrenadores de los Yankees más allá de su actual contrato (incluso todo el contrato) será la posición del club al final de la postemporada. No el lugar en la División Este o los playoffs de la Liga Americana, sino la distancia del trofeo que entrega el comisonado luego del último partido del año.

Tomen como ejemplo a Girardi. Con un equipo muy talentoso, pero muy joven, Girardi condujo a Nueva York a un séptimo y decisivo encuentro en la final del joven circuito de este año y eso no le facilitó ni aún una oferta para una temporada más. Ni una oferta. Ni porque tuvo porcentaje de .562, llevó el conjunto a seis postemporadas y ganó la Serie Mundial del 2009.

Un anillo de Serie Mundial puede garantizarle a Mike Scioscia permanecer dos décadas al frente de los Los Angeles Angels y una estatua en el norte de Chicago a Joe Maddon, pero en el Bronx las cosas son diferentes. El reto es de ganar prácticamente cada año.

Mientras Torre estuvo ganando, a nadie le importó que no fuera el hombre más comunicativo de las ligas mayores. Cuando Torre dejó de ganar, entonces un cambio era obligatorio y el "hombre ideal" para sustituirlo era Girardi. Sí, ese mismo que ahora fue sacado dizque porque es muy rígido, que no sabe hablar el lenguaje de las nuevas generaciones o hacer chistes en TV.

Es la misma historia, no importa si el hombre se llama Torre, Girardi, Boone o Art Fletcher, quien en 1929 dirigió a los Yankees por 11 partidos, la menor cantidad en la historia del conjunto. Lo que determina el legado de un dirigente de los Yankees es que gane títulos.

Punto y bolita.

Para esos fines, hay que decir que Boone hereda un equipo que está más cerca de ganar una Serie Mundial que lo que estuvo hace ocho meses o un par de años. Con una base que lideran los jóvenes Todos Estrellas Aaron Judge, Gary Sánchez, Dellin Betances y Luis Severino y veteranos sólidos como Masahiro Tanaka y Aroldis Chapman, el presente y el futuro de Nueva York es brillante.

"El béisbol es un juego simple. Si tienes buenos jugadores y los mantienes en el estado de ánimo adecuado, entonces el manager es un éxito", dijo una vez Sparky Anderson, un manager que ganó más de dos mil partidos de series regulares y fue el primero que ganó títulos de Serie Mundial en ambas ligas.

Dar el próximo paso y llevar al Bronx la corona #28 es lo que cimentaría un reinado largo, al menos más largo que el contrato de tres años que acaba de firmar, para Boone. No hacerlo pronto, significaría una estadía corta. No importa el linaje, el batazo del 2003 contra Wakefield o su capacidad para hablar bien delante de las cámaras.

Para los Yankees, ganar títulos es la única vara para medir a sus dirigentes.

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Si alguien en su vida debe haber respirado, comido y bebido béisbol en cantidades industriales, ese debe haber sido Aaron Boone.

Integrante de una tercera generación de peloteros de Grandes Ligas, es de imaginar su niñez rodeado de bates, guantes, pelotas, en una casa donde, en lugar de escuchar cuentos infantiles, se oían a diario las historias y anécdotas de su abuelo Ray y de su padre Bob del tiempo que pasaron en el mejor béisbol del mundo.

Boone, de 44 años, será el manager de los Yankees de Nueva York por las próximas tres campañas.

A pesar de que jamás ha sido manager y formado parte de ningún cuerpo de dirección anteriormente, la gerencia lo escogió a él para conducir a la nueva generación de los Yankees en busca de recuperar el brillo de la franquicia más ilustre del deporte estadounidense.

Algunos han puesto el grito en el cielo por la falta de experiencia del escogido, pues hubieran preferido a alguien más curtido en los rigores de la dirección.

Aaron Boone
Allen Kee/ESPN ImagesBoone es un tipo carismático, bromista, comunicador, lo cual facilitará el entendimiento con la joven camada de peloteros que tendrá bajo su mando.
Incluso, sin que todavía se haya puesto el uniforme del equipo en la presentación oficial de su cargo, sus detractores ya empiezan a acusarlo de ser un títere de la gerencia, un peón al que podrán manejar a su antojo el gerente general Brian Cashman y la nueva ola de directivos sabermétricos.

¡C´mon!!! No pongan la carreta delante de los bueyes, simplemente porque hubieran preferido a otro por encima de Boone.

Uno de los mejores managers de la actualidad es Mike Matheny, de los Cardenales de San Luis, quien al momento de su designación para el puesto, en el 2012, tampoco había dirigido o sido coach a ninguna instancia.

Pero ahí están sus sólidos números de 544 triunfos y 428 derrotas, con una corona de la Liga Nacional y tres títulos divisionales, para darle la razón a quienes lo escogieron.

Craig Counsell, de los Cerveceros de Milwaukee, es otro caso similar sin experiencia previa, que tomó al equipo en reconstrucción en el 2015 y ya en la pasada temporada lo llevó a tener récord ganador de 86-76.

Entonces, por ese lado, creo que Boone merece el beneficio de la duda porque incluso directores legendarios, como Connie Mack, Casey Stengel, John McGraw o Tony LaRussa también fueron en algún momento inexpertos debutantes.

Quien ha visto a Boone en su función de analista de ESPN puede darse cuenta de que conoce las interioridades del juego, que ha sido parte inseparable de su vida.

Y esos conocimientos perfectamente puede llevarlos a la práctica desde el puente de mando de la nave neoyorquina, trazándose las tácticas y estrategias adecuadas a lo largo de la extensa campaña de 162 partidos.

Si se habla de que si sabe de béisbol, pues sí sabe. Está en su ADN, enriquecido por tradiciones orales, la propia práctica y la capacidad analítica que desarrolló en su previo empleo en ESPN.

A eso súmenle su relativa juventud y los menos de diez años que distan desde su retiro en el 2009, que lo hacen muy cercano a la actual generación de jugadores.

Boone es un tipo carismático, bromista, comunicador, lo cual facilitará el entendimiento con la joven camada de peloteros que tendrá bajo su mando.

Porque la comunicación con los discípulos es esencial para este trabajo, algo negativo que se le señaló a su predecesor Joe Girardi.

Y adicionalmente, fue el protagonista de uno de los momentos más dramáticos de la franquicia, cuando con un jonrón en el undécimo inning del séptimo juego de la Serie de Campeonato de la Liga Americana del 2003, envió a los Yankees al Clásico de Octubre.

Y esa mística también ayuda, pues lo presenta ante los ojos de sus subordinados como alguien de la casa, no como un advenedizo llegado desde afuera a tomar ventaja de la prestigiosa organización.

Entonces, no pongamos el grito en el cielo antes de tiempo.

Muchos criticaron en su momento al Jefe George Steinbrenner cuando contrató para dirigir a los Yankees en 1996 a Joe Torre, quien en 15 años previos como manager de los Mets de Nueva York, los Bravos de Atlanta y los Cardenales, amasaba récord perdedor de 894-1,003 (.471).

Le negaron el beneficio de la duda y hoy Torre está inmortalizado en el Salón de la Fama de Cooperstown por su gloriosa etapa con el uniforme a rayas.

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NUEVA YORK - Brian Cashman pasó las primeras horas de la mañana del viernes practicando el descenso de un edificio de 22 pisos, utilizando una cuerda por una de las paredes laterales, para su aparición anual en un festival navideño en Stamford, Connecticut. En los últimos años, Cashman ha hecho el EdgeWalk en lo alto de la Torre CN de Toronto y saltó de un avión para sentir la emoción. Cashman es un temerario, a quien le gusta vivir peligrosamente.

Para su próximo truco, Cashman tiene preparada la presentación de Aaron Boone como el mánager número 35 en la historia de los Yankees de Nueva York.

Boone nunca ha manejado un juego de béisbol. Nunca ha sido entrenador en las Grandes Ligas. Pero Cashman, el gerente general de los Yankees, decidió que es la mejor opción para sustituir al removido Joe Girardi.

Podría decirse que el trabajo más prestigioso en el deporte ahora está en manos de alguien que nunca ha escrito una hoja de alineación. No cabe duda que Cashman ama el cable alto.

A Boone, de 44 años, se le confiará una gran oportunidad como líder de Aaron Judge, Gary Sánchez, Luis Severino y el resto de los talentosos Baby Bombers. Los Yankees podrían tener el mejor sistema de granja en el béisbol y esperan firmar al Babe Ruth de Japón, Shohei Ohtani, este invierno, mientras se sumergen bajo el umbral de impuestos de lujo, posicionándose para gastar a lo grande si eligen contender la próxima temporada baja por Manny Machado y Bryce Harper, quienes estarán junto a los agentes libres disponibles. Después de hablar con Boone durante la postemporada, él sabe que este trabajo viene con más de unas pocas ventajas.

Boone es agradable y querido, pero incluso con esas cualidades, no es difícil preguntarse: ¿si él no hubiera conectado ese jonrón en el Juego 7 de la Serie de Campeonato de la Liga Americana 2003 para extender la maldición de los Medias Rojas, hubiera sido considerado para el trabajo? Hal Steinbrenner, el propietario de los Yankees, dijo que favorecía a alguien con experiencia. Boone dijo inteligentemente que era una solicitud válida, pero teniendo en cuenta su herencia familiar, su abuelo, padre y hermano fueron jugadores de Grandes Ligas, y su padre, Bob Boone, se convirtió en mánager después que terminó su carrera como jugador -él expuso que por estas razones ha estado entrenando para el trabajo desde que estaba en pañales.

Aaron Boone
Tiffany Rose/Getty Images for Harold & Carole Pump FoundationAaron Boone fue entrevistado por los Yankees y parece que será el nuevo mánager de los Mulos del Bronx.
Fuentes dijeron a principios de esta semana que Boone la sacó del parque en su entrevista. Dos personas con conocimiento de las conversaciones dijeron que pensaban que Boone sería el hombre, superando a un grupo que incluía a Hensley Meulens (el subcampeón), Carlos Beltrán y el veterano empleado de los Yankees, Rob Thomson. Cashman se enamoró de Boone debido a sus habilidades de comunicación, que los Yankees esperan encajar en el molde del mánager actual, al estilo del timonel de los Astros de Houston A. J. Hinch y de Dodgers de Los Ángeles, Dave Roberts.

Boone parece tener muchos de los rasgos para tener éxito, pero aún se desconoce cómo reaccionará ante la angustia y la rutina del trabajo. Es especialmente difícil con las expectativas tan altas. Con el mánager anterior liberado después de quedar a un juego de la Serie Mundial, esas expectativas no están disminuyendo en el corto plazo.

Boone debería poder conectarse con los jugadores. Él tiene una buena lectura sobre la analítica. Y debería poder manejar las sesiones de medios.

Lo que más lo ayudará es un roster cargado y con mucho más talento todavía en camino.

Pero Boone tiene que ganar, y ganar a lo grande. Los Yankees necesitan evitar la presión de un juego de comodín, algo a lo que sobrevivieron este año. Necesitan ganar campeonatos de división y liga y la Serie Mundial. No puede haber ningún contratiempo. Es el campeonato o el fracaso.

Y todo está en manos de Boone, gracias a Cashman. El GM es un tomador de riesgos. Él estudió a Boone y decidió que es el mejor hombre para dirigir lo que podría ser una dinastía de los Yankees. No hay red de seguridad.

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La sorpresa hubiera sido que alguien no votara por Aaron Judge y Cody Bellinger como Novatos del Año de la Americana y la Nacional, respectivamente.

Era una jugada cantada y por cuarta vez en la historia, dos jugadores ganan el premio al mejor debutante de cada circuito con el voto unánime de los periodistas.

Aaron Judge
Elsa/Getty ImagesAaron Judge encabezó la LA en HR (52, récord para debutantes), anotadas (128), BB (127), y además fue segundo en la liga en impulsadas (112), en slugging (.627), en promedio de embasamiento (.422) y en OPS (1.049).

Las veces anteriores que esto ocurrió fueron en 1987 (Mark McGwire, de los Atléticos de Oakland, y el boricua Benito Santiago, de los Padres de San Diego), en 1993 (Tim Salmon, de los ahora Angelinos de Los Ángeles, y Mike Piazza, de Dodgers de Los Ángeles) y 1997 (Nomar Garciaparra, de los Medias Rojas de Boston, y Scott Rolen, de los Filis de Filadelfia).

El Juez es el noveno pelotero de los Yankees de Nueva York en llevarse el pergamino y el primero desde que lo hiciera en 1996 Derek Jeter, quien también se lo llevó por unanimidad.

Antes de Judge y Jeter lo consiguieron Gil McDougald (1951), Bob Grim (1954), Tony Kubek (1957), Tom Tresh (1962), Stan Bahnsen (1968), Thurman Munson (1970) y Dave Righetti (1981).

El jardinero derecho de los Yankees implantó nueva marca de jonrones para novato, con 52, tres más que el récord anterior en poder de McGwire.

También encabezó el joven circuito en anotadas (128) y bases por bolas (127), además de remolcar 114 carreras.

Adicionalmente, se impuso en el Derby de Jonrones disputado en julio en el Marlins Park de Miami, primer debutante en hacerlo, y fue galardonado con el Bate de Plata como el mejor jardinero derecho ofensivo de la Americana.

Cody Bellinger -- Los Angeles Dodgers
Mark J. Rebilas/USA TODAY SportsLos 39 vuelacercas de Cody Bellinger constituyen un récord para un novato en el viejo circuito, al superar los 38 que bateó Frank Robinson en 1956.

Podría además convertirse en el tercer jugador en la historia en ganar el Novato del Año y el premio al Jugador Más Valioso, honor que sólo tienen Fred Lynn, en 1975 con Boston, y el japonés Ichiro Suzuki, en el 2001, con los Marineros de Seattle, ambos en la Liga Americana.

Bellinger, por su parte, es el decimoctavo pelotero de los Dodgers en ganar el Novato del Año, ratificando a la franquicia azul como la máxima productora de debutantes ilustres.

Los Dodgers comenzaron su cosecha en 1947, precisamente el año en que se instituyó el premio, que recayó en el legendario Jackie Robinson.

Don Newcombe (1949), Joe Black (1952), Jim Gilliam (1953), Frank Howard (1960), Jim Lefebvre (1965), Ted Sizemore (1969), Rick Sutcliffe (1979), Steve Howe (1980), Fernando Valenzuela (1981), Steve Sax (1982), Eric Karros (1992), Mike Piazza (1993), Raúl Mondesí (1994), Hideo Nomo (1995), Todd Hollandsworth (1996) y Corey Seager (2016), precedieron a Bellinger, quien con 39 cuadrangulares impuso un nuevo récord de jonrones para un principiante en el viejo circuito.

Andrew Benintendi, de los Medias Rojas, fue segundo en la votación, seguido de Trey Mancini, de los Orioles de Baltimore, en la Liga Americana.

Josh Bell, de los Piratas de Pittsburgh, y Paul DeJong, de los Cardenales de San Luis, fueron segundo y tercero, respectivamente, en la Nacional.

Así se esperaba que sucediera. En otras circunstancias, cualquiera de los cuatro, Benintendi y Mancini, Bell y DeJong, hubieran merecido el premio.

Pero tuvieron la mala fortuna de coincidir con el Juez y Bellinger, quienes no dejaron espacio para dudas.

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El más esperado y polémico de todos los premios que reparte la Asociación de Escritores de Béisbol de Estados Unidos (BBWAA, por sus siglas en inglés) es el de Jugador Más Valioso.

En primer lugar, porque no hay una definición clara de lo que significa ser "más valioso" y cada cual interpreta el término como mejor le parece.

¿Es más valioso el que mejores estadísticas individuales puso sobre la mesa?

¿O aquel cuya actuación fue clave en que su equipo avanzara a la postemporada?

¿Y qué culpa tiene alguien con los números más sobresalientes estar en un equipo malo, sin nadie que lo acompañe a tirar del carro?

Stanton Votto Goldschmidt JMV
AP PhotosGiancarlo Stanton de los Marlins, Joey Votto de los Rojos y Paul Goldschmidt de los Diamondbacks son los finalistas al premio de Jugador Más Valioso de la Liga Nacional.
Por lo pronto, sabemos que el JMV de la Liga Nacional está entre Giancarlo Stanton, de los Marlins de Miami, Paul Goldschmidt, de los Diamondbacks de Arizona, y el canadiense Joey Votto, de los Rojos de Cincinnati.

Judge Ramirez Altuve JMV
AP PhotosAaron Judge de los Yankees, José Ramírez de los Indios y José Altuve de los Astros son los finalistas al premio de Jugador Más Valioso de la Liga Americana en el 2017.
Y el de la Americana saldrá entre Aaron Judge, de los Yankees de Nueva York, el venezolano José Altuve, de los campeones Astros de Houston, y el dominicano José Ramírez, de los Indios de Cleveland.

Vale aclarar que lo hecho en la postemporada por Goldschmidt, Judge, Altuve y Ramírez no cuenta absolutamente para nada en la definición de los galardones, pues la votación de la BBWAA cerró antes de que comenzaran los playoffs.

Las únicas estadísticas que cuentan son las de la campaña regular y basados en eso, Stanton, Goldschmidt y Votto, por el viejo circuito, y Altuve, El Juez y Ramírez, por el joven, fueron los que más votos recibieron de los periodistas.

Dustin Bradford/Getty ImagesNolan Arenado y Charlie Blackmon fueron dejados fuera de los finalistas en la Liga Nacional.
La primera injusticia aflora ante la ausencia de Charlie Blackmon y/o Nolan Arenado, ambos de los Rockies de Colorado, piezas fundamentales en la primera visita de su equipo a la postemporada desde el 2009.

Tratemos de meternos en la cabeza de algunos colegas. Hay quienes ven como hándicap que Blackmon y Arenado jueguen la mitad de sus partidos en el Coors Field de Denver, a una milla sobre el nivel del mar, donde la pelota vuela más que en cualquier otro parque.

¿Y? Allí juegan ellos y los otros 23 compañeros de su equipo y no todos pusieron grandes guarismos. El mérito de lo que hicieron nadie puede escatimárselo sobre la base de un argumento geográfico.

Quizás, el hecho de pertenecer a un mismo equipo -- y pasa muchas veces -- haya conspirado en su contra, como si se robaran votos entre sí, pero de todos modos, el que no estén ellos y sí aparezca Votto es injusto.

Blackmon fue líder de los bateadores (.331) de la Nacional y encabezó todo el béisbol en hits (213), triples (14) y anotadas (137).

Además, despachó 37 cuadrangulares y remolcó 104 carreras.

En promedio, anotadas, hits, dobles, triples, jonrones, impulsadas y bases robadas, el jardinero central de los Rockies superó al primera base de Cincinnati, quien sólo tuvo más bases por bolas, promedio de embasamiento y WAR, esa sacrosanta estadística sabermétrica donde dos más dos no siempre es cuatro.

Señores sabermétricos que pretenden reinventar un deporte que nunca han jugado y que sólo ven a través de una computadora: búsquenme al primer fanático que diga ir al parque a ver al líder en WAR o de más alto OBP y les doy un premio.

Sólo en sus mentes pseudocientíficas, un jugador con menos average, imparables, extrabases de todo tipo, carreras anotadas y empujadas y almohadillas estafadas es mejor que uno que lo supera en cada uno de esos departamentos.

Las estadísticas del canadiense de los Rojos fueron incluso inferiores en casi todos los renglones que las de Arenado y del dominicano Marcell Ozuna, de los Marlins, quien no figura entre los finalistas tampoco.

Ozuna también logró mejores cifras que Goldschmidt en cuanto a jonrones, remolcadas y average, las tres ramas de la Triple Corona.

Giancarlo Stanton
Christian Petersen/Getty ImagesGiancarlo Stanton se convertiría en el primer jugador en la historia de la franquicia de los Marlins en ganar el premio de JMV.
Entonces, el JMV del viejo circuito lo debería ganar, ante la ausencia de Blackmon, el poderoso jardinero derecho de Miami, líder absoluto en vuelacercas (59) e impulsadas (132).

Stanton se convertiría en el primer jugador en la historia de la franquicia en ganar el premio, aunque podría recibirlo con otro uniforme, pues cada vez son más fuertes los rumores de canje que lo envuelven.

Aaron Judge
Elsa/Getty ImagesAaron Judge encabezó la LA en HR (52, récord para debutantes), anotadas (128), BB (127), y además fue segundo en la liga en impulsadas (112), en slugging (.627), en promedio de embasamiento (.422) y en OPS (1.049).
En la Americana, la extraordinaria campaña de Judge debería darle de golpe los premios de Novato del Año y Jugador Más Valioso.

¿Cómo podrían los votantes de la Asociación de Escritores de Béisbol de América ignorar a alguien que encabezó el joven circuito en jonrones (52, récord para debutantes), carreras anotadas (128) y bases por bolas (127)?

Que además, fue segundo en la liga en impulsadas (112), en slugging (.627), en promedio de embasamiento (.422) y en OPS (1.049).

Para complacer también a los amantes de las estadísticas sabermétricas, El Juez tuvo el mayor WAR (8.8) del joven circuito y sí, fue líder en ponches (208), departamento que en el 2014 encabezó Mike Trout cuando ganó el primero de sus dos JMV.

El Juez tuvo posiblemente el debut más impresionante de cualquier pelotero en la historia y merece convertirse en el tercer jugador en archivar ambos galardones de MVP y Novato del Año, algo que anteriormente consiguieron Fred Lynn, de los Medias Rojas de Boston en 1975, y el japonés Ichiro Suzuki, con los Marineros de Seattle, en el 2001.

En los últimos 40 años, sólo tres jugadores de los Yankees han ganado el premio de JMV: Thurman Munson en 1976, Don Mattingly en 1985 y Alex Rodríguez, quien lo consiguió dos veces, en el 2005 y 2007.

El joven de 25 años fue la pieza fundamental en el renacer de una franquicia en pleno proceso de reconstrucción y que pocos esperaban ver en los playoffs tan pronto como esta campaña.

Judge tiene en Altuve a su rival más directo, con un pie y una pulgada menos de estatura que el de Nueva York, pero que crece hasta el infinito cuando entra a la caja de bateo.

Ganó su tercera corona de bateo (.346) y segunda en fila, además de conseguir su cuarta campaña consecutiva con más de 200 imparables, aunque con cifras inferiores a Judge en la mayoría de los otros departamentos.

El venezolano fue el alma de los Astros, echándose sobre sus hombros el peso del equipo, sobre todo durante la ausencia por lesión del puertorriqueño Carlos Correa, mientras que Ramírez, si bien fue fundamental para la Tribu, tiene números inferiores a Judge y Altuve y está de más en esta pelea.

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Desde el 2001 no la tenían tan fácil los votantes de la Asociación de Escritores de Béisbol de Estados Unidos (BBWAA) a la hora de elegir a los Novatos del Año.

En aquella ocasión, el dominicano Albert Pujols, de los Cardenales de San Luis, se llevó el voto unánime en la Liga Nacional, mientras que en la Americana, el japonés Ichiro Suzuki, de los Marineros de Seattle, consiguió el apoyo de todos menos uno.

El único que no votó por Ichiro se inclinó por C.C. Sabathia, de los Indios de Cleveland, bajo el argumento de que el japonés no debería ser considerado como un verdadero novato, teniendo en cuenta las nueve temporadas que jugó en la liga profesional de su país.

Aaron Judge
Elsa/Getty ImagesAaron Judge es finalista tanto para el Novato del Año como para el Jugador Más Valioso de la Liga Americana.
Esta vez las cosas lucen más evidentes aún. En el joven circuito, Aaron Judge, de los Yankees de Nueva York, no ha dejado opciones para Andrew Benintendi, de los Medias Rojas de Boston, o Trey Mancini, de los Orioles de Baltimore, los otros dos finalistas.

Nadie en su sano juicio osaría votar por alguien que no sea El Juez, primer novato en los más de 100 años de historia de las Grandes Ligas en disparar más de 50 cuadrangulares.

Judge encabezó la Liga Americana en jonrones (52), carreras anotadas (128) y bases por bolas (127), además del departamento negativo de los ponches (208), además de ser segundo en remolcadas (114).

Sus números lo ponen incluso entre los finalistas al Jugador Más Valioso del joven circuito, junto al venezolano José Altuve, de los Astros de Houston, y el dominicano José Ramírez, de los Indios.

El último jugador de los Yankees en ganar el galardón al mejor debutante fue Derek Jeter en 1996.

La presencia de Benintendi y Mancini en el trío de finalistas es puro formalismo. Aunque ambos tuvieron números muy buenos, les tocó la mala fortuna de coincidir con el Juez.

Sentencia fácil. Caso cerrado.

Cody Bellinger -- Los Angeles Dodgers
Mark J. Rebilas/USA TODAY SportsLos 39 vuelacercas de Cody Bellinger constituyen un récord para un novato en el viejo circuito, al superar los 38 que bateó Frank Robinson en 1956.
Como tampoco tiene discusión el premio para Cody Bellinger, de los Dodgers de Los Angeles, en la Liga Nacional.

Sus 39 vuelacercas constituyen un récord para un novato en el viejo circuito, al superar los 38 que bateó Frank Robinson en 1956.

Además, remolcó 97 carreras y anotó 87, cifras superiores a las de cualquier otro debutante en la Nacional y eso que se perdió casi todo abril, pues no fue hasta el 25 de ese mes que hizo su aparición en las Grandes Ligas.

Puro formalismo también es la nominación de Josh Bell, de los Piratas de Pittsburgh, y Paul DeJong, de los Cardenales, otros con buenas estadísticas que les habrían hecho merecedores del premio, de no haber tenido a Bellinger en el camino.

El zurdo primera base y jardinero sería el decimoctavo pelotero de los Dodgers en ganar el Novato del Año, una larga lista que inició el legendario Jackie Robinson en 1947 y cuyo más reciente ganador fue Corey Seager en fecha tan cercana como el 2016.

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Brad Penner/USA TODAY SportsEl toletero de los Yankees recuperó su arrogancia al bate en septiembre pasado evitando hacer swing a lanzamientos difíciles mientras explotaba las debilidades de los pitchers. Si puede hacerlo toda la temporada, entonces los Yankees estarán de fiesta.

En esta postemporada, Aaron Judge ha visto como repetidamente le han cantado strike lanzamientos que aparentemente están en la parte más baja de la zona de strike, o para ser menos caritativo con los árbitros del plato, lanzamientos bajitos y que están fuera de la zona de strike.

Un evaluador notó que esa parece ser una experiencia común para Judge, quizás porque los árbitros no están acostumbrados a interpretar bolas y strikes para un jugador tan alto como el jardinero derecho de los Yankees. De acuerdo a Elias Sports Bureau, Judge es el pelotero de posición más alto en la historia de la MLB, con 6 pies y 7 pulgadas de estatura, además de 282 libras de peso.

Jugadores bajitos como José Altuve conocen todo acerca de las interpretaciones de una inusual zona de strike: A los tipos pequeños a veces les cantan strikes en zonas altas, y por el contrario, a Judge parece que los pitcheos por encima de la espinilla son interpretados como strike.

Sarah Langs de ESPN Datos & Información escarbó en esos números: Solo otros dos jugadores en MLB tuvieron un marco más bajo de strikes framed en comparación con él -pitcheos en el tercio inferior de la zona de strike o por debajo con menos del 25 por ciento de posibilidad de ser cantados como strike.- durante la temporada regular.

Judge tiene ajustes por hacer y retos que superar mientras aprende más sobre batear en las Grandes Ligas. Un evaluador rival siguiendo a los Yankees en los playoffs notó que Judge tiende a hundir el hombro posterior en el inicio del swing y luego abre su hombro frontal hacia afuera, hacia la tercera base, como tratando de meterse debajo de la bola y esta situación lo ha dejado completamente expuesto a lanzamientos lentos rompientes y alejados del plato.

Su única defensa contra esos envíos ha sido a veces su habilidad para reconocer esos pitcheos y contenerse de hacer swing. Durante los últimos cinco juegos de playoffs de los Yankees, Judge está de 20-2, con 14 ponches. (Coincidentemente, Gary Sánchez está de 20-2 durante los útimos cinco choques, con 12 ponches).

Pero Judge, más que esos desajustes en su mecánica de bateo, parece tener más problemas por las decisiones de los árbitros al cantar strikes en zonas extremadamente bajas.

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Pase lo que pase este domingo, la Serie Mundial regresará a Los Ángeles para al menos un juego más.

Dodgers de Los Ángeles fabricaron un racimo de cinco carreras en el noveno episodio para romper un bonito duelo de pitchers y llevarse el triunfo 6-2, para empatar con los Astros de Houston a dos victorias por bando.

El zurdo Alex Wood lanzó el juego de su vida, al mantener a los Astros sin hits por cinco entradas y dos tercios, hasta que George Springer rompió la magia con bambinazo, mientras que su rival Charlie Morton mantenía en cero a los Dodgers por seis y un tercio.

Esta fue la tercera vez en la historia en que los abridores de ambos conjuntos se combinan para permitir un hit o menos por los primeros cinco episodios.

Troy Taormina/USA TODAY Sports

Las veces anteriores fueron en el cuarto juego de la serie del 1906 entre los dos equipos de Chicago y el quinto partido de 1956, entre los Dodgers ylos Yankees de Nueva York, que terminó Don Larsen con labor perfecta.

Esta vez le salieron bien las cosas con el pitcheo al manager Dave Roberts, quien le pidió la pelota a Wood después del jonrón de Springer, cuando ya sumaba 84 lanzamientos.

Brandon Morrow (1.1) y Tony Watson (una entrada) le prepararon el camino al cerrador Kenley Jansen, quien retiró el noveno a pesar de tolerar cuadrangular de Alex Bregman.

Clave en el triunfo de los Dodgers fue la rareza de ver al venezolano José Altuve irse en blanco en cuatro turnos.

De hecho, salvo los bambinazos de Springer y Bregman, el resto de la alineación se fue de 20-0, para propinarle a los Astros su primera derrota en casa en la postemporada completa.

La mejor noticia para Roberts fue el despertar de su cuarto bate, el novato Cody Bellinger, quien llevaba 12 turnos en blanco en este clásico de otoño, hasta que disparó dos dobletes en sus dos últimos turnos, que resultaron fundamentales en la victoria de su equipo.

Con el primer biangular, en la alta del séptimo, inició una rebelión ante el abridor Morton, que propició el empate 1-1.

Esta vez fue el manager de Houston, A.J. Hinch, quien quizás se apresuró al acudir al bullpen, pues sacó a Morton después del doblete de Bellinger con sólo 76 envíos.

Will Harris, quien vino en su rescate, no pudo hacer el trabajo y permitió sencillo de Logan Forsythe que remolcó a Bellinger e igualó las acciones. Antes del imparable de Forsythe, los Dodgers llevaban de 17-1 con hombres en posición anotadora en la serie.

Como también falló el cerrador Ken Giles en el noveno, para tratar de mantener empatado el marcador y darle a su equipo la posibilidad de dejar al campo a los Dodgers en el cierre del noveno.

Giles se fue sin sacar outs, después de permitir un sencillo, regalar un boleto y soportar el segundo doblete del juego del novato Bellinger, que le dio ventaja a Los Ángeles.

El remedio fue peor que la enfermedad y Joe Musgrove, su sustituto, terminó aceptando bambinazo de Joc Pederson par a redondear el racimo de cinco.

Otra vez tenemos serie nueva, esta de tres juegos a ganar dos, con ventaja de localía ahora para los Dodgers, que tendrán al menos uno y quizás un decisivo séptimo partido en su casa de Chavez Ravine.

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Los Astros de Houston le entraron por los ojos al japonés Yu Darvish para apuntarse un triunfo de 5-3 en el tercer juego de la Serie Mundial, cuyas acciones podrían ahora incluso no regresar a Los Angeles, los dueños de casa ganan los dos choques que restan en el Minute Maid Park.

Darvish tuvo la apertura más breve de su carrera, apenas un inning y dos tercios, vapuleado por sus rivales en el segundo episodio, castigado con cuatro carreras y cinco hits, tres de ellos extrabases, en esa entrada que inicio el cubano Yuli Gurriel con su primer jonrón de la postemporada.

Lance McCullers Jr.
Tannen Maury/EPA

Darvish tolero en su corta salida seis imparables, de los cuales tres fueron dobletes, además del cuadrangular de Gurriel y par de sencillos.

A.J. Hinch manejó magistralmente su pitcheo, sin entrar en pánico ni seguir planes preconcebidos.

Luego de que el abridor Lance McCullers Jr terminara su faena de 5.1 episodios, mantuvo hasta el out 27 a Brad Peacock, quien no permitió hits en 3.2 episodios.

Y es que en la postemporada los roles y funciones de los lanzadores se diluyen en las necesidades de cada momento.

Peacock, que transitó durante la temporada entre la rotación abridora y el bullpen, realizó una labor dominante y dado que se trata de un hombre con capacidad de trabajar varios episodios, no había necesidad de cambiarlo después de una entrada, para cederle el montículo a otro relevista, tal como dictan las costumbres del béisbol moderno.

La otra cara de la moneda ha sido Dave Roberts, director de los Dodgers, inepto en el manejo de sus lanzadores.

Independientemente de que hoy no había mucho que hacer, pues los Astros navegaron por aguas tranquilas después del racimo del segundo inning, a Roberts, Manager del Año de la Liga Nacional en el 2016, se le nota incapaz de ser siquiera el manager del día.

Si el juego anterior sacó inexplicablemente pronto a su abridor, en este le dio demasiadas oportunidades a un Darvish que parecía un pitcher de prácticas y cuando vino a pedirle la pelota ya era demasiado tarde.

Yu Darvish
Tom Pennington/Getty Images

Luego, su primer relevista fue el japonés Kenta Maeda, quien al igual que Peacock, es un abridor natural movido al bullpen durante la postemporada.

Maeda frenó en seco a una ofensiva que aplastó a su compatriota Darvish y quería ir por más.

Pero a pesar del gran relevo del japonés, lo sacó después de 2.2 episodios, para traer al zurdo Tony Watson, quien permitió la quinta carrera de Houston en un capítulo de actuación.

El béisbol es un juego de detalles y hay acciones que ocurren en los primeros innings que tienen consecuencias en los finales.

Los Dodgers lograron descontar tres carreras frente a McCullers y no la misma táctica a emplear en un juego con el marcador 4-3, que uno con pizarra de 5-3.

Con una sola carrera abajo se pueden intentar jugadas, mientras que con dos o más el equipo que está en desventaja está obligado a jugar al batazo.

De todos modos, los Dodgers no produjeron y apenas sacaron provecho de cuatro bases por bolas de McCullers Jr, tres seguidas en el tercer inning, cuando sólo pudieron anotar una por falta del batazo oportuno.

Encima de eso, Roberts debilitó su alineación cuando colocó como emergente al veterano Chase Utley, un hombre que todavía está esperando su primer hit de esta temporada.

La serie continuará este sábado con el pareo del zurdo Alex Wood por los Dodgers y el diestro Charlie Morton por los de casa.

Un triunfo de los visitantes igualaría nuevamente la serie y garantizaría al menos un sexto juego de regreso al Dodger Stadium.

De lo contrario, los Astros quedarían a 27 outs de su primera corona en clásicos de octubre, con posibilidades de liquidarlo todo el domingo ante su público.

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Parecía que los Astros de Houston hubieran dejado olvidados en el Minute Maid Park sus bates a la hora de empacar para viajar a Los Ángeles.

Pero un envío de última hora trajo de vuelta los maderos y los Astros ganaron 7-6 en 11 innings el primer juego de su historia en una Serie Mundial, al remontar ante el hasta ahora intocable bullpen de los Dodgers de Los Ángeles.

Hasta el segundo juego de este Clásico de Octubre, los Dodgers tenían a lo largo de todo el año marca de 98-0 cada vez que llegaron con ventaja al octavo inning.

Los relevistas de Los Ángeles llevaban 28 entradas seguidas sin permitir carrera y el cerrador Kenley Jansen sumaba 12 rescates en 12 oportunidades en postemporada.

Todo eso acabó la noche del miércoles, cuando los bateadores de Houston despertaron en las postrimerías del partido, forzaron los extra innings y se llevaron el triunfo.

Getty Images/Harry HowRich Hill pudo haber trabajado más y, quizá, mantener quieta a la ofensiva de Houston, pero el manager de Dodgers, Dave Roberts, decidió usar a su bullpen desde el cuarto episodio.

Dave Roberts manejó mal el pitcheo esta vez. Aun cuando se tiene el que posiblemente sea el mejor cuerpo de serpentineros de todo el béisbol, hay que saber administrar los recursos y Roberts no lo hizo.

Demasiado temprano acudió a sus relevistas al sacar al abridor Rich Hill después de cuatro entradas de labor en las que solamente había permitido una carrera y tres hits con siete ponches y 60 lanzamientos.

El japonés Kenta Maeda, un abridor natural movido al bullpen en la postemporada, lo sustituyó, pero, inexplicablemente, apenas actuó una entrada y un tercio, tratándose de un hombre acostumbrado a una mayor carga de trabajo.

Comenzó entonces un desfile errático de lanzadores por la lomita del Dodger Stadium, pues el manager le pedía la pelota a uno tras otro, a veces sin mucho sentido.

Jansen, posiblemente lo más parecido que hay al legendario Mariano Rivera, es, a fin de cuentas, humano, aunque no pudo encontrar peor momento para desperdiciar su primer rescate en postemporada.

Al extenderse el choque por 11 episodios, los Dodgers se quedaron sin pitchers disponibles y echaron mano de Brandon McCarthy, un hombre que no lanzaba desde el 1 de octubre y que evidentemente no logró sacarse el óxido de la banca antes de treparse a la lomita.

Y aunque no tuvo consecuencias, en sus constantes cambios, Roberts debilitó la defensa al punto de que un catcher terminó jugando segunda base, el intermedialista defendió la inicial y un campocorto se fue al jardín izquierdo.

De todos modos, el del jueves fue un juego de esos que no se olvidarán fácilmente, porque incluyó muchas "primeras veces" y récords. Además de ser el primer triunfo de Houston en una Serie Mundial, fue el encuentro en que se han disparado más jonrones por ambos equipos en esta instancia, ocho en total.

Por primera ocasión se disparan cinco vuelacercas en extra innings: de José Altuve, Carlos Correa y George Springer, por los Astros, y Yasiel Puig y Charlie Culberson, por los Dodgers.

¿Bambinazos consecutivos de Altuve y Correa en el décimo episodio? También es la primera vez que ocurre en entradas extra de un juego de Clásico de Otoño.

Fue la primera derrota en casa para los azules de Los Ángeles en lo que va de postemporada y ahora, las acciones se trasladarán a Houston, donde los Astros no han perdido aún desde que comenzaron las Series Divisionales.

Y una última "primera vez" que no ocurrió: Justin Verlander sigue sin ganar un juego de Serie Mundial, donde tenía tres derrotas en tres aperturas anteriores.

Verlander se fue sin decisión y, por lo menos, ahora no perdió... por primera vez.

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